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Buscando a Sid por lilycha10

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Diego ya estaba más repuesto, pero aun no podía creerse que todos los obstáculos que se había imaginado, simplemente habían dejado de existir.

-¿Te encuentras mejor?- pregunto Ellie.

Diego asintió.

-Aja- murmuro.

-Lo mejor será que busques a Sid y se lo digas, Diego- aconsejo-. Tal vez es porque no lo sabe aún, que últimamente esta así.

 El felino acepto la idea, pero justo cuando se disponía a salir en su búsqueda, escucharon gritos cerca de allí.

-¡Mamá! ¡Papá!- escucharon la voz de Morita.

Antes de que los nombrados pudieran responder al llamado, de entre los arboles apareció una Shira muy agitada.

La gata los observo aliviada y miro hacia atrás.

-¡Están aquí!- grito a la nada.

A los pocos segundos, Morita salió de entre los arboles muy asustada, con Eddie y Crash sobre su lomo.

-¡Mama!- Se lanzó para acurrucarse junto a su madre.

Esta la recibió con cariño.

-¿Qué sucede?- Exigió Manfred, en su papel de macho alfa- ¿A qué viene todo esto?

-¡Se trata del apestoso!- Dijeron los gemelos al unísono.

-¡Perezoso~!- gruñó Diego, ante la ofensa por parte del dúo.

Manfred intervino.

-¿Qué pasa con Sid?- Le pregunto a Shira directamente y con los ojos llameando.

La tigresa negó con la cabeza.

-No tengo idea- se acercó a sus amigos-. Uno de mi manada lo vio tomar un pequeño iceberg del cañón de hielo y tomar rumbo a mar abierto.

-¡Eso es imposible!- Exclamo el mamut horrorizado- ¿A dónde iría a estas horas? Además, él no puede navegar ese trozo de hielo solo.

-No sabría que decir- Shira se veía igual de preocupada-. Vine tan pronto me lo dijeron.

Como punto central de un campo magnético, todas las miradas se centraron en Manny y Diego.

-¿Qué hacemos, papá? –Dijo la pequeña- No podemos dejarlo solo.

-No lo dejaremos solo- aseguro el mamut-. Pero tampoco podemos lanzarnos al mar, sin saber en qué dirección fue.

Todos se quedaron pensativos, hasta que Diego salió con una teoría.

-Tal vez regreso a tierra firme- dijo y todos lo observaron inquisitivamente-. No tiene otro sitio a donde ir.

Shira avanzo hasta el tigre.

-Tierra firme está a muchos kilómetros de aquí, Diego- dijo con temor-. ¿Sid sabe cómo llegar?

En ese momento, Manny exploto.

-¡No! ¡Ese tarado no sabe nada de navegación!- grito molesto- ¿Cómo se le ocurre lanzarse al mar, a estas horas de la noche?

Ellie se alejó de su hija, para consolar a su esposo.

-Ya basta Manny- lo toco-. Ahora debemos pensar en cómo ayudarlo.

La manada se dirigió al canon de hielo y vieron con satisfacción, que el iceberg que alguna vez les sirvió de barco seguía intacto.

-No nos queda más remedio que ir a tierra firme y esperar que Sid este allí- dijo Diego con temple.

Shira asintió.

-Le diré a mi manada que me ausentare por un tiempo- dijo con porte militar y partió a la carrera.

-¡No!- gritaron todos al unísono.

La gata se dio la vuelta asustada y derrapo un par de metros.

-¿Cómo qué no?- Entrecerró los ojos.

-Necesitamos que te quedes aquí Shira- demando Manny.

-¡Pero me necesitan para mandar el iceberg!- Apunto.

Manfred se acercó a ella comprensivamente.

-Ya tenemos algo de experiencia comandando un barco y la noche está tranquila- palmeo el hombro de la chica-. Pero necesitamos que tú te quedes para controlar a tu manada.

La chica fue a replicar, pero Diego se lo impidió.

-Sabemos que los carnívoros también quieren vivir en paz en esta isla, pero eso no quita el hecho de que deben alimentarse de carne. Si tú los dejas atrás, podrían descontrolarse.

Ellie se acercó a ella.

-Shira- la llamo repentinamente-. Te encargamos la seguridad de mi hija y de mis hermanos.

-¿Qué?- Exclamaron los mencionados- ¡Pero mamá!

-¡Nada de peros, jovencita! En esto no hay discusión, ni negociaciones- dijo severa.

La joven suspiro derrotada.

-No te preocupes Ellie- la gata llamo su atención y suspiro resignada-. Cuidare bien de ellos.

-Gracias- sonrió.

Shira abandono el lugar presurosa y enviaron a Morita a la cueva.

