Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor de reyes por Kirauchiha

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Edmund casi se cayó en la cama, había estado tan cansado que había pensado que estaría dormida en cuestión de segundos. En vez de eso, horas más tarde, allí estaba él, dando vueltas y girándose con frustración mientras su mente ardía con el recuerdo de lo que había sucedido ese día. No importa lo mucho que intentó detenerlo, su mente parecía decidida a insistir en la escena del comerciante carlomen en el mercado.

Finalmente, fue demasiado y Edmund salió de la cama y fue hacia la ventana, empujando para abrir las ventanas. Quería gritar su rabia en el frío aire de la madrugada y tirar todos los muebles de la habitación por la ventana y verlos estrellarse sobre las losas de abajo. Por un momento, se estremeció con anticipación pero luego se imaginó las caras desencajadas de Lucy y Caspian si hacía tal cosa, y el momento pasó dejándolo temblando de agotamiento.

Sabía que Caspian sólo había querido ayudar pero en vez de eso, sólo lo había empeorado. El carlomen lo había querido por una noche y si Caspian hubiera…Edmund sacudió la cabeza en señal de frustración.

Siempre volvía aquel pensamiento. ¿Qué hubiera pasado si Caspian no hubiera aparecido y hubiera sido forzado en esa tienda?

¿Y si Caspian hubiera permitido que el carlomen lo tuviera por una noche?

Ese fue el pensamiento más absurdo de todos pero Edmund aún podía escuchar la voz tranquila de Caspian diciendo "él pensó que me pertenecías" y no importaba lo mucho que trató de negarlo, Edmund sabía que en ese momento había pertenecido a Caspian. Si Caspian hubiera decidido conceder la petición del carlomen, ¿quién le hubiera realmente detenido? ¿Aslan? Aslan había permitido que esto sucediera en primer lugar.

Edmund se puso de rodillas, con el corazón atenazado por el miedo congelado, mientras luchaba y jadeaba en busca de aire. Los pensamientos que atravesaban su mente le aterrorizaban. ¿Estaba buscando tanto a alguien a quien culpar que había considerado a Caspian...y a Aslan? Siempre había admirado a Lucy por su fe en Aslan...y quizás la envidiaba también. Desde el momento de su primera aventura en Narnia, se había sentido siempre como si de alguna manera estuvieran puestas a prueba su creencia y fe constantemente. A veces parecía como si fuera un juicio por los errores que había cometido, luchando por ganarse la confianza de los demás y de Aslan.

Una ligera calidez le acarició la mejilla, como un soplo de aire fantasmal. En algún momento, sin darse cuenta, había cerrado los ojos con fuerza y en ese momento Edmund los abrió rápidamente. Los primeros rayos de sol, débiles, brillaban en el horizonte, bailando a través de su ventana a la vez que una bandada de pájaros pequeños de color marrón se elevaban en el cielo. Por un momento, circularon delante de la ventana de Edmund, cantando alegremente y luego se perdieron de vista.

"Mira, el sol sale por el este. Aslan está en el este." La voz suave de Lucy resonó en sus oídos y se encontró poniéndose lentamente de pie y apoyándose contra la ventana para echar el primer vistazo del borde del ardiente sol saliendo del mar. El agua brillaba como si fuera oro en ese momento, contrastaba con el pálido rosa perla del cielo y parecía como si pudiera salir por la ventana, dejarse llevar por el aire y seguir ese camino reluciente hacia el este. Edmund suspiró suavemente.

Incluso si tuviera que pelear el resto de su vida, Edmund sabía que seguiría haciéndolo porque al final de todo, sería de Aslan. El carlomen podría haber sido su dueño por unos minutos, Caspian podría haber tenido el poder de decidir su futuro durante un momento pero sólo había una persona a la que Edmund pertenecía...y ese era Aslan. Aslan lo había aclamado cuando lo rescató de la Bruja Blanca y era Edmund el que debía honorar ese reclamo. No había razón para que fuera fácil, se dio cuenta Edmund de repente, de hecho cuanto más dura era la lucha, más valía la pena su determinación en confiar en Aslan.

