Guillermo.
Últimamente, las cosas parecían ir a mejor. De verdad. Él incluso sonreía de verdad cuando Samuel bromeaba, había dejado de cortarse de forma profunda, comía un poco y no tenía tanto miedo cuando era la hora de ir a casa.
“Quizá todo está mejorando..."- Se dice, mirando atentamente como la mano del mayor coge la suya y empieza a dar suaves caricias. Eso se ha vuelto una costumbre, y Dios, de verdad que lo hace sentir bien.- “Ser feliz a lo mejor no es tan imposible..."
Pero todo cae en cuestión de segundos. Todo se derrumba cuando llega a casa, y él solo puede permanecer allí, completamente estático, viendo como esos pedazos que era su vida se derrumban y derrumban.
-¿Qué es esto?- La voz de su padre suena más fría y dura de lo normal, cosa que parecía imposible.
Guille mira con pánico el cuaderno que su padre sostiene en su mano, y un escalofrío recorre su cuerpo.
-Y-yo... Eso es m-mi...- Las palabras se quedan atoradas en sus cuerdas vocales, bailando entre estas, negándose a salir.
Retrocede por inercia uno, dos, tres pasos, hasta que su espalda choca con la pared. Su padre avanza lenta y felinamente hasta él, con aquella mueca macabra en sus labios. Se retuerce, deseando salir de allí. Sostiene su diario en sus manos, y por eso, el menor teme lo peor, y es que allí está todo. Tanto lo bueno como lo malo. Las tristezas como las alegrías. Sus razones y su escape. Su odio hacía si mismo y hacia su vida. Todo.
Su padre, aquella monstruosa criatura que tiene a unos pasos de distancia, abre aquel cuederno color verde con destellos morados y negros.
“Y es que en verdad no me quedan motivos para seguir. Mamá se fue hace dos años, y al principio creía que se había ido a hacer una visita a casa de la abuela ya que había peleado con papá, pero ella no ha vuelto desde entonces.
A mi papá parece que ya no le satisfacen los golpes, y últimamente me está tocando de manera muy extraña. Él me hace realmente sentir incómodo.."
Guillermo quiere gritar que pare, que deje de torturarlo de aquella manera y que prefiere que lo golpee hasta la inconsciencia antes de que aumente el dolor de su alma.
“Extraño a Carol. La echo mucho de menos. Ayer me puse a ver fotos antiguas y un fuerte nudo parecía extrujar mi pecho al ver lo felices que éramos. ¿No es increíble como se puede desmoronar todo en cuestión de segundos?"
Por un impulso, a causa de que ya no aguanta esa tortura, corre hasta su progenitor y golpea la mano en la que sostiene su cuaderno persona.
-¡Para!- Grita. Y por un momento se cuestiona a si mismo de dónde a sacado la fuerza y el coraje para hablar.- Por favor, detente...
El ser que tiene justo enfrente, lo golpea con toda su fuerza, y Guillermo agradece que esta vez no llevase correa, justo en el hombro derecho, y para sorpresa del menor, se detiene, se agacha y vuelve a agarrar aquello que significaba su escape.
“Fran y Alex están distantes de mi, y no me sorprende. Siempre que de en de salir o visitar algún lugar, yo tengo que excusarme. Y es por eso que ahora ellos hacen sus planes sin contar conmigo, y lo comprendo... Pero duele."
“Vomité de nuevo. Sentí repulsión y asco al verme en el espejo..."
Busca otra página aleatoria y sigue leyendo.
“Hoy he vuelto a hacerlo. No sé qué fue lo que pasó por mi cabeza exactamente, pero cuando volví en mi tenía mi muñeca llena de sangre y cortes. Raramente me hizo sentir bien, me sentía aliviado. Por unos instantes todo desapareció salvo el dolor de pasar el cuchillo por mi muñeca en repetidas ocaciones."
El menor sintió como el aire abandona sus pulmones. Si bien su padre ya sabía que se auto-dañaba a si mismo, e incluso decía cosas como «Bien, así morirás antes», «Al fin y al cabo, es lo que mereces» y otras miles de palabras desgarradoras, que leyese en voz alta, con una sonrisa altanera sus más recónditos pensamientos, lo destruía de una manera indescriptible.
“Hace una días conocí a un chico llamado Samuel. Siempre tiene una sonrisa en el rostro, y es bastante simpático. Intenta hacerme reír en varias ocasiones, y a veces, sin darme cuenta, me veo a mi mismo, soltando carcajadas por una de sus muchas tonterías, olvidando el dolor y el temor."- El tono con el que pronunció estas palabras hizo que cada pelo de su cuerpo se erizase.
Por suerte, su padre se silenció. Se acercó a él y lo golpeó repetidas veces.
“Y aunque duela decirlo... Esto es menos doloroso que el que alguien lea el significado de tus demonios, tus miedos, tus secretos... Tu auto destrucción"- Y al final, se quedó allí, tumbado en la entrada, magullado, golpeado, sintiendo como todo volvía a teñirse de una oscuridad aún mas negra y fúnebre, pensando que verdaderamente no, él no podría ser feliz por más que lo intentara.