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La profecía. por -DavidUke

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Notas del capitulo:

Este capítulo es aquel que le dije que esperaran, se encontrarán con una sorpresa. Espero que la disfruten.

En la escuela Asrod, denominada así porque fue el mismo dios que la construyó, solo con el propósito de enseñar a los aldeanos de Valle Esperanza sobre la vida y el arte de hacer la cosas. Cada cimiento de aquella escuela fue planeado para lograr dar un espacio de aprendizaje y de grandes conocimientos. Se dice de que la escuela fue algo pensado desde hace cientos de años por el mismo dios, ya que se había dado cuenta de que las personas necesitarían aprender cosas que les ayudara en su vida diaria, de su existir en aquella tierra llena de grandes maravillas. A pesar de todo, Andrés logró llegar temprano a dicha escuela que, a pesar de que había sido construida hace tiempos, todavía tenía su vigor de enseñanza y de aprendizaje. Andrés entro por aquella puerta hecha de madera, pero pintada por grandes arquitectos, decorada por los ángeles.

El pasillo era muy concurrido, se podía observar toda clase de clanes y de parientes. Desde los hijos de clanes mayores, hasta los hijos de clanes raros. Aunque Andrés siempre supo que era de un clan raro, no le daba miedo ni pena el decir de dónde provenía, aunque muchos se preguntaban el por qué era tan diferente a sus familiares: No nació con los ojos verdes, tal y como era su clan; no nació con el cabello dorado, tal como eran ellos, entre otras diferencias.

Cuando entró al patio, logró encontrarse con Matías, un gran amigo de él.

   — ¡Hola Andy! — Matías le decía Andy de cariño, Andrés nunca entendió el por qué le decía así, pero, de alguna u otra forma, le gustaba — ¿Cómo has pasado?

   —Pues, bien… — Andrés, después de que dijo que estaba bien, lo quedó mirando por un momento— ¿Por qué me preguntas como paso, si apenas nos vimos ayer? Ni que me hubiese ido por unos días.

Ambos soltaron una carcajada. Andrés amaba la risa de su amigo Matías, era una risa no tan peculiar, ya que, mientras se reía, aplaudía. Nunca entendió el motivo de sus aplausos mientras se reía, pero, de algún modo, le producía risa.

Su salón estaba en el segundo círculo, nombrados así en el orden en que los estudiantes alcanzaban lograr un nivel. La escuela Asrod tenía doce círculos, y en cada círculo, había cuatro niveles, cada nivel tenía una duración de tres meses.

   —Andy, vámonos, vamos a llegar tarde a la clase— Matías lo tomó de la mano— Es mejor de que nos andemos a llegar temprano.

   —Entiendo— Andrés lo quedó mirando por un momento— Pero, adelántate, tengo que hacer algo.

   —Vale, Andy— Matías le tocó la espalda varias veces— Pero no te demores…

   —No te preocupes, yo llego en un momento…

Andrés pensó, por un tiempo, de que Matías era aquella alma gemela, ya que se preocupaba mucho por él, andaba con él, lo hacía feliz, pero no cumplía un requisito que, su madre le contaba todas las noches:

“Aquella persona que, es la que estará con uno toda la vida, será una persona divagante en el pensamiento… Será aquella persona que será difícil recordar de día y que será un vago recuerdo en las noches…”

Además, su madre siempre le contaba una anécdota, la cual, pocos sabían:

“Y llegará de un clan raro el hijo de un dios, tendrá los mismos poderes que él, pero no le será fácil el encontrar su amor, porque el amor de su vida será curado por el mismo”

A veces no entendía muchas cosas que le contaba su madre, pero a veces sentía que estaba familiarizado con lo que le decía su madre. Nunca les contó a sus padres lo que muchas veces sentía, percibía u oía cuando estaba sólo. A veces sentía la presencia de alguien, pero no sabía en sí que era; a veces sentía que alguien lo protegía mientras estaba jugando, una vez se asustó al notar que se había caído, pero que había quedado en el aire. No se cayó, ni se hizo alguna herida, pero fuese como si el aire lo sostuviese.

La escuela tenía una estatua del dios Asrod, cada vez que la veía, sentía algo muy especial. Asrod se parecía tanto a él, tenía el mismo color de ojos, también tenía el mismo color de cabello… Tenía muchas cosas en común con aquel ser que, por decirlo así, pensaba que era familiar de él.

   —Eso es mentira— Se dijo a sí mismo— No creo en ello…

Andrés iba caminando hacia su salón, iba tan distraído que, no se dio cuenta que venía un muchacho en dirección contraria a él. Sólo sintió cuando se tropezaron y tuvieron un leve golpe.

   —Oye, estúpido— En eso bajó Jorge para recoger sus libros— Mira bien por donde caminas.

   —Amigo, ¿Qué te pasó? —Dijo Alexander, Mario apareció después, viendo aquella escena. Alexander y Mario, eran hermanos, y pertenecían al mismo clan: El clan Deimos. Eran chicos altos, casi muchos estudiantes les tenían miedo, excepto Jorge, ya que Jorge era gran amigo de ellos.

   —Esta persona no se da cuenta por dónde camina… —Jorge sentía que tenía mucha rabia, pero se dispuso a tomar sus libros— Hizo que se cayeran mis libros.

   —Oh, lo siento… —En ese momento, Jorge alzó su cabeza y vio la cara de Andrés. Nunca, pero nunca en su vida había quedado pasmado con aquella aparición, vio los hermosos ojos que tenía Andrés. Quedó impactado al ver esa aparición angelical, tanto que, se sonrojó. — No era mi intención hacerlo…

Notas finales:

Aquellos que les ha gustado esta novela ligera, les recomiendo que esperen el próximo capítulo, estará aún mejo que éste.


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