Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Teatro de la W por wearkagain

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Tercer Drabble: AU. Zoro y Sanji.

Universo: Donde Sanji hace una leve descripción de su muy opuesta pareja en el ámbito estético y agraciado.

Resumen: Tu nariz olfateo mi nuca y vi aquella mueca de asco, sonreí ya que también la hice al oler tu pecho. Ambos poseíamos diferentes olores que se impregnaban a nuestros cuerpos.

Advertencia: Lemon Hombre x Hombre, Lenguaje sexual y fuerte.

La W: No hay explicación para lo que escribí, solo así lo hice y así termino; espero sea de su agrado.

 

“Y gracias a ti querido lector:

Por elegir, por amar las historias, las palabras

Los “érase una vez” alternados a otro estilo.

El mundo necesita más gente como tú...”

 

 


¿Existiría la estética para alguien como él?

Me pregunté mientras comíamos y estabas hablándome sobre el fin de semana que decidiste ir al gimnasio que quedaba a tres cuadras de nuestra casa, para solo ser molestado por un grupo de mujeres que solo se tomaban fotos mientras se ejercitaban o algo así, claramente había perdido el interés de la conversación ya que me había quedado embobado mirándote.

Escupías palabras que siquiera escuchaba, escupías al igual aquellos restos de carne grasosa en menudencias junto con saliva. No entendía como alguien que se la pasase comiendo, durmiendo y entrenando poseyera un físico de todo un adonis. En nuestra relación con esa apariencia te identificabas como el macho alfa donde fuese, mientras yo lucía un poco más “presentable”; Tu tono de voz ronco y grueso, hacían creer a cualquiera que todo lo que decías era cierto aun así fuese lo más estúpido o incierto. No podía negar que me daba pena salir contigo, éramos tan diferentes…

¡Detente! No escupas más de esa porquería de comida frente a mi cara mientras hablas de algo que no me importa, sabes que puedo cocinarte algo mucho más nutritivo y lleno de proteínas que de seguro tendrá mejor sabor que esa hamburguesa. Me frunces el ceño y por lo visto notas que no te estoy poniendo atención, vale perdón, sé que igual tu pocas veces escuchas lo que te digo cuando salgo de mi trabajo en aquellos banquetes que preparo con esmero para festines o fiestas de etiqueta, pero a veces me llegas a responder…

Te presto atención a ti… no lo que dices; no te enojes y no arrugues más las cejas que ya me cuesta con tu cara de matón y la forma de tus cejas que te hace ver siempre amenazante. No, ni te atrevas a hacer… ¡MIERDA! ¿Por qué lo haces? Muerdes la hamburguesa  y exhalas el aire como si estuvieras acabando de utilizar las pesas que tenemos en un cuarto apartado solo para ti.  No, joder, no inhales con la misma intensidad para volver a morder esa cosa; por lo menos mastica y manda bien y no te lo tragues ¡CARAJO!

Ahí va de nuevo, regruñas algo. Me estas culpando porque no puedo estar feliz en un lugar en público sin que sea un restaurante fino en el cual me sentiría más halagado comiendo algo preparado con esmero y bien servido. Notaste mi asco nuevamente y solo cierras los ojos para meter una gran cantidad de papas fritas a tu boca y luego bebes aquella lata de bebida negra de sopetón.  

¡Ha llegado la cuenta! Gracias a Dios; Vámonos y lo dices mientras dejas el dinero sobre la mesa y te levantas casi dejándome atrás. Halago a la camarera y corro tras de ti mientras logro acomodar mi gabardina. Sé que se te pasara el enojo, han sido dos años neandertal y te conozco.

Conozco la rutina de aquí a casa. Llegaremos y no me hablaras en todo el día; igual tienes sabido que no esperas nada de mí una vez que estamos allí un domingo por la tarde. Vale está bien, ve al hall ya que yo si iré a nuestra habitación, que más que nuestra parece solo mía.

Me siento en nuestra cama y me doy cuenta que realmente amo que me trates mal, enciende algo en mí que es francamente indescriptible; No se sí a ti te pase lo mismo, ya sabes, ¿Te gusta que te trate también mal? Lo hago, pero no sé si logro excitarte de sobremanera como lo haces tú conmigo. Me siento mal, vagamente sé que me quieres y deseas darme todos los jodidos caprichos que te digo y te cuento mientras estamos en la cama pasando el rato “conociéndonos”, no llego a considerar que no ganas mucho dinero en tu trabajo de maestro de educación física y casi siempre dependemos de mis ganancias. Maldigo al gobierno por bajar el presupuesto a los maestros fijos.

La última vez que hicimos el amor, o mejor dicho que me hiciste el amor fue en aquella fiesta que nos invitó mi mejor amiga Nami para el verano; supe que lograron “emborracharte” dándote una pastilla color azul que logro marearte, y yo estaba aburrido conversando con ella y saludando a gente desconocida. Recuerdo que aun estando tú en aquellas circunstancias exigías más de lo que yo podía darte. Querías seguir recitándomelo silaba por silaba sobre nuestra patética vida en aquella casa pequeña y hasta te lamentaste por no dármelo todo; una vez en casa te avente a la cama y te acompañe hasta que te quedaste dormido. No entiendo como puedas seguirme queriendo tanto después de aquella confesión… No soy tan cabrón para hacer que pienses eso de nuestra relación, te quiero con todo lo que me das idiota, así te amo.

