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Lo dicen las estrellas por gaemi

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Notas del capitulo:

Aquí estoy de vuelta, trataré de actualizar una vez por semana 8).

Después de dos semanas de incapacidad, YoungJae regresó a su trabajo en la oficina por voluntad propia. Quizá no estaba tan bien, su rostro aún se encontraba plagado de rasguños y un enorme cardenal surcándole la frente. Su brazo se encontraba enyesado y si alguien se fijaba con atención en su caminar, notaría que cojeaba ligeramente con la pierna derecha.

 

Fumando al lado de una máquina expendedora, se encontraba el grupo de homofóbicos que lo había perseguido la noche del accidente. Al percatarse de su presencia, ninguno de ellos volteó a verlo, fingiendo estar demasiado ocupados en llenar sus pulmones de nicotina. YoungJae bajó la mirada al pasar junto a ellos, aún el miedo le aplastaba el pecho cada vez que les veía.

 

Una vez frente a su escritorio, se las tuvo que arreglar para poder teclear respuestas de correos atrasados que plagaban su buzón con una sola mano. Entre los más recientes se encontraba uno de Mark Tuan, el chico que había estado internado con él y que, según los paramédicos, había resultado arrollado por el auto al intentar salvarle la vida, aunque nunca le mencionaron el hecho de que iba borracho. YoungJae lo recordaba vagamente, pues toda aquella noche aun resultaba confusa en su cabeza.

 

Sin embargo, no estaba inmensamente agradecido con el cómo se cabía esperar. Después de todo, al final ambos terminaron heridos y las cosas salieron peor. Y si el auto lo hubiera matado no hubiera sido una gran pérdida. YoungJae odiaba su trabajo y a todos sus compañeros que lo rechazaban por culpa de sus preferencias sexuales. En aquel ambiente tan tenso, se limitaba  a ser reservado, pocas personas intercambiaban más de dos frases al día con él y su jefe era un tirano que exigía demasiado para lo que pagaba. Su vida fuera de ahí no era mucho mejor, sus padres lo habían sacado de la casa al enterarse de su “problema”, viéndose obligado a dejar la universidad a medias y buscar un trabajo para subsistir. Ahora vivía solo en un reducido apartamento en un edificio maltrecho que se encontraba en una calle que por las noches estaba tan solitaria y oscura que cualquiera pensaría que caminar por ahí a altas horas de la noche significaría el fin de su existencia.

 

La jornada laboral pasó sin penas ni gloria, y en menos de lo que se esperaba YoungJae ya iba de camino a casa. No se despidió de nadie, y caminó solo hasta la estación de trenes. Era buena hora, el sol aún no se escondía y podría llegar a su casa antes de que anocheciera. Pasó a comprar despensa a un mini súper antes de comprar su boleto y entrar al andén para esperar que llegase el transporte. A su alrededor un grupo de pubertos se perseguían a lo largo del pasillo, emitiendo chillidos y gritos que resultaban molestos para las constantes migrañas que había dejado como secuela el accidente. Sólo tenía ganas de llegar a casa y dormir.

 

Mientras, a prudente distancia, escondidos tras los pilares, se encontraban JaeBum y BamBam, vigilando que nada malo le sucediera aunque por dentro, el mayor se moría de ganas de aprovechar la primera oportunidad para salvarle la vida y poder ser libre de nuevo. Llevaba una especie de brazalete de metal el cual se encargaría de liberar una descarga eléctrica en caso de que intentase huir del planeta o siquiera de la ciudad antes de haber cumplido con su condena.

 

—Sigo sin creer que aceptaras la propuesta de YuGyeom—murmuró BamBam, con aquel tono tan peculiar que tenía él al hablar. JaeBum se limitó a encogerse de hombros.

 

—Da igual, es decir, nuestra misión es proteger a los terrícolas, ¿qué más da centrarse en uno en especial? Mientras los altos mandos no nos envíen una misión especial a Jr. y a mí, no hay nada que tengamos que hacer. Es como… un trabajo de vacaciones.

 

—Al menos lo tomas por el lado amable— el menor abultó su labio inferior y asintió—. Aunque Jr. parecía molesto esta mañana cuando se fue con YuGyeom.

