Capítulo 2: Necesito irme lejos./ ¿Qué siento?.
Tras haberse encontrado con todo lo acontecido en el bar, Rubén decidió salir corriendo, prácticamente, huyendo de aquel lugar, sin dejar de preguntarse que le había hecho a Mangel para que este decidiera que ya no lo quería en su vida.
Mientras tanto, Mangel seguía hablando con Laura, quién parecía no darse cuenta de que la atención del granadino se centraba en su 'mejor amigo'.
Tras más o menos media hora corriendo sin mirar atrás, Rubén se sentó en un banco del parque, aquel parque donde hace algunos días había estado paseando con Mangel, ya que estaba alejado de todo y nadie podía verlos.
-Mangel, ¿qué ha pasado?- Estaba seguro de que no estaba llorando, no por fuera, por lo menos, pero se sentía tan roto y quebrado en ese momento, que parecía que todo se había vuelto negro.- ¿Qué te he hecho?- Se preguntaba, aunque claramente no esperaba respuesta.- ¿Es por qué no quería contar lo nuestro?- Susurró, sintiéndose cada vez más y más culpable. ¿Y si realmente había sido por eso?.- Lo siento, lo siento mucho...
Se tumbó en el banco, mientras, ahora si, su dolor salía a relucir al exterior en forma de lágrimas, mientras se iba sintiendo más y más roto por dentro.
¿Sabéis qué es lo que se siente cuando la persona que más queréis en el mundo, la que necesitas a tu lado día a día, la que te ayuda a continuar, la que piensas que siempre va a estar ahí, la que te saca una sonrisa aunque sea uno de tus peores días, la que tiene esos pequeños detalles que tanto te enamoran, de la que necesitas su olor, sus abrazos, sus besos, sus caricias, sus latidos, para sentirte a salvo, la persona que es tu mundo, la persona por la que vives, sientes que ya no te quiere, que se ha olvidado de ti, que le ha dicho a sus amigos que le presenten 'tías', y que intente 'ligar' con estás delante de tus narices, aún siendo su pareja?. ¿Sabéis qué es sentir un dolor profundo, tan profundo que sientes que te está matando lentamente, y no poder hacer nada para evitarlo?. ¿Sabéis qué es levantarse un día tan feliz, porque tienes a la persona más importante del mundo a tu lado, besándote, acariciándote, o simplemente estando a tu lado, y qué de un momento al otro todo eso acabe?. ¿Sabéis esa sensación de vacío que te viene sin previo aviso, cuando de pronto te pasa algo y piensas que ya no puedes levantar cabeza, y que a partir de ahí todo te va a ir mal?. ¿Sabéis qué es quererte morir en un preciso momento, y no poder contárselo a nadie, porque nadie puede o 'debe' saber nada?. ¿Lo sabéis?. Porque yo ahora sí lo se; lo sé porque lo estoy sintiendo, y es horrible. Es lo peor, realmente no se lo desearía a nadie. Ni a mi peor enemigo.
Sientes que tu corazón ya no late, que poco a poco se está parando. Notas que tu sangre deja de correr, que se ha quedado helada en tus venas, y se niega a seguir circulando. Que te has quedado quieto, ya que tu cuerpo parece haber olvidado que te puedes mover. Que en ese momento no sientes ni frío, ni calor, no tienes ganas de llorar, ya que no puedes eliminar el dolor debido a que todo ha sido muy repentino, pero que ni mucho menos quieres reír, y... que simplemente te sientes vacío. Que echas de menos algo, que se acaba de marchar, y que quieres que todo vuelva a ser como era hace unas horas, o unos días, y que necesitas a esa persona, a él, a tu lado. Que piensas que ahora las noches serán demasiado largas, porque nadie te hará compañía, nadie te mostrará amor, nadie te sacará gemidos ni susurros, y que cada noche será más y más duro. Que de pronto, cuanto más piensas, más ganas de abandonar todo te entran. Que deseas que alguien te abrace, pero que como antes, no le puedes contar a nadie, y por lo tanto no puede ser. Que, como si de flasbacks se tratasen, empiezas a recordar uno a uno, todos los momentos vividos juntos a esa persona, y que empiezas a suplicar perdón por cada error cometido.
“Quizás debería haber gritado mi amor por ti”.- Se reprochó Rubén, intentando respirar.
En esos momentos en los que te sientes con el corazón hecho trizas, roto y hecho pedazos, y que cuando intentas recogerlos, estos caen a un oscuro abismo. Esos momentos, son en los que sientes que tu vida se está acabando.
“Lo siento, perdóname... Mangel”.- Pedía, sin pensar.
Se levantó de aquel banco y empezó a caminar, sin tener nada claro; como el a donde ir, como se encontraba, o si tan siquiera, como se sentía en ese momento.
Solo tenía un pensamiento en la cabeza:
Camina, camina y no mires atrás.
Camino y caminó mientras frases llegaban a su cabeza:
Vete lejos, duerme y no hables.
Eran perfectas para describir, aunque muy de lejos, su estado:
Con el paso del tiempo, el dolor será menos intenso.
-Solo quería estar contigo, Mangel. Solo quería estar contigo para siempre.-Susurró abandonando aquel parque.