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Conquered Hearts por emmakris

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Notas del capitulo:

Primero que nada, mil disculpas por la demora, sere sincera, me dormi toda la semana, me ocupe de otras cosas y olvide actualizar. 

Como siempre agradezco enormemente a la autora Amariys, a Nayen, quien se convirtio en mi beta para este fic. Y por supuesto a cada persona que leyo y dejo su comentario.

¡Muchisimas Gracias!

 

CAPITULO II:

 

L A   M A S A C R E

 

 

*             *             *

 

Una masacre, es exactamente lo que estaba ocurriendo en el campo en esos momentos. El sol brillaba en lo alto del cielo, donde la luz caída sobre la horrida escena de cuerpos dispersos en lo que alguna vez fue un hermoso y verdoso campo. Ahogados, bajo de alaridos y gritos de los soldados en lucha, estaban los gemidos y jadeos lastimosos de aquellos que cayeron heridos a la espera de su destino. La sangre salpicaba en el césped, como mórbidas gotas de rocío.

Kise se erguía en su leal corcel a lo largo del campo de batalla, la sangre de ambos bandos: aliados y enemigos, manchaban su armadura pulida. Era peligroso ante la magnífica vista de cómo cortaba y apuñalaba a sus enemigos con una aterradora precisión. El sudor corría por su frente, la batalla ya iba por su sexta hora, pero sus movimientos no mostraron ninguna señal de mínimo de agotamiento.

Los soldados del enemigo se enfocaron en él, sabiendo a la perfección que derrotando al general de sus oponentes les garantizaría la victoria, pero Kise era demasiado fuerte para ellos. A pesar de ello, uno de los soldados se las arregló para apuñalar a su corcel con su espada,  provocando que éste se levantase de manos y botara a Kise al suelo. Su casco lo salvó por poco del atroz impacto, pero la caída se encargó de robarle el aire.

No tenía mucho tiempo para evaluar sus heridas, porque los oponentes se movían a atacarlo, alzando sus espadas y picas peligrosamente altas hacia él. Logró evitarlas, esquivando las letales armas y sacando una pequeña espada que usó para cortar las piernas de sus enemigos, provocando que estos cayeran al suelo. Kise no desperdició más tiempo antes de llevar a cabo una ráfaga mortal, sabiendo que al matar a sus enemigos de una manera inmediata sería un acto de misericordia aquí en el campo de batalla.

—Oh vaya, así que eres un luchador aguerrido, ¿no es así?

Kise giró su rostro hacia el de Aomine cuando escuchó su voz burlona. Apretó las espadas gemelas estrujándolas cuando obtuvo una mirada de la figura del general de Touou en frente suyo. Aomine le sonreía con arrogancia, su armadura estaba en el mismo desastroso estado que la suya propia, con su espada chorreante de sangre. Ver el líquido carmesí en la espada de Aomine provocó que Kise hirviera en cólera. Pudo imaginar cuantos de sus soldados habían caído victimas de tan letal arma. El otro general no usaba su casco, pero parecía no necesitar uno con su destreza.

—Tengo el mal hábito de nunca rendirme —Kise respondió con un tono engañoso, haciendo que pareciera una burla.

Aomine amplió su sonrisa, moviéndose hasta quedar frente a frente. Los otros soldados se apartaron dándoles un amplio espacio, deseando no verse involucrados en una pelea de generales. Una lucha muy por encima de sus habilidades.

—Parece que nunca has conocido lo que es, verdaderamente, perder toda esperanza, ¿no es así? Pero no te preocupes, me aseguraré de enseñártelo muy pronto.

El hombre de cabello azulado giró su espada despreocupadamente, mientras sus agudos orbes como el cielo a media noche no dejaban a Kise ni por un segundo. Aomine decidió que sus ojos disfrutaban de la vista que tenía en frente. Kise Ryouta lucía aún más tentador con toda esa sangre y suciedad embadurnando su suave y lechosa piel. Se relamió los labios, intentando mantener la degustación del sabor de la sangre seca en la piel de Kise.

—Veamos qué tan bueno eres en realidad —y con dichas palabras, Aomine se lanzó hacia su oponente, sus ojos brillaban de emoción cada vez que movía su espada con la clara intención de apuñalar a Kise.