 

—Es que no le agrada la idea. Dice que no es ningún ángel de la guardia para ningún humano, y dijo que convencería a YuGyeom de que lo cuidara por él.

 

BamBam arrugó el entrecejo.

 

—Hey, eso no me parece justo, ¡ustedes tienen la culpa, no nosotros!

 

JaeBum largó un suspiro y se cruzó de brazos.

 

—Al final será cosa de YuGyeom si acepta o no.

 

~

 

En otro punto de la ciudad, YuGyeom y JinYoung esperaban en la recepción de la academia de artes marciales a la que asistían Mark y Jackson para encontrarse con aquellos dos. El menor había sugerido que se inscribieran al curso básico para estar más tiempo al pendiente de Mark, pero Jr. se había negado rotundamente, alegando que no era lo suyo. Jugueteaba con aquel brazalete que emitía destellos verdosos, haciendo caso omiso a las sugerencias del pelirrosa.

 

—Hyung, yo pienso que la manera más fácil de protegerle es volverte alguien cercano a él, siendo su amigo…

 

—Ajá, pero nosotros entraríamos al curso básico, y él ya ha de estar en el curso avanzado o no sé qué más. Ni su disciplina sabemos. Además, no quiero que me golpeen.

 

— ¿Qué dices? Nadie te va a golpear, ¡sólo pones pretextos!

 

—Yu… —suspiró, mirando al menor con una sonrisa triste—. En dos semanas JaeBum y yo regresábamos a casa. Es muy poco probable que en ese tiempo les regresemos a esos dos la vida que les arrebatamos, así que deberé quedarme más tiempo en Terra del que quisiera… y no sabes los deseos que tenía de reunirme con mi familia…

 

—Ahora no es momento de lamentarte—YuGyeom mantenía la vista fija en un punto de la pared—. Tú me has enseñado a hacerme responsable de mis actos, así que ahora cumple con darme el ejemplo.

 

—Perdón por decepcionarte—susurró apretando sus labios—. Pero en este momento no tengo ganas de seguir mis propias convicciones.

 

Jr., junto con JB, eran las personas que más tiempo habían residido en Terra como policías, y llevaba más de un año que no pisaba Corot. Aunque tratase de ser severo, YuGyeom podía comprender a la perfección su pesar, pero no podía hacer nada por ayudarlo. Él también era un agente y como tal debía de desempeñarse.

 

En ese momento frente a ellos pasó como una ráfaga una menuda figura, de la cual sólo pudieron distinguir una sudadera de color amarillo brillante con franjas negras. Desapareció por la puerta de entrada, dejando a aquellos dos ligeramente extrañados.

 

—Por poco y me deja ciego —Jr. parpadeó repetidas veces, tratando de normalizar su campo de vista.

 

—Los colores neones no se ven tan bien en las personas de Terra como en las de Corot.

 

—Concuerdo contigo.

 

—¡¡Mark!! ¡Regresa aquí y devuélveme mi sudadera, cobarde! —las puertas del elevador se abrieron dejando salir a un escandaloso muchacho de escasa altura, moreno y con una gorra volteada hacia atrás. Se abrazaba a sí mismo, parecía tener frío, y aunque su expresión era de molestia no dejaba de resultar graciosa.

 

JinYoung lo reconoció al instante, era el chico que acompañaba a uno de los terrícolas que atropelló, el mencionado Mark. Fue una suerte que él no recordara a Jr.

 

— ¿Era Mark? —exclamaron YuGyeom y JinYoung al unísono, levantándose de un salto de sus asientos. Jackson giro su rostro hacia ellos, mirándoles sorprendido.

 

— ¿Acaso lo conocen?

 

—Sí… quiero decir, no… —Jr. titubeaba, jugueteando con sus dedos de manera ansiosa.

 

— ¡Somos admiradores suyos! —intervino YuGyeom y JinYoung se le quedó viendo como si hubiera dicho una grosería.

 

Jackson pareció relajarse, y con su característico tono amigable, se acercó a ellos y les pasó un brazo por los hombros a cada uno.

 

— ¡Oh! Admiradores de Markie~… Pero, ¿acaso no hay amor para Jackson también? Vamos, ambos somos los mejores de la academia.

 

El rostro de Jr. se descompuso en una mueca de horror, nunca había estado tan cerca de un ser humano, mucho menos con este tipo de contacto tan desbordante de confianza y camaradería. Se apartó bruscamente de Jackson, quien lo miró como un cachorro abandonado. Aquellos ojos ablandaron el corazón de Jr., quien a pesar de sus esfuerzos de volverlo de piedra, regresó a los brazos del moreno, quien sonrió como un niño al que le devolvían un juguete.

 

—Basta de juegos chicos, sé que deben de estar emocionados por haberme conocido pero por ahora no pueden hablar con Mark. Verán, él es el chico que acaba de salir corriendo —señaló la puerta—. ¿Podrían ayudarme a encontrarlo? Acaba de tener un accidente automovilístico hace nada y me da miedo que se vuelva a hacer daño… Desde un principio le dije que aún no era tiempo de practicar aquí —esto último lo dijo con un ápice de tristeza, pero de inmediato recuperó su sonrisa—. ¿Podrían ayudarme? ¿Por favor?

 

YuGyeom y Jr. intercambiaron una sonrisa cómplice: era su oportunidad de regresarle años de vida a Mark Yi En Tuan.

 

~

 

En la estación de trenes, YoungJae balanceaba su cuerpo suavemente de atrás hacia delante, siendo cuidadoso de no tropezar. En su estado, si caía a las vías, era muy probable que ya no saliera nunca, al menos no vivo. Los preadolescentes continuaban correteándose de un lado a otro, pero él no les prestaba atención. Tenía demasiadas cosas en su cabeza, cosas sobre las que reflexionar y lamentarse. Quería conseguir un nuevo trabajo, tal vez no con un sueldo mayor pero si con mejores tratos, un lugar donde estuviera un poco más cómodo y no tuviera que esconderse por sus preferencias.

 

Estaba tan absortó en sus pensamientos, que no se percató del grito que pegó uno de los niños al no poder frenarse a tiempo y estrellarse contra YoungJae, lanzándolo hacia las vías cuando el tren comenzaba a asomarse por el túnel.

 

JaeBum ni siquiera supo en que momento sus pies se despegaron del suelo y dio un enorme salto hasta donde se encontraba YoungJae. Lo tomó entre sus brazos con fuerza y se arrojó en dirección contraria a las vías, protegiendo con su cuerpo al menor de cualquier golpe. El tren pasó a toda velocidad a su lado, aplastando las bolsas de mandado que hasta hace unos momentos estaban sujetas a las manos de YoungJae.

 

El muchacho rubio bajo su cuerpo temblaba, con los ojos cerrados fuertemente, formando arrugas en su rostro. Cuando el sonido de las ruedas del tren se desvaneció tras un pitido, YoungJae abrió los ojos y se encontró con buena parte de la parada vacía. El tren había vuelto a echar a andar, pero no se quiso asomar a ver el estado de sus compras, por miedo a imaginarse a sí mismo en lugar de ellas. Su mirada saltaba de un lado a otro hasta que se topó con el hombre que lo tenía entre sus brazos, y al caer en cuenta de su posición, un sonrojo tiñó sus mejillas.

 

JaeBum lo miraba preocupado, aferrándolo con fuerza entre sus brazos, una fuerza que se le antojó poco común en los seres humanos y que sin embargo no llegaba a lastimarlo.

 

— ¿Estás bien? — preguntó aquel pelinegro, con una voz melódica y masculina que se alzó por encima del silencio de la estación.

 

YoungJae se apresuró a asentir y se levantó rápidamente, pero las piernas le fallaron y volvió a caer, debido a que aún no se recuperaba del susto. Estaba consternado, estuvo a punto de morir dos ocasiones en poco más de una semana, definitivamente la suerte no estaba de su lado. Sus dientes castañearon cuando una ráfaga de viento lo envolvió, aunque esta fue producida por su mente más que por el ambiente.

 

JaeBum volteó a ver a BamBam, buscando una explicación al comportamiento de YoungJae, y la voz del más joven en su cabeza le respondió que era “una reacción post-traumática”. JB asintió, no tenía idea de que hacer en esa situación pero no quiso seguir preguntándole a BamBam. Gateó hasta donde estaba el rubio y posó sus manos sobre los hombros ajenos, buscando su mirada.

 

—Tranquilo, no ha pasado nada —le susurró, inclinándose muy cerca de su rostro, lo que sólo aturdió más al otro. El aliento del muchacho era dulzón, pero no reconocía aquella fragancia a la perfección. Parecía que todo de él era inhumano.

 

No pudo evitar fijarse en su rostro, en sus marcadas facciones y el precioso color de piel. Sus ojos eran puros, sinceros, y sus labios eran pequeños y gruesos, como una cerecita. Observaba de reojo su cuerpo, fuerte y delgado, al parecer era alto, o al menos más que él. No iba a negar que le gustaba, pero tampoco lo diría en voz alta.

 

Se preguntaba porque aquel desconocido se preocupaba tanto por él, pero supuso que la gente que salva una vida se siente con la boba obligación de cuidarla durante un buen tiempo hasta que se le olvidaba su existencia. En ese caso YoungJae no necesitaba ningún niñero, y se habría apartado, de no ser porque no quería ser grosero, no con él.

 

—Sí, ya estoy mejor, muchas gracias—YoungJae se fue incorporando lentamente, pudiendo notar como la mano del otro se encontraba aferrada a su brazo, quizá para detenerlo si volvía a caer, quiso pensar.

 

—Me alegra—y por primera vez, YoungJae lo vio sonreír. Sus dientes eran demasiado blancos, e iluminaban su rostro como fuegos artificiales—. Qué descortés soy, mi nombre es Im JaeBum, un gusto—le ofreció  su mano, como sabía la costumbre terrícola.

 

—Choi YoungJae—respondió aferrando su mano.

 

Le costó mucho soltarla cuando llegó el próximo tren.

 

~

 

Tras salir de la academia de artes marciales, los chicos se habían dividido en dos grupos: Jr. se fue con Jackson hacia la izquierda, y YuGyeom tomó rumbo en solitario hacia la derecha. Trotaba por las calles buscando aquella horrible sudadera de colores chillantes, porque no estaba muy seguro de reconocer el rostro de Mark si lo veía, puesto que sólo lo conocía de fotos en el archivo de terrícolas que tenían los agentes de Corot.

 

Le sorprendió que no muy lejos de ahí, se lo encontró sentado en una tienda de esas que estaban abiertas las 24 horas del día, frente a una mesa donde reposaba un ramen humeante que no parecía tener intenciones ni de tocar.

 

Entró a la tienda, haciendo sonar una campanita colgada de la puerta. Recorrió las estanterías sin mirar siquiera los productos, haciendo que el cajero frunciera el ceño con desaprobación, aunque no le dijo nada cuando lo vio acercarse hasta el castaño.

 

— ¿Mark? —titubeó, tocando el brazo del mayor.

 

Este fue volteando lentamente, sus ojos estaban rojos e hinchados, parecía que en cualquier momento volvería a echarse a llorar. YuGyeom se apartó bruscamente, como si le quemara, por temor a molestarlo. Mark rió amargamente ante su reacción y volvió a mirar su comida sin probar.

 

— ¿Mark? —repitió el menor, haciendo énfasis en aquel nombre.

 

— ¿Qué quieres? —preguntó molesto, sin dirigirle la mirada.

 

—Jackson te está buscando…

 

— ¡Oh! Ya veo, debes ser uno de los ligues de Jackson —se burló, paseando su mirada con autosuficiencia por el cuerpo del menor—. No me sorprende, a él le gustan de toda clase, hasta niñatos como tú.

 

YuGyeom lo miró molesto, apretando los labios con fuerza para no comenzar a insultarlo, que era en esos momentos lo que más deseaba. Quizá debería de quitarles a Jr. y JB el castigo que correspondía a aquel chico, porque al parecer se merecía que ese y mil autos más le pasaran por encima.

 

—No sé cómo alguien tan alegre como Jackson pueda preocuparse por un idiota como tú.

 

Mark giró violentamente y cogió al menor por el cuello de la camisa, atrayendo su rostro hacia el propio. Resopló contra su cara, estallando en carcajadas al notar el terror en los ojos ajenos para después botarlo lejos de manera brusca. YuGyeom trastabilló un par de pasos, sosteniéndose de una silla fija para no caer. Miró ofendido a Mark, definitivamente no volvería a acompañar a JinYoung cuando intentara devolverle años de vida. Mientras le marcaba a su hyung para informarle donde estaba la persona que buscaban, por primera vez en su existencia, deseó con todas sus fuerzas que alguien desapareciera.