Cuando el sol se elevó sobre el horizonte, Edmund se lavó y se vistió. Se sentía aturdido por el cansancio y la preocupación y el miedo helador todavía acechaba rincones de su mente pero se tranquilizó con su renovada fe en Aslan. Ese momento de duda había sido el peor de la lucha y después de pasar por eso, sabía que encontraría la forma de lidiar con el resto.

Edmund fue tan temprano al desayuno que casi no había nada. No había nadie en el comedor y los sirvientes aún no habían puesto las mesas. Finalmente, Edmund se dirigió a la cocina donde sorprendió a una de los cocineras pidiendo un poco de pan y queso. Ella intentó sentarlo para darle avena y tocino pero él insistió y finalmente se rindió.

Durante un rato, Edmund vagó por la ciudad pero, como no tenía ganas de volver al mercado y cada camino o callejón parecía llevar allí, se fue al puerto para echar un vistazo al Viajero del Alba. Encontró a Drinian allí, supervisando que el barco estuviera fuera del arrastre del agua y en el astillero.

—¿Qué está pasando? —preguntó Edmund con sorpresa.

—Buenos días, su Majestad —Drinian se inclinó brevemente y luego sonrió— Ayer por la noche el rey Caspian decidió que mientras estemos aquí deberíamos tomar la oportunidad de reparar el Viajero del Alba. Puede ser la última oportunidad que tengamos.

—Oh —Edmund frunció el ceño en señal de frustración—¿Cuánto tiempo tomará?

—Probablemente más de quince días, su Majestad —contestó el capitán.

—¡Dos semanas! —exclamó Edmund. Su corazón se hundió y se dio cuenta de las ganas que tenía de dejar Angosto tan pronto como pudieran—Pensé que nos íbamos casi de inmediato. Drinian negó con la cabeza pero sonrió con simpatía.

—Me temo que no, Majestad. Además de la remodelación, el rey debe establecer al nuevo gobernador y ordenar los asuntos aquí en las Islas Solitarias. Eso llevará algún tiempo.

—Ya veo—dijo Edmund con fuerza y se alejó rápidamente, sin atreverse a decir más. Él se enojó otra vez y eso lo asustó. Siempre había odiado sentirse fuera de control.

—Ahí estás, Edmund. Te he buscado por todos lados.

Edmund casi gimió en voz alta cuando se volvió para encontrarse con Lucy. Debería haber sabido que iba a buscarlo y que debería haber dejado el puerto, dándose la oportunidad de calmarse antes de enfrentarse a ella.

—¿Estás bien? —Lucy frunció el ceño con preocupación— Te ves muy pálido y no estabas en el desayuno. ¿Has comido?

—Sí, lo he hecho —respondió Edmund brevemente. Él se estremeció ligeramente cuando Lucy alargó una mano y suavemente tocó el moratón de su mejilla y sus ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Todavía te duele? —Preguntó ella— Me gustaría que me dijeras cómo te lo has hecho.

—Mira, sólo fue un accidente, Lucy —dijo Edmund tratando de esconder la frustración y la ira en su voz—Va a sanar. Olvídate de él.

Lucy frunció el ceño y él supo que no la había engañado.

—No seas bestia, Edmund—dijo— Estoy preocupada por ti. Sé que estás molesto por algo y quiero saber qué es.

Edmund respiró hondo, tratando de controlar el miedo y la ira en su interior.

—No te lo puedo decir, Lucy —finalmente logró decir—Por favor, te juro que no pasa nada, he hablado con Caspian.

Lucy sonrió dubitativamente y Edmund pudo ver muchas preguntas en sus ojos.

—Está bien, Edmund —dijo finalmente y el alivio que sintió fue casi abrumador— ¿Dónde está Caspian de todos modos?

—No lo sé —respondió— ¿No está aquí?

—No —respondió LucyTal vez está con Lord Bern.

—¡Oh, qué típico!