El rubio era rápido y experimentado, por ello, usando las espadas gemelas se las arregló para bloquear el ataque y empujar al moreno de vuelta. Sin esperar una reacción lanzó un contraataque  buscando lastimar a Aomine. Sus orbes topacias se oscurecieron mientras una mirada asesina deshacía cualquier toque de alegría que aun pudo quedar.

Los ojos de Aomine se abrieron en una fracción de segundo, no esperaba tener este tipo de dificultades al intentar frenar los ataques de Kise. Su cuerpo vibraba de excitación. Cada herida superficial que el rubio haya logrado infligir en su cuerpo no hacía más que alimentar su deseo por éste.

—¿Hay algún problema, General Aomine? Supongo que ha de saber que no hay necesidad de contenerse, ¿verdad? —Kise balanceo sus espadas de nuevo, logrando un corte por debajo de los ojos de Aomine.

El general de Touou maldijo en voz baja antes de buscar la oportunidad para patear a Kise con dureza. El impacto hizo que el rubio retrocediera varios pasos, mientras su rostro se descomponía en una mueca. Los ojos del moreno se estrecharon, cambiando su postura, sostuvo la empañadura de su espada con ambas manos. Del mismo modo no existió luz más lúdica que aquella que se reflejaban en los ojos de Aomine al mirar sonriente al rubio, mientras todo su cuerpo gritaba sus intenciones asesinas.

—No te apresures, que nuestra danza recién empieza.

 

*             *             *

 

Fue difícil poder vigilar a todo el mundo una vez que la batalla ya había estallado. Diablos, si es que también era duro mantenerse a uno con vida, por lo que Kagami no debería estar tan frustrado por haber perdido de vista a Kise. Sin embargo el pelirrojo aún se sentía perturbado. Un inexplicable terror crecía en sus entrañas por saber de la seguridad de su general. Era una estupidez ya que Kagami no conocía a nadie más fuerte que Kise, pero aquella sensación no parecía ceder.

Kagami logró abrirse paso de entre sus enemigos aun bloqueando todo a su paso. Sus orbes escarlata se agudizaban conforme buscaba con la mirada alguna rubia cabellera escondida en un casco pulido o algún monstruo de piel oscura en un semental negro. Había visto cómo Aomine masacraba a su ejército, por lo que deseaba que éste no se encontrara cara a cara con el rubio, porque, a pesar de las habilidades de Kise, una pequeña voz en la parte posterior de su cabeza le decía que su general no tenía oportunidad.

Por lo tanto, era fundamental encontrar a Kise lo más pronto posible.

—¡Mierda! ¡Fuera de mi maldito camino, idiotas! —gruñó tirando de las riendas de su yegua para que esta se irguiera, logrando que los soldados a su alrededor se alejaran, evitando correr el riesgo de ser pateados por el animal.

Gracias al camino que hizo, Kagami pudo visualizar con extrañeza un gran espacio vacío en el corazón del campo de batalla. Casi parecía como si los otros soldados cedieran ese espacio para la lucha que se reñía en el. No hacía falta ser un genio para darse cuenta quienes podrían estar involucrados en esa lucha.

Kagami dirigió su yegua hacia el lugar, pero sintió una presencia repentina a su lado. Su instinto se hizo presente en cuestión de segundos, deteniendo tomo movimiento y apunto su espada al guerrero a su costado. El par de orbes escarlata se estrecharon cuando distinguieron a un hombre con melena verde azulada y piel muy pálida. Llevaba la armadura de Touou, pero a pesar de ello Kagami no pudo distinguir ninguna pisca de intención hostil en el sujeto. De cualquier forma, no se permitió bajar la guardia porque en la guerra, cualquier cosa puede suceder.

—¿Quién es usted? ¡De su nombre! —Kagami ladró una orden.

—Qué sorpresa ver al príncipe de Teiko en el campo de batalla a pesar de que no lo lidere.

El hombre de rostro estoico habló en lugar de obedecer la orden directa de Kagami, mientras sus inexpresivos ojos lo inspeccionaban.

La postura de Kagami se puso rígida. Un bajo gruñido escapó de su garganta cuando respondió con una mirada llena de recelo. No  mucha gente sabía de su condición como príncipe. Después de todo, él no era hijo de la reina, habiendo nacido de una de las concubinas del difunto rey, por lo que él preferiría que esta información se mantenga ajena al resto.

