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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Seichiro estaba francamente anonadado por lo que se le ocurría y más que nada por la forma en que lo estaba tomando.

 

Se creía un hombre maduro y de mundo. Si encontrara a otra persona en semejante situación, inclusive a sus padres lo pasaría como lo más normal del mundo. En cambio ahora…

 

…estaba lívido, sus manos apretadas en puño y la sangre helada.

 

Iba a hablar cuando se oyeron vidrios rotos y eso los puso alerta de inmediato a los cuatro.

 

Ya era hora de que algo así pasase—dijo el de ojos verdes antes de salir el primero, después Renji, luego Hyoga y por último el pelinegro que salía de su tiesitud.

 

 

 

 

 

Seto estaba dormido en el sillón mientras Joey se estaba vistiendo porque quería estar siempre alerta y dispuesto para cuando ocurriera algo. Entonces sintió los vidrios y supo que ese algo estaba pasando. Mientras el pasmado ojos azules abría sus mares.

 

 

 

 

 

 

 

Dos tipos en un pasillo voltearon cuando los cuatro se aproximaron y mientras Shun soltaba su cadena Hyoga se lanzaba en pos del segundo para que Sei y Ren pasaran por ellos presurosos.

 

Entonces al llegar a otro de los pasillos se encontraron con otro Yamitori enfundado en su traje negro con pasamontañas que tenía a Subaru atrapado con una llave en el cuello y sostenía un kunai apuntado a su yugular que los miraba como admirado.

 

Sei se puso en posición de ataque. Ese joven no debía perecer. Era muy joven e inexperto aún y si lo dejaba morir se sentiría culpable.

 

Renji lo detuvo con una mano—¡Tranquilo! No es tan indefenso como crees—le dijo un momento antes de Subaru sufriera una increíble transformación frente a sus ojos, hizo para atrás la cabeza pegando en la frente de su atacante, luego expulsó el brazo que tenía el kunai con un golpe de palma y con esa mano agarrando el brazo sobre su cuello se agachó en una toma de judo lanzando a su oponente al agacharse, este terminó de espaldas al suelo pero solo un momento pero se irguió e intentó lanzar su kunai al muchacho pero este lo golpeó con una patada de costado en la sien.

 

Subaru podrá ser joven pero es un veterano del Golfo—le mencionó Abarai al sorprendido Sei que desde ese momento miraría con otros ojos al muchacho.

 

 

 

 

 

 

Durante la pelea Subaru fue encargado de proteger a Seto cuando este se acercó tras el tumulto y juntos se escondieron en la cercana biblioteca. Ahí el pelinegro se preocupaba también del estado del ojos azules mientras Seichiro, Joey y los demás se encargaban de los tipejos.

 

De pronto Seto dio dos pasos  hacia la puerta. Estaba agitado y dolorido.

 

¿Qué hace Kaiba sama?—le preguntó el ojos negros.

 

¡Déjame!—le dijo molesto el otro tratando de apartarlo  pero el otro le sujetó fuerte para evitarlo--¿Qué crees que estás haciendo, inútil? Recuerda que soy tu jefe—dijo el millonario colérico.

 

¡No lo es! No estoy haciendo esto por un pago—le contestó Su—Además, ambos sabemos que, si algo llegara a pasarle, Wheeler san me mataría—dijo con una pequeña sonrisa el muchacho y Seto se preguntó como el otro podía conservar el aplomo en un momento así. Había pensado que el chico solo era un tipo útil para Abarai pero esa forma de portarse, le recordaba a él.

 

¡Tengo que salir! Mi hermano menor está allá afuera—le explicó Seto. Cierto que Mokuba lo odiaba. Que había en más de una ocasión confabulado contra él para quedarse con la empresa y era tanta su desazón por ello que había llegado a pensar que jamás se lo perdonaría pero…

 

Con rostro serio el pelinegro asintió—Lo entiendo pero a menos que sepa donde…--le dijo el ojinegro.

 

Sé donde está—le contestó el ojos azules.

 

Subaru escuchó un momento los sonidos de la pelea que se llevaba acabo afuera, mientras parecía reflexionar, luego miró a los mares directo.

 

¡Iremos!—dijo calmado el chico.

 

Fueron despacio, medio escondidos, Sumeragi delante caminaba unos pasos, oteaba y daba el visto bueno para que el otro le siguiera. Así fue hasta la recámara del menor de los Kaiba.

 

Después de entrar Subaru se fijó en toda la habitación pero no halló nada y le dijo al mayor--¡Está vacía!—con algo de desasosiego en la voz.

 


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