¡Explícame que está pasando!
Eso era lo que hubiera deseado gritar a su padre pero sabía que no daría ningún resultado. Los Sakurazukamori eran personas muy reservadas y escuetas y hasta ese día nunca pensó que eso le desagradaría pero ahora…
¿Dónde está Sakurazukamori?—preguntó el rey al otro rubio.
Creo que arreglando un asunto personal—le dijo el otro—Ven conmigo. Te llevaré a que te curen—añadió adelantándose.
Después de un rato de marcha silenciosa el ojos mieles le preguntó--¿Estás al tanto de lo que me propusieron?—
El consejo no tiene porque contarme nada a mí. Soy un simple genin en entrenamiento—le contestó el ojos azules y después de un rato agregó—Pero si hablas de que a partir de ahora vas a quedarte, me lo han dicho—
Con que ya se esparció el rumor—dijo, más para sí que para el otro, Wheeler. Eso solo quería decir una cosa. Los del consejo nunca habían sospechado siquiera de una negación por su parte—Quisiera hablar con Sakurazukamori cuando sea posible—
Dile eso a alguien que le importe. Yo solo he sido comisionado a acompañarte hasta las oficinas médicas. Lo demás va por tu aire—le contestó el enfadado rubio.
Parece que estás molesto—dijo Joey.
Para que sepas me enfada que me traten como chico de los recados. Mucho más si es un recién llegado como tú. Creo que eso del “rey” se te ha subido a la cabeza—dijo casi con un puchero Hyoga.
Lo tendré en cuenta cuando salgamos—contestó Joseph. El otro volteó a mirarlo--¿No te lo han dicho? Te he pedido como mi ayudante—dijo el rey con sonrisa triunfadora al que le miraba estupefacto.
Su padre se retiraba justo entonces pues tenía funciones en el mundo de afuera. Era el cabeza de una compañía de alimentos que servía de fachada para el lavado de dinero del clan.
Su hijo se acercó antes que subiera al coche—Necesito ver a Shun chan—tan solo dijo.
Su padre le miró de soslayo mientras sostenía su maletín en una mano y su sombrero de ala corta con la otra.
¡Él ya no es más tu hermano!—fueron las cortantes palabras del mayor luego de las cuales añadió—Puedes verlo pero recuerda eso—
A Sei le dolieron sus palabras porque sabía que eran algo definitivo y porque al fin sabía por lo que estaba pasando su hermano. Abandonado por su familia se había refugiado en la ferocidad de sus actos.
Los guardias cedieron el paso después de ver la orden con la firma impresa de uno de los 5 jefes.
Shun tomaba su té de hiervas en medio de la sala frente al genkan y lo que no se inmutó con la entrada de su nii san.
Se veía ajeno a lo que su alrededor pasaba. Parecía un cuadro de una casa tradicional en el que una persona en fino kimono de seda rosa con rosas rojas y grandes en el estampado tomara su té relajadamente.
¡Perdón por las horas!—dijo el mayor pues era de noche.
No importa como lo pienses has llegado tarde—le dijo el menor con cierto doble sentido que el pelinegro captó—Siento culpa en tu mirada—dijo el otro mirándolo de soslayo.
Si hubiera estado más presente esto…--era una culpa fraternal y cálida que el peliverde no esperaba pero igualmente no acusó recibo.
¿Qué pensabas que pasaría?—preguntó con ansias disimuladas el ojiverde.
Creí que dadas tus dificultades para atacar a alguien te harían médico o algo así. Yo…--dijo el ojos negros.
Ya no importa lo que hubiera sido. No es hora para confundirse con inútiles sueños. ¿Te han dicho lo que hice, no es cierto?—el silencio fue más que una respuesta.
Es justo que nos odies por obligarte a pasar por esto y que intentes volverte fuerte para sacar tu odio. Te abandonamos aquí por los requerimientos del clan sin tomar en cuenta…--una mano alzada detuvo a Seichiro.
¿Acaso crees que los odio por su actitud después del suceso?—preguntó Shun y al ver la mirada de su hermano supo que creía eso—Para nada. Mis motivos son muy diferentes—