Recuerdo que cuando volví a abrir de nuevo los ojos estaba de nuevo en la habitación donde anteriormente me habían
llevado. Mis padres entraron después, cuando ya habían terminado de estabilizarme en ese cuarto, se veía contentos
seguramente los resultados habían sido los esperados, pero desde que había despertado, de alguna u otra forma me sentía
diferente, no podía explicar de qué manera pero ese sentimiento no se alejaba de mi pecho.
Así pasaron alrededor de dos o tres semanas, yo había estado en recuperación por un tiempo, oh más bien estaban
supervisando mi progreso, checando si no había alguna otra anomalía con mi salud. Paso algo de tiempo, sinceramente
estando dentro me daba igual cuanto era lo que pasaba, era demasiado aburrido estar allí adentro, solo entraban las
enfermeras casa 2 horas o menos, sin contar que tampoco me dejaban dormir por la noche, lo único que podía hacer era
ver la televisión pero hasta eso ya ni siquiera me entretenía, yo creo que los programas que pasaban ya los había
visto un millón de veces, además de los canales que odio como Disney donde solo pasan cosas estúpidas.
Ya no sabía ni que hacer, comencé a leer libros, cosa demasiado extraña en mí, nunca había tocado uno en mi vida, ni
siquiera me había tomado la molestia de leer muy breve cuento, y ahora, ahora me comía un libro entero en tan solo
pocas horas. Mis padres habían estado actuando de una manera muy extraña y distantes conmigo, esa actitud la tomaron
desde que hicieron la operación que según yo fue hace bastante tiempo. Los días avanzaban normales, pasaron más o menos
2 meses más y yo ya estaba harto, ya nada me divertía y aunque ahora ya podía salir a caminar al jardín no era demasiado
agradable ya que estábamos en pleno verano, solo salía 10 minutos de los cuales me sentía más caliente que nada y
sudoroso. Recuerdo la primera vez que estuve en un hospital por mi problema del corazón, era un chiquillo juguetón,todo
eso se esfumo en esos dos años que pase internado. Ese mismo verano mi sufrir al fin terminaría, mis padres entraron una
tarde con una sonrisa tímida en su rostro yo ni me imaginaba lo que pasaría.
El doctor entro después de ellos, Iruka ya se consideraba de la familia por haberme atendido desde más pequeño.
Hola!, como te encuentras?- pregunto lo mismo de todos los días y como últimamente se había hecho costumbre, le dije
que me encontraba bien. Siguió haciendo preguntas de rutina y de si los dolores en el pecho me habían vuelto, reviso
algunos papeles que traía en la mano mientras con una pluma firmaba y rellenaba otros espacios, voltee a ver a mis papas
y ellos solo miraban hasta que sensei les pidió que también firmaran.
Mi madre se acercó y tomo mi hombro sonriendo y después me dijo que en el oído.- Podremos llevarte a casa desde este
momento.- Mis ojos se abrieron como platos, sentía una gran felicidad, una que tenía tiempo sin sentir, podría jurar que
si no fuera porque el doctor estaba ahí me pondría a saltar por toda la habitación pero por supuesto que no fue así.
Me limite a contener mi alegría, entonces sentí una pequeña punzada en el pecho, inconscientemente lleve mi mano a
donde sentía el dolor, no pasaron ni 5 segundos cuando el dolor se fue, agradecí de que nadie se hubiera dado cuenta
de lo que había pasado porque seguramente me dejarían en el hospital como un año mas.
El día transcurrió tranquilo y yo tenía todo listo para marcharme, recuerdo muy bien la fecha, era un 23 de julio,
siempre tendría presente esa fecha ya que fui liberado de un lugar al que nunca quisiera regresar, así que por eso
mismo pondría todo mi empeño en no volver a recaer, en cuidarme todo lo posible para mantenerme estable, como los
doctores había dicho.
Al salir del hospital cerré los ojos y suspire lo mas hondo posible, al fin podría estar afuera todo el tiempo que
quisiera debajo del gran árbol que se encontraba en el patio trasero de mi casa leyendo algún libro y cuando llegara
la temporada de clases, por primera vez ansiaba que llegara ese día para hacer muchos amigos y pasar los ratos, salir
a pasear, contar mis problemas y ellos los suyos, bromear, jugar….todo eso era lo que quería, ser una persona normal, a
nadie le contaría mi problema, porque tal vez ellos me tratarían diferente, yo quería que me tratasen igual a los demás
y lo lograría.
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Los días pasaban normalmente, mis padres seguían ajenos a mí, claro que platicaban conmigo y bromeaban un poco, pero
me excluían de sus asuntos, me hacían sentir confundido, extrañado y sin cariño como cualquier niño a esa edad se
sentiría si sus padres repentinamente no lo consienten o ponen atención, hasta sentía que comenzaba a no parecer un
infante de tan solo 11 a;;os, hasta yo mismo suponía que cualquier otro ni;;o a la edad en la que me encontraba y con
esa situación comenzaría a comportarse rebelde y mostrando un mal carácter donde casi gritaba que le pusieran atención.