—Voy a preguntar una vez más. ¿Quién eres? —la espada de Kagami se trasladó peligrosamente cerca del cuello expuesto del hombre, provocando una pequeña hendidura.

—Kuroko Tetsuya —la respuesta fue dicha con un tono tranquilo. Al parecer, Kuroko no veía su situación peligrosa en lo absoluto—. Voy a aconsejarle que no interfiera en la batalla de Aomine-kun. Provocará su furia.

—¿Por qué debería escuchar un consejo que viene de mi enemigo? —Kagami resopló. No obstante, bajó su espada con lentitud, sentía que aquel hombre no representaba peligro alguno. Era obvio que si ambos se enfrentaran, el pelirrojo sería el vencedor.

—Porque lo que te digo es cierto. Ah, y sería inútil de todos modos. Las tropas de ayuda de Touou han llegado. Si es inteligente, escapará para salvar su vida. Su reino lo necesitará, Príncipe Kagami.

La sangre de Kagami se heló ante el horror de las palabras dichas por Kuroko. Deseaba discutir con el hombre más pequeño y decirle que no había posibilidad de asustarlo con una amenaza sin significado como esa, pero podía ver cómo sus tropas se debilitaban mientras su oponente se hacía cada vez más fuerte. Sus ojos escarlata se cerraron y sus labios formaron una mueca. Su mayor miedo se había hecho real en menos de los que pensó. No había forma de poder ganar contra las tropas de ayuda. Los soldados de Teiko estaban casi en su límite. Su victoria se estaba desmoronando, pero aun así no era razón para darse por vencido. Eran nobles guerreros, entrenados para mantener el orgullo y la lealtad. Rendirse era un concepto que ninguno conocía.

Si tenían que perder, lo harían luchando.

—Tienes una agradable mirada —Kuroko habló mientras lo observaba captando la atención de Kagami de vuelta a la realidad. Fue cuando sus orbes escarlata se enfrentaron a los cielos de su oponente, Kuroko continuó—. Tus ojos están llenos de vida. Espero volverlos a ver, después de esto.

Y antes de que Kagami tuviera oportunidad de responder, Kuroko ya se había ido. No tenía tiempo de seguirlo, puesto que oyó el primer grito sorpresivo de un soldado y entonces vino el caos.

 

*             *             *

 

Kise siempre pensó de sí mismo como un hombre decente y razonable. A pesar de ser un guerrero experimentado, él nunca sintió una sed de sangre, a diferencia de la mayoría de sus oponentes. No amaba la guerra, pensaba que era inútil pero necesaria a veces. Odiaba cuántas  vidas se hallaban perdidas en una guerra, y por sobre todo, detestaba a los enemigos bárbaros con todo su corazón.

A pesar de eso, Kise se desarrolló como un guerrero muy habilidoso con una larga experiencia en batalla. Podía entender el enardecimiento de estar al filo de la muerte, y pese a que odie admitirlo, no podía negar la emoción recorriendo sus venas mientras intercambiaba golpes letales con Aomine.  El otro general presumía de su destreza. Y dejando su arrogancia de lado, debía admitir que Aomine Daiki era un guerrero increíble.

Esto es malo… no debo disfrutar tanto de esto.

Kise a las justas podía contener una sonrisa en su rostro, incluso cuando Aomine lo obligaba a retroceder. De haber tenido la sartén por el mango, la situación ahora se hallaba invertida.

Los ojos de Aomine brillaron cuando con un ataque especial empujó a Kise hacia atrás. Seguidamente, dio un giro a su espada impulsándola a una violenta puñalada, que logró romper la armadura y el chaleco de hierro del rubio. Un grito de dolor escapó de la garganta de Kise. Aomine sonrió complacido, sintiendo un placer sádico invadirlo ante dicho sonido.

—Tienes una voz agradable. Me encantaría poder escuchar más de esos gritos.

El general de Touou empujó su espada buscando llegar más profundo, contento con la resistencia que obtuvo mientras perforaba la carne. Sin embargo, Kise no le dio el placer de volver a escuchar un grito suyo. Apretando los dientes, contuvo cualquier sonido que pudiese escapar de sus labios.

—No pienses que has ganado —Kise dijo entre dientes mientras levantaba la cabeza dedicándole una sonrisa irreverente a Aomine. Jadeaba con pesadez, pero aún tenía fuerzas para levantar su espada—. La arrogancia será tu perdición.

