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PINK por Kirinatha Kou

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Se sentó sobre la hermosa barra de caoba, cruzó una pierna y se llevó un cigarrillo a la boca. El sonido de las bolas chocando entre sí en la mesa de billar hizo que dirigiera la mirada hacia ella.

-Increíble…-murmuro mientras acercaba el encendedor de plata hasta su pitillo. Realmente era muy bueno jugando al billar.

-vas a terminar con un puto cáncer si sigues fumando- se alboroto los cabellos rubios con una mano y observo detenidamente la mesa: Un golpe más y la tendría ganada.

-No estás en condiciones de reclamarme nada, mequetrefe- se abstuvo de decir una palabrota al ver como su jefe se acercaba. El hombre de tamaño desproporcionado, sonrisa macabra y un enorme abrigo de plumas rosa se aproximó hasta los dos rubios.

-Sanji-chan sabes que Killer-chan tiene razón-  se apoyó en la mesa de billar y contempló como el otro rubio se preparaba para lo que sería el último golpe de la noche.- Aun no entiendo cómo es que puedes jugar tan bien sin apartarte esa melenada de la cara fufufufufufu~- el del abrigo agito las manos frente a la cara de jugador. Efectivamente un largo y grueso flequillo rubio le tapaba ambos ojos dejando a la vista solo la mitad de su cara, su nariz pequeña y sus labios delgados, el resto de su cabello caía juguetón sobre sus hombros y le llegaba hasta la cintura; de espaldas cualquiera le confundiría con una mujer.

-¡No me vengas con esas mierdas!- exclamaron ambos a la vez. No es que les gustara ser groseros o antipáticos solo que conocían lo suficiente a su jefe y cuando esta llegada en plan de “conversemos” significaba que los pondría a hacer ese estúpido acto que tanto odiaban.

-Fufufufufufu~- el mayor, que también era rubio, estalló a carcajadas. Si alguien pudiera comprender como amaba a esos chicos, dirían que era amor de padre en vez del de un degenerado (cosa que no era, cabe aclarar)- Ya que saben lo que vine a pedir, les explicare algunos pequeños cambios en la rutina- el taco de billar se detuvo en seco y el de la melena larga alzo la cabeza, aunque no se podía ver su expresión su boca se había torcido dibujándole un gesto de aparente enfado.

-¿A qué te refieres con cambios? ¿Es que no recuerdas lo que sucedió la última vez?- la fastidiada voz del blondo pernoctado en la barra se dejó escuchar en el ahondonado silencio. El humo del cigarro ya posado en su mano subía y se perdía en la lámpara del techo.

-Exacto, la última vez no escatimamos detalles por lo que esta vez lo tengo todo previsto fufufufufu~- dijo el hombre de manera resuelta- Killer-chan y tú no tienen que preocuparse por nada esta vez…-

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¿Sería un lugar formal o informal? ¿Por qué demonios se complicaba? Se iba a poner cualquier cosa, después de todo era una simple cena ¿no? una camisa manga larga de color gris que se arremango hasta los codos, unos jeans al cuerpo de corte recto y unas zapatillas casuales de color caqui. Los colores elegidos resaltaban su pálida piel y el punto focal de todo él eran sus preciosos ojos dorados, sin que se lo propusiera Mihawk sabia exhibir muy bien su cuerpo con esa camisa que le quedaba pegada al torso.

Se colocó su cadena con dije de una cruz de tamaño considerable y una esclava de oro en el brazo derecho. Hacía mucho tiempo no salía a una cita con nadie, pero tampoco estaba nervioso, solamente le intrigaba a qué clase de lugar le podía llevar Shanks.

Recordaba un viejo “auto cinema”, el cual funcionaba todos los viernes por la noche.

FLASH BACK

-¿Qué es este lugar?-  Mihawk observó sin mucho entusiasmo el lugar al que lo había llevado Shanks. No era la gran cosa, solo un gran telón blanco sobre el cual proyectaban una película que posiblemente era de los 60’s. Había varios autos estacionados en frente y una que otra pareja disfrutando del espectáculo bajo los árboles cercanos.

-Bienvenido al orgullo de mi hogar- Shanks vivía en las afueras de la ciudad. Un pueblo pequeño y campirano donde todos se conocían, las vastas extensiones de verdes terrenos, el ambiente familiar y el efusivo trato por parte de la gente  le resultaba bastante incomodo al citadino.

-¿El orgullo?- Mihawk se abstuvo de decir lo que pensaba ¿Por qué esto sería un orgullo? Para eso habían inventado los cines y la televisión.

-ven, bajemos del auto te mostrare algo genial- Shanks estaciono su vieja Ford llena de óxido y se bajó rápidamente. Mihawk en cambio no estaba muy convencido, pero sin demostrar su descontento se bajó de la camioneta. Shanks lo tomo de la mano y antes que este opusiera resistencia lo jalo mientras se escabuia entre los autos y las personas, saltaron una cerca y la luz del cinema se fue quedando atrás.

