Pasar por todo aquella dolorosa prueba le hizo ver todas las vicisitudes que se aproximarían tras el regreso de Voldemort; ya no habría paz, el terror comenzaría a corroer el ligero balance que con tanto trabajo, con tanta esperanza se había formado en esos catorce años y realmente temía cuanto el caos comenzara, los más vulnerables serían sus más allegados.
“Draco” pensó con mucho dolor. Harry necesitaba una certeza, algo tangible que le asegurara que estaría a salvo de cualquier mal y que nadie hozara ponerle un dedo encima.
Aunque era consciente que pocos sabían sobre su secreta relación, podía asegurar a ciencia cierta que eran de confianza. Los inscritos en primer lugar eran los mejores amigos del príncipe de Slytherin (quienes cada que podían le dedicaban una mirada evaluadora y un asentamiento de cabeza; lo cual no tenía ni idea si tomarlo como algo bueno o mal); también estaba seguro que Dumbledore formaba parte de este círculo, pues de vez en vez les dedicaba divertidas miradas a uno y al otro.
"¿Porque siempre parece enterarse de todo?" pensaba Harry atónito. Por último, pero no menos importante se encontraba Luna Lovegood quien descubrió con tal facilidad lo suyo que lo dejó pasmado y se preguntaba si era así o más transparente... sin embargo agradecía tener a alguien cercano que los apoyaba.
-¡Hey!- llamó su rubio chasqueándole los dedos en la cara sobesaltándolo –¡Merlín! Como maldigo las veces que comienzas a navegar en las lagunas de tu mente…- dijo aprensivo Darco haciendo un berrinche por no tener su total atención.
Harry esbozó una sonrisa aliviada y se aproximó a abrazar con todas sus fuerzas de su amada serpiente que sabía que su corazón era solo de él y con cada respiración clamaba que lo amaba más.
Draco le devolvió ese posesivo abrazo acariciando su espalda. Aunque en un principio odiaba esos abrazos de boa constrictora rompe costillas saca aire que tanto adoraba darle su niño que vivió, terminó por acostumbrarse a ellos, pues era su forma de cerciorarse de que era verdad su compañía, que su afecto y cariño le pertenecían.
-No permitiré que nada malo te pase…- dijo acariciando las finas hebras platinadas que se resbalaban sedosas entre sus dedos emanando un suave aroma acanelado.
-¿Estamos en modo héroe, huh?- dijo con tono burlón juntando su mejilla con la de Harry, emocionándose con su calidez y electrizante toque.
Siempre era así, tanto sentimiento compartido que parecía imposible sentir, ahí lo tenían, floreciendo en su solitaria presencia, en el resguardo de la noche, en su lugar secreto donde podía desnudar sus almas que se unían en un mismo palpitar.
-Por ti, siempre…-dijo en voz baja dándole un profundo beso que ambos ansiaban pero que no tenían prisa en precipitarlo, solo dejarlo fluir en las ondas de su sentimientos hasta el mar de sus cuerpos.
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Aunque tristemente para los dos no todo podía ser hojuelas sobre miel, ya que uno al ser el líder del bando de la luz y el otro por su parte era hijo de uno de los más influentes del bando de la oscuridad no podían ver el sol todos los días “¿porque?” se preguntaban con tristeza los dos.
Sin embargo, los días sin nubes eran un bendito regalo del cielo, tan escaso y preciado como un haz de luz en medio de la oscuridad de su trayecto entretejido con la dulce ilusión del “nosotros” y la prosperidad del mañana.
Procuraban con todo su ser disfrutar ese pedazo de aire, añorando su cercanía, amándose sin par sintiendo tocar su corazón desnudo tan frágil y rozagante que les pertenecía solo a ellos, pensando inocentemente en el futuro que tendrían una vez que Harry derrotara al que no debe ser nombrado.
-Cierra los ojos- susurró Draco en su oído haciéndole estremecer. Como le fascinaba que solamente él podía ponerlo así -no espíes, que si no, no te daré lo que tengo para ti…- obediente lo hizo sintiendo algo dulce en la boca –Son fresas con chocolate… mis favoritas…- dijo con ese tono de voz que revelaba más de lo que muchos podían comprender, una felicidad sin par con un sencillo acto como aquel.
-La perfecta combinación…- contestó haciéndole reír, no podía más que asentir.
-Exacto… pero te digo un pequeño truco, si haces un pequeño hechizo incendio a la fresa, hace que sepa mucho mejor….- la seductora voz le hizo temblar que no pudo contenerse y abalanzarse contra él uniéndose en un abrazo.
-¡Harry!- chilló Draco al sentir el peso del Gryffindor y el duro piso de piedra de la torre –Ya hiciste que tirara las fresas...- dijo rodando sobre sí mismo para quedar encima de él y lo besó lentamente explotando sus cálidos labios que tantos “te amo” le habían pronunciado y que le correspondían con el mismo gozo que él.
-Mmm… sabes mucho mejor que las fresas…- murmuró delineando su boca maravillándose de su textura.
-Tonto…- sonrió en medio de un nuevo beso que fue acompañado de un fuerte abrazo.
Con una ilusionada mirada se le quedó viendo a su bella serpiente platinada y con un pensamiento firmemente cristalizado en su interior revolvió los preciosos cabellos platinados para después poner un mechón travieso tras su oreja con delicadeza.
-Debemos de vivir juntos- aseguró Harry repartiendo golosos besos en todo el rostro de su amado; desde su naricilla, sus mejillas sonrojadas, su frente, pero deteniéndose más que nada en sus sonrientes y tan deliciosos labios –vamos a comprar una amplia casa en el campo, de dos pisos y un amplio jardín con girasoles-
El rubio no podía creer lo que escuchaba, era demasiado ambicioso, pero claro que podía imaginar algo tan maravilloso como eso.
-Y no olvides las peonias- dijo entre risas el rubio, esa maravillosa risa mezclada con la preciosa faz de la pura felicidad le hacía tocar el cielo con solo ese maravilloso espectáculo.
-Rosas, peonias, girasoles, gerberas, te daré lo que quieras- susurró en su oído mientras sus manos se aferraban a las caderas del rubio, iniciando nuevamente un cálido beso -y tendremos muchos hijos, cinco niñas y cuatro niños-
-Estás loco- decía entre risas, clavando sus finos dedos en el rebelde y tan suave cabello alborotado del ojiverde.
-Loco por ti- dijo besando su respingona nariz.
-Pero nueve son demasiados y ni sueñes que pariré como conejo, Potter-
-Ok, Ok, tendremos un niño y una niña, la llamaremos Dido Lily Malfoy Potter y a él James Hyperion Malfoy Potter- agregó inocentemente dibujando círculos traviesos en el pecho de su amor.
-Siempre me ha gustado el nombre Hyperion- dijo con tono soñador, era claro que podía imaginarse una maravillosa y tranquila vida a su lado… aunque no tenía ni idea de donde había sacado el nombre de Dido “seguro uno de sus mugglemanias” pensó divertido.
-Si es así, no estaría tan mal…- fue lo que le contestó dejándose invadir por todas esos hermosos deseos que sabía que tal vez no llegarían a cumplir.