Furihata estaba muy feliz de tener de vuelta a su novio. No podía pedir más.
Aunque últimamente no lo veía muy animado… Intentó preguntarle que le pasaba, si tenía algún problema, si estaba comiendo apropiadamente. Evadió todo cuestionamiento, asegurándole que trataba de rehabituarse a su vida normal.
-Sei, esto no es normal. Tengo miedo…
-De que me convierta en el otro, lo sé.
-Tengo miedo de perderte otra vez. Ya no me importa si cambias de personalidad, mientras seas tú.
Bokushi se tensó al escucharlo.
-¿Tu quieres que él vuelva?
-Yo quiero que estés cómodo contigo mismo… q-quiero que sigas siendo egoísta.-Se preguntó ¿Cómo había logrado deshacerse de Oreshi? ¿Cómo había logrado volver el Akashi de quien se enamoró?
Le daba pena el siquiera preguntarle, le aterraba saber la respuesta.
Bokushi trataba de mantenerse en situaciones de estrés, porque sabía que Oreshi no lo soportaría. Le obligaba a pensar sobre todo que no podría ser querido por Furihata.
Claro que sólo era mentalmente, de haber sido gemelos lo habría torturado físicamente. Hasta llevarlo a la muerte.
Era capaz de eso y mucho más.
Pero ese estrés también le afectaba.
Lo poco que Furihata entendía sobre las personalidades de Akashi es que uno no era el malo, el otro no era el bueno. No era una construcción maniqueísta de su personalidad como la mayoría podría llegar a pensar.
Aunque sí podrían existir ciertas observaciones sobre cada personalidad:
Bokushi disfrutaba con el sufrimiento ajeno, más si trataba de hacer sentir mal a Oreshi, llevándolo al punto de desaparecer y por lo tanto se podría creer que torturaba a Kouki. Si torturó a Oreshi ¿por qué no hacerlo con su novio?
Akashi imaginaba de vez en cuando varios escenarios en los cuales podía someter al castaño, casi al momento se arrepentía de siquiera tener en mente (a veces se quedaba meditando el por qué desistió)
¿Por qué? La respuesta era un tanto evidente: tenía miedo de que Kouki desapareciera. Lo llenaba de terror. Si lo perdía, su regreso (como Bokushi) no tendría sentido.
Paralelamente, Kouki sabía lo que estaba pensando. Se reprimía como Bokushi, tratando de imitar a Oreshi. ¿Por qué? El no quería al otro, lo quería a él. Con todo lo malo que eso conllevara.
El castaño a pesar de estar temblando decidió dar el primer paso:
Enfrentarse al Emperador.
Con medidas extremas.
Un beso, dos… tres… cuatro…
-Sei…-su plan no dio el resultado esperado- Basta…
Furihata se había preguntado qué se sentiría ser el dominante de una relación, pero no era el tipo de persona que lograra causar temor.
Era demasiado suave para eso.
Al menos la intención era buena. Lo suficiente como para hacer que Akashi alejara lo que fuese que estuviera pasando por su mente.
Lo estaba devorando.
Y el castaño no podía evitarlo, no quería.
Era un recurso muy bajo usar el sexo para hacer que Akashi hablara sobre sus problemas pero funcionaba, nos es como si ambos se quejaran.
Dejó que su novio estuviera al corriente de todo ese tiempo en que era él pero al mismo tiempo no, que desatara sus frustraciones… que externara el sentimiento de casi haberlo perdido.
-¿Por qué me preferiste por sobre él? Pudiste haberte quedado con el “bueno”.
-Tenía miedo… de que esos ojos dejaran de mirarme- tomó entre sus manos su cara para besarlo.
Un beso, dos… tres… cuatro…
Al contrario de la Generación de los Milagros que sólo habían convivido con Oreshi y creían a Bokushi como una entidad independiente del Akashi original, cuando en realidad siempre fue el mismo Akashi.
Claro, si hubiesen conocido al Akashi heterocromático primero y posteriormente al de ojos rojos, la situación hubiera sido diferente... O quizás no tanto.
Esas dos personalidades hacían a un Akashi. Pero ni uno ni otro eran el verdadero.
Y de esa única persona, Furihata al único que amaba era Akashi.
Terminaron en un sonido inalterable conocido como suspiro. Cómo extrañaban esa sensación de unión.
Antes de perder el objetivo de su pequeña trampa, Furihata le preguntó:
-¿Pensabas en que no podrías controlarlo?- sabía que esa era la razón de su comportamiento- ¿Verdad?
-Sí- contestó sin rodeos. Vaya qué listo, sabía que no se negaría a ser sometido sin recibir algo a cambio; bien, le debía explicaciones- él parecía bueno para ti.
-Pero yo te quiero a ti- afirmó, acurrucándose entre las sábanas- Por eso estás aquí.
-¿Y si no hubiera pasado?
-No sería posible, estamos hablando de El absoluto Sei..
Ese chico tan sencillo que siempre le sorprendía, por eso se había enamorado de él.
En una suave sonrisa maliciosa el pelirrojo lo abrazó:
-ただいま.
-おかえり, 征.