-¡Ustedes dos!- llamo Manny a los gemelos-. Si algo le sucede a mi hija, me hare un pañuelo con su piel.

El dúo le saco la lengua y se fueron de allí corriendo.

-Tranquilo Diego- se volteo a donde estaba el tigre-. Puede que Sid no sea muy brillante, pero es innovador y la suerte siempre lo acompaña.

 -Tengo miedo de que esta vez se le agote -observaba el mar con temor y sus orejas se agacharon-. Es la primera vez que se aleja de nosotros, Manny. No quiero perderlo, antes de decirle lo que siento por él.

Estaban abordando el iceberg en ese momento, cuando Ellie escucho a su amigo.

-¡Eso es!- Grito entusiasmada- ¡Ya se a donde fue Sid!

Tanto Diego como Manny corrieron a su encuentro.

-¿Dónde está?- Diego casi le salta a la trompa.

-¡Ya dinos Ellie!- Exigía Manny esperanzado.

La chica sonrió.

-¡Diego, esta no es la primera vez que Sid se aleja de nosotros!- Dijo a modo de explicación, pero para el dúo fue más que suficiente- ¿No te acuerdas?

-¡Claro!- Manny se palmeo la cabeza con la trompa- ¡Fue a ver a sus hijos!

A Diego le brillaron los ojos.

-Eso tiene sentido- confirmo-. ¿Pero, por qué ahora?

-Ya le preguntaremos cuando lo encontremos.

Manfred tomo el mando del barco, mientras Diego cortaba las lianas que lo sujetaban al cañón.

El trio se lanzó al mar y rezaron por tener una buena travesía.

 

-----///////------

 

Desde que se habían lanzado al mar, ya habían pasado unas cinco horas y en ese corto tiempo, las cosas ya se habían puesto un “poquito” tensas.

En primer lugar; después de pasar por el territorio de las sirenas y que Ellie fuera la única capaz de controlar sus impulsos, esta se auto proclamo “la capitana” del barco. Labor que no se le daba nada mal y al ser mitad zarigüeya, le era posible desplazarse por el hielo con mayor velocidad que Manny.

La chica se sentía realizada, pero…

-¡Te digo que no puedes!- Gritaba Manfred- ¿Qué tal si te lastimas o caes del barco en una de esas maniobras? ¡No seas imprudente!

Para Diego fue más evidente que nunca, que un macho alfa destronado y machista, era sumamente irritante. Desde que la mamut, demostró ser mucho más hábil que ninguno de ellos, en el manejo del barco, Manfred comenzó a sentirse desmoralizado.

-Soy una zarigüeya y soy perfectamente capaz de arreglar esas lianas- le respondía enojada.

Señaló unas lianas, que estaban en peligro de soltarse del mástil.

-¡Están demasiado altas! Deja que Diego lo haga.

El mencionado miro hacia arriba y se dio cuenta que jamás lograría hacer el trabajo bien. Llegar hasta allí no sería un problema; pero la trompa de Ellie era mucho más hábil que sus patas.

-¡No te estoy preguntando Manfred!- lo reto- ¡Voy a subir y pobre de ti, si intentas detenerme!

La chica le dio la espalda y se concentró en los palos que la ayudarían a subir. Manny intento detenerla, pero Ellie se elevó en el aire antes de que pudiera hacer nada.

-¡Ellie!

Manny vio asustado, como su esposa se deslizaba por las lianas y su trompa se agarraba a los maderos.

-¡Diego has algo!

-No hay nada que pueda hacer- la mamut ya había llegado a la raíz del problema-. Si me meto, soy yo quien va a ser lanzado por la plancha.

Manny se removía incómodo.

-Ellie nunca me había retado de esta forma- observaba la labor de su esposa, desde abajo-. ¿Por qué no me escucha?

Diego pensó bien su respuesta.

-Estará nerviosa por lo de Sid- intento excusarla-. Tal vez solo quiere sentirse útil.

La joven estaba a muchos metros del suelo; pero apenas finalizo su labor, se dejó caer sobre la cubierta.

-¡Cuidado, Ellie!- Se acercó a su esposa- El hielo está muy resbaloso, cielo.

-¡Hgmm!

La mujer le dio la espalda –ofendida- y se fue a una zona apartada del iceberg.

Manny se mostró claramente sorprendido por su actitud.

-Diego, ¿ahora qué hago?

-¿Qué es lo que haces después de molestarla?- pregunto con curiosidad.

El mayor lo observo molesto, a lo que Diego simplemente se encogió de hombros; dándole a entender que esa era la verdad.

Manfred se puso pensativo y forzó su mente a recordar; pero no daba con una solución.

-¡No lo sé!- se froto la cabeza con la trompa, incrédulo- Siempre le pido a…

Un foco se prendió en la cabeza de los dos mamíferos, al entender las implicaciones de esa frase sin terminar.

