“¿Hangeng?” Heechul se volteó, dificultando el paso de los demás miembros de Paradise, los que a duras penas y resguardados por sus managers tenían que caminar entre la muchedumbre de fans locas para llegar hacia las furgonetas que los trasladarían finalmente hacia el departamento.
“Opps oppa oppa OPPA firma acá. Oppa por favor firmafirmafirmafirmafirma”
‘Callate pendeja estúpida, sácame ese cuaderno con conejos de la maldita cara’ quiso gritarle, porque realmente estaba a punto de estallar. Como pudo, se abrió camino entre las niñas que los habían esperado durante todo el día, primero para ver la presentación en Inkigayo y luego, después del programa, para felicitarlos por su primer triunfo ante Nine Tails.
Entre tanto alboroto, el chico chino parecía haberse esfumado, ¿sería él? había sido una visión demasiado realista como para desmaterializarse tan de pronto. Justo cuando pensó que se había vuelto loco, una mano lo tomó firmemente por su muñeca. Asustado, se dio cuenta que los demás ya lo habían dejado completamente atrás, era una situación terrible, alguna fan lo secuestraría como bien sabía que pasaba con los Idols bonitos y adorables como él. De pronto unos lentes de sol y una gorra con orejeras fueron puestas con prisa en su rostro y cabeza. Se sentía aturdido siendo conducido por un extraño fuera del lugar. Las fans al parecer no se habían percatado y siguieron el camino de los demás.
Pudo gritar e incluso intentar golpearlo, sin embargo era una opción inaceptable puesto la persona que lo había sacado del mar de fans era precisamente Hangeng. Sus grandes ojos estaban abiertos hasta el tope y su boca quedó con una especie de ‘o’ cuando levantó la mirada y vio al chino sonriéndole casi con culpa. “Felicitaciones”
“Como…”
Heechul estaba sin palabras, nunca le había dicho a Hangeng que pertenecía a una banda famosa de SM entertainment, incluso aún después de verlo ensayar arduamente por horas para su audición del próximo año. Nunca le había dicho que su vida se había vuelto casi tormentosa, que su única salida y distracción era escaparse ocasionalmente al viejo apartamento a altas horas de la noche y pasar el rato con él. Y solo con él.
Fue algo así como un segundo comenzar o una segunda forma de conocerse. En realidad Heechul nunca supo muy bien por qué las cosas resultaron de esa forma. Sin embargo, de pronto, el chico con la fractura de falange medio se convirtió en algo importante para él.
Y todo comenzó por segunda vez ese día, hace exactamente dos semanas. Día en que Heechul llama a Hangeng, día en que Hangeng lo invita a su departamento.
Día en que le dice “A veces las personas se sienten solas… Pero yo no permitiré que te sientas solo otra vez”
Dos semanas después de aquellas palabras, el mismo día del Inkigayo, Heechul se había estado especialmente feliz. Había tenido que buscar a su amigo por todo el edificio de la SM pero no se sintió demasiado molesto por ello, es más, al final hasta se lo tomó con humor. El climax total de su felicidad fue cuando derrotaron a Nine Tails por cerca de dos mil votos. Era una locura, toda la banda estaba feliz y tenían planes de emborracharse ésta noche hasta morir, pero claro, Hangeng lo conducía a algún lugar desconocido y Heechul, se estaba dejando
Obviamente.
Se habían alejado bastante del canal de televisión, y ya en un callejón solitario Heechul habló.
“¿Y bien?” Heechul se cruzó de brazos algo molesto. “Ahora mismo debería estar emborrachándome con la banda y no contigo en un lugar que ni idea…Y ni siquiera hablas, no sé qué te pasa, me voy”
“Yo sabía desde hace tiempo que tú… que eras Paradise”
“Que soy-de-paradise. Por Díos ¿Nunca aprenderás coreano?” Heechul rodó los ojos y Hangeng pareció ofendido.
“Solo vine a apoyarte y en realidad quería ver, ver a Heechul.”
