Seireitei
Kira se encontraba en su celda, cansado, triste, impotente e incrédulo por un sinfín de cambios en tan pocos días. Con sólo pensar lo que había sucedido hace unas horas... se estremeció al recordar la cantidad de sangre en el muro, el cuerpo inerte del capitán en el muro...
El horror, la incredulidad en los rostros de sus compañeros, el dolor y la ira reflejada en el rostro de su amiga:
<<¿Cómo alguien pudo matar al capitán Aizen? ¡A uno de los capitanes más poderosos!>> pensó mientras se recargaba en los barrotes. Los intrusos eran los principales sospechosos, o al menos eso pensaba hasta que observó la reacción de Hinamori contra su capitán Ichimaru.
<<Ella lo acusó, y encima ¡lo atacó!>> pensó.
Él debía defenderlo porque era su obligación, no quería pelear con ella pero no tuvo elección. Cerró los ojos con fuerza y se sujetó la cabeza con ansiedad al recordar que había levantado su espada contra ella.
Un aliado.
Una amiga.
<<Jamás debí hacerlo, las peleas son algo que debe evitarse, el último recurso… y jamás contra un amigo. Es posible que me odie, últimamente lo hago todo mal… primero Hisagi y ahora ella, ¿quién sigue? ¡¿A cuanta gente tengo que perder?!>>.
De pronto recordó lo que pasó con Hisagi; un fuerte rubor cubrió su rostro y él lo ocultó en sus rodillas. <<Ay dios, ¿tan borracho estaba?, pero, ¿cómo pude…? ¡Qué vergüenza! Me odia, seguro me odia. Maldita sea, maldita sea, maldita sea ¡maldita sea! odio las peleas, ya no quiero pelear>> pensó con tristeza.
-Ya no quiero pelear… -Susurró con voz muy baja. Sintió una ligera caricia en su cabello que le erizó la piel:
-¿Pero qué dices, Izuru? –Dio la vuelta para encontrarse cara a cara con su capitán, él le puso un dedo en los labios para que no dijera nada–. Necesito tu ayuda y no quiero que hagas preguntas, ve a la cámara de los 46 y haz que Matsumoto te persiga junto a su pequeño capitán. Por cierto, todos los miembros de la cámara están muertos.
Kira se horrorizó pero no dijo nada, su capitán sonrió.
-Buen niño… -Abrió la puerta y lo esperó del otro lado, con los ojos cerrados, como siempre. Kira vaciló antes de salir de la celda.
-Tranquilo Izuru, te aseguro que nadie saldrá herido.
………………
Mansión Kuchiki
Byakuya se encontraba reflexionando acerca de los últimos hechos en la terraza. <<Los intrusos debían morir, era mi deber eliminarlos>> pensó mientras tomaba una taza de té.
Si Yourichi no hubiera aparecido, él habría asesinado a Ichigo y a sus amigos aún en la presencia de Ukitake, el benévolo capitán del 12vo escuadrón. No fue así. No sólo lo humilló al superar su velocidad, además se atrevió a decir hace tres días que Ichigo sería más fuerte que él.
De pronto se levantó de su asiento. <<La profecía…>> murmuraba mientras se dirigía a un viejo librero para consultar un pergamino aún más viejo.
Contaba la historia del nacimiento de un shinigami capaz de superar los límites de poder establecidos, uno que podría convertirse en la mano izquierda del rey espiritual e incluso llegar a tomar su poder con el fin de equilibrar las fuerzas en el universo.
Por mucho tiempo se pensó que el actual capitán comandante Yamamoto sería el shinigami más poderoso, pero la idea se perdió al comprobarse el límite de su poder, un inmenso y abrasador poder con un límite muy elevado. Los primeros capitanes, Kyoraku Shunsui y Ukitake Juushiro, ambos con la capacidad de invocar dos espadas y cuyos bankai son tan peligrosos como para ser liberados, también tenían un límite.
De esta forma, los shinigamis más fuertes en la historia del Seireitei siempre habían sido parte de la nobleza, pero aún con tanto poder a su disposición se habían encontrado con un límite. Y la profecía no mencionaba nada del origen del shinigami más poderoso, únicamente un poder siempre en aumento. Si Yourichi decía la verdad…
<<Resulta ridículo pensar en la más remota posibilidad… Él no puede superarme, tomó los poderes de Rukia, no es un shinigami>> pensó al recordar la naturaleza humana de Ichigo.