Los dos se volvieron para encontrar a Eustace de pie detrás de ellos y el corazón de Edmund se hundió. Se había olvidado de Eustace. Sólo esperaba que Eustace no fuera tan provocador como usualmente era. No era una esperanza particularmente optimista.

—Por supuesto, cuando hay todo este trabajo que hacer, él se va y disfruta de sí mismo,¿no? —Eustace exclamó con resentimiento.

—Estoy segura de que Caspian está trabajando muy duro—le aseguró Lucy—¡Él y Lord Bern tienen que hacer muchas cosas!

—Oh, sí —se burló Eustace— Jugar a ser rey, como de costumbre.

Edmund se encontró a sí mismo mordiéndose el labio para guardar un poco de control sobre sí mismo. Esa rabia ahora familiar se levantaba otra vez, casi borrando su visión con furia.

—Mira, Eustace, cállate, ¿quieres? —dijo con fuerza

—¿Por qué? ¿Sólo porque tú lo dices? —Preguntó Eustace con voz sarcástica—Eres tan malo como la bestia de Caspian, ordenando a la gente y esperar que ellos hagan lo que quieres que hagan. Eres casi tan tirano como él y cuanto antes todo el mundo se de cuenta, mejor.

Algo dentro de Edmund se rompió y, sin previo aviso, se lanzó sobre el otro chico. Eustace inmediatamente entró en pánico y se tambaleó hacia atrás, lo cual hizo que ambos perdieran el equilibrio.

Cayeron al suelo con Edmund desesperadamente tratando de golpear a Eustace mientras este estaba enrollado alrededor gritando con la fuerza de sus pulmones.

—¡Oh, ya basta, vosotros dos! —gritó Lucy.

Edmund vagamente fue consciente de una multitud reunida a su alrededor, pero estaba demasiado furioso como para que le importara. Entonces, sintió una mano tirando de la parte de atrás de su túnica y fue arrastrado hasta sus pies. Luchó pero un brazo fuerte se puso alrededor de su cintura y una voz firme le habló al oído.

—Detente ahora mismo.

Edmund, todavía en un ataque, dejó de luchar y volviendo la cabeza vio los ojos azules y furiosos de Caspian.

—En el nombre de Aslan, ¿qué está pasando aquí? —preguntó Caspian y Edmund pudo oír la rabia contenida en su voz.

—¡Él me atacó! —gritó Eustace poniéndose en pie.

—Tú lo provocaste —dijo Lucy con enojo.

—Eso no es excusa —respondió Eustace casi gruñendo.

—No, no lo es —dijo Caspian con calma. La furia había comenzado a disminuir pero al oír estas palabras se alzó de nuevo, mezclada con un dolor oscuro. Luchó pero Caspian le apretó el brazo alrededor de su cintura y no pudo liberarse.

—Cálmate —susurró Caspian en su oído y luego su voz se elevó de nuevo— No, no es excusa para peleas públicas pero también puedo creer que provocaste al rey Edmund, Eustace.

—Tendría que haber sabido que te pondrías de su parte —dijo Eustace con amargura.

—Mi Lord Drinian —dijo Caspian— ¿Te llevarías a Eustace y encontrarle alguna ocupación útil?

—Con mucho gusto, señor —respondió Drinian. Eustace abrió la boca pero Drinian le dirigió una mirada tan severa que de inmediato la cerró de nuevo y se fue resentido detrás del capitán mientras era conducido al Viajero del Alba.

—Y si todos nos dejáis, me gustaría hablar con el rey Edmund a solas —dijo Caspian.

La multitud se había dispersado completamente antes de que Caspian hablara.

—¿Quieres decirme en qué pensabas haciendo eso? —preguntó Caspian— Yo sé que él te provocó pero, ¿por qué no lanzar un desafío si estabas lo suficientemente enojado como para pelear?

—No creí que valiera la pena —dijo Edmund.

—No importa lo que creyeras —la voz de Caspian era firme— El rey de Narnia no se involucra en riñas públicas.