Luego de esa reflexión mi ego comenzó a impacientarse. Jamás en la vida encontraría a alguien como tú, mucho mejor que tu claro que lo haría pero… Nadie me aguanta como tú, a eso me refiero en cierto punto.

Me encamine directo al hall, esta vez no me detuve en la cocina para prepararte un emparedado o una botana que manifestaba mi modo de pedirte un lo siento, aunque cuando te lo daba retirabas el plato o hacías caras para luego ignorarme; yo a sabiendas de lo que realmente deseabas, que me postrara ante ti sobre mis rodillas y te pidiera disculpas, luego tomara tu barbilla afeitada y daría un beso suave y pellejudo como un propio perro entristecido. Porfavor amor, sabes que somos tan orgullosos que jamás seriamos capaces de hacer eso.

Por el pasillo note que habías encendido la tv y pronto reconocí dos figuras, dos cuerpos femeninos frotándose, labios con labios, sexo con sexo, pezón con pezón, sus lenguas no paraban de jugar.

¿Qué diablos?

Lo noté cuando desabrochaste tu pantalón con aquella fuerza vigorosa que tanto te describía a simple vista; tu escroto seguía oculto bajo esa delgada tela de tú trusa. Por segunda vez reparé tu pene, que se erguía y salía en toda su dilatación, aquel falo se tambaleo pujante.  Una extraña aceleración me asedió: el olor, aquel peculiar sonido, el tamaño que no había sabido aprovechar en todo este tiempo, y al ver como tus ojos estaban concentrados en aquellas dos mujeres de la televisión que siendo plásticas te provocaban y yo siendo un hombre que extrañamente te excitaba. Me dio terror con tan solo pensar que te pusieras encendido por otra persona y de otro sexo que no fuese yo; que las vieras con deseo a ellas, y a otras u otros.

En infraganti quise interrumpir aquella escena, no quería que siquiera te masturbaras con esa imagen tan petulante en tus ojos. Porque estaba decidido que yo proclamaría tu atención. Tome el vaso de agua que estaba junto a ti, y cuando tus exhalaciones se volvieron entrecortadas, voltee el vaso sobre tu rostro. Tu expresión cambio del placer a la estupefacción inmediata; te levantaste empapado pues varias gotas caían ahora sobre tu torso. Así te quería.

Con rapidez y satisfacción baje tus pantalones y la ropa interior color roja que llevabas dejando al libre tú tostada piel. Tú falo se endureció más y pronto quedaste desnudo cuando quite tus zapatos y lo restante. Me leíste el pensamiento, ágilmente me despojaste de mis ropas dejándome solo con la camisa blanca abierta dejando mi torso al aire; tu nariz olfateo mi nuca y vi aquella mueca de asco, sonreí ya que también la hice al oler tu pecho. Ambos poseíamos diferentes olores que se impregnaban a nuestros cuerpos.

Si algo sabía era que te encantaba causarme placer, estando frente a frente me sentaste sobre tus piernas a la vez cuando tú te sentaste en el sofá; comencé a besarte con suavidad y sabía que así no te animaría a entrar en mí, así que me detuve. Lamí tus labios dejándolos semi abiertos y lleve mi boca hasta aquellos tres aretes de metal que llevabas en tu oreja. Los odiaba, pero por ti lo haría.

Comencé a morder y a pasar mi lengua sintiendo como te estremecías y sin avisar y obligándome a mirarte, entraste en mí. Te abriste paso en mi interior con rudeza y aquello me encanto, carajo que amaba que me trataras mal. Me tomaste de la espalda y hundiste tu rostro sobre mi pecho comenzando a morder mis pezones; tus manos recorrían mi cuerpo sin piedad mientras que tu pene salía y entraba con lujuria en mí.

Chupé tus orejas excitándote, mordí y bese el nacimiento de tu barba que comenzaba a prosperar cerca a tus patillas y como no, pellizcar tus pezones, quería sentir aquel ritual de macho alfa que tanto emprendías. Me separé de ti escuchando un gruñido por tu parte, cariño no te enojes.

Comencé a bajar mi lengua por tu ombligo y una vez abajo aprecie aquel olor a sexo, lo puse en mi boca  húmeda disolviendo el amargo y salado sabor; no me importaba ahora que exhalaras como si acabaras una pesada rutina de ejercicios. Te amaba así, natural y salvaje, con el instinto al máximo.  Observe el vello púbico color verde que crecía en aquella parte que chupaba y lamía con frenesí.

¿Para qué sirve la estética? Tú mismo me lo has enseñado y yo solo rebuznaba, todas las reglas morales y pulcras colapsan cuando florece el instinto. Ya no me importa que escupas al hablar ¡Balbucea! ¡Vamos! ¡Jadea y gime incoherencias y maldiciones que solo irán a mi persona! ¡Lléname de líquidos que nazcan de abajo y arriba!

Sonreía cuando sentí aquella espesura dentro de mi boca y lo trague sin dudar; podía ser muy refinado pero adoraba estar en estas situaciones y solo contigo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).