-¿… a Sid?- Sonrió burlón el tigre.

 Manny hizo un gesto disconforme, pero se vio obligado a confesar.

-Si~. A Sid- dijo renuente.

Diego suspiro nostálgico.

-¿Me estás diciendo, que incluso tu matrimonio depende de ese perezoso?-sonrió con tristeza.

Manny le palmeo el lomo con la trompa, a modo de consuelo.

-Supongo que hasta ahora no me había dado cuenta, de que era Sid quien arreglaba nuestros problemas- le sonrió a su amigo-. Pero que esto quede entre nosotros, Diego. Nadie tiene por que saberlo.

Después de su advertencia, desplazo su enorme cuerpo hasta donde su esposa se encontraba. Diego se recostó en la proa del barco, recordando el rostro sonriente de Sid; que le habían mostrado las sirenas. Poco falto para que se lanzara a las fauces de aquellas bestias; deseando tomar a Sid entre sus colmillos, para llevarlo de vuelta a casa.

-No suspires, no suspires, no… -suspiró-. Maldito perezoso. ¿Dónde demonios estas y que has hecho conmigo?

 

El amanecer los sorprendió con un día soleado y el astro rey, rebosante de energía. Buena cosa seria, si su embarcación no estuviera hecha a base de hielo. Ellie y Manny se habían despertado sobre un charco de agua levemente profundo y Diego nunca extrañó tanto, la tracción de la tierra.

Debido a que el hielo se derretía, el tigre no conseguía clavar sus garras para apoyarse y eso lo hacía temer que ante el más mínimo movimiento de iceberg, él se iría por la borda.

-Tenemos que llegar a tierra, antes de que se nos acabe el barco –menciono Manny.

-La última vez estábamos en un barco mucho más pequeño, Manny- le recordó Diego-. Estaremos bien.

-Aun así -menciono el mayor-, mejor no arriesgarnos.

Ellie se acercó a ellos, con una mirada precavida.

-Este barco nunca fue terminado, Manfred- seguía molesta con él, pero se notaba más serena y accesible-. Como no está diseñado para navegar, lo único que podemos hacer es guiar su dirección, pero no su velocidad.

-¿Entonces debemos esperar a que se vuelva más ligero?- Diego sintió como su pelaje se erizaba, ante el inminente baño.

-No creo que eso sea viable- aseguro el mamut.

Los tres se pusieron a pensar en una solución, cuando el ojo del tigre capto un movimiento a su derecha. Su cabeza se movio velozmente en esa dirección, pero ya no había nada que ver. Aun así, saco sus garras y mostro sus colmillos.

En esa dirección, había una puntiaguda colina de hielo que en ocasiones servía como mirador; pero su parte trasera era lo suficientemente ancha para esconder a un posible enemigo.

-¿Qué sucede Diego?- Pregunto Ellie, preocupada.

Manfred reacciono a la postura del tigre y guiándose por su amigo, adopto la misma posición de pelea.

-Hay algo detrás de esa roca- susurro.

-¿Qué cosa? ¿Qué fue lo que viste?- Manfred entrecerró los ojos.

-No lo sé- su cuerpo se agazapo contra el suelo, dispuesto a atacar.

El pequeño trozo de hielo estaba rodeado por dos caminos, así que los machos se pusieron a cado lado –sellando las posibles escapatorias- y lanzándose una mirada de entendimiento, se lanzaron los dos al mismo tiempo. Rodearon el iceberg a toda velocidad, pero cuando llegaron a la parte trasera, el grito de una chica y dos “gallinas”, los recibieron.

Sus mandíbulas estuvieron a punto de caer contra el suelo.

-¿QUE DEMONIOS HACEN USTEDES AQUÍ?

Eso fue lo que una desconcertada Ellie, escucho desde su posición.

-¿Quiénes son, Manny?- pregunto en voz muy alta, para que la escucharan.

Después de eso, no pudo evitar sonreír discretamente, ante lo que su esposo arrastraba de la trompa y lo que Diego llevaba entre sus fauces.

-¡Morita!- Exclamo.

-Buenos días, mama- murmuro bajito.

-¡Buenos días, hermana!- chillaron los tíos, exuberantes de energía.

-¡Morita, te dije que no podías venir!- Grito Ellie, al recordar la advertencia que le había dado- ¡Y ustedes dos! ¡Se suponía que cuidarían de ella!

Eddie y Crash la observaban de cabeza, aun colgando de la boca de Diego.

-Morita es mitad mamut- se excusó Eddie-. ¿Cómo íbamos a detener a un mamut?

-No quiso hacernos caso Ellie- añadió Crash, para evitarse un castigo.

