No es hasta que pasan casi dos semanas que mis moretones se empiezan a difuminar y dejan de hacer formas extrañas en mi piel, así que puedo ocultarlos con maquillaje y por consecuencia, volver a la rutina de la escuela, ya que, sinceramente, es una de las pocas salvaciones que tengo de escapar de esta cueva donde viven los monstruos.
Pero... quizá no esta vez, no cuando Samuel estuvo en mi casa, con mi padre. Quizá hable demasiado, o puede que no me hable en absoluto. ¿Por qué las dos opciones duelen en mi pecho, aún cuando he hecho todo lo posible para convencerme de que ya lo he perdido? O más doloroso aún, ¿alguna vez fue mío? Porque él me dijo que me quería, y yo le cerré la puerta -no solo la literal, si no también las de mi corazón, a pesar de que él era la única luz que tenía-, porque yo solo escuchaba su tono bañado en lástima, lástima por mí.
Pero después se... ¿él se coló en mi casa por la noche y durmió conmigo? ¿el sueño fue real? ¿tuve la osadía de besar a Samuel?
Pienso, pienso y pienso, y cuanto más pienso menos respuestas encuentro y más me desmorono.
Vuelvo en mí cuando ya he conseguido llegar a la puerta del centro, aunque es temprano. No calculé la hora, después de hacer el desayuno a mi padre -dos veces- y escuchar sus "buenos días" cargados de palabras que se quedan en mi cerebro y se clavan en mi corazón, solo quería salir de allí como fuese. Y ahora me encontraba allí, entrando por la gran verja gris oscura, con el patio prácticamente vacío de estudiantes. No pude más que respirar, guardando ese instante de tranquilidad en algún lugar al fondo de mi mente, y subir a la terraza donde siempre iba para aliviar el dolor. Aquel lugar era mágico y a la vez la mayor tentación del mundo, sentía que podía volar, ser normal, libre y no tener que lidiar con una eterna pesadilla que poco a poco se come la realidad, ya que se repite día tras día, pero a la vez, con solo un paso, terminaría todo.
Nada más entrar por la puerta azul noche, el recuerdo de Samuel me acoge como si de una enorme burbuja se tratara, y es que hace un tiempo, casi consigo mi cometido de hacerle un favor al mundo y acabar con el monstruo que era yo, pero allí estaba Samu, -¿por qué no me extrañaba? a veces él era como un súper héroe que salvaba vidas sin ni siquiera saberlo- rescatándome como si yo fuese una princesa en apuros.
Suspiro. Atrapado entre pensamientos y ganas de saltar. Atrapado entre nudos y deseos de volar. Atrapado y atrapado, dando vueltas sin realmente llegar a nada.
-Guille, ¿qué haces aquí?- Salto lejos de la entrada, posicionándome en el borde sin ni siquiera darme cuenta, con el instinto de retroceer, asustado por la voz que me arrastra fuera de mi lamento.
-Observo el cielo.- Respondo como si nada, pero tengo que clavar mis uñas en la parte baja de mi muñeca, por miedo a salir corriendo.- ¿Y tú?
-Te observo a ti.- Las palabras Samuel, con su calmada y aguda voz hacen que mi corazón lata fuertemente, sintiéndose vivo por unos segundos, pero no dejo que mi máscara caiga, solo la pego más, así que ruedo los ojos con fingido cansancio y resignación.
El silencio vuelve a nosotros, roto de vez en cuando por la suave brisa de plena mañana. Una parte de mí desea no haberlo molestado por mi repulsiva actitud, en cambio, otra desea que corra lejos del demonio que soy: alguien sin esperanzas y con un corazón negro que se extingue.
"¿Por qué siempre despierta sensaciones contradictorias en mí? ¿Por qué me hace sentir, en realidad?"- Él mira con atención el cielo, quizá deseando alcanzarlo tanto como yo por la expresión soñadora que emerge en su rostro, así que puedo tomarme el placer de mirarlo detenidamente. Su camisa vaquera que se ajusta a él, haciéndole ver simple y elegante a la vez, sus pantalones grises estrechos por abajo y sus zapatillas blancas le dan el toque típico de Samuel.- "Es como si... él fuese la única persona que provoca sensaciones en mí, aún cuando me siento muerto por dentro"- Y entonces, baja la mirada y pone toda su atención sobre mí, y lo único que puedo pensar es que está vivo, está tan vivo... y él hace que yo desee vivir de alguna manera, soportando todo esto.- "Pero solo... lo rechazo y le hago daño."
Mas él solo se acerca, con una carcajada que casi consigue que muestre una pequeña sonrisa, porque parece un niño pequeño, y quizá es una de las cosas que más adoro de Samuel.
-Voy a luchar por ti.- Susurra en mi oído, haciéndome estremecer.