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Striper a la fuerza por Fullbuster

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Minato Namikaze POV


 


Por fin había conseguido dormir a gusto una noche entera y es que saber que mi hijo estaba en mi casa, estaba de regreso en mi vida… eso me calmaba. Aún así, me desperté con una única idea en la cabeza, Deidara. Él era quien se había dado cuenta de que Naruto podría ser mi hijo y quién había estado trabajando para unirnos de nuevo, fue a hablar con mi hijo, le convenció y habló con él de la situación que yo había vivido, de que no quise abandonarle y en este momento… tener a Naruto de nuevo en mi vida era lo más importante, estaba en deuda con ese chico de largo cabello rubio.


Me incorporé y me vestí bajando a desayunar. Mi hijo aún dormía y no quise molestarle. Anoche habíamos tenido una larga conversación, me había contado todo, su vida en el orfanato, cuando se enamoró de Sasuke, lo agradecido que estaba de haber tenido en su infancia a la familia Uchiha que le ayudó y le invitaban a cenar siempre que podían, de Deidara y las largas charlas que mantenían cuando Naruto tenía dudas de las cosas, me habló de su trabajo de Striper, de Asahi, de su embarazo y hasta del problema respiratorio del pequeño.


Supongo que tener todo este dinero ahora servía para algo. Hoy tenía una reunión importante con Fugaku y es que él era ahora el que llevaba mis cuentas, el dinero y me aconsejaba en qué invertir para ganar más, era bueno en su trabajo y yo le había planteado un par de negocios en los que deseaba invertir. Quería ayudar a todos los que ayudaron a mi hijo y estoy convencido de que Naruto también deseaba ayudarles, tenía un corazón increíble, eso lo había visto.


Dejé las tostadas preparándose y me puse a leer el periódico, había mandado a Iruka comprar adrede el de Deidara y es que quería ver las noticias que solía sacar. Me llamó la atención que mi caso ya estuviera en boca de todos, porque Deidara había sacado los trapos sucios de la familia Haruno en plena portada y sonreí, ese chico no se andaba con rodeos, iba a por todas y era posible que le cayese alguna demanda de la familia Haruno, pero a él le daba igual con tal de ayudar a sus amigos. Es posible que pudieran despedirle por esto, había publicado algo no autorizado.


El teléfono sonó y dejé el periódico en la mesa caminando a descolgar. Era Iruka que me pedía que pusiera la televisión. Me apresuré a buscar el mando de la televisión, ni siquiera sabía dónde lo había metido y cuando lo encontré entre los cojines del asiento del sofá, la encendí en el canal que me comentó para ver como arrestaban a la familia Haruno y la prensa no les dejaba respirar mientras la policía trataba de meterlos en el coche patrulla.


Naruto llegaba en aquel momento y se quedó absorto también al ver lo que ocurría en la televisión. Se apoyó junto a mí en el respaldo del sofá y miramos en silencio las noticias hasta que cortaron la emisión en directo. No parecían querer hablar mucho esa familia, pero ahora todo el país sabía la clase de personas que eran y pasarían un buen tiempo encerrados.


- Parece que hay un asunto menos del que preocuparse – me dijo Naruto sonriendo.


- Eso parece, van a estar una buena temporada entre rejas. Ahora sólo queda limpiar el buen nombre de Fugaku y tratar de levantar su empresa.


- ¿Vas a invertir en él? – me preguntó.


- Sí – le dije – creo que es un buen hombre que sabe llevar su empresa, sólo se metieron en medio personas que no deberían haberse metido, pero ya están fuera de juego.


- Oye papá… ¿No hueles a quemado? – me preguntó y yo me sorprendí de golpe.


- Mierda, las tostadas – le dije y ambos salimos corriendo sacando las tostadas socarradas.


- Ay… de verdad que eres un despiste – me dijo Naruto y yo sonreí.


- Creo que veintidós años en la cárcel sin nada que hacer pasan factura. Voy a tener que ponerme las pilas y adaptarme a esta nueva vida.


- Podrías pedirle ayuda a Deidara – me comentó – ya sabes que yo en cuanto todo esté resuelto me iré con Sasuke a vivir,  no quiero dejarte solo sabiendo…


- ¿Qué soy un inútil? – le pregunté.


- No quería decir eso, pero que tienes que aprender muchas cosas. Me quedaría más tranquilo si alguien estuviera aquí contigo y creo que te gusta un poco Deidara.


- Es posible – le dije sonriendo – ese chico tiene algo especial y me ayudó a encontrarte.


La puerta sonó y fue Naruto quien me dijo que fuera a abrir mientras él preparaba algo de desayunar que no estuviera chamuscado. Que mi hijo tuviera que enseñarme cosas a mí no era precisamente agradable, se suponía que era yo quien debí estar a su lado siempre y enseñarle a desenvolverse en la vida, pero él ya tenía su vida completa hecha. En parte me alegraba, era un chico valiente, fuerte y decidido, muy amable y agradable, pero yo me había perdido toda su vida.


- Pasa Iruka – le dije con una sonrisa al verle tras la puerta, con él venía también Fugaku – pasad por favor.


- Muchas gracias Minato – me dijo Fugaku de golpe – gracias por lo que has hecho, esos documentos que tenías junto con los de mi hijo me han devuelto la vida, por fin esos malhechores están entre rejas.