-¿A dónde se supone que vamos, Akagami?- a pesar de que ya tenían un buen tiempo de haber iniciado la relación el de ojos dorados siempre mantenía una línea de respeto y distancia entre ambos. Shanks no dijo nada y lo llevo hasta una pequeña colina en donde se erguía un árbol enorme.

-Ya llegamos- el pelirrojo se detuvo y miro con orgullo el magnífico árbol frente a ellos. Mihawk miro con más detenimiento y pudo observar una hermosa casita edificada sobre él. Rodearon el enorme tronco y ahí estaban unos tablones clavados que simulaban escaleras.

Por dentro se veía igual de humilde que por fuera, una mesita de madera en una esquina, algunas fotografías y posters en la pared y una colchoneta no muy grande con nada más que una sábana y una almohada. Tenía dos preciosas ventanas sin cortina que dejaban que la luz de luna se colara e iluminara todo ese espacio, además podía vislumbrarse el cielo y el largo paraje que se extendían por un lado y por el otro las luces de colores del auto cinema.

-¿Te gusta, Mihi?- Shanks, aunque no lo demostrara se sentía nervioso al ver como su novio escrutaba con la mirada cada espacio. Él no era como Mihawk, no tenía mucho dinero y siempre había sido un chico poco “refinado” por eso, abrirle las puertas de su mundo a este hombre había sido una decisión complicada.

Mihawk no dijo nada. No entendía del todo porque ese lugar le transmitió tal paz y serenidad, tanto que podía escuchar el suave murmullo del viento. La luz lunar iluminaba el rostro de Akagami y sumado a esa segura sonrisa solo lo hacían desear comérselo a besos. Se acercó hasta Shanks y pegó sus labios a los del pelirrojo quien en un principio se quedó estático para luego seguirle el ritmo. Unos segundos después y Shanks ya estaba sobre esa vieja colchoneta siendo desnudado por “Ojos de Halcón”…largos suspiros y lacónicos besos húmedos se fundieron con obscuridad de esa pacifica noche.

-¿estás seguro de querer hacer esto?-  Mihawk frenó el recorrer de sus besos por el cuello del pelirrojo. Y un momento de culpabilidad lo invadió ¿Qué diría su padre si supiera lo que estaba a punto de hacer? Alzo la mirada y con un gesto de arrepentimiento intento alejarse pero al encontrarse con los ojos de Shanks algo lo retuvo.

-Akagami…yo lo lamento- No era momento para pensar las cosas pero su pragmática mente tenía que joderlo todo

-Oi, oi no te traje para que hiciéramos esto ¿sabes? ¿Y si mejor vemos las…- pero las palabras murieron en su boca antes de ser pronunciadas Mihawk atrapó con fiereza sus desprevenidos labios y es que no puedes evitar entregar un poco de ti cuando la otra parte está dispuesta a entregarlo todo.

Esa había sido la primera vez Mihawk y Shanks habían hecho el amor juntos…y aunque el señor Dracule nunca lo admitiera, ese era su lugar favorito para amarse hasta el amanecer con el pelirrojo.

END FLASH BACK

El viaje hasta el centro había sido toda una odisea. Nami se había puesto su vestido más esplendoroso el cual no dejaba mucho a la imaginación y obviamente más de algún transeúnte había querido pasarse de listo, por supuesto la curvilínea mujer podía ser muchas cosas, usurera, manipuladora, fría pero nunca una mujer fácil.

-Nami, estas demasiado hermosa como para tener esa cara de perros shishishishi- un golpe seco borro la agrandada sonrisa del azabache, al parecer su amiga había pasado desapercibido el cumplido.

-Ese estúpido desubicado. ¡Seguro se volvió a perder!- la pelinaranja estaba furiosa. Llevaban más de 30 minutos esperando el ostentoso transporte que se suponía los llevaría hasta el club nocturno, pero Zoro no había dado señales de vida.

-Supongo que tendremos que irnos en taxi-a Ussop no le importaba en que llegaran más bien le preocupaba donde pudiera estar Zoro.

-Pero yo quería ir en el auto con nombre de helado- lloriqueo Luffy.

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El sonido de la música electrónica retumbaba por todo el lugar. El DJ saltaba frenético contagiándole su animosidad a los presentes, otros simplemente se habían sentado en las mesas frente a los dos mini bares del club mientras se tomaban algún trago caro y observaban a las bailarinas que se contoneaban dentro de aquellas gigantes jaulas de metal que pendían del techo.

La tarima constaba de dos niveles y estaba justo en el centro del salón. La que estaba en la parte superior era parecida a un pequeño balcón donde estaba el DJ y la de abajo era una escenario con piso de madera pulida y unas enormes cortinas rojas con bordajes dorados estaban descolgadas, aun no era hora del show especial.

A los costados de aquella “edificación”  habían dos escaleras de caracol, una a la izquierda y otra la derecha que llevaban al segundo piso del lugar, la zona VIP, reservada únicamente para los empresarios acaudalados y políticos adinerados. Por debajo de cada escalera estaban los sanitarios; paredes blancas con bordes de mármol negro, enormes y espaciosos cubículos con puertas de madera y chapas de cromo. Los lavabos de cerámica y encimeras de granito, incluso las toallas eran bastante elegantes con sus estrambóticos diseños florales.

