El auto permanecía en silencio, de vez en cuando Kise dejaba escapar uno que otro suspiro mientras volteaba a ver a su hijo que miraba por la ventanilla. Aomine también lo veía cada tanto por el retrovisor, a ninguno de los dos adultos se le escapó, el rastro de lágrimas y el enrojecimiento de los ojos de su hijo. Había llorado, claro que lo había hecho pero solo hasta después de cumplir con sus obligaciones como capitán.
Llegaron a casa pero Yuuki no se movió de su lugar, solo hasta que estaba frente a su hogar todo comenzó a tener sentido. Apretó los puños y se mordió el labio, no estaba en sus planes llegar tan temprano a casa, debería estar en la escuela festejando y planeando los siguientes grandes pasos para Koshien… pero nada de eso volvería a pasar, no había sido suficiente. Algo les había hecho falta.
Sintió una cálida mano sobre su hombro, no supo en qué momento comenzó a llorar y tampoco se dio cuenta cuando su madre abrió la puerta. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba hablándole. Con delicadeza y una inmensa ternura Kise saco a su hijo del coche, el siempre escandaloso rubio esta vez no sabía cómo hacer para arrancar el dolor de su hijo. Aomine los veía desde la puerta apretaba los puños, jamás quiso aquello para Yuuki, el no merecía aquello.
Entraron los tres a la casa en silencio, Yuuki se dirigió a su habitación y cerró la puerta, no quería ver a su madre llorar por su culpa, aquel silencio era tan impropio de él, que no lo toleraba, necesitaba a su madre escandalosa. Kise y Aomine se quedaron al pie de la escalera observando como el menor cerraba la puerta dándoles un claro mensaje. Kise recargo su cabeza contra el pecho de Aomine y comenzó a llorar mientras el otro lo envolvía y trataba de darle consuelo, mientras sentía un terrible nudo en su garganta.
-no sé qué decirle, no sé como consolarlo, esto es tan injusto… el… el
-ya, ya Kise, así no podemos ayudarlo. El es más fuerte que nosotros cuando teníamos esa edad.
-lo sé y es por eso que me siento aun peor… el merecía ganar, merecía llegar a ese escenario soñado…
-el va a llegar a un escenario aun mas grande que Koshien, eso tenlo por seguro
El silencio era tan inusual que parecía que la casa estaba vacía, salvo por los sonidos que provenían de la televisión… cada tanto Aomine cambiaba de canal mientras Kise solo estaba recargado contra el esperando que Yuuki saliera de su habitación. Mientras pasaba los programas las imágenes del partido aparecieron en la pantalla junto con el análisis del intenso juego. Los dos adultos se enderezaron para escuchar lo que decían…
-claro que fue uno de los mejor partidos de la temporada, Seido estuvo a nada de hacerse de ese boleto, sin mencionar que han sido los único en anotarle a Narumiya pero estamos casi seguros que fue la ausencia de una estrella definitiva en Seido lo que terminó por decidir este increíble juego…
-que esperen un poco mas, Nuestro Ei-chan terminara eclipsando a Mei, eso denlo por hecho. –Aomine sonrió de lado ante el comentario de Kise, el creía lo mismo.
-…sin embargo no podemos dejar de mencionar, que en este juego algunas estrellas brillaron con verdadera intensidad. Aun cuando fueron derrotados, está más que claro que el capitán de Seido y cuarto bateador es una verdadera promesa. Hacía mucho tiempo que no veía a un bateador tan natural y completo, Yuuki desprende un aura que no es de este planeta. Estamos seguros que el futuro de ese chico será brillante…
Tanto Aomine como Kise dejaron de prestar atención a los comentaristas, ambos estaban sonrojados y llenos de orgullo. Su pequeño en definitiva tenía un futuro brillante, este solo era un escalón más que debía superar. Tan emocionados habían quedado que no escucharon cuando Yuuki bajo las escaleras y salió al jardín. Fue esta que oyeron los rebotes de un balón de basket que reaccionaron. Aomine se puso de pie, acaricio el cabello de Kise y salido de la sala
-yo me encargo
Afuera, Yuuki hacia algunos tiros a la canasta que tenían en el patio, de vez en cuando sus padres se ponían a jugar uno-contra uno, solo como diversión. Yuuki no era en realidad malo para el basket, tenía una buena puntería y casi siempre encestaba. Acababa de hacer una canasta cuando apareció Aomine y se sentó en los escalones
-siempre dije que tenias talento para el basket –Yuuki volteo a ver a su padre mientras sostenía el balón
-supongo que si…
-pero no había nada que hacer cuando te pusiste terco con el beisbol –ambos dejaron escapar un suspiro
-supongo que te decepcione, no quise jugar basket y ni siquiera fui capaz de llegar a Koshien jugando beisbol
-¡¿queee?! –Aomine se puso de pie de un salto y acorto la distancia hasta su hijo –escúchame bien Yuuki Tetsuya, que en la vida se te vuelva a pasar por la cabeza que estoy decepcionado de ti. Si, es cierto me hubiera encantado verte jugar basket como lo hicimos tu madre y yo pero tu tomaste tu propia decisión y no permitiste que nosotros influyéramos en ella, desde ese momento nos demostraste lo increíble que eras. No tienes una idea de lo mucho que me gusta verte jugar, tal vez en el pasado no me gustaba el beisbol pero al verte a ti, todo eso cambio. Llevaste a tu equipo hasta la final y tuvieron una pelea al tú por tú con uno de los equipos favoritos, hiciste que Mei sintiera terror de la posibilidad de verse derrotado. Y al final… te mantuviste entero y levantaste a tu equipo. No podría sentirme has orgulloso de ti… y no quiero que por esta derrota te arrepientas de los tres años que vas a pasar en Seido. Yuuki, eres lo mejor que nos pudo haber pasado a tu madre y a mí. Hace mucho que superarte las expectativas de todo el mundo, al grado que mejor hablan de ti en el canal de deportes que de Mei. –Yuuki parpadeo y se abrazo a su padre, comenzó a llorar pero ya no era una horrible carga en el pecho. Claro, ese no era el final, aun tenía mucho camino por recorrer.
-gracias papá
Aomine le revolvió el cabello mientras sonreía y se sentía aliviado. Kise se había mantenido al margen observando desde la ventana, cuando notó que los hombros de su hijo se relajaban, ya no aguanto más y salió corriendo para abrazar a ambos pero sobre todo a su Yuuki. El menor se dejó hacer, estaba acostumbrado a esos abrazos y en realidad en ese momento los agradecía.
-¡oi Kise, suéltalo! ¡No lo dejas respirar!