Heechul sintió su pecho hundirse poco a poco. Estaba cayendo ante los preciosos ojos resplandecientes de Hangeng. Le brillaban tanto… tal y como esa vez en la comida del local 24 horas. Parecía como si todos los astros estuvieran reflejándose en ellos, y en ese momento todos los astros lo miraban a él, fijamente. Heechul no pudo pestañear sin antes establecer la comparación entre esos ojos y la ovación de un público de miles y miles de personas con sus miradas puestas en Paradise. Esa noche concluyó que los ojos de Hangeng eran el absoluto de su capacidad de sentirse en la gloria.
Heechul no volvió a su apartamento ni siguió su plan de emborracharse hasta destruirse.
En lugar de eso, fue junto al chino directamente hacia su apartamento. Ahí no había delicioso bulgogui esperándolo para cenar, ni tampoco cerveza porque Hangeng no bebía alcohol. Sin embargo, Heechul consideró buena idea pasar su celebración con el chino que no sabía hablar bien coreano. De hecho, lo consideró una excelente idea después de ver que Hangeng había preparado una cena especial para él, no se trataba de algo extravagante, solo arroz frito con carne “a lo chino”, de todos modos, éste acto le causo una profunda impresión. Esa fue la primera vez que el menor preparaba la cena para el baterista y Heechul quedó tan impresionado por lo delicioso que estaba todo, que casi, casi quiso abrazar a Hangeng, recordando como éste lo había hecho ese día hace dos semanas en ésta misma habitación. Pero se contuvo.
Luego de comer vieron una película de las que Hangeng había conseguido recientemente para tener algo en qué entretener a su vanidoso ‘hyung’ cuando estuviera de visita. Hangeng se había sentado a un lado de él, en la cama y le tendió un plato con snacks, estaban muy cómodos mirando “Inteligencia artificial” pero la verdad era que ninguno le prestaba demasiada atención.
“El oso ése, es muy mono pero… su cara es como la de JongWoon cuando se enfada”
Hangeng rio a pesar de no conocer a JongWoon enojado. Ese mismo día fue la primera vez que lo vio y a pesar de su semblante serio, era un poco difícil imaginarlo con la cara de teddy. Heechul apartó sus ojos de la TV únicamente para ver la cara que ponía el chino cuando reía. Fue solo curiosidad, si claro, SOLAMENTE curiosidad. No era como si su corazón le latiera con más fuerza por culpa de esa melodiosa risa, no era como si le costara respirar un poco por culpa de esos ojos más pequeños que los suyos y que se hacían casi líneas con cada carcajada.
Hangeng se dio cuenta de todo.
Cuando Hangeng paulatinamente dejó de reír, se descubrieron mirándose fijamente el uno al otro, el pecho de Heechul comenzó a subir y bajar casi con desesperación mediante el otro se le acercaba tan lentamente que era doloroso. Hangeng llegó a tocar un mechón de cabello de su desordenado estilo, lo apartó de su rostro y sus pieles pudieron hacer contacto.
Fue un escalofrío que le recorrió completamente la espina dorsal. Hangeng bajó con su mano hasta su cuello y comenzó a acariciarlo lentamente, con su pulgar hacía círculos en alguna parte de su cuello casi llegando a sus hombros, fue ahí cuando Heechul soltó el primer suspiro por Hangeng, fue ahí cuando se dio cuenta que todo se estaba saliendo de control y que estaba perdido.
Hangeng no había sido algo intrigante desde el primer momento, es más. La primera vez que se encontraron, Heechul ni siquiera lo miró. Fue luego que se empezó a dar cuenta que el chino realmente le estaba causando estragos a la mente –o algo así- que Heechul no sabía explicar. Tuvieron que pasar meses para que sucediera, Heechul recién ese día se dio cuenta que lo había estado deseando hace mucho tiempo.
Porque sí, él deseaba a Hangeng.
Y sintió su mundo estallar cuando éste lo besó de pronto, como intuyendo que Heechul se moría por aquello. Su beso fue tan dulce, los labios de Hangeng eran tan suaves, tan…cuidadosos, en una milésima de segundo intentó reconocer algún beso parecido durante sus veintidós años, pero no. No encontró nada más que una visión nublada llena de bruma dentro de su mente.
La nebulosa crecía y crecía arrasando todo a su paso, era como una droga que le permitía mantener su mente y todo su cuerpo en un placentero estado de confusión.
