El galpón tenía una maraña de reparticiones internas por las que el rubio fue guiando.
Por fuera esto parecía más simple—exclamó el pelirrojo.
En este lugar debieron enseñarle a emboscar y a no ser emboscado—dijo Sei con aire conocedor—En el campamento hay sitios parecidos—
¡Yo jamás los conocí!—mencionó el peliverde sin rencor como solo diciendo algo al pasar pero causando cierta depresión en el mayor.
¿Y bien? ¿Es cierto?—preguntó el castaño a Wheeler.
Ya te lo ha dicho él—dijo el rubio sin aparente interés.
¡No quiero oír tu historia de él sino de ti!—dijo el empresario muy tranquilo mientras le seguía, sacando una sonrisa del rey.
Había caído ya la noche cuando Seto buscaba a Joseph pues este se había retirado de las habitaciones que asignara para ambos mientras el ojos azules desempacaba su bolso. Estaba algo molesto de que no le dejara llevar una valija y sus cosas tecnológicas pero entendía las necesidades del asunto. Sacudió la cabeza mientras atravesaba ese laberinto de habitaciones de madera y paja, si hacía unos cinco años alguien le hubiera dicho que estaría recorriendo ese periplo con el otro y hasta cediendo a sus caprichos lo hubiera tachado de chalado y sin embargo ahí estaba, y de buena gana.
Wheeler estaba mirando una esquina cuando lo encontró. Al no ver nada en el lugar que captara su atención el CEO decidió preguntar--¿Qué sucede?—
Una vez me caí aquí desde el techo—recordó el melado y por instinto el otro miró hacia arriba dándose cuenta de que eso era como un set filmográfico. Las habitaciones no tenían techo sino mas bien era el techo del galpón, mucho más alto el que las coronaba, había toda suerte de poleas y cuerdas en parte venidas abajo con los años. Era un sitio de entrenamiento—Tenía 8 y me rompí una pierna. Como lo que hacíamos era ilegal él no podía llevarme a un hospital así que solo me vendó, entablillarme habría evitado que hiciera el resto del entrenamiento y cuando terminé me fui a casa como si nada—
¿Dices que no recibiste atención médica?—se pasmó el millonario pero los ojos del otro no lucían nada salvo una extraña nostalgia. Ante sus ojos veía la escena del pelinegro atendiendo su pierna lastimada en ese lugar—Fue muy amable—mencionó mientras recordaba.
Si, hasta que intentó matarnos—le recordó con algo de rencor el ojos azules.
Solo era un trabajo—dijo el otro frunciendo los hombros cosa que sorprendió a Kaiba, a veces no comprendía el mundo de Joey.
Subaru fue a por agua mientras Renji Abarai deshacía su maleta. Wheeler les había explicado que esta se extraía de un pozo en las cercanías.
Llevaba un bidón viejo que se encontraba descansando en el piso del lugar y que antes era utilizado con tal fin.
Entonces…
Sé que te gusta mi hermano—palabras de pronto murmuradas en su oído con una voz ominosa que le sobresaltaron—Y sé que le gustas a él. La pregunta es cuan importante puedes volverte para él—
Subaru volteó para enfrentarse al frío Hades que le escrutaba atentamente. Sabía que un paso en falso frente a ese hombre.
No sé si te lo han dicho pero no tuve mucho contacto con humanos mientras crecía. Los Yamitori me encerraron desde la edad de 8 por ser una persona un tanto…--dijo el peliverde como buscando una palabra que sin duda conocía.
¿Inestable?—dijo una voz de pronto de su espalda y el asesino se volteó, ambos vieron a esa persona, era Renji que posaba su mano en la empuñadura de su katana.
A Shun no parecía impresionarle--¿Crees que puedes ser un peligro para mí?—le cuestionó.
Eso es en la medida en que tú seas peligroso para nosotros—le contestó Abarai.
Estás muy apegado a él—dijo al parecer ya sin interés en atormentar a Sumeragi pero cuando pasaba por al lado del tatuado murmuró—Esta vez tal vez seas tú el que lo cargue—
Abarai lo miró desaparecer con recelo. Esa mención solo tenía un sentido. Hacerle saber que él había escuchado su conversación con el mayor de los Sakurazukamori.
Sumeragi y Renji se miraron por un momento antes de que el pelirrojo le advirtiera—Ya te dije antes que ese tipo está rodeado de todo lo malo. ¿Ahora hasta su hermano te amenaza?—