Pero debía considerarlo, si Ichigo alcanzaba el Bankai, la técnica más poderosa y difícil de dominar, que requería años de esfuerzo, entrenamiento y dedicación, entonces era muy probable que la profecía se cumpliera. Y entonces Byakuya tendría que encargarse de que el shinigami más poderoso formara parte de la nobleza.
<<Tendría que ser su mentor, protector… y cónyuge>> pensó y tragó saliva al leer estas últimas palabras. Sea hombre o mujer, el líder de la casa noble más poderosa debía hacerse cargo del shinigami de la profecía, ya que un poder tan grande debía estar al servicio del Seireitei y eso sólo se cumpliría con un enlace matrimonial.
Byakuya jamás pensó que le tocaría presenciar el cumplimiento de la profecía <<si es que se cumple>> pensó; esperaba que fuera su imaginación, pero en el fondo, muy en el fondo, tal vez…
En un segundo se giró para encontrarse con un miembro de la guardia de sigilo.
-Kuchiki-sama, se requiere su presencia para detener al capitán de la onceva división, Zaraki Kenpachi, quien ha liberado a los intrusos y se encuentra recorriendo el Seireitei en busca del shinigami de cabello naranja. También es mi deber informarle el escape de prisión del teniente de la sexta división, Abarai Renji. <<Esos incompetentes…>> pensó Byakuya.
-¿Quién solicita mi presencia?
-Es un protocolo de emergencia, Kuchiki-sama.
-El plan del intruso consiste en detener la ejecución, así que iré para detenerlo en ese sitio.
-P-pero, el traidor Zaraki…
-No es importante, además –lo miró con frialdad; el mensajero se encogió ante su mirada-, si se molestara en subir su reiatsu percibiría el del dos capitanes acercándose al de Zaraki, ellos lo detendrán. –El mensajero se arrojó al suelo en una marcada reverencia y exclamó:
-¡Ruego disculpe mi ineptitud, Kuchiki-sama! –Se retiró con la misma velocidad a la que había llegado, Byakuya tomó su espada y se dirigió al sitio de ejecución, se detuvo a la mitad del camino al sentir un reiatsu aproximarse al mismo sitio que él y decidió interceptarlo.
-¿Así que quieres salvar a Rukia? –Se dirigió a su teniente.
-Yo… No, no puedo dejarla morir, aunque eso vaya en contra de mi juramento hacia usted.
-Juraste obedecerme.
-No solo eso, la admiración y el respeto me impulsan a obedecerlo ciegamente, pero no estamos al mismo nivel, no soy… ¡¡¡NO SOY DIGNO DE USTED!!! Por eso juré que algún día lo superaría, y solo así podría estar a su lado. –Renji levantó su espada e invocó su nuevo bankai,, en un instante aumentó de tamaño y se convirtió en una gigantesca serpiente que se alzó imponente junto a él.
-Hablas de respeto pero no eres capaz de seguir mis órdenes o incluso de ganar una pelea contra un simple intruso; y es cierto, no estamos al mismo nivel ni aún después de conseguir tu bankai, por lo tanto siempre estarás por debajo de mí.
-Bueno, -Renji se sonrojó un poco y dijo-: En realidad preferiría estar encima de usted pero también puedo estar abajo.
-Renji…… -Byakuya se quedó pensativo ante sus palabras, captando el doble sentido- ¿Exactamente de qué estás hablando?
-Lo diré de otra forma, yo… lo quiero, y con tal de ser digno de usted tengo que superarlo.
-Ridículo…
-¡No! –Su espada se levantó con rapidez y le arrojó un intenso ataque de reiatsu rojizo; Byakuya lo esquivó con facilidad.
-Tu bankai es poderoso pero necesitas al menos 10 años para controlarlo.
-Aun así puedo pelear. –Renji se irguió y siguió atacando, en un momento Byakuya se colocó detrás de él y lo hirió con el filo de su espada.
-Ignoras algo, Renji: nunca estaremos al mismo nivel simplemente porque por más que mejores nunca lograrás alcanzarme, yo también puedo aumentar mi poder. La diferencia de clases es abismal: yo soy de la nobleza mientras que tú provienes del distrito más pobre de la sociedad de almas, y además… no estoy interesado en ti.
Renji se levantó y siguió atacando, su espada se desintegró un par de veces pero volvía a unirse en respuesta a la desesperación y determinación de su amo. Renji finalmente cayó cuando Byakuya utilizó su bankai contra él.
-Sobreviviste… pocos lo han hecho ante el primer golpe –limpió la herida que recibió de Renji y le arrojó la bufanda blanca que llevaba en el cuello- tus colmillos lograron alcanzarme, pero tú… tú nunca lo harás.
