Había empezado a escalar el Árbol cuando una fuerte lluvia de bellotas lo ataco, cayó en un sonoro golpe, trato de mirar nuevamente, parece que las ardillas sentían su territorio atacado y empezaran a defenderlo, no se rindió y decidió volver a subir.
-Scott!! Te lastimaras imbécil!- gritó Dylan detrás.
-pero acabo de ver las puñeteras hebras de su cabello!- gritó tratando de subir.
-es una maldita ardilla rubia! Mira idiota- dijo mientras señalaba a una ardilla cuya cola reflejaba el sol.
Scott lo pensó un poco, pero su duda se disipó cuando la vio entrar en su agujero y alimentar quien sabe que...
No estaba convencido, pero era una buena propuesta.
Lo dio por hecho, se volteo y camino de regreso al castillo.
Arthur había permanecido callado, mientras las hadas habían pedido ayuda.
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-que has encontrado que!- dijeron al unísono los dos rubios.
-estaba con su-san y encontramos a un pequeño niño en América-dijo el finlandés mirando a sus compañeros.
“Bueno, el estupido de España ha conseguido demasiadas riquezas en ese Nuevo Continente, y si es una parte que no ha conquistado...”pensó Inglaterra mientras dejaba a Francia atrás.
Francia había visto a Inglaterra oscurecerse y sus ojos endurecer, seguro que había pensado el provecho que sacaría de una colonia en América.
Ok, daba miedo.
Pero se dispuso a ir el también, una colonia en América era conveniente, por lo que las peleas con Inglaterra aumentaron, al parecen iba por una colonia esclava, de donde sacar oro.
Pero al ver a el pequeño niño rubio, con ojos azul cielo, y una sonrisa resplandeciente, no tuvo otra opción que amarlo, y protegerlo con su vida.
Pero sus malas decisiones hicieron eco en la revolución, lo sabia por que ciertamente el
Había sido participe, América quería ser independiente para estar a la altura de Inglaterra, y ver lo que el veía, porque, en alguna parte del camino, América se enamoro de Inglaterra, sabiendo que no seria para el, más que su hermano menor.
La independencia llego, largos años de lucha, en ese momento, América veía todo lo que Inglaterra trato de esconder bajo sus vendajes y sus “no es nada”: la guerra, el sufrimiento, la desesperación, las heridas.
El adoctrinar a América fue difícil, enseñarle a usar un arma, a matar a su enemigo, a pelear contra Inglaterra.
Y entonces.
El día llego, en una colina donde los rebeldes americanos se levantaban contra su madre patria, donde la lluvia caía como si alguien mas llorara, ¿felicidad? ¿tristeza?...dolor, el dolor de ambos partiendo por caminos diferentes.
Esa escena nunca la olvidaría: Inglaterra rendido en el suelo, por algo instruyó a América y confiaba en su victoria: Inglaterra nunca lastimaría al niño que crío, tal como una madre con su pequeño, dio hasta la vida, pero se equivoco y ahora solo era un recuerdo roto. América permanecía de pie “ya no soy tu hermano menor!” Dijo sin completar su frase con un: “te amo” esos idiotas eran tan parecidos, orgullosos.
América partió sin mirar atrás, las lagrimas fueron camuflajeadas por la lluvia, y cuando llego a casa, no hizo más que llorar como cuando era pequeño, felicidad y dolor combinados, eran libres, eso era genial, pero no volvería a ser tan cercano a Inglaterra.
Inglaterra cayó en desesperación, y su odio hacia el solo aumento, pero, aun amaba a América, aun le preocupaba, aun esperaba que regresara.
Pero no lo haría.
Primera Guerra Mundial: fue la primera vez que lo vio nuevamente, estaba totalmente cambiado, más Alto, más fornido, ya era un hombre.
El hundimiento del Lusitania y el telegrama Zimmerman sólo habían sido excusas, América lo sabia, la Royal Navy de Inglaterra no estaba preparada par los U-boot, sería cuestión de tiempo para que entraran en su territorio, y fue cuando se decidió a atacar, mandando 37 destructores a las costas de Reino Unido, destruyendo a los U-boot.
Finalmente ganando la guerra y arrebatándole el puesto de primera potencia mundial a Inglaterra.
Arrastrando a todos a una crisis, recuperándose, luchando la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Korea, la de Vietnam, La guerra fría...
Siguiendo los pasos de Inglaterra, dominando medio mundo.
Y en alguna parte de este camino, Inglaterra se enamoro de América, pero no lo dijo, lo escondió bajo regaños y peleas.
Si, había estado en medio de su separación, mis niños eran inseguros y temerosos, sus corazones eran débiles por dentro pero fríos por fuera para protegerse.
Hasta que un día por fin América dio el primer paso.
E Inglaterra...dio un paso tembloroso...
Estábamos tomando, y como siempre Inglaