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Las Vueltas del Destino. por Ayseme

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Con lo dicho me quedé helado, ¿Qué sucedió? No podía creer que tenían una mala noticia, no de mi mamá, ella había sido la persona más buena, que a pesar de mi comportamiento ella nunca me había abandonado, pero ahora el pasado estaba afectando mi presente. 

- S-si, soy su hijo, el hijo de la Señora Nara -Mi voz estaba algo ronca, casi temblaba, mi impresión era tal que creía que no podría seguir adelante.

Nuevamente hubo un largo silencio, ¿Por qué? ¿Creían acaso que era divertido esto?

- Lamentamos darle la noticia, su madre está aquí en el hospital Momorial Lazer, por favor debe presentarse en mesa de informe tan pronto como pueda, puede que no le quede mucho tiempo.

- Si, si, ahora mismo salgo para allá...

A pesar de lo apurado que quería salir hacia allá, colgué el teléfono un poco lento, estaba pasando por uno de los peores momentos de mi vida. ¿Tienes alguna idea de lo que se siente recordar que perdiste algo y qu eso mismo afecto a lo poco que te queda, quitándote lo poco que aún tienes? Siempre supe que era un inutil, que no sería nada en la vida, no tenía motivos para seguir, lo único que allí me mantenía era mi madre.

- Allen...

Una suave voz se escuchó a mis espaldas, era Demian, no quería girarme, no quería que ninguno de los dos me viera en aquel estado tan penoso, era indigno para mi.

- Iré al hospital, ustedes hagan lo que deban hacer, pero yo necesito estar solo, espero comprendan eso...

Una vez dije eso, me dirigí a la salida y me fui, no podía perder tiempo en mi pasado, debía estar atento a mi presente y asegurar el futuro con mi madre, al menos por un tiempo más. Me tomé un taxi hasta el hospital, al cual entré apresurado, no conocía a ningún médico, ya que nunca había asistido a los eventos de mi madre y sus compañeros, pero cualquier médico o el recepcionista podría decirme lo que necesitaba.

Interrogué a varios médicos hasta que uno me indicóla habitación en la que estaba mi madre, corrí hasta llegar a la habitación, al llegar ingresé sin tocar, nada me importaba, nada que no fuera mi madre. Al entrar en la habitación pude verla, estaba acostada, conectada a muchas máquinas, ni siquiera había notado al médico y las enfermeras que habían estado allí.

- ¿Quién es usted? Debe irse, sólo la familia puede quedarse aquí.

- ¡Soy su hijo! - No pude evitar gritarle a la enfermera que intentaba echarme, ella no era nadie, podía hacer cuanto quisiera, ellos no eran un impedimento para que yo me quedara con mi madre.

- Disculpe muchacho, la enfermera no lo sabía, además con lo histérica que está la chica no se le puede culpar de hablar así a nadre, y... 

- Eso no me importa, dígame, ¿Qué es lo que le sucede a mi madre? -Lo estaba tratando mal, lo sé, pero no podía estar tranquilo en un momento así, los miraba con cierta rabia, ya que eran los únicos que podían decirme que le sucedía a mi madre y no lo hacían. El médico le pidió a las enfermeras que se fueran, quien sabe el motivo, ¿Ellas no estaban enteradas de lo que tenía mi madre? ¿Era tan grave que debía estar solo para que me lo diga?

- Lo que sucedió con la Señora Nara es consecuencia de una enfermedad, una de la cual ella tenía conocimiento absoluto, lo que me sorprende es que se expandiera tan lento durante estos años.

- ¿Una... una enfermedad? ¿Me está tomando el pelo? Ella nunca estuvo enferma, siempre ha sido una mujer sana... -Estaba más que alterado, había comenzado a mirarlo con odio ya gritarle, ¿Cómo podía decr tales barbaridades? Era mentira, debía ser mentira.

- Tranquilo muchacho, su enfermedad era tratable, pero... pero ella no aceptó el tratamiento, dijo que no tenía más motivos para seguir, ella tomó la decisión... nosotros nada que ver tenemos con las decisiones de nuestros pacientes, y...

No resistí más y me acerqué a él, tomándolo de la camisa, era un hombre pequeño, del cual no tendría problema alguno si lo golpeaba, había sido su última mentira, mi madre no diría esas cosas, ella me tenía en cuenta, jamás me dejaría así.

- Allen, déjalo...

Esa voz hizo que me tranquilizara, pero a la vez las lágrimas comenzaron a salir, ¿Era posible? ¿Era cierto? ¡No! ¡No quería que fuera así.

- ¿Por qué? ¿Por qué el doctor dice esto?...

- Bájalo, te lo explicaré... 


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