Lo dejó y se encaminó a la ejecución de Rukia, no sin antes sentir el reiatsu de tres capitanes peleando en la cercanía del lugar, Kenpachi comenzaba a debilitarse.
Aunque no por mucho tiempo.
………………………………
-Yumichika, la pelea terminó, ¡ríndete ya!
-Las peleas del onceavo escuadrón no terminan hasta que alguien muere.
-No quiero matarte…
-Maldito Hisagi, eres un cobarde, ¿te da miedo perder?
-Por favor… estoy siendo considerado.
-¡Eres pa-te-ti-co! Preferiría que me mataras antes de tener tu “consideración”; todavía me deseas, admítelo, pero prefiero morir antes que… -Hisagi lo derribó golpeándolo en el estómago con la empuñadura de la espada, Yumichika cayó de rodillas.
-¡¡¿Ah sí, prefieres morir?!! ¡Entonces muérete, y de paso vete a la verga! No sé por qué pierdo el tiempo contigo. –Yumichika escupió sangre y le sonrió con sarcasmo, diciendo:
-Me voy si me acompañas, ardido.
-Te puedes ir tú sólo, ¡te sabes el camino de memoria!
-Sigue molestando y le voy a llevar tu lengua a mi capi como regalo.
-¿Tu capi? –El rostro de Hisagi se contrajo y estalló en carcajadas- ¡¡¡¡Ajajaja!!!! ¡¿Entonces te gusta tu CAPI?! Pero no que te gustan hermosos y no sé qué tanto… Maldito hipócrita.
-¡¡Eh, no te metas!! –Se levantó de inmediato y empuñó la espada-. No tengo que darte explicaciones…
-Cállate. –Hisagi lo interrumpió con brusquedad y escupió a sus pies- no te comparas con tu capitán, dudo que te haga el mínimo caso e incluso en este momento te debe dar por muerto.
-Supongo, si es que se acuerda de mí o de Ikkaku.
-Ajá, ¿te gusta Ikakku? –Yumichika lo miró con burla y preguntó:
-¿Por qué tanto interés en saber quién me gusta? –Hisagi se encogió de hombros y respondió:
-Simple curiosidad.
-Ikkaku es mi compañero en armas, casi mi hermano, ¿tú no tienes a alguien así?
-Pues si… -<<aunque el muy imbécil me acose sexualmente, pero sólo cuando se emborracha con sake>> pensó recordando a Kira-: si no es él, es tu “capi”, me sigue sorprendiendo.
-Ya me cansé; no voy a tolerar que insinúes semejante idiotez porque eso denigra a mi capitán, Hisagi, tendrás que guardarme un secreto…
Levantó su espada y al reflejar la luz del sol se transformó en un extraño rosal de vivos colores verdosos y azulados, se extendió con rapidez y se apoderó de las extremidades de Hisagi, éste se sorprendió del extraño shikai de Yumichika y trató de liberarse pero se quedó sin energía en un segundo.
-Este es mi secreto: todos piensan que no tengo shikai y por eso me da tanto gusto utilizarlo contra ti; ahora cierra la boca y escucha, ya que tienes tanta curiosidad te diré algo: no me gusta mi capitán, pero me interesan otros dos.
Yumichika extrajo toda la energía de Hisagi y de su espada florecieron unos pequeños capullos blancos, tomó uno y absorbió la energía que emanaba mientras dejaba caer a Hisagi en el tejado, él se encontraba completamente inmóvil apenas con energía para respirar, Yumichika se acercó y le dijo:
-Si me disculpas, tengo que ir a ver a mi capitán para presumirle que sigo vivo… ¿lo sientes, verdad? Los capitanes han usado su bankai contra él y perdieron, ¡es demasiado fuerte!
Desapareció con rapidez y elegancia dejando a Hisagi derrotado sobre el tejado; jamás había sentido tanta debilidad como en ese momento y todo por culpa de ese extraño shikai, ¿cómo era posible que Yumichika tuviera semejante poder y no lo utilizara?
<<El muy idiota es demasiado orgulloso como para admitir que tiene un shikai basado en kido, teme la reacción de su escuadrón, y dice que yo soy paté… ¡¡Queeeeeé!! ¡¿El capitán comandante Yamamoto está peleando?!>> pensó alarmado mientras dirigía la mirada hacia el lugar de donde provenía ese abrasador reiatsu. Definitivamente estaba peleando, pero no contra un enemigo…
<<No… ¿qué está pasando? ¡¡¿Por qué pelea contra dos capitanes?!!>>.