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Cuando el viento susurra tu nombre por girlutena

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Notas del capitulo:

uwaaaaaaa

lo siento!!!!! 

Frodo se sentó en el mullido colchón, observando desde la ventana la pequeña colina donde recordaba que Boromir estaba sentado, cerró lentamente sus ojos recordando la suave canción que tocó en la armónica, llevó lentamente sus dedos hasta sus labios, recordando el suave beso del mayor, recordando aquel suave y cálido tacto.


Sonrojándose al instante al recordar los labios con sabor a tabaco en su aliento, volviéndole adicto a aquel sabor, a aquel aroma tan varonil, un olor a tierra mojada; soltó un largo suspiro y terminó por echar su espalda en el colchón, recordando los fuertes brazos alrededor de su cintura.


Escuchó a lo lejos el martillo de su tío, trabajar en su pequeño taller, mientras que poco a poco el sol empezaba a ocultarse entre las grandes montañas, dejando que las grandes águilas revolotearan en lo más alto del cielo.


Salió con pasos tranquilos de la casa, llegando hasta la entrada del bosque, sintiendo como el suave vendaval movía sus rubios cabellos, sintiendo el suave aroma de aquel varón que había ganado su joven corazón.


Caminó lentamente internándose en lo más profundo del bosque, dejando como los suaves rayos del sol se colaran suavemente por las frondosas copas de los árboles, mientras que iluminaban suavemente todo el bosque.


Llegó caminando hasta el río que separaba el bosque que reflejaba los rayos del sol, el hobbit se sentó en una de las rocas sintiendo el suave, clara y tibia agua en sus pies, mojó los dedos de sus manos con el agua, sintiéndola dulce y relajante.


 


Recordó los dulces ojos colores grises del Adán, aquellos ojos tan hermosos y tan brillantes, aquella sonrisa que era tan solo para él; para el pequeño niño hobbit que era.


Soltó un suave suspiro al darse cuenta que el sol ya se encontraba ocultando detrás de las grandes montañas, salió de la cristalina agua y limpió sus pies con el viejo tartán que llevaba amarrado en su cintura, cuando salió del bosque, observo el corcel blanco del Adán, de pie con la cabeza gacha.


 


Frodo se acercó lentamente para colocar su mano sobre la cabeza del animal, acariciando suavemente la crin del bello animal, riendo bajito al sentir la suave lengua del caballo sobre su rostro.


El menor se acercó hasta la pequeña bolsa que cargaba sobre el lomo del animal, el bello animal se acostó mansamente sobre sus cuatro patas, permitiendo que el pequeño hobbit se acercara a él. Frodo tomó la pequeña bolsa, abriéndola lentamente, encontrando una pequeña medalla de plata, rozó suavemente la pequeña inscripción tallada en la parte de atrás, observando emocionado la imagen gravada de un hada en ella.


-¿Él lo envió? –Nahar relinchó suavemente, sintiendo las suaves caricias del hobbit sobre su crin, escuchando embelesado la suave risa del menor. –Muchas gracias Nahar.


El bello animal se puso de pie sobre sus cuatro patas, pasó suavemente su lengua sobre el pecoso rostro del hobbit; para alzar sus patas delanteras; para alejarse del lugar y regresar con su joven amo.


 


Boromir clavó fuertemente su espada directamente en mitad del pecho del orco, soltó un fuerte suspiro cansado al ver como los colores pasteles se iban formando en el gran cielo, mientras el sol se ocultaba a lo lejos.


Cerró lentamente sus ojos recordando los rubios cabellos de aquel hermoso hobbit, aquellos ojos tan azules y brillantes, escuchó el fuerte relincho de Nahar, desde lo lejos; volteó su rostro para ver a su amigo limpiar su espada con el tartán de su ropa.


 -¿Estás bien? –Boromir frunció fuertemente su ceño al observar la sonrisa burlona de Aragorn.


 -Claro que estoy bien. –Nahar se acercó hasta su amo, golpeando con su hocico, suavemente la cabeza de su testarudo amo.


El Adán acarició suavemente la crin del manso animal, dándose cuenta que ya no cargaba la bolsa sobre su lomo, se dio el lujo de sonreír suavemente al saber que el pequeño tendría algo que le recordara.


Se montó sobre el lomo del animal, acariciando suavemente su cabeza por detrás de sus orejas, escuchándole relinchar suavemente; sus pasos eran suaves, hasta que llegó a la altura de su amigo, golpeándole suavemente el hombro de Aragorn.


-¿Nos vamos? –Aragorn levantó su rostro para observar el extraño brillo que mostraban en los ojos de su amigo.


