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Blue Mirage por SumTheHeaven

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Notas del capitulo:

¡Holaaaa!:3 Segundo capítulo, y un gusto de recibirles en esta Novela tan loca:)  ¡Ojalá lo disfruten! 

¡Hasta luego!

 

Capítulo 2; {Desesperado}

 

Dejó aquella capa sobre sus hombros, mirándose al espejo por última vez. No debía ser reconocido. Nadie debía enterarse, y debía regresar antes de la cena. Las tres reglas más importantes de esto. No podía ir con Shinichi, debía ir solo, era la gracia de los secretos. De su secreto. Después de esto, su tiempo sería reducido horriblemente, tendría que dar órdenes, estar organizando posiciones y el reino general. Sería algo así como sus últimos minutos de paz.

Y solo deseaba pensarlo así, porque de pensar en lo que significaba aquello simplemente le haría encerrarse en su habitación y llorar lo que no podía.

Pasó las puertas del palacio, fácil conociéndose cada ruta y cada tiempo para esconderse, para salir sin ser visto. Caminó por el bosque, la ruta más rápida hasta aquella casa perdida entre las tantas de su pueblo, y le dio gusto saber la tranquilidad que llevaban sus habitantes. Golpeó suave la puerta de esa casa en específico, una que el único objetivo era no llamar la atención y la chica rubia le recibió con su mejor rostro sarcástico. De toda maneras, debía ir a por la medicina. 

Miyano Shiho, la hechicera más poderosa de su reino, la única que había conseguido una garantía con el Magic Trick por la medicina que producía, capaz de curar diferentes enfermedades que podían llegar a ser terminales.

— ¡Oh, Shiho!—le sonrió.

-.-.-.-.-.-

Volvió a acomodarse sobre la extensa cama, aburrido. Se cuestionaba así mismo que podría hacer encerrado en su habitación como esa, si en Blue Sky su lugar siempre había sido frente a las tropas, siendo tratado y glorificado por su posición y valentía, de la que podía sentir orgullo. Pensó vagamente en Ran, su egocéntrica pero dulce princesa, e inmediatamente la sacó de su línea de pensamientos. Él era un capitán, seguramente su princesa se comprometería con otro príncipe, así como siempre debían ser las cosas para la realeza.

Decidió recorrer el palacio, una vuelta no le haría mal, lo necesitaba. Además, nada más tenía que hacer y ya conocía la amabilidad de los súbditos en Magic Trick, de hecho, este era el único reino del que sentía curiosidad, el reino era conocido por la extravagancia de los mismos habitantes, así como el poco contacto que éste mismo poseía con otros, aunque entendía que era con buenas intenciones, la diferencia entre alguien normal y hechiceros era notable y peligrosa.

Merodeó por los salones con descuido, él tampoco había sentido la restricción incluso en Blue Sky, ya que se crio como en la familia real, lleno de todos aquellos beneficios.

— ¡Señor Kudou!—la voz sorprendida de una de las sirvientas le llamó, mirándole.

— Pe-perdón...—se disculpó, recordándose así mismo que este era otro palacio, no el suyo.

La muchacha sonrió, al verle nervioso sin saber que decir, como si hubiese cometido el peor de los errores. Le pareció incluso tierno la forma en que pasaba sus manos por su nuca, tratando de decir algo que no salía de sus labios.

— Oh, no se preocupe.—la muchacha esta vez sonrió, tratando de calmar la alteración de su nuevo visitante— Si quiere, puedo darle un recorrido, le resultará menos complicado. El palacio es bastante extenso.

Shinichi pensó que sería buena idea tener una guía.

— Muchas gracias,—agradeció, inclinándose leve ante la chica, la cual adoptó un calor carmín en aquellas mejillas antes pálidas.

El paseo guiado le resultó ameno. Mia, la sirvienta, era una buena chica, con magia para hacer y deshacer, bastante agradable y amable. Había terminado trabajando para los reyes debido a su cariño al pueblo, por lo que quería ayudar en lo que fuese en palacio. Llegó como una rechazada de su reino al Magic Trick, donde Toichi y Chikage Kuroba le recibieron y otorgaron un hogar, según contaba. Cada salón tenía diferentes atributos, comedores, salones de descanso, bibliotecas, otros como esos pero más privados, como los libros únicos del rey Kuroba, su biblioteca personal de magia, o los salones que cada uno tenía para encerrarse. Incluso la habitación llena de artilugios, la sala de magia de Kuroba Kaito, el príncipe. La sala que más le resultó curiosa no fue esa, sin embargo, fue la biblioteca, un libro dejado con descuidado sobre una bella mesa finamente de madera y barnizada con un café oscuro. No tenía nombre, aquel libro que le parecía por demás atrayente, así que lo tomó entre sus manos, mientras Mia recorría los estantes, buscando libros con los que Shinichi pudiese entretenerse en sus momentos de soledad. 'Estoy realmente preocupada por mi niño.' Leyó, la letra que apenas podía ser legible debido a las rayas mal hechas que tenía, impropias de una reina. 'Jamás pensé junto a Toichi que tuviese tanta capacidad mágica. Si no es controlado, nuestro hijo puede sufrir problemas.' Cerró el libro con rapidez, habiendo terminado eso último al escuchar a Mia acercarse. Se sintió infinitamente confundido por aquellas palabras de la reina, que debían referirse a Kaito, ¿Acaso estaba enfermo?