 

~

 

—Y bien… ¿Cuántos años le he regresado? —preguntó JaeBum pegando saltitos una vez bajaron en la siguiente parada del tren. BamBam rodó los ojos y comenzó a caminar dándole la espalda.

 

—No te diré.

 

— ¡Eh! —Chilló molesto— ¿Por qué no? ¡Le salve la vida!

 

—No grites, la gente podría escucharnos— lo reprendió, aunque no había nadie a su alrededor—. Puede que desde un principio él no estaba destinado a morir en ese accidente.

 

— ¿Qué? ¿Eso significa que no sirvió de nada lo que hice?

 

—Claro que sirvió, pero 12 años son 12 años.

 

— ¿Y cuántos años estaba destinado a vivir originalmente ese chico? —preguntó JB curioso.

 

—Tampoco te diré—el mayor bufó— ¿Qué? Puede que iba a vivir originalmente 100 años y entonces lo que hiciste perder no parecerá mucho, pero en cambio puede que solo le quedaron  unos… qué sé yo, 15 años, menos lo que le quitaste, vaya que su vida será corta. Así que mejor, para que no te alarmes ni lo tomes a la ligera, no lo sabrás.

 

~

 

Jr. no le gustaban los humanos. Pero ahora recorría las transitadas calles de Seúl de la mano del más escandaloso de ellos.

 

Jackson sostenía su mano con fuerza mientras gritaba el nombre de Mark y preguntaba a la gente que se les pasaba enfrente y les quedaba viendo raro si habían visto a un chico castaño con una sudadera amarillo fosforescente, sin olvidar agregar que dicha prenda era suya, porque según él, nadie más podría tener tan buen gusto.

 

JinYoung se limitaba a buscarlo con la mirada, pensando que sería bueno instalarle un localizador al muchacho una vez lo tuviera enfrente para facilitarse la tarea de cuidarlo. También se preguntó qué tal le estaría yendo a JB en aquellos momentos, aunque supuso que mucho mejor que a él. Quizá, si su acompañante hubiera sido BamBam, si se habría animado a entrar a la academia.

 

Su teléfono vibró de repente en el bolsillo trasero de su pantalón, y sin dejar de ser arrastrado por Jackson, lo sacó y se percató que tenía 3 llamadas perdidas de YuGyeom y un mensaje, donde le indicaba unas coordenadas, nada más. Aunque no le explicaba de qué eran, supuso que ahí se encontraría Mark. Dio un par de jaloncitos a la camiseta holgada de Jackson para captar su atención. El muchacho, acelerado, comenzó a quejarse.

 

— ¿Qué pasa JinYoung? ¿No ves acaso que no debo de distraerme? Mark podría estar en cualquier parte…

 

—Por eso te hablo, YuGyeom acaba de encontrarlo en un minisúper cerca de la academia.

 

— ¿Tu amigo lo encontró primero? Demonios —soltó una patada—. Después de lo que pasó, seguro debe de estar colérico. Espero que no se haya comportado pesado con tu amigo… —dijo antes de dar vuelta en dirección a la academia.

 

— ¿A qué te refieres con lo qué pasó? —quiso indagar Jr., aunque se hacía a la idea.

 

—Como ya te había mencionado, hace unos días tuvo un accidente, y hoy digamos que no lo hizo nada bien en el entrenamiento… Por no decir que fue pésimo, y los idiotas de nuestros compañeros, que siempre han envidiado lo bueno que es, aprovecharon esta oportunidad única de reírse a costa de él. Es obvio que quedó con el orgullo destrozado. Aunque eso no le da derecho a robarse mi sudadera…

 

Jr. se estaba tomando con tanta seriedad el relato hasta escuchar aquello último, estallando en carcajadas sin poder evitarlo, cubriéndose la boca con la mano, intentando acallarlas. Sin embargo, Jackson no se ofendió, y terminó acompañando su risa. Entonces, JinYoung pensó que su manera de reír, y su voz en general, era demasiado linda para un ser humano.