- No hay de qué – le comenté – pasemos a mi despacho y hablaremos más a gusto de esos negocios.


- Claro.


Fuimos a mi despacho y pusimos en regla todo el papeleo fiscal, creo que iría Naruto a dar la sorpresa a sus amigos con los talonarios, al menos yo se lo propondría. También quise invertir en la empresa de Fugaku y éste se sorprendió comentándome que no era necesario, pero yo quería hacerlo, al fin y al cabo… los dos habíamos pasado por algo parecido en la vida, los dos habíamos sido chantajeados y estafados por la familia Haruno, ahora que yo podía hacer algo, no iba a dejarle solo, podía ayudarle a remontar esa empresa, seríamos socios. Él entendía a la perfección la empresa, podría enseñarme y yo tenía el capital que necesitaba para ponerla en marcha de nuevo. Fugaku me lo agradeció y cuando terminé la reunión, Naruto dijo que iría a darles las buenas noticias a sus amigos, así que yo tomé el papel donde Sasuke me apuntó la oficina de Deidara y decidí ir para allí a hacerle una visita, creo que era hora de lanzarme a la piscina.


Llegué a las oficinas y subí a la planta veintiuno, dónde él trabajaba o eso me dijeron porque cuando llegué a la puerta donde ponía su nombre, él estaba dentro metiendo cosas en una caja de cartón. Creo que tenía razón en algo y la verdad es que esperaba equivocarme… pero creo que le habían despedido por lo de esa noticia, por publicarla sin permiso. Toqué a la puerta abierta con los nudillos y él se giró sonrojándose al verme, pero trató de sonreír aunque yo veía que no estaba muy bien.


- Ey… hola Minato – dijo limpiándose la nariz con el dorso de la mano y supe que había llorado aunque intentaba camuflarlo tras su sonrisa – no te esperaba ¿Qué puedo hacer por ti?


- ¿Te marchas? – le pregunté sabiendo la respuesta.


- Eh… sí – me dijo – este periódico se me ha quedado pequeño, quería un cambio de aires, algo nuevo no sé.


- Ya – le dije sin creerme ni una sola de sus palabras.


Miré encima de su mesa y me quedé fijo en aquel billete de autobús, se iba a marchar y tenía salida para esta noche. Deidara vio como miraba el billete y lo cogió guardándolo en uno de sus bolsillos del pantalón mientras terminaba de recoger cosas de los cajones metiéndolo en la caja.


- ¿Dónde vas? – le pregunté.


- A Illinois – me dijo muy serio – me quería contratar para locutor de radio, de noticias ya sabes…


- Claro – me dijo – al fin y al cabo eres periodista.


- Sí – me comentó con una sonrisa.


- ¿Y si te ofrezco trabajo también te marcharás? – le pregunté y él dudo unos segundos.


- ¿De qué hablas?


- Tengo unas cuantas empresas en marcha y tú conoces el mercado mejor que nadie, me gustaría que hicieras el marketing.


- Yo… te lo agradezco, de verdad pero…


- Pero siempre has sido independiente y te gusta ganarte las cosas por ti mismo, no te gusta para nada pedir ni deber favores, pero no me lo debes, de hecho me harías un favor a mí, yo no tengo ni idea de muchas cosas y tú sabes mucho de casi todo.


- Yo… me siento halagado, de verdad pero… no lo sé.


- Piénsalo, por favor.


Me acerqué un poco hacia él cuando su jefe entró por detrás de mí insistiéndole en que recogiera sus cosas con rapidez porque necesitaba el despacho para su sustituto. Deidara se mordió el labio inferior levemente y fue el momento en que él intuyó que yo ya me había dado cuenta de que lo habían despedido. Su jefe se marchó y Deidara volvió a colocar cosas en la caja con más rapidez pero yo detuve su mano un segundo.


- Ey, cálmate – le dije con suavidad agarrando su mano que tenía unos documentos.


- Yo… lo siento Minato, no es un buen momento, es mejor que te marches, aún tengo mucho que recoger.


Le volteé hacia mí para que me viera y se sorprendió. Abrió los ojos desmesuradamente y pasando mi mano por su nuca le atraje hacia mí besándole. Creo que era lo único en este momento que podía sorprenderle y hacer que pensase en otra cosa que no fuera su despido, me partía el corazón verlo tan desanimado como estaba en este momento.


Mi lengua pasó por su labio inferior y la colé en su boca explorándola por completo, jugando con su lengua, mordiéndola con suavidad. Sé que era casi veinte años más joven que yo pero me daba igual, me había enamorado de este chico, desde la primera vez que le vi supe que él tenía que ser para mí, no dejaría que se me escapase como se me escaparon ya veintidós años de mi vida en esa cárcel, yo ya no tenía tiempo que perder, quería disfrutar cada segundo de vida y lo quería hacer al lado de este chico.


Deidara se sorprendió y cuando dejé de besarle, vi su cara de dudas, no se esperaba para nada que yo le besara.


- Piensa lo de trabajar para mí Dei – le dije – por favor, yo no quiero que te marches a Illinois.


- ¿Por qué has hecho eso? – me preguntó sonrojado.


- Es mi forma de agradecerte todo lo que has hecho por mí, me devolviste a mi hijo y te lo agradezco enormemente. Jamás tendré suficiente para agradecerte todo lo que has hecho Dei.


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