-¡Hey!- Grito la adolescente- ¡Ustedes también querían venir!

-¡Silencio~!- Grito Manfred.

El trio se encogió asustado y Diego dejo caer al dúo.

-Les di una orden corta y concisa- seguía el mayor-. ¿Qué parte de ella no entendieron?

Morita se atrevió a dar un paso adelante.

-¡Papá, nosotros también estamos preocupados por Sid! ¿Qué tal si le sucede algo?

Diego se estremeció de pies a cabeza, ante el pensamiento de que algo le sucediera a esa torpe bola de pelos. SU torpe bola de pelos.

-Nosotros podemos lidiar con eso, pero tú solo eres una niña- señaló el mayor.

-¡No soy una niña! –Se defendió- Tengo derecho a cuidar de mi familia. Yo también formo parte de esta manada y las manadas no se separan. ¡Siempre permanecen juntas, papá!

-Tiene un buen punto- sonrió Diego, de lado.

-No ayudes, Diego.

-Ya basta Manny –se adelantó Ellie con tono maternal-. Ella tiene razón en eso y además, ya no sirve de nada gritar.

Le señaló el horizonte.

-Ya dejamos la isla atrás y no podemos volver ahora, si queremos asegurarnos de que Sid se encuentra bien. Dejémoslos por ahora.

Manfred cerró los ojos –frustrado- y los abrió rápidamente, al aceptar la situación.

-¡Esta bien!- Anuncio, para felicidad de su hija- ¡Pero ni crean que se salvan ustedes tres, de un buen castigo!

Ellie sonrió, disimuladamente.

Manfred se dio la vuelta y se despidió de ellos con un:

-Cuando encuentre a Sid, lo voy a moler a golpes.

Todos sonrieron ante esto y se permitieron un momento de paz.

-Tampoco te libraras de un sermón, señorita- señaló la mujer.

-Lo sé- bajo la cabeza, apenada.

Diego se dirigió a los gemelos.

-¿Le dejaron un recado a Shira?- los miro insistentemente.

Morita respondió a la pregunta.

-Le deje el recado con Luis, tío.

-Bien- asintió el gato y fue detrás de Manfred.

-¿Por qué Luis no vino contigo, amor?- Pregunto Ellie.

-En realidad, solo le dije que iría a dar un paseo- bajo la cabeza apenada-. No quería que viniera con nosotros.

-¿Por qué no, cielo?- Acaricio su cabeza- ¿Discutieron?

Ella negó con la cabeza.

-No es eso- negó-. Es solo que últimamente, estar con él es un poco… frustrante.

-¿Frustrante?- pestañeó confundida.

-No sé de otra forma explicarlo- observo como Crash y Eddie jugaban entre los mástiles-. El me gusta mucho, pero a veces siento que lo quiero más cerca- miro a su madre-. ¿Entiendes lo que digo?

Ellie tenía los ojos muy abiertos, ante la confesión de su hija.

-Sí, lo entiendo- tartamudeo.

-¿Me lo puedes explicar?- la observo esperanzada y con ojos brillantes.

Ellie se removió incomoda y deseo que como madre, esta no fuera una de sus muchas tareas. Explicarle a su adolescente que lo que sentía era deseo y que de ahí venían los bebes, era un poco incómodo. Por primera vez deseo relegar su tarea en alguien más y como si fuera una señal del cielo, pensó en Sid.

-Cielo- empezó-, quien puede explicarte eso, es tu tío.

-¿Tío Diego?- enarco una ceja y observo al mencionado, hablar con su padre.

-Sid- especifico su madre.

-Pero él no está aquí ahora –se quejó.

-Luis tampoco está aquí cielo –le acaricio la cabeza-. Tenemos tiempo de sobra.

Mientras Ellie evadía las preguntas de su hija, Diego escrutaba el horizonte; a la espera de divisar alguna sombra lejana que le señalara tierra firme.

-¿Cómo le hizo para avanzar tan rápido?- Se preguntó- Esta solo en una barquita y casi no sopla el viento.

-Eso es un misterio que no quiero conocer- le respondió Manny-. Ese perezoso o tiene mucha suerte o es más listo de lo que aparenta.

Diego enarco una ceja.

-Yo tampoco estoy muy seguro de lo es. Solo espero que no haya tenido problemas con las sirenas o que no se haya perdido.

-Esa última es una posibilidad- soltó el mamut sin pensarlo y se arrepintió de inmediato.

Como única respuesta, recibió un fuerte rugido de parte de Diego; quien se estremeció como si le hubieran mordido la cola.

-Perdona, Diego- le palmeo el hombro, nervioso-. ¡Seguro que está bien!

Notas finales:

Dejen reviews en la caja de quejas y sugerencias.

 


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