 

—Podrá parecerte un mal chico cuando lo conozcas, pero en realidad es genial, no por nada es el mejor amigo de Jackson —le guiñó el ojo, y aquel gesto resultó demasiado coqueto para el gusto de Jr.

 

—Me imagino que así es—JinYoung sonrió de lado.

 

—De verdad me preocupé cuando supe que se accidentó… —la expresión de Jackson de ensombreció, y a JinYoung le pareció fascinante como los humanos a los que él y sus amigos trataban de imitar podían cambiar sus emociones radicalmente en cuestión de segundos—. Últimamente ha estado muy mal, bebé mucho, y en ocasiones no come… Parece como si estuviera deprimido, y a lo único a lo que le pone empeño es a la academia de artes marciales. Este semestre en la universidad le ha ido bastante mal, y te aseguro ¡él es de los mejores de su clase! Pero no sé qué le pasa, y no me quiere decir…

 

Jackson giró su rostro para que Jr. no lo viera. Notó como hipeaba un par de veces y tras respirar profundamente, volvió a mirarle a los ojos y a sonreír.

 

—Perdona por contarte estas cosas, debes de creer que soy un exagerado… —Jackson se rascó la nuca apenado, pero JinYoung entrelazó sus dedos con los del otro chico y le dio un pequeño apretón, tratando de hacerlo sentir mejor.

 

—Descuida—le sonrió de manera tranquilizadora—. Intentaré ayudarte, porque de ahora en adelante nos estaremos viendo muy seguido.

 

Jackson no entendió que quiso decir con ello, pero no preguntó más. De alguna manera, parte de la carga que oprimía su pecho había comenzado a desvanecerse.

 

~

 

— ¡Markie! —la puerta de la tienda se abrió estrepitosamente, recibiendo a un muchacho musculoso con los brazos en alto, acompañado de otro mucho más menudo que lo miraba avergonzado.

 

—Otro loco…—murmuró el dependiente con voz tan baja que sólo el alien recien llegado lo pudo escuchar, fulminándolo con la mirada. Ya después se desquitaría.

 

Mark alzó la mirada de su ramen frío, observando con horror como Jackson se abalanzaba sobre él. Pegó un grito cuando sus cuerpos se estrellaron contra el suelo, pasando a traer un estante lleno de botellas de agua que Jr. paralizó con un rayo de una diminuta pistola violeta con apariencia de gancho. Gracias a que todas las miradas se centraban en Jackson, nadie más lo notó. JinYoung buscó la cámara y una vez la ubicó, sacó un cubo resplandeciente de color negro y verde y disparó contra la cámara. Con eso bastaría para eliminar el último minuto grabado. Después buscó a YuGyeom, encontrándolo cruzado de brazos al lado de los frigoríficos. Parecía molesto, así que se acercó a él con precaución.

 

—No estoy molesto contigo hyung, así que deja de hacerle al tonto— soltó, pero su tono indicaba lo contrario.

 

— ¿Sucedió algo? —preguntó con un poco de miedo.

 

—Sí, me he dado cuenta de que Mark es un imbécil, y ¿sabes qué? Te doy permiso de que no le devuelvas sus años de vida. Ya veré que le invento a BamBam.

 

—No YuGyeom— el menor lo miró sorprendido por su negativa, hasta hacía unos momentos no paraba de quejarse—. Yo voy a ser el ángel guardián Mark Tuan.

 

~

 

— ¿Qué te parece si vamos a la fiesta que organiza esta noche Chansung hyung? —le preguntó Mark a Jackson cuando ambos estuvieron en casa del más joven. Ambos estaban echados sobre la cama, Jackson se rascaba la barriga mientras escuchaba la música a todo volumen de su estéreo.

 

— ¿Seguro que estás de ánimo? —le miró arrugando el entrecejo, y Mark fingió una sonrisa.

 

—Por supuesto, no tendría sentido quedarme deprimido en casa, ¿no crees?

 

—Pero… no beberás, ¿o sí? —preguntó preocupado, y Mark bufó molesto.

 

—Por supuesto que no, he aprendido la lección.

 

— ¿M-me lo prometes?

 

—Por supuesto que sí Jackson, te lo prometo.

Notas finales:

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