— Mia... ¿Me harías un favor?—pidió, aún sin mirarla, mientras miraba la ventana que daba hacía las afueras. La muchacha respondió con un rápido asentimiento de cabeza.— Cuéntame del príncipe Kaito.

La muchacha pareció incómoda, una mueca brotando de sus labios nada agradable, pero después cedió a la petición del capitán. Alguien debía ayudarlo. Esperaba no equivocarse al elegir a Kudou Shinichi para esta tarea.

-.-.-.-.-.-

La hechicera incluso saltó de la sorpresa, sin poder creerse aquella fría declaración de su príncipe, resguardo su poker face ella sabiéndose la adoración de él para con sus padres. Aún así, no terminaba de creerse la no filtrada noticia del secuestro de los reyes, que para su muy mala suerte, sabía lo peligroso que sería la ausencia de las dos cabezas principales. Graves problemas se iban a aproximar a Kaito, y no podía pensar en alguna solución soluble que no incluyese algo arriesgado para el débil cuerpo de su príncipe.

— ¿Estás seguro?—cuestionó debutativa, mirando a Kaito paseándose de un lado a otro por el salón.

— ¡Claro que estoy seguro! Mis guardias han regresado casi inválidos, y otros no han regresado.—Kaito aseguró, molesto, levantándose de la banca en la que se había sentado por máximo dos segundos. 

Shiho suspiró pesado, como asimilando todo de una vez.

— ¿Sabes lo que significa, no?—preguntó, esta vez con una seriedad usual en ella— Vendrán a por ti y te amenazarán. Si eres débil, acabarán con Magic Trick y se robarán lo más preciado de la corona.—Miyano le sentenció, sabiéndose que era eso que todos admiraban del Magic Trick, el pequeño secreto de la habilidad especial entre todos los reinos existentes.

— El Blue Mirage...—Kaito susurró, recordándose así mismo el tesoro guardado de la corona. Se sabe que cada reino cuenta con una piedra especial, que tiene diferentes habilidades que ayudan al reino, el del Magic Trick, concede deseos. Volvió a pasear de un lado a otro, preocupado, pensando en que podía hacer para solucionar tal situación. Si todos supiesen que los reyes habían sido secuestrados, el Blue Mirage se volvería un tesero delicioso más cotizado, por lo que no podía dar aviso. —Shiho, no sé que hacer.—expresó con desespero, sujetando su cabeza con ambas manos.

Ella se sintió indefensa y preocupada, porque no podía hacer nada. La Blue Mirage era una piedra a la que únicamente llegaba la realeza, Kaito sin magia suficiente y ella sin poder hacer ese tipo de hechizos, nada podía ser de ayuda, y se sentía inútil, por no poder ayudar a su amigo y compañero, aquel chico que la hacía sonreír con su sola presencia. Él estaba totalmente sumido en el desconcierto, no sabiendo que dirección seguir.

— Kaito...—le llamó, acercándose a él para abrazarle—Siempre has sido excelente gobernante, no dudo que lo serás ahora. Por favor, solo sigue, tú eres la luz del Magic Trick.—colocó en su boca la verdad del reino, el amado príncipe del que todos cuidaban y cuidarían siempre.

-.-.-.-.-.-

— Nuestro príncipe...—la muchacha comenzó, un poco temerosa de lo que decía—He trabajado aquí doce años, no sé del todo la historia, pero sé que... Está enfermo. Cuando llegué, ya era así. El príncipe tiene ataques de debilidad en ocasiones, que no le permiten moverse, hablar o tener funcionalidad en general. Yo no sé los orígenes de esta, solo sé que limitaba su magia por cada día que pasa. Muchas cosas han cambiado desde que él ha crecido, las costumbres normales de los reinos se esfuman aquí por él, siempre también hemos estado preocupados de aquellos repentinos ataques, pero nadie puede preguntar.—Mia terminó por decir, su mirada perdida en el suelo. 