-Damas y caballeros sean bienvenidos a la inauguración del nuevo club y bar Pirate Ship- los presentes aplaudieron con excitación-  Con ustedes, el hombre que ha hecho que esto sea posible por favor démosle una cálida bienvenida a ¡Donnnn Quixote Dooooflaaaamingo!- la música volvió a sonar y la euforia se hizo presente, gritos y aplausos seguidos de gestos de admiración y desenfrenada alegría. Doflamingo era muy conocido y no solo en esa ciudad, era dueño de algunos de los casinos más importantes del país, además estaba en el negocio de los abrigos de pieles que eran vendidos por miles de dólares incluso en los lugares más remotos del mundo. Las cortinas se corrieron dejando a la vista la bella tarima de la parte inferior, una réplica exacta de un escenario de Broadway, parado en el centro un estaba un hombre rubio vestido con un traje negro de seda y satín, una corbata negra moteada con puntos rosas y unas zapatillas de charol bien lustradas y por supuesto su infaltable abrigo de plumas de flamenco.

-Fufufufufufu~- a pesar que era de noche llevaba unas gafas oscuras- Me da mucho gusto ver que tantas personas han acudido gustosas a mi nueva y más reciente creación: ¡El Pirate Ship!- a pesar que el lugar tenía como nombre “barco pirata” no tenía nada semejante a uno-Como ya saben es momento de un espectáculo en vivo fufufufu~- varias exclamaciones y aplausos volvieron a escucharse. Doflamingo no solo era popular por sus elegantes “locales” sino también por sus shows en vivo y sus alocadas ideas para las fiestas.

Después de que el hombre con las gafas oscuras se inclinara para despedirse y varios “te amamos Doffy”  las luces se apagaron y al volver a encenderse, Doflamingo ya no estaba en el escenario, a cambio había una especie de enmascarado, un hombre de cuerpo esbelto, cabellos largos y rubios

-Con ustedes, un chico con la precisión de una bala y la vista tan aguda como la de una Lechuza. ¡El lanzador de cuchillos! ¡Killer el amo del silencio! El hombre que nunca ha fallado ni uno solo de sus lanzamientos…- “eso es falso” pensó Killer. Ya habían tenido un “pequeño accidente” y todo gracias a las ideas de su jefe, solo esperaba que esta vez toda saliera de acuerdo al plan; el DJ seguía con la presentación pero la verdad es que el rubio estaba más nervioso que nunca, lo que menos quería era lastimar a Gi.

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Killer lanzó el cuchillo a la rueda giratoria y este se clavó justo cerca de la oreja derecha de la voluptuosa mujer. Había un inminente silencio, incluso las bailarinas en las enormes jaulas de metal del techo habían dejado de bailar para ver el espectáculo.

-¿Te imaginas si uno de esos cuchillos se le clavara en una de esas enormes tetas?- el pelirrojo no quitaba los ojos  del escenario. La mujer atada a la rueda y con esa sonrisa estúpida le causaba cierta excitación.

-Habría sangre. Irremediablemente habría sangre, pero… me pregunto si toda esa silicona podría amortiguar el impacto- el moreno se llevó su mano tatuada a la barbilla y ladeo la cabeza.

-Reales o no yo si le daría una buena mamada a esas tetas ¿tú no?... Trafalgar, te estoy hablando- el aludido en cuestión ni siquiera prestaba atención. El joven de los cuchillos era muy grácil y el traje completamente negro le marcaba perfectamente los glúteos. Kid le miró con fastidio, ese puto de Trafalgar se comía con la mirada al tipo en el escenario. -¿Quieres dejar de ver a ese flacucho y prestarme un poco de atención?-

-Tu sigue viendo a la muñeca de plástico y no me jodas la noche- Kid era un completo estúpido. Siempre trataba de acercarse a él de alguna manera, pero era tan idiota que no se daba cuenta y siempre terminaba metiendo la pata con un comentario que hería el orgullo de Law, quien tampoco iba a admitir que se sentía atraído por el encarnado, nada más por simple ego.

-Pues tú deja de ver a la nenaza rubia- Law lo miro con el ceño levemente fruncido. Hizo un ademan de querer levantarse pero todo el lugar quedó a oscuras, unos cuantos murmullo y antes que Kid dijera una palabrota, la luz iluminó únicamente un asiento en la barra.

Notas finales:

No hay palabras para expresar lo mal que me siento por no actualizar, sin embargo no tengo excusa y la única explicación es que entrar a la Universidad le ha dado vuelta a mi vida y todo es... diferente.

Pero al menos puedo afirmar que durante esta semana estare actualizando seguido, así que espero me disculpen y sigan leyendo el fic. Gracias a los que se tomaron la molestia de dejarme un review, francamente ellos me motivan a seguir.


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