-Aún no, necesitamos buscar las joyas que se robaron. –El bello corcel del Príncipe llegó galopando suavemente hasta su amo, dejando que lo montara con demasiada agilidad.


Los dos varones cabalgaron con rapidez hasta las ruinas destruidas donde se escondían los orcos, dejaron a los animales fuera de la cueva, observando la entrada de maloliente lugar; los varones fruncieron sus narices al sentir el mal olor de las ruinas, escuchando los suaves sonidos de las ratas, corriendo por la oscura y húmeda cueva.


Aragorn caminó despacio, escuchando de cerca los pasos de su amigo detrás de él, llegando hasta el fin de la cueva; Boromir acarició las paredes de la cuevas, sintiendo los gravados sobre su tacto, frunció levemente su ceño al escuchar las suaves pisadas muy cerca de ellos.


Llevó lentamente su mano sobre el mango de su espada, desenvainándola levemente, viró levemente su mirada hacía la de su amigo, pero verlo tan ensimismado viendo las grabaciones en las paredes de piedra.


Desenvaino y extendió su espada, al sentir el sutil viento atravesar aquellas gruesas paredes, el fuerte sonido de las dos espadas chocando rompió el silencio, el sonido del eco llenó todo el lugar.


Aragorn tensó rápidamente sus hombros y desenvainó su espada y tiró de una sola patada al intruso.


-¡Basta! –Boromir alzó su espada, para detenerla segundos antes de tocar la piel del enemigo.


Los dos varones fruncieron levemente sus ceños al observar como una pequeña luz se iba aumentando, alumbrando la oscuridad.


Boromir cerró y abrió sus ojos intentando acostumbrarse a la nueva luz, bajo lentamente su vista para ver a un enano al frente suyo y lo que él creía que era una espada, era el hacha del enano.


Aragorn envainó su espada, mientras veía como su amigo se alejaba unos pasos de ahí, para acariciar suavemente los grabados de las paredes de rocas.


 


Gimli, hijo de Glóin, era uno de los enanos reconocidos en toda su historia, con sus cabellos tan rojizos de un tono del acero vivo, cayendo por el largo de su espalda con unos rizos desordenados, unos ojos tan pequeños de color azabaches y una larga barba que le llega hasta la altura de los pies.


Gimli, aparte de ser reconocido por ser el amigo de los elfos, era reconocido por todas las regiones por ser el portador de dos grandes y fuertes hachas y protector de La Gran Puerta.


 


Aragorn terminó de curar la herida que tenía Gimli en el hombro, causada en el ataque contra los orcos, el Príncipe podía oír los quejidos del enano, pero sin hacerle caso hizo más fuerte el nudo de la venda.


-¿Qué hace el Príncipe y el Senescal en La Gran Puerta? –Boromir se sentó sobre una de las rocas que antes había sido una alta y fuerte columna.


-Llegó la noticia de que estaba siendo infectada por Orcos. –El gesto huraño que mostró el enano no pasó de ser percibido por el par de varones, Aragorn soltó un fuerte suspiro agotado, mientras que Boromir se levantaba y empezaba a caminar sobre las ruinas del gran templo.


  


La noche cayó demasiado lenta para La Comarca, los pequeños hobbit ingresaron a sus hogares, dejando las calles desiertas, mientras que el viento soplaba frío y fuerte.


Frodo se ocultó bajo las mantas que había utilizado el Gran Senescal, intentando tranquilizarse con el aroma que se había impregnado, con las yemas de sus dedos, acarició suavemente la pequeña medalla y cerrando sus hermosos ojos azules mostró una pequeña sonrisa.


Un suave golpe se escuchó en la puerta de su hogar; abrió lentamente sus ojos, fijándolos en la gran y brillante luna que resplandecía la oscura habitación, saltó del catre para correr hacía la sala, donde escuchaba la voz de su tío y la del invitado.


 


-¡Gandalf! –El joven hobbit saltó a los brazos del gran mago, sintiendo aquel calor que emanaba de su cuerpo, siendo capas de calmarlo rápidamente.


-Mi bello niño ¿Estás triste? –Frodo agachó levemente su rostro, aun sintiendo la tibia mano del mago sobre su pecosa mejilla; soltó un suave suspiro al mismo tiempo que cerraba los ojos. Sabía que no podía ocultarle nada al Gran Gandalf.


-Hace unos días el Príncipe y el Gran Senescal estuvieron aquí.


-Vaya, mi bello niño ha caído en los encantos del Príncipe.


-¡No, de él no! –Las pecosas y blanquecinas mejillas del menor se tiñeron de un gran carmín, mordió suavemente su labio inferior al escuchar la suave risa del mago y la de su tío.


-Mi bello niño; no debes estar triste por haberte enamorado.