Por fortuna yo no fui de esa manera.
Dejando eso a un lado, una tarde mi primo vino a jugar conmigo, como a veces hacia desde que salí del hospital, pasamos
normalmente la tarde jugando en el patio hasta que nos sentamos en el césped a platicar, el, muy entusiasmado me dijo
que pronto iniciarían las clases de nuevo curso en la primaria y que no podía esperar a que yo entrara para pasar el
rato juntos en el recreo, que me presentaría a sus otros amigos para juntos jugar.
Escucharlo hablar de todo lo que se divertía con sus amigos me hizo sentir emocionado. Recuerdo que le decía que no
podía esperar más tiempo para entrar a la escuela y hacer todo lo que el me contaba que haríamos.
Pero lamentablemente esos días tan anhelados nunca llegaron. Esa misma tarde, cuando Dei se había marchado a su casa
les dije a mis padres lo de la escuela, de inmediato sus caras de tornaron serias, yo presentí que algo no iba bien
pero no pude siquiera preguntar cuando ellos estaban explicándome la razón de sus expresiones.
-- Hijo, tu madre y ya hemos platicado sobre ese tema de la escuela, decidimos que contrataremos a uno o varios
profesores para que vengan a casa y te den clase.- su cara era tan seria, esta vez no bromeaba, como últimamente era.
-- Pero, yo, yo quiero ir a la escuela como alguien normal!.- Me sobresalte, primero fue su comportamiento extraño
conmigo y ahora esto, ya nada era como antes, y no tenía pinta de cambiar.
-- Esto no es un tema discutible, solo es por tu bien-. De nuevo iban con eso, mi bien, eso no era para nada mi bien.
Aun siendo un niño de 10 años sabía perfectamente que estaban exagerando, yo tenía todo el derecho de asistir a clases
y hacer amigos, así como salir al patio y jugar tranquilamente con los vecinos, me estaba hartando de esa situación,
entonces aun a esa corta edad, tuve una pequeña explosión sentimental.
-- Ustedes no paran de decir que todo lo que hacen es por mi bien!, yo… yo no puedo salir, ni siquiera para jugar
como antes, solo me permiten leer debajo del gran árbol y no niego que me guste pero también quiero socializar con niños,
conocer gente nueva, amigable, tener amigos, y todo esto ha ocurrido desde que salí del hospital … yo pensé que todo
volvería a ser como antes pero me equivoque rotundamente, ustedes ahora solo me ignoran y encierran aquí como si de
su prisionero se tratara, que acaso ya no me quieren!? …es porque les ocasione muchos problemas con mi enfermedad!!??
Les estorbo!!!??? Debería desaparecer!!!???? … esas son las preguntas que me hago desde que volví a casa y su
comportamiento cambio conmigo.- comenzaba a sentirme agitado, caí de rodillas en el suelo e inconscientemente agarré
mi pecho con mis puños, no podía respirar, parecía que había corrido una maratón, sentía que me desmayaría.Recuerdo que
en esos momentos no supe ni en qué momento mamá corrió rápido hincándose de igual manera que yo mientras se posaba a
mi costado, sobando mi espalda, indicándome que respirara despacio y claro que me tranquilizara… no dure más de dos
minutos con ese pequeño ataque cuando por fin me tranquilice. Cuando me sentí mejor, mi madre me sentó en una silla
que estaba cerca, papa solo me miraba desde su lugar con ojos de preocupación, sus labios entreabiertos queriendo decir
algo, el silencio perturbador lleno el ambiente hasta que mi padre decidió hablar.
-- No voy a discutir por algo como esto, solo entiende que es para protegerte, ya tuviste una pequeña demostración
de lo que te estamos cuidando, así que no hablaremos más del tema, por favor.- su voz sonaba muy dura y claro que un
aire de preocupación pero en su mirada pude notar que no mentía en lo absoluto y aunque yo no lograba entender nada solo
asentí.
No serviría de nada discutir por algo que sería imposible.
Literalmente mi sueño de hacer amigos y ser alguien normal nunca se podría lograr porque yo iba a estar muy ocupado en
mi casa por el resto de mis días.
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Y así comenzaron mis clases particulares, mi nuevo maestro se llamaba Kakashi Hatake, el cual extrañamente llevaba un
parche en el ojo y una mascarilla que solo cubría la mitad de su rostro. No quise averiguar nada mas de el más que lo
que se podía apreciar así que en corto tiempo empezó a explicarme como serían las clases diarias y de cómo me evaluaría.
Todo este asunto me tenía sin cuidado, y como estábamos en la sala de estar no pude evitar mirar hacia la ventana que
daba la vista hacia la casa de mis vecinos y pude apreciar como los niños de al lado llegaban de la escuela, bajaron
corriendo con sus mochilas colgadas pero… porque bajaban de un gran autobús amarillo? Y para más curiosidad mía muchos
más niños estaban dentro de aquel vehículo.