Edmund apenas se logró detener para luchar de nuevo. Su enojo estaba ahora mezclado con vergüenza y el pensamiento de que había decepcionado a Caspian le dolió. La tentación de correr era fuerte pero incluso si Caspian no lo estuviera sujetando, no lo habría hecho. Levantó la barbilla y respondió con tanta firmeza como pudo.

—Tienes razón. Lo siento y me disculparé con Eustace. ¿Puedes soltarme ya, por favor?

Se retiró el brazo alrededor de su cintura pero Edmund se adelantó y las manos de Caspian lo aferraron por los hombros para darle la vuelta. Sabía que su cara estaba enrojecida y peor aún, sus ojos ardían con lágrimas no derramadas. Esperaba desesperadamente que Caspian no se diera cuenta.

Brevemente, él miró a Caspian. Los ojos azules lo miraban con la expresión más severa que había visto en ellos.

Rápidamente, miró hacia otro lado. Las manos descansaron un momento sobre sus hombros y luego se deslizaron hacia abajo para sostener sus brazos. Para su sorpresa, Caspian lo sacudió suavemente.

—Basta ya de esto, Edmund —dijo Caspian—Este no eres tú. ¿Por qué estás tan enojado?

—Eustace estaba siendo UN...

—Edmund —la voz interrumpió con reproche y Caspian lo sacudió de nuevo—¿De verdad crees que se trata de Eustace? Sé que no quieres hablar de esto pero creo es necesario hacerlo. Lo que te pasó ayer debió hacerte enojar y es comprensible pero no puedes descargar esa ira sobre otras personas sin importar lo molesto que estes. No es su culpa.

Edmund había empezado a arder con furia una vez más a medida que Caspian hablaba pero las últimas palabras del rey hizo que toda la emoción que estuvo reprimiendo durante toda la noche se liberara. La vergüenza enrojeció su rostro y miró a Caspian con tristeza.

—Lo sé —dijo en voz baja— Es mi culpa.

En el fondo de su mente, su culpa siempre había estado ahí y ahora que había dejado de ignorarla y la había confesado, el alivio fue tan intenso que casi se desplomó al suelo. Las manos de Caspian se apretaron y, luego, sus brazos estuvieron alrededor de la cintura de Edmund, sosteniéndolo en posición vertical.

—¿Cómo, en nombre de Aslan, puedes pensar eso, Edmund? —La voz de Caspian era de incredulidad.

—Pensé que como nadie de Narnia había estado aquí en mucho tiempo, a lo mejor no querían otro gobernador más. Debería habértelo advertido pero no lo hice y todo esto ha pasado porque he fallado.

—Ya veo —dijo Caspian, frunciendo el ceño mientras reflexionaba sobre la idea. Edmund le observó y esperó las acusaciones y los reproches. En su lugar, Caspian lo abrazó con tanta fuerza que se quedó sin aliento para respirar y luego sonrió a Edmund afectuosamente.

—Eres un idiota tonto —dijo —Yo estaba siendo tan tonto que no te hubiera escuchado de todas formas y lo cierto es que debería haber sido más prudente. Estoy llevando un grupo de hombres a tierras extrañas y desconocidas. Nunca voy a arriesgar vuestras vidas de nuevo. Todos deberíamos haber sido más cautelosos. Nadie es realmente culpable —los ojos de Caspian se endurecieron— excepto los esclavistas y el carlomen. No hay excusa para ellos y tú no puedes culparte a ti mismo por sus acciones.

Edmund no sabía qué decir. Desde que había hecho la confesión, se había sentido como si se hubiera quitado un gran peso de encima...y también se sintió como si liberara tensión. ¿Había sobreactuado?

—Así que estabas enfadado contigo mismo —Caspian estaba sonriendo de nuevo—No lo hagas, Edmund.

No hay necesidad. Caminaríamos en círculos si buscáramos a alguien a quien culpar. Simplemente sucedió de esa manera, eso es todo.

