La noche pasó bastante rápido, al menos para el de ojos aguamarina, pues a pesar de haber tenido que dormir semidesnudo con el frío que hacía, aquel futón era más cálido de lo que parecía.
Por otro lado, el ojiazul lo había tenido bastante difícil para conciliar el sueño, metido en la comodidad de su cama, no dejaba de pensar en lo que había escuchado en el baño, lo intentaba una y otra vez, pero simplemente no podía, su cabeza llenaba de nuevo sus oídos con aquellos sonidos mezclados con la música del lugar como si aún siguiera allí, provocando un dolor punzante en su sien que no logró ignorar hasta que el cansancio fue demasiado como para aguantar despierto y acabó cayendo en un sueño algo intermitente y poco reparador, pero al menos estaba dormido.
Por la mañana Sousuke se revolvió en el futón, llevaba sin comer nada desde la tarde anterior y era obvio que ya necesitaba echarle algo al estómago. Cuando abrió los ojos no le sorprendió ver que ya era bastante tarde, lo que era extraño era el hecho de que Nanase no estuviera despierto, ni si quiera había indicios de que hubiera desayunado y se hubiera ido y eso era bastante raro.
¿Dónde se ha metido este ahora?
Se enderezó en el futón, echándose hacia atrás el pelo, completamente despeinado, y se puso en pie, dispuesto a levantar a su huésped.
Llamó a la puerta un par de veces, aunque no tuvo respuesta alguna, por lo que se decidió a abrir la puerta, solo por curiosidad. No se esperaba lo que vio, aunque eso no significaba que lo que vio estuviera mal, al contrario, se esperaba una habitación desordenada y un Nanase depresivo echo una bolita en la cama, pero para su sorpresa la habitación estaba impecable, y Nanase estaba dormido de lado, con la mitad del cuerpo fuera de la cama. Por las sombras oscuras que tenía bajo los ojos pudo adivinar que había dormido bastante mal y que, quizás, no había podido conciliar el sueño hasta un rato antes. Pero lo que más le llamó la atención era lo tierno que podía parecer en aquel momento, lejos de la seriedad que solía portar su rostro, ahora mismo parecía completamente relajado, una persona totalmente distinta a la que había visto la noche anterior y sin darse cuenta había suspirado de alivio, ¿cómo podía sentirse aliviado por algo así? Era extraño, nunca se había preocupado por nadie más que por Rin, y aquel día no solo se había preocupado por el ojiazul, si no que además le había acompañado a casa y su preocupación no había desaparecido hasta que lo vio descansar.
Decidió dejarle allí y hacer el desayuno, era lo mínimo que podía hacer después de que le dejara dormir allí, aunque seguía sin hacerle gracia cocinar para alguien así.
Para cuando el más bajo apareció por la cocina el desayuno ya estaba preparado y Sousuke, quien había conseguido apañárselas con la caballa que el ojiazul tenía en la nevera.
-Pensaba que te habrías ido cuando me despertara
-Tenía pensado hacerlo, pero viendo como estabas anoche quizás no llegaras a despertarte, alguien tendría que llamar a una ambulancia
El más alto se encogió de hombros, girándose por primera vez hacia la bella durmiente que era en aquellos momentos Nanase. Aunque lo que más llamó su atención no fueron las múltiples direcciones en las que iba su pelo, más bien el pequeño bulto que estiraba ligeramente los pantalones de su pijama.
-Vaya Nanase, ¿te has levantado contento?
El más bajo le miró extrañado, siguiendo la mirada del moreno hasta su entrepierna, sonrojándose ligeramente porque ni si quiera se había dado cuenta, pero ya era demasiado tarde para ocultarlo por lo que se apartó para cortar el contacto visual y se sentó a desayunar con las mejillas aún encendidas.
El ex nadador de Samezuka sonrió de forma burlona, aunque no podía evitar que aquella imagen que le había regalado el moreno y que si no fuera por ser quien era, probablemente ahora estaría retozando con él en la cama.