-- Profesor Hatake, que son esos autobuses amarillos de allá?.- señale hacia la ventana lo que hizo que el profesor
se asomara para poder explicarme.-Oh, aquello es un camión escolar, los niños que van a la escuela lo usan, aunque no todos.-
me sonrió alegremente y después siguió explicándome algo pero yo de nuevo me había puesto a ver a la ventana sin percatarme
de que el maestro se había acercado a mi.- niño, me gustaría que pusieras más atención.- golpeo levemente mi cabeza con un
libro que traía en la mano, esto hizo que dejara de pensar en cosas innecesarias, él se giró y ahora se dispuso a apuntar
unas cosas en el pizarrón que el mismo había traído.- Ah, si, tampoco me llames Hatake me hace sentir anciano, mejor dime Kakashi-.
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El tiempo transcurría de una manera alocadamente rápida, yo aún recordaba cuando recién había ingresado al hospital y ahora
me graduaba de la secundaria gracias a mi maravilloso maestro Kakashi, jajá, si, el ‘’maravilloso’’ es completamente sarcástico,
conforme fui pasando tiempo con él, lo conocí muy bien y descubrí que era un pervertido de lo peor, pero nunca se lo comenté a
mis padres porque me divertía demasiado estar con él, además de que me contaba de cosas que pasaban en los institutos en los
que el daba clases, me decía de las tonterías de sus alumnos y a mí me encantaba escuchar todo aquello, me ilusionaba aún más
el salir a explorar.
Cuando finalmente me dio mi certificado me sentí muy feliz y triste… porque otro profesor vendría a darme clases y ya no
podría divertirme con Kakashi. Rogué a mis padres para que lo dejaran pero no quisieron escucharme, como siempre lo hacían,
solo que esta vez fue diferente… algo me parecía extraño en su comportamiento.
No quise poner demasiada atención en esas cosas, seguramente todo eran alucinaciones mías.
Por la noche baje a tomar un vaso de leche pero antes de poder entrar a la cocina vi la luz encendida y las voces de mis
padres hablando sobre algo pero para mí desgracia notaron mi presencia. No pude siquiera preguntar algo porque sus caras
claramente me decían que no lo hiciera y que me fuera a mí recamara y eso fue justamente lo que hice.
Al parecer mis supuestas alucinaciones eran ciertas, mis padres tramaban algo y yo tendría que averiguarlo pero
lamentablemente ellos eran muy precavidos. Así estuve alrededor de una semana y no logre investigar algo, pero lo que me
reconfortaba era que al día siguiente mi primo estaría de visita y el me podría ayudar, yo le tenía demasiada confianza y
seguramente el me ayudaría. La noche llego y yo dormí con una gran emoción que extrañamente era desconocida para mí.
Cuando la mañana al fin llego me arregle rápido y baje a desayunar entonces allí estaban ellos de nuevo, mis padres, mirándome
sospechosamente, mi madre curiosamente había hecho mi platillo favorito para el desayuno esto era el límite, ya no aguantaba más
esto, esta maldita duda, tenía que preguntarles que era lo que pasaba y siendo yo, ya no me quedaría con esa duda.
-- Ustedes, que se traman? Desde que Kakashi sensei se fue ustedes están muy extraños, necesito una explicación, que se están
tramando?.-recuerdo a ver ido sin rodeos, tenía que ir al grano rápido, pero cuando se iban a disponer a contestarme el timbre de
entrada sonó.Mama rápido salió a atender la puerta y yo fui detrás de ella. Vaya que mi primo era un impertinente.
-- No pudiste llegar en mejor momento.- le dije a mi primo con sarcasmo y cruzándome de brazos, el solo puso cara de bobo
y entro a la casa, mi madre ya se iba de nuevo a la cocina pero antes de que pudiera hacerlo la detuve llamándola.- No te vayas,
tienes una respuesta pendiente conmigo.- ella miro a mi padre que estaba atrás de mí, él me había seguido cuando salí de la cocina
hasta la entrada, mi primo solo siguió en su lugar.Esta vez mi padre se acercó hasta mi madre y pasó su brazo por los hombros de
mi mama dándole un apretón.
-- Bien, la verdad es que tu madre y yo estuvimos meditando mucho esto, como sabrás tomar decisiones acerca de ti no es
fácil para nosotros porque queremos lo mejor, pero esta vez Kakashi a influido en nuestra decisión.- miro a mi madre y esta
asintió.- hemos decidido que ya no estudiaras más en casa, te inscribiremos en la preparatoria donde acude tu primo.Todo
parecía una vil broma, voltee a ver a mi primo y estaba igual de asombrado que yo, las lágrimas no evitaron salir de mis ojos
e inconscientemente tome a mi primo por los hombros y lo abrace y este me correspondió, mi sueño se haría realidad y muchas cosas
buenas pasarían de aquí en adelante, yo estaba seguro de eso.
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