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La profecía. por -DavidUke

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Notas del capitulo:

Espero que les guste esta nueva parte.

Después de cierto tiempo, Andrés pudo bajar, listo y arreglado para poder ir a la escuela. Estaba David haciendo el desayuno. Era algo raro de que su hermano estuviese haciendo algo así, ya que, generalmente, no hacía algo así.

   —Hermano… —Dijo David, trayendo en una bandeja unos pancakes— Ya está listo tu desayuno.

   —David, creo que no voy a desayunar hoy— Andrés estaba un tanto agitado, ya que, iba deprisa, pensando que lo iba a dejar el autobús.

   — ¡Espera! — David lo detuvo con un grito— Al menos, llévatelo en tu lonchera, te pueden servir para el receso en tu colegio, ¿No?

   —Tienes razón— En ese momento, Andrés esperó a su hermano, la cocina no estaba tan lejos de la casa, pero, cada minuto que pasaba, era un minuto menos para que el autobús pasara por su casa— Pero es mejor de que te andes.

   — ¿Por qué? — David estaba buscando la lonchera de Andrés— ¿Acaso te va a dejar el autobús?

   — ¿Quieres mirar la hora?

En ese momento, David miró la hora en su reloj de mano, eran las 7 y 20 minutos. Sabía que en pocos minutos podía pasar el autobús, haciendo que, probablemente lo deje, posiblemente, lo lleve… Pero acertadamente, no se sabía que podía suceder.

   —Hermano, disculpa, no era mi intención demorarme — David traía la lonchera de Andrés— No sabía que estabas corto de tiempo.

   —No te preocupes— Sonrió David, sabía que no era su intención demorarlo— Pero, gracias por el desayuno.

David asintió con su cabeza un gesto de agradecimiento. A Andrés le gustaba como lo trataba su familia, como lo tenían en cuenta, como lo amaban. Sabía que eran así por muchas cosas… Por no tener su alma gemela, y por no saber el por qué tan diferente de sus hermanos.

Adriana se había levantado, sólo se oyó el sonido de la puerta cuando la estaban abriendo.

   —Hay que ponerle algo — Dijo David con una voz muy preocupante— No es que no me guste esa puerta, pero…

   — ¿Pero qué hermano? — Andrés lo miró seriamente, pero, por dentro, sabía por qué su hermano no le gustaba tanto esa puerta.

   —No te vayas a burlar de mí— David se acercó a Andrés, tratándole de decirle un secreto— Es que, me atemoriza el ruido que hace cuando uno se levanta…

   —Es mejor acostumbrarse…

   —Pero yo no me he podido acostum-

En ese momento, David dio un salto muy grande, Adriana los había visto hablar y había oído lo que David le dijo a su hermano.

   — ¡AMOR! —Dijo David, todavía en un estado de nerviosismo— No me vuelvas a asustar así…

   — ¿Por qué amor? ¿Te doy miedo?

Andrés soltó una carcajada. En ese momento se oyó el sonido del bus escolar, avisándole a Andrés de que una nueva jornada escolar comenzaba.

   —Hermano, ya me tengo que ir… — Andrés tomó la lonchera, no sabía lo que llevaba, pero le iba a ayudar en su receso— Ya llegó el bus escolar.

David se acercó a Andrés y le dio un beso en la frente. David siempre hacía eso con Andrés, porque era el hermano con el cual se confiaban muchas cosas.

   —Que te vaya bien en el colegio, hermano— David le pasó su mano sobre su cabeza— No se te olvide lo que te hice.

   —Bueno… —Andrés miró a Adriana— Adriana, nos vemos luego.

   —También chiquitín— Adriana soltó una carcajada

   —Te he dicho que ya no soy pequeño— Andrés también soltó una carcajada.

En ese momento, Andrés se dispuso a ir hacia el bus. Desde la puerta Adriana y David lo despedían. Sólo veían el bus irse lentamente.

   —Bueno, ¿Cómo así que te da miedo la puerta? —Adriana puso su mano sobre el hombro de David.

   — ¿También lo escuchaste? — David bajó su cabeza en señal de vergüenza— Perdóname amor por no decírtelo…

   —No te preocupes cariño, pero debes de saber que somos almas gemelas… ¡Y entre nosotros no debe de haber secretos! — Adriana lo quedó mirando fijamente.

No sabía el por qué ese muchacho tan temeroso, miedoso y muy tímido resultó siendo su alma gemela. Ella era valiente y abierta para todo el mundo, no sabía estar sola y, menos, tenerle miedo a algo; mientras que David sí, David le tenía miedo a muchas cosas… Pero, aun así, lo amaba… Lo amaba tanto, tanto que, haría lo que fuese para que nunca se separasen. Admiraba su cuerpo atlético, pero no sabía el por qué tenía un cuerpo atlético y tenía una cara de un niño… Si, así es, como un niño, David era de una tez blanca, igual a Andrés; mientras que ella era una muchacha de un color bronceado, no era morena ni tampoco blanca, es más, no entendía bien su color de piel. Mientras que David contaba con unos ojos verdes, verdes como el pasto, ella tenía unos ojos cafés, cafés claros.

    —La próxima vez te digo mis inconveniencias— David la abrazó por detrás; Adriana no se había dado cuenta en qué momento David se dio la vuelta, tampoco se había percatado en qué momento David la abrazó, aunque, no le molestaba— Es que no quiero que te burles de mí, amor.

   — ¿Burlarme de ti? ¡Jamás! — Adriana le tomó sus manos, esas manos que la envolvían cariñosamente— Eres mi amor, no podría hacer eso jamás.

David se sintió correspondido, y, a la vez, se sintió admirado por su esposa. Sabía que en su vida nadie lo iba a entender, tanto y como lo lograría entender su amor.

   —Por eso te quiero — David la abrazó más fuerte— Nadie me comprendería mejor como tú.

   —Sabes que somos almas gemelas — Adriana soltó una carcajada — ¿Crees que no te entendería?

En ese momento de gran amor, sólo había algo para poder aplacar su amor… Un beso… Ese beso de un gran amor, ese beso de hace diez años juntos, ese beso de grandes risas y pequeños lamentos, ese beso, que decía todo lo que sentían y todo lo que se amaban.

Notas finales:

Dije que iba a actualizar cada semana, pero tengo tantas ideas que, puedo actualizar diario si quiero.

Esperen la tercera parte, les prometo algo bueno.


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