Desayunaron con un silencio bastante incómodo, o eso era lo que pensaba el más bajo pues para el moreno era el mismo silencio de siempre, si bien era cierto que no era fácil ignorar que el mayor estaba empalmado, tampoco le dio mucha más importancia, mientras que el ojiazul se estaba muriendo de vergüenza.
Cuando por fin acabaron de desayunar Yamazaki llevó las cosas a la cocina y se cambió de ropa allí mismo, dispuesto a irse a casa.
-Deberías hacer algo con eso o te empezará a doler
Volvió a sonreír de forma burlona antes de salir del apartamento del ojiazul, dirigiéndose al suyo.
Ahora Nanase se había quedado completamente solo con aquel problema que a diferencia de otras veces, no se había solucionado solo, algo que sin duda era culpa de la vergüenza que estaba sintiendo en aquel momento y que no remitió aunque Yamazaki ya se hubiera ido de casa.
Ahora solo debía ocuparse de aquello él solo. Se levantó con un gesto de dolor pues era obvio que era incómodo estar así, pero en lo que no se había fijado era en que había crecido más de la cuenta, y ya no era una erección tan pequeña como cuando se había levantado, afortunadamente ya estaba solo.
Entró en el baño bastante apurado, bajándose tanto el pijama como la ropa interior, mordiéndose el labio inferior al ver aquella erección. Suspiró pesadamente sentándose en el suelo del baño mientras llevaba la mano hasta su miembro, soltando un gemido ahogado cuando sus dedos rozaron su glande. Era la primera vez que se tocaba y sin duda iba a ser una experiencia muy extraña.
Su mano empezó a subir y bajar con torpeza, teneniéndose únicamente cuando los gemidos se agolpaban en su garganta impidiéndole respirar. Su cuerpo temblaba, su cara ardía por culpa de la excitación y su mano estaba completamente húmeda y pegajosa por el líquido pre-seminal, que solo le avisaba de que se vendría pronto, y a penas aquello pasó por su mente eyaculó en su mano, dejándola más pegajosa de lo que estaba. Se quedó sentado en el suelo aún tembloroso, tratando de relajar un poco su respiración mientras se limpiaba.
Desde que Sousuke había salido del apartamento del ojoazul, no había podido dejar de pensar en cómo le había dejado mientras trataba de convencerse a si mismo de que eso no le importaba.
Cuando estaba a punto de llegar a su apartamento recibió un mensaje al móvil, aunque tenía más o menos en mente quién era y lo que quería, y no se equivocaba. El mensaje no era ni más ni menos que de Rin.
Recibido 12:36 ¿Dónde demonios estás, idiota? Tuve que dormir en casa de Makoto por tu culpa. Si me has dejado tirado por un polvo juro que te mato
Enviado 12:38
Rin, no actúes como si te molestara dormir en casa de Makoto, porque DUDO que hayas dormido. De todas formas estoy llegando.
Volvió a guardar el móvil en el bolsillo, llegando por fin a su apartamento y encontrándose a un aparentemente enfadado pelirrojo, aunque le ignoró mientras abría la puerta y este empezaba a echarle cosas en cara, con las mejillas encendidas aunque el moreno sabía que no era precisamente por el enfado.
-¿Lo pasaste bien con Makoto?
La cara del pelirrojo se encendió aún más, con una mezcla de ira y vergüenza pues aunque le había interrumpido, había dado de lleno en el clavo.
-Déjame...no vuelvas a dejarme tirado sin avisar. Al menos habrás ligado ¿no?
Yamazaki observó al pelirrojo, quien tenía una mirada lasciva en su cara, aunque esta se borró en seguida pues el más alto estaba tardando demasiado en responder. Este al ver que Matsuoka se estaba dando cuenta de eso se apresuró en contestar.
-Algo así...yo no te pregunto por tu vida sexual
-Yo no te preguntaría si no me dejaras tirado por echar un polvo
-Eres un pesado Rin, no voy a contarte mis aventuras para que tengas material cuando te masturbes
El pelirrojo se sonrojó más si cabía, dándole una patada al más alto quien no pudo evitar echarse a reír, aunque en el fondo seguía pensando en lo roto que había estado Nanase por culpa de su mejor amigo, y en la extraña situación de aquella mañana.