—Pero todavía no sé por qué pasó —respondió Edmund sin pensar.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Caspian— Fue porque la esclavitud es legal aquí.

—No, no es eso —respondió Edmund con impaciencia—¿Por qué él...? Pug, creo que se llamaba...—vaciló incapz de poner sus pensamientos en palabras.

—Ah —Caspian parecía estar mirándolo detenidamente y luego asintió con la cabeza— Sí, Reep me contó un poco de lo que ocurrió con los esclavistas. Tienes razón, Pug pretendía venderte a un tipo determinado de cliente...—Pero, ¿por qué yo? —Y esta era la pregunta que más había estado preocupando a Edmund durante todo este tiempo. Él había estado agradecido de que a Lucy no la hubiesen tratado de la misma manera pero, ¿qué era lo que estaba mal con él que lo habían escogido?

—Eres muy atractivo —respondió Caspian, sonando un poco avergonzado y Edmund sintió su cara arder tornándose profundamente ardiente y roja —Pug decidió que él conseguiría más dinero para ti con ese tipo de clientes que lo apreciarían. Tenía razón. Te vendió por un alto precio. De nuevo, no es tu culpa, Edmund...Es sólo como pasaron las cosas. Lucy es demasiado joven para atraer a ese tipo de clientes y Eustace es, bueno, hosco.

El rostro de Edmund seguía ardiendo pero todavía había una cosa más que confesar y la más difícil.

—Es que yo nunca...—finalmente logró un susurro ahogado—Bueno, en realidad yo nunca besé a nadie...

—¿En serio? —la voz de Caspian sonaba sorprendida y una chispa de humillación furiosa se disparó a través de Edmund. Caspian debió de notarlo de alguna manera porque acercó más a Edmund.

—Lo siento, Edmund —dijo— Es que pensé que cuando estuviste en Narnia antes de...

Edmund negó con la cabeza.

—No, los otros lo hicieron...Bueno, no creo que Lucy haya...pero yo no —se preguntó si Caspian le preguntaría el motivo y cómo le respondería si lo hiciera por lo que cambió de tema rápidamente—. Fue tan...horrible. Me gustaría poder olvidarlo...pero no puedo..y se siente como si todo el mundo pudiera verlo...ver lo que pasó.

—No te ha marcado, Edmund —dijo Caspian con firmeza—. El moratón se desvanecerá con el tiempo al igual que el dolor del recuerdo. Todos ven sólo lo que realmente eres. Eres Edmund, rey de Narnia por debajo del Sumo Monarca, duque del Erial del Farol, conde de la Marcha Occidental y Caballero Noble de la

Resolución de la Mesa. Uno de los grandes reyes de Narnia. No olvides eso nunca, rey Edmund.

La repetición de los títulos que no había escuchado desde hace mucho tiempo parecieron tirar de la esencia de Edmund, agitar y despertar emociones y recuerdos que habían estado dormidos y ahora latían en sus venas.

—No lo haré —respondió mirando fijamente los ojos de Caspian.

Caspian sonrió y Edmund se dio cuenta con sorpresa que aún estaba en los brazos de Caspian. Por extraño que parecia, en ese momento le pareció lo más natural del mundo y él se acercó, levantando las manos para apoyarse suavemente en la cintura de Caspian. El brazo alrededor de su cintura se apretó.

Algo brilló en los ojos de Caspian y se transmitió sin aliento en Edmund pero luego Caspian lo soltó y dio un paso atrás rápidamente y el fugaz momento se fue.

—¿Bien entonces? —Caspian preguntó en voz baja con los ojos buscando todavía el rostro de Edmund. Este asintió.

—Será mejor que vuelva con Lord Bern —Caspian comenzó a alejarse pero luego se dio la vuelta y miró a Edmund —Una cosa más, Edmund. Un día, sabrás que los primeros besos están sobrevalorados. El segundo beso es por el que merece la pena esperar.

Cuando Edmund recopiló el ingenio suficiente para empezar a pensar en una respuesta, Caspian ya se había ido.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).