Draco se sentía fatal. Esas vacaciones e inicio de su sexto año fueron los sucesos mas terribles de su vida; ejercer de doble agente era trabajo arduo y difícil; no entendía como Severus podía hacerlo sin desmoronarse ni siquiera mostraba nada en su rostro “vaya que tiene que hacer una estatua de mi padrino, que es el maestro del disfraz” pensaba con orgullo queriendo emularlo.
Por su parte se hallaba sudando la gota gorda a cada rato, tratado a toda costa que nadie se enterara de su condición… sabía que podía soportarlo; sabía que lograría salirse con la suya, incluso si había docenas de mortifagos merodeando en su casa día y noche podía fingir ser uno de ellos; pero lo más aterrador e impensable era pararse enfrente al señor tenebroso con sus silenciosos pasos y arrastre de voz que lo examinaba, lo ponía a prueba para demostrar su lealtad con cada avance que daba; le repugnaba.
Llegar a un acuerdo con Harry fue aun peor; pues el viejito amante de los caramelos de limón insistía en que debía de ser precavido con sus movimientos y principalmente con su relación; odiarlo hubiera sido fácil al principio de sus años en Hogwarts, pero fingir odiarlo después de tanto amor profesado era un infierno.
Sabía que cuando fue con su madre a Borgin & Burkes Harry estaba ahí, tenía que estar ahí sospechando; si iba a ser un mortifago tenía que demostrarlo y plantar la semilla en las mentes del trió dorado, ahí se esparciría (o al menos ese era el plan).
Por otro lado, con el señor tenebroso insistía que debía despacharse al mismísimo Albus Dumbledore, y tenía que dejarle ver sus avances, incluso le pidió que si podía dañar a Potter, que lo hiciera, en tanto no lo matara “claro, como si pudiera hacer eso ultimo” se decía acongojado, por ello lo único que se ocurrió cuando Harry entró en el compartimiento de Slytherin fue romperle la nariz.
“Ese vejete senil, espero que este en lo correcto y valga la pena…” pensaba angustiado cuando no veía llegar a Harry “maldita Luna, le dije que estaría ahí…” se comenzó a tronar los dedos moviendo su pie frenéticamente.
Cuando por fin llegó y recibió las miradas de total despreció del trío dorado puso su mejor cara de póker “como si me dolieran sus miradas” pensaba, pues realmente le valía el concepto en el que lo tuvieran la sangre sucia y la comadreja pobretona, en tanto Harry y sus sentimientos siguieran inamovibles, hacía que todo valiera la pena.
-Cuanto lo lamento Harry… No se me ocurrió otra cosa… yo solo… ¡maldición!- chilló limpiándole la sangre seca que aun tenía en su túnica.
-Descuida Draco… tenias que hacer… aunque si das las patadas bien fuerte tendre cuidado para la proxima de no hacerte enojar- dijo con burla tratando de aligerar el ambiente, pero le salió el tiro por la culata haciendole sentir peor –No me pasó nada, hey mírame, está bien, Luna hizo un buen trabajo arreglando mi nariz, quedo como nueva, incluso mejor creo yo- lo rodeó tiernamente por la cintura mientras Draco acomodaba su cabeza en el hueco de su cuello, era el mejor lugar para estar.
Harry acarició su espalda, sintiendo su fuerte respiración y su saltarín corazón; sentía su miedo aunque tratara de ocultarlo.
-Como quisiera que Dumbledore te hubiera dejado de lado, no involucrarte... debí de hablar con él en lugar de que como siempre fuera una conversación unidireccional… ¡joder que no quiero hacerte el villano!- Draco le dedicó una afectada sonrisa.
-Deja de amargarte… tienes que ser más comprensivo mi amor…- acarició los rebeldes cabellos oscuros que se resistían a ser domados. Harry dio una profunda bocanada.
-Pero es que…- Draco cubrió sus labios con su índice. La mano de Harry vagó hasta el dorso de su brazo izquierdo tratando de cerciorarse si estaba ahí o no aquello que temía y la sintió. La marca oscura le provocó escalofrió.
-Shhh… yo accedí a esto…- le tranquilizó alejando su mano y jalando más la manga de su camisa trato de ocultar su vergüenza, esa horrible marca que manchó su inmaculada piel para siempre.
-Pero entonces tienes que decirme en qué consiste, tal vez pueda ayudarte…- lo volvió a interrumpir.
-Me ayudaras no sabiéndolo… es bastante difícil mi misión y parece que todo está fríamente calculado por Severus y el vejete…- hizo una pausa tratando de darse ánimos mentalmente, pero la cara desconcertada de su león no ayudaba –tienes que hacer lo que mejor sabes hacer… seguirme, estar al pendiente de mis movimientos tratando de evitar cualquier percance…-
-¿Cómo?-
-Yo que sé, tu eres el del complejo de héroe- le dio un lento y muy necesitado beso en los labios, esperando así grabarse sus sentimientos mucho más profundo que cualquier cosa, hasta lo más recóndito de su ser y que se quedara ahí para siempre –solo… no me dejes… no importa lo que haga… ni cuanto te haga dudar mi lealtad… por favor…- sabía que como Malfoy es imposible rogar, pero desde hacia tiempo Harry Potter se había convertido en su única excepción.
