Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Delicatessen por Radhe

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +


Cuerdas 


Las gruesas cuerdas que ataban sus manos a los postes que sostenían los cortinajes de la cama eran una irritación constante, casi dolorosa, a pesar de que no luchaba contra ellas. Ponía todo su esfuerzo en calmar su enojo y dejar al Patriarca hacer lo que quisiera.

Se concentró, por ejemplo, en el absurdo gesto de Saga, que sabiendo perfectamente que ya conocía su rostro, insistía en ocultarse tras aquella túnica pesada, el ridículo casco – porque eso le parecía, ya que no tenía nada de práctico, ni estético en aquella formación atroz– y la máscara, más propia de una amazona. Sí, aquellas ropas lo hacían verse poderoso, mucho más alto y rudo, pero sabía que debajo de toda aquella fachada, el griego seguía siendo el joven delgado de siempre. 

Una mordida sobre su hombro lo hizo reencontrarse con situación actual.

Ponerse a sí mismo bajo el dominio de alguien más lo irritaba profundamente; pero había decidido creer en Saga, entregarle su lealtad. Había jurado una total fidelidad, y cuando Él exigió su cuerpo como parte de su entrega no le pareció ilógico. ¿Qué tan débil es la lealtad de alguien que se niega a compartir la cama con su señor?

Así que Afrodita cerró los ojos, decidido a no interrumpirlo. Se imaginó la cara bajo la máscara, necesitaba ver a Saga, no una careta protocolaria sino al hombre que le había infundido un nuevo sentido a la justicia, que le había mostrado la verdad sobre el poder, sobre la belleza y sobre sí mismo. Tenía que relajarse, obedecería todas sus órdenes y seguiría todos sus pasos, hasta morir, caminaría por el camino que le marcara por el resto de su vida porque confiaba en él, porque creía en sus palabras, porque lo había decidido… y sin embargo no podía dejar de llorar.   

 

Aprendizaje

 

Caminaba sólo por caminar, sin ningún destino en particular. Al menos no hasta que vio a la muchacha, había escuchado hablar de ella de boca de Death Mask, y se rió, al pensar que su compañero la había confundido con un muchacho.

La línea del cuello, más que la de la cadera, hacían evidente para afrodita que se trataba de una mujer. Eso reafirmaba su convencimiento de que Cáncer estaba loco, por no decir idiota.

Como fuera, se acercó al camino por donde venía la muchacha. No sentía ninguna simpatía por el amo, pero la sirvienta le causó curiosidad. 

Ella estaba subiendo las gradas del santuario, cargando entre sus brazos una gran bolsa de papel. Miraba sus propios pies al caminar, poniendo todo su cuidado en no tropezar, y cuando se dio cuenta que él estaba allí se asustó tanto que apretó la bolsa entre sus brazos, sacándole una pequeña lluvia de naranjas, que se alejaron en todas direcciones.

Una rodó hasta los pies de Afrodita, que la levantó con un gesto lleno de encanto. Lithos estaba tan admirad que no dijo nada. 

–Aioria odia las naranjas… me quedaré con ésta. – dijo él buscando hacerla enojar.
Pero ella se acercó con paso rápido y le puso la bolsa completa de fruta en los brazos.
 
– ¡Gracias!

Exclamó, apresuradamente y se alejó rápidamente, en dirección al pueblo. Le había impresionado aquella presencia tan hermosa y grácil, pero no pensaba en quién era el hombre… sino en que éste le había enseñado algo nuevo sobre su muy amado maestro, y que ahora debía volver al pueblo y compararle otra cosa.

Afrodita por su parte, miró desconcertado aquel regalo, había sido tan inesperado… y además no tenía idea de qué hacer con tanta fruta. No podría comérsela toda.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).