Ese beso fue mucho más de lo que Heechul había imaginado en ciertas ocasiones mientras de daba una ducha. Fue todo “más” y todo nuevo, y todo demasiado BUENO para él. Para su cuerpo e incluso su alma.
La mano de Hangeng fue subiendo bajo la camisa, explorando todo a su paso. El Pecho de Heechul se removía en respiraciones aún más agitadas. Al borde de perder todo sentido común, agarró a Hangeng por su cabello fuertemente y tiró de él. Cayeron juntos al sillón, tener todo el cuerpo de Hangeng sobre el suyo fue la gloriosa victoria para Heechul.
Porque Hangeng era suyo
Y él era de Hangeng
Nada podía salir mal
Nada evitaría que Heechul desabotonase su camisa con furia, que saltaran tres botones y que le importara la reverenda mierda. Que Heechul le mordiera el labio para que dejara de ser tan suave y enloqueciera en el juego de la ansiedad junto con él. Que Hangeng temblara cuando sacaba su cinturón. Que Heechul no se hubiera dado cuenta cuando se encontraba solo con ropa interior bajo las cálidas manos de Hangeng acariciando todo su cuerpo.
Nada evitaría que las gotas de sudor los empaparan a ambos en un cálido baño de amor desesperante.
Los ojos de Hangeng brillaban aunque no tuvieran las cortinas abiertas para que el firmamento se reflejara en ellos. Heechul pensó que sería el brillo que él veía en Hangeng por naturaleza, sin siquiera pasársele por la cabeza que lo que hacía brillar siempre los ojos del chino era el reflejo de él.
En un repentino movimiento, Heechul le rodeó las caderas de con ambas piernas y la presión inminente los hizo jadear en la boca del otro. Heechul le masajeó con emoción su espalda ahora desnuda y besó su frente, labios, cuello… Fue el punto culmine para que Hangeng se diera cuenta que no podía soportar más. Se decidió aunque sus manos siguieran temblando de nervios. Poco a poco sus manos descendieron hasta los huesos de las caderas de Heechul, con intención de separarlo de él unos centímetros.
Le sacó la ropa interior de un tirón y la imagen que vio ante sus ojos le hizo perder la razón. ¡Heechul era terriblemente erótico! Y lo tenía todo para él, su piel blanca estremecerse con cada toque, el pelo desordenado cayéndole por los hombros todo, todo Heechul era perder los sentidos. Hangeng se quedó observándole unos segundos, anonadado y Heechul perdió la paciencia así que él también le bajó, como pudo, la ropa interior al otro. Con nerviosismo, pero solo decidido a acabar el juego que los dos habían querido comenzar.
Para Heechul era algo nuevo el ponerse nervioso, había tenido antes situaciones de una noche, pero esto era distinto, completamente distinto y no sabía por qué, tampoco quiso ahondar en pensamientos absurdos para el momento. Solo cerró los ojos dejándose sentir.
Y los abrió de pronto cuando Hangeng empezó a moverse, a prepararlo para recibir todo de él. Y Heechul suspiro honda y profundamente, queriendo todo de él.
En el momento en que Hangeng se introdujo en su interior y comenzaron ambos a moverse frenéticamente, queriendo más, queriendo abarcar todo, queriendo ser uno y mimetizarse en el otro. Se miraron a los ojos en todo momento y cuando ambos los cerraron con fuerza esperando la explosión, Hangeng lo besó lenta, profundamente y se sintieron en el paraíso.
Heechul se dio cuenta, por fin, que Hangeng debía tratarse de alguien importante en su vida.
Que su encuentro hace meses no había sido casualidad.
Cuando terminaron descansaron flácidos en la cama, era demasiado cansador cambiar el desastre que dejaron sobre ésta, así que solo se metieron bajo le cobertor, desnudos y descansaron esperando dormir pronto.
“Te quiero Heechul”
“Duermete ya…”
Esta vez Heechul no fingió dormir. Solo lo abrazó por la espalda rodeándole el abdomen con sus brazos, dando leves suspiros en el hueco del cuello del menor.
Heechul pensó que también lo quería pero era rápido aun para estar seguro.