Los ojos azules del menor se abrieron para toparse en las cuencas brillantes del mago, tragó suavemente la saliva que había retenido en su boca; el mago se había arrodillado al frente de él, intentando quedar en su altura, cerró levemente sus ojos al sentir la pesada mano del mayor sobre sus risos rubios.


-Yo no estoy triste. –Frodo pudo escuchar su voz en tan solo un suspiro. –Yo lo extraño. –Gandalf dejó al joven, mientras se ponía de pie para observar el cansado cuerpo de su amigo.


 -Bilbo ¿Por qué no me dejas a Frodo un tiempo? –El menor alzó rápidamente su rostro para observar el rostro de su tío y el del mago


 -¿Por un tiempo?


 -Sí, deseo llevar a Frodo a recorrer el mundo. –El mago le mostró una pequeña sonrisa sincera al menor, al recibir la pequeña taza de té de jazmín por parte del joven hobbit. –Frodo ya tiene la edad exacta y la inquietud de poder conocer todo lo que lo rodea.


 El menor se sentó en el suelo, sobre sus rodillas al costado de su tío, pudiendo sentir el ambiente relajado, recibió la mirada de su tío, siendo capaz de poder leerle sus pensamientos, hasta su propia alma. Agachó levemente su rostro, avergonzado por ser un libro abierto para todos.


 -Me aseguras de que no habrá ningún peligro para él.


 -Te lo aseguro, amigo mío.


 Frodo se vio envuelto entre los brazos de su tío, recibiendo varios besos sobre sus cabellos, sintió la suave palma del mago sobre su espalda, incitándole a alzar el rostro.


-Ve a buscar tus cosas; partimos mañana. –EL menor asintió fervientemente, mostrando su enorme y bella sonrisa, corrió hasta su dormitorio, alistando una pequeña bolsa con algunas de sus pertenencias.


Colgó la pequeña medilla en un hilo de mithril, guardándola bajo la delicada tela de su camisa.


-Mi pequeño niño. –El menor se volteó lentamente al oír la rasposa voz de su tío. –Quiero que te pongas esto y lo lleves siempre contigo.


-¿Un camisón?


-No es cualquier camisón, Frodo. Yo lo he hecho, está hecho con puros hilos de mithril. –Los dedos del menor acariciaron con suavidad aquella tela, sintiéndola fresca, suave y tan ligera como una pluma.


-¡Gracias tío! –El menor corrió para abrazar a Bilbo, aún era algo pequeño, así que podía sentir las manos del mayor sobre sus cabellos.


-Prométeme que te cuidaras. –El menor asintió suavemente, aun siendo rodeado por los cortos brazos de su tío.


 


La mañana amaneció con demasiada rapidez, los suaves rayos del sol, caían con demasiada calma sobre las cosechas, mientras que el vendaval corría lento, sin ningún apuro, dejando que el joven hobbit sintiera por segunda vez la excitación correr por su sangre.


Llevó sus ojos azules al gran cielo, despejado por las nubes, para recordar las cuencas grises del gran Adán, llevó lentamente sus dedos para acaricias, sobre la camisa de mithril la medalla que ahora le pertenecía.


-¿Estás listo, mi bello niño? –El hobbit asintió fervientemente al sentir la mano del mago sobre su hombro, volteó su rostro para observar a su tío, de pie debajo del umbral, despidiéndose con una pequeña sonrisa y agitando su mano.


 -¿A dónde vamos a ir primero, Gandalf? –El menor seguía a cortos pasos al gran caballo del mago, acarició suavemente la crin de su corcel, rio bajito al escuchar el suave relincho de su caballo.


 -Primero vamos a ir al bosque negro. –El caballo de Frodo alcanzó al del mago, para cabalgar suavemente. –Necesito recoger unas cosas y llevárselas a alguien demasiado especial.


 -¿Al Rey? –El menor sintió sus mejillas sonrojarse levemente al recibir la mirada del mago, pero luego se permitió sonreír al ver la sonrisa del mayor.


 -No, mi niño bello. A alguien mucho más especial que él.


 El menor vio como los viejos ojos del sabio se perdían en lo largo del camino, volvió a acariciar suavemente la crin del bello animal; manteniendo una pequeña sonrisa en su rostro, imaginando el rostro que el Adán pondría al verlo salir de la seguridad de su Comarca.

Notas finales:

*-* 

T_T lo siento, me demoré y es muy corto T_T y no dice mucho pero... el siguiente tendrá más ;)! u.u

Gracias por darse el tiempo de leerlo!!!!! y de dejar sus comentarios!!!! *-*

Beshos!!!!

PD: deseenme suerte para escribir el siguiente capitulo....y estare subiendolo en navidad..o antes de navidad (?) waaa navidad T_T

 


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