Los ojos de Aomine se abrieron desmesuradamente en una fracción de segundo cuando Kise se lanzó hacia él, sin preocuparse si la espada seguía incrustada en su carne. Con un rápido reflejo el moreno esquivó la espada de Kise destinada a decapitarlo. El sonido ensordecedor del metal chocando con el metal resonó en el aire a la vez que la espada de Kise perforaba la armadura de Aomine, dejando un largo corte.

Por un momento, Aomine se vio vulnerable. Con su espada aún incrustada en el cuerpo de Kise, la sorpresa lo paralizó. Kise respiró hondamente, centrándose en su siguiente ataque. Todos los sonidos a su alrededor desaparecieron reuniendo toda su atención al general frente suyo. Kise ya podía sentir la victoria rozando sus dedos. Concentró todas las fuerzas que le quedaban para dar un último golpe.

Pero fue entonces cuando sintió un dolor punzante en el hombro derecho. Su cuerpo se entumeció de repente. Podía ver cómo la sorpresa se reflejó en el rostro de Aomine antes de cambiar a una llena de furia. No sabía qué había provocado la ira del general, pero fue entonces cuando la oscuridad se apoderó de su conciencia.

Aomine no vio cuando el cuerpo Kise cayó al suelo. Su mirada enervada se centró en el soldado detrás del general caído, un hombre que llevaba la armadura de Touou, con un arco en la mano, con este había disparado una flecha venenosa contra Kise.

—¿Qué crees que estás haciendo, Hanamiya? ¡¿Quién te dio permiso de interferir en mi batalla?!

Hanamiya Makoto se limitó a sonreír con total tranquilidad al moreno a la vez que guardaba su arco. Cruzó los brazos sobre su pecho antes de inclinar la cabeza hacia un lado. Sus orbes oscuros miraron fijamente a su general en el suelo, con toques de burla.

—Pido disculpas, mi señor —Hanamiya comenzó con una sonrisa socarrona—. Pero desde mi punto de vista, parecía que este hombre le estaba dando problemas. Usted puede verlo como una intervención, pero yo en lo personal lo llamaría, salvar su vida.

—No recuerdo haber pedido tu ayuda.

—Insisto —Hanamiya encogió los hombros con desinterés antes de avanzar hasta donde estaba Kise, pateándolo suavemente—. Con esto, la victoria está asegurada. Bueno, de todas maneras hubiéramos ganado incluso si usted perdía, pero creo que una victoria absoluta sabe mucho mejor.

Aomine apretó los dientes, pero se contuvo de maldecir a Hanamiya. No había nada que pudiese hacer de todos modos. Ya podía escuchar a las tropas de ayuda acabar con los soldados restantes de Teiko. La victoria era del reino de Touou, pero Aomine no podía dejar de sentirse insatisfecho. No sentía que había ganado contra Kise Ryouta. Esta era la primera vez que se sentía de esta manera. Así que juró mantener a Kise con vida. Y sería entonces cuando ambos tendrían su revancha, sin importar lo que el otro pensara.

—Mueve tu pie. Ese hombre es mi botín de guerra. Nadie más que yo, tiene permitido tocarlo.

Una expresión de estupefacción se formó en el rostro de Hanamiya ante la evidente actitud sobreprotectora de Aomine. Esta era la primera vez que el general tomaba un botín de guerra.  Por lo general, Aomine siempre fue un guerrero despiadado que no tomaba rehenes. Pero aun así decidió no decir nada, simplemente retirando su pie ante la orden de su general. No obstante, Hanamiya tomó una nota mental asegurando avisar de este giro de eventos al rey. Al Rey Imayoshi, sin duda, le encantaría saber de este interés mostrado por Aomine hacia el general enemigo.

Por ahora, sin embargo, lo más prudente sería evitar incrementar la ira de Aomine. Hanamiya hizo una reverencia, y con voz sincera dijo.

—Como quiera, Mi Señor.

.

.

Continuara...

Notas finales:

Espero que les haya gustado tanto como a Nayen y a mi.

Con respecto a las actualizaciones, ya he avanzado una tercera parte, por lo que desde hoy y hasta terminar la siguiente semana, habra actualizacion diaria, por una parte como una disculpa y por otra para poder tomarle el hilo.

Vuelve agradecer a todo aquel que lea y espero disfrute de este fic.

Hasta la siguente. 


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