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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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¡No te irás a ningún lado!—dijo Seichiro haciendo voltear de nuevo la cabeza del ojos negroazulados.

 

¡Claro!—se rio el tatuado—Como si él pudiera confiar en un asesino estafador como tú—añadió Abarai.

 

Eso lo tiene que decidir él—le contestó el asesino.

 

Los ojos de Subaru estaban mostrando sorpresa e intensidad en la  mirada mientras él volvía a ser observado por el mayor—Sé que es lo que quieres, sé que tienes miedo de que no sea sincero—dijo el Yamitori.

 

¡No veo porque!—se burló el pelirrojo.

 

Sé que lo piensas pero también sé lo que sientes y que sabes que no hay forma de que te deje ir—el rostro del pelinegro mayor transuntaba temor, o eso es lo que parecía al menos.

 

¡No te dejes engañar, Sumeragi! Ese hombre es capaz de cualquier cosa por engañarte, te abandonará cuando ya no le atraigas o tal vez te usará como su respaldo médico. Sabes que lo digo por tu bien, ese hombre es una serpiente de dos cabezas, jamás sabrás si dice la verdad o que lado te picará—dijo el tatuado con énfasis.

 

Eres tan molesto—dijo ya harto de oírlo el dos.

 

¿Por qué? ¿Por qué lo protejo? ¿Por qué no dejo que lo envuelvas? Preferirías que te lo sirviera en bandeja y me fuera. ¿No es así?—preguntó el ex sargento con el ceño fruncido.

 

¡No dejaré que te lo lleves!—le advirtió el de lentes.

 

¿Y como piensas detenerme?—preguntó el otro preparado para desenvainar.

 

Viendo lo que desencadenaba aquello Sumeragi se apresuró a interponerse y poner sus manos sobre la empuñadura.

 

Debía decidir su futuro rápido o terminaría corriendo sangre.

 

¡Abarai dono…!—dijo quedo el menor.

 

¡Si!—exclamó con energía el otro antes de ver su cara. Era una cara de disculpa, era una cara de separación.

 

¡Sé todos los peligros que enfrento si decido seguirlo!—dijo el muchacho antes de levantar su mirada—Sé cuan taimado puede ser y que es una persona en la cual tal vez nunca pueda confiar…--añadió mirando fijamente al otro—Pero aún así—sus manos se agarrotaron intentando frenar sus propias palabras—Aún así quiero ir con él, si él me deja quiero estar con él. Sé que no lo entiende Abarai dono…--intentaba disculparse pues sabía de la preocupación sincera de Renji.

 

¡Te equivocas! Lo entiendo. Yo hace tiempo quise a la persona equivocada y aún me pregunto a veces que hubiera sido si hubiera sido tan valiente como tú—dijo el mayor con una sonrisa halagadora.

 

¡Gracias, Abarai dono!—dijo el joven antes de inclinarse, esas palabras lograron conmoverlo intensamente y en esas sílabas logró transmitir su sentir. Entonces volteó hacia el más alto quien extendió un brazo hacia él.

 

¿No se te ocurrirá que voy a dejarlo ir solo contigo, no es así?—preguntó Abarai a Seichiro y ambos pelinegros lo miraron sorprendidos pues habían supuesto que se haría a un lado ahora que todo estaba expresado.

 

¿Qué eres tú? ¿Su madre?—preguntó molesto Sakurazukamori.

 

El otro sonrió porque sabía que le estaba aguando la fiesta—Puedes llamarme Ofukuro sama si quieres—dijo.

 

(NA: Ofukuro sama manera muy formal de llamar a la madre)

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Momento! ¿Qué creen que hacen?—preguntó el de lentes sorprendiendo a cierta pareja que se iba del hostal en su auto rentado después de recoger su equipaje de allí--¿Creen que se irán a si nomás, sin mi consentimiento?—

 

El peliverde lo miró como diciendo “estúpido” con la mirada.

 

Etooooo, Seichiro sama, creí que después de todo lo que…--dijo el rubio.

 

Sei lo miró como si fuera una planta. Irónicamente él estaba ejecutando el rol que rato antes interpretara cierto pelirrojo molesto en su opinión—Eres mi hermano menor—

 

Tarde lo recordaste—señaló este.

 

Sé que hice mal en no estar al pendiente de ti pero creí que nuestra familia y el clan te reservaban mejores cosas y me confié. Además está la situación en que te has metido. Ahora todo el clan es un silencioso enemigo y no pienso andar por allí mientras sé de veras que puedes necesitarme—puntualizó el mayor. Detrás de este Subaru lo miraba bajo una luz un tanto distinta.

 

Mira, no sé que te estas creyendo pero no voy a tolerarte de nana—dijo el peliverde.

 

Me soportarás a menos que quieras que descascarille a tu novia—dijo el pelinegro señalando al rubio sentado al lado del ojijade.

 

Ambos se miraron.

 

Era evidente que el mayor no sabía.

 

Y por su bien había que dejarlo así.

 

 

 


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