Shinichi permaneció en absoluto silencio, agregándose a la lista de curiosidad de Kaito, que este tenía demasiados secretos, pero el que más le preocupaba era la limitación de su propia magia. Él no creía que eso fuese posible, no debería de serlo, pero si así fuese, había algo que le estaba oprimiendo el pecho repentinamente. 

— Gracias, Mía.—le agradeció, sonriente, mientras su vista se fijaba devuelta en el interior de su habitación.

-.-.-.-.-.-

— Debes tomarlo, Kaito, no lo evadas.—Shiho le aclaró, entregándole un frasco con un líquido casi transparente.—¡Cuida de Magic Trick!

Kaito asintió,— Lo haré—. Volviendo a emprender su camino devuelta al palacio, a aquel al cual ya iba tarde. La hora de la cena se le estaba haciendo próxima, si no llegaba a tiempo su ausencia sería demasiado notoria, además debía acompañar a Shinichi. Entendía que el capitán no supiese ni donde estaba de pie, le resultaría demasiado complicado en su principio adaptarse.

Le faltó el aire.

Su aire abandonó su cuerpo momentáneamente, y necesitó que sus manos se aferrasen al tronco del árbol para no caer con dureza al suelo. Buscó con ahínco entre los ropajes para hallar el frasco, al fin hallándolo, dejó caer cinco gotas exactas sobre su lengua, para cerrar su boca y dejar que el líquido se mezclase con su gusto. Agrío, como siempre, hasta hacer ese sabor desaparecer, comenzando las puntadas que parecían dar a su corazón. Se revolcó del dolor, sujetándose aquella zona, casi como si eso fuese a solucionar aquel problema doloroso. Era la segunda fase, la que siempre había tenido que experimentar. Y después la tercera. Ese dolor de cabeza, casi como si enterrasen cosas por dentro a él.

— Du-duele...—se quejó, mientras arrastraba sus pasos en lo que le restaba del camino.

Prefería sufrir esto fuera de la vista de sus sirvientes, que con ellos presentes. Debería recordar tomar ese líquido en los momentos correspondientes antes de que la debilidad lo ataque. 

A duras penas llegó, encerrándose en su habitación inmediatamente, decidió que lo mejor sería tomar una ducha rápido antes de la cena, los rastros de su cansancio aún residían en él, y no los podía mostrar frente a sus súbditos que confiaban en él.

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Tocó con suavidad la puerta, tratando de escuchar por la madera que es lo que podía hacer Kaito. —Príncipe Kaito, hora de cenar.—La voz de Shinichi le recordó, debido a que era el más cercano, y de hecho era quién quería estar con el chico que le resultaba tan curioso.

— Si, perdón capitán.—se disculpó Kaito, abriendo las grandes puertas de su habitación para encontrarse con él. Le sonrió, sonrisas compartidas que se volvieron los pasos en conjunto de camino al comedor.— Mejor, hagamos un trato.—el príncipe ofreció divertido, mirándole de reojo— Puedes llamarme Kaito, solo si me permites llamarte por tu nombre.

Shinichi se ahogó con el propio oxígeno poco regularizado que tenía, su vista de inmediato posándose en el príncipe, esa proposición tan indebida.

— Vamos, de todas maneras, creo que casi tenemos la misma edad.—Kaito le recordó, un poco decepcionado del rechazo que había expresado el capitán. 

Prefirió no insistir, mientras su camino hacía el comedor continuaba. Shinichi seguía con su vista en él, sin poder reaccionar a lo que le habían dicho, sabía por demás que el príncipe todavía tenía dieciocho, él tenía diecinueve, no había gran diferencia en realidad. Sintió una punzada de culpabilidad cuando vio el rostro de decepción del príncipe, que con las mejillas levemente teñidas de carmín, seguía avanzando, sus ojos un poco opacos.  Cuando estuvieron frente a la puerta del comedor, por fin reaccionó a ese rostro que le dejaba deje con un de arrepentimiento.

— Kai-Kaito...—le llamó con voz baja, tocando suave el brazo del príncipe para llamar su atención.

El sonrojo en las mejillas del príncipe aumentó, una dulce sonrisa surgiendo en sus labios, mirándose, con aquellas miradas que deseaban conectar de maneras inentendibles, ojos violáceos cruzándose con los azules eléctricos de Shinichi, las mismas mejillas sonrosadas debido al solo sonar del nombre del príncipe directamente de sus labios.

— Shinichi...—le llamó, un gran rostro alegre justo en el momento en que las miradas de los sirvientes descubrieron lo que les resultaba tan íntimo en aquel instante.

.  .  .

Notas finales:

¿Qué tal? uwu, bueno, bueno! El primer contacto entre este par! ¡Y muchas sorpresas más!:3 Hasta el siguiente capítulo^^

Bye!


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