Hiro San regresaba temprano del trabajo, se decidió a sorprender a Nowaki con una romántica cena, quizá hasta usaría un kimono para excitar a su hombre, -pero que cosas estoy pensando por culpa de ese Nowaki- dijo Hiro San mientras arrojabas libros y cuanta cosa tenia a la mano tal y como lo haría un niño caprichoso, dejo su berrinche al ver las cosas de Nowaki en un sillón, ese idiota, había arruinado su sorpresa, al oír el correr del agua se dirigió a su habitación y lo vio, Nowaki completamente desnudo, aunque nunca lo admitiría le encantaba el trasero de Nowaki, Hiroki se quedó helado al ver que Nowaki no estaba sólo bajo la regadera, Nowaki enjabonaba la espalda de un joven castaño, un poco más bajito que el propio Hiro San, Hiro San ardió en cólera y se disponía a matar a ambos jóvenes bajo la ducha, pero recordó que su relación con Nowaki había estado llena de malos entendidos, pero tampoco permitiría que le vieran la cara por lo cual decidió esperar, Nowaki cerró las llaves de la regadera, Hiro salió de la habitación sin cerrar la puerta, para poder espiar sin ser visto, vio como Nowaki salía con el joven en brazos apenas cubiertos por unas pequeñas toallas, -No lo toques idiota- decía mentalmente Hiro San, Nowaki comenzó a acariciar la mejilla del castaño, tomo por ambos cachetes al joven castaño y lo miraba fijamente, acerco lentamente su rostro a él, el corazón de Hiro San se hizo muchos cachitos, un vacío le lleno el pecho y las lágrimas aparecieron, ya no podría ver más, Nowaki lo estaba traicionando con alguien más joven que él, además era hermoso, como podría Hiro San competir con aquel angelillo, tomó lo último que le quedaba de dignidad y se retiró queriendo desaparecer en el suelo, - Necesito meterlo- Escucho decir a Nowaki seguido del gemido angelical, Hiro San corrió lo más rápido que pudo, corrió sin un rumbo fijo hasta que encontró un callejón, se metió en él, y se quebró, lloró y lloró hasta quedarse sin respiración, el cielo lloró con él en forma de lluvia, pero no fue suficiente, ni con todo el llanto ni con toda la lluvia pudo sacar todo el dolor que sentía.
Después de haber pedido a Risako que fuera su novia y de vagar un par de minutos por aquel parque el cielo se precipito y las nubes comenzaron a llorar, volvió el recuerdo y lo volvió a vivir todo, la desesperación, la angustia, la decepción, el coraje y no pudo más que llorar, llorar una y otra vez total, ya era un hábito habitual.
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Cuando Nowaki llevo a vivir consigo a Onodera, Hiro San desapareció, se fue sin decir nada, eso lo lastimo, pero quizá sería lo mejor, no quería causarle incomodidades a Hiro San, sin embargo estaba muy preocupado, y lo extrañaba, extrañaba besarlo, su cuerpo, su olor, pero últimamente Hiro San estaba más gruñón que nunca y quería calma en su nueva relación, ya arreglaría las cosas después con Hiro San, pero aun así decidió acudir con la policía para reportar la desaparición de Hiro San, le dijeron que hasta los tres días de desaparecido no podrían hacer nada.
Onodera le comento que tenía ganas de tomar café, y el decidió llevarlo al delicioso café enfrente a su antiguo trabajo, mientras caminaban se sentía ansioso, aquel lugar era muy especial, había pasado mucho tiempo allí con Hiro San, abrió la puerta y ayudo a entrar a Onodera, jamás pensó encontrase allí a Hiro San, su Hiro San tan bello como siempre, y tan furioso como siempre, paso a su lado empujándolo a él y Onodera quien cayó al suelo, -Hiro San- dijo Nowaki, -Si aún los amas, deberías de ir con él- dijo visiblemente molesto el ojiverde, Nowaki tendió su mano dulcemente para ayudar a levantarse al ojiverde, cuando la cabeza de este estuvo a la altura de su pecho, revolvió de una dulce manera el cabello castaño de este, -Sabes que no puedo dejarte- dijo Nowaki.
-Me siento como el malo de la historia, parece que tú y Hiro se separan por mi culpa- dijo Onodera, -Tuno eres culpable de nada- respondió Nowaki.
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Transcurrió tan solo un mes de su noviazgo con Risako, Hiro San descubrió que al formar una pareja heterosexual las cosas iban mucho mejor, podía caminar por la calle tomando la mano de Risako sin que nadie los mirará feo, podía besarla sin temor a que un homofóbico los insultará o aun peor, los golpeara, incluso en los eventos a los que habían asistido juntos los felicitaban por la linda pareja que hacían, Risako era una mujer muy dulce y sin duda podría tener una linda familia, un hijo, un hijo cosa que Nowaki jamás podría darle, así que aunque fuera apresurado no dudo en pedir la mano de Risako y debía admitir que se alegró cuando ella acepto, pero ahora un mes después de la pedida de mano y escogiendo el vestido de novia no podía sacar a Nowaki de su cabeza, cuando Risako lo besaba de manera tierna, el recordaba lo apasionado que era Nowaki, cuando Risako retiraba las manos antes de llegar a las partes íntimas de Hiro, él recordaba a Nowaki tocando donde nadie más lo había tocado antes, y ahora que Risako se probaba tantos vestidos como había en los aparadores él se imaginaba así mismo enfundado en un vestido de novia mientras un elegante caballero de nombre Nowaki lo llevaba camino al altar.
Hiro San no podría resistirlo más y tampoco quería arruinarle la tarde a Risako así que salió de la tienda solo para chocar contra el duro pecho de Nowaki quien de costumbre llevaba tomado de su brazo al ojiverde, era la ocasión perfecta para Hiro San de demostrarle que ya lo había superado, -Nowaki que gusto verte, como podrás ver estoy a unos días de casarme con un bella mujer y dado lo estrecho de nuestra antigua relación pensé que te gustaría asistir- dijo sarcástico Hiro San.
Una lagrima recorría la mejilla de Nowaki, todo a su alrededor se congelo, todo y todos desaparecieron para él, incluso su bello acompañante, solo podía ver a Hiro San, a su Hiro San desgarrándole el corazón, su pulso se aceleró, el corazón parecía querer escaparse de su cuerpo, la mente en blanco y solo encontró una palabra que decir: Hiro San.