-Jamás lo hare mi dragón, por nada del mundo…- Esas palabras le reconfortaron de modo que sabía que aferrarse a ello era su único salvavidas en ese huracán en el que estaba.
-Siendo así, tengo que darte…- dijo disimulando una sonrisa rebuscando en su bolcillo aquello que le había preparado con tanto cariño –Engorgio- conjuró con su varita para agrandar el objeto entre sus manos.
Un cofre de madera oscura se apareció ante los ojos de Harry. Era algo tan precioso por admirar, que temió que se rompiera cuando el rubio lo depositó en sus manos extendidas. La forja plateada alrededor de la madera refulgía como plata liquida queriendo emular los ojos de su dragón, pero lo que más le llamaba la atención eran las tres cerraduras con forma de flor de lis bajo las iníciales D.L.M.
-Fue un regalo de mi madre… por eso las flores…- dijo algo avergonzado
-Draco… ¿enserio quieres dármelo?- el rubio asintió.
-Por supuesto, ¿Quién mejor para tenerlo que tú? Además, ya me diste algo especial- señaló su collar que tanto adoraba observar –y quería darte algo muy personal…- Harry sintió como su corazón dio un brinco.
No era la primera vez que le regalaba algo, esta vez era diferente; algo tan suyo, invaluable que besó su mejilla con dulzura y se dedicó a examinar con detenimiento su obsequio; era realmente bello aunque le comenzó a surgir una duda pues no había llave alguna por ningún lado.
-Y… ¿Cómo se abre?- preguntó tímido para divertimiento de Draco que comenzó a reír pues sabía que esa pregunta no tardaba en llegar.
-Esas no son cerraduras Harry… es mas como un criptex…- el moreno se quedó igual que el Slytherin solo pudo rodar los ojos –es un código numérico…- lo acercó a los ojos verdes que apenas notaba los números en medio de las flores –y la respuesta es mi cumpleaños que es el…- Harry ladeó su sonrisa pues era obvio que sabía la fecha.
-Cinco de junio…- el rubio asintió y colocó la clave 5-0-6 y el cofre se abrió, mostrando tres cosas en su interior que dejaron boquiabierto al azabache.
-La snitch de nuestro primer juego…- tomó la pequeña esfera dorada como con una caricia y la volvió a depositar en el interior –como… me dijiste que querías un mechón de mi cabello… ahí esta… Pansy me lo cortó así que más te vale estar feliz con eso tan cursi- se sentía ridículo como una damisela de antaño dándole algo así a su enamorado secreto, pero era algo que Harry hacia tiempo le había pedido y casi rogado pues si algo adoraba era la textura de ese cabello platinado entre sus dedos.
-Y las copias de las fotos que recelosamente guardo…- esas que se había negado darle un juego.
La que tenía a la vista era la que se habían hecho en el aviario con Luna donde ella emocionada enseñaba a la cámara su nueva pulsera, mientras que la que estaba tras esa era una de ellos dos durmiendo abrazados en las mazmorras (cortesía de Blaise).
-!Ohh Draco!- se abalanzó contra su rubio repartiendo besos por su cara, tanta emoción debería de estar prohibida –es lo mejor que alguien me ha dado, gracias…- Draco con un suspiro abrió sus brazos para recibirlo cómodamente y volverle a besar.
-Por nada… solo… solo no vayas a olvidarme…- lo suyo no era decir cursilerías, pues ese era el trabajo de su Harry, pero eso era lo que su corazón mas deseaba, no quería tener duda alguna de sus sentimientos.
-¿Cómo podría si eres parte de mí?-
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Harry hizo lo que le dijo, fue más evidente siguiendo las claras huellas que dejaba Draco tras de sí, incluso sus amigos ya sospechaban del plan macabro que se estaba formando alrededor de su dragón y no poder hacer o decir nada para defenderle era incluso peor.
“No pierdas los estribos Harry… tienes que ser fuerte por ambos…” le había dicho y trataría de serlo aunque sentía su alma desgarrarse al descubrir a Draco desmoronarse en sus brazos en las efímeras reuniones que tenían, pues, estar juntos y que quedara grabado en la memoria del Slytherin presuponía una sentencia mortal si la llegaba ver Voldemort, por muy excelente dominio que poseyera en la oclumancia.
-Tienes que resistir mi amor…- le murmuró en el oído cuando lo vio llorar por primera vez, tan frágil, tanto cariño en un ser, era un crimen atroz fragmentar esa alma inocente. Ya había perdido a sus padres y ahora a Sirius por esa guerra inútil que debía llegar a un fin.
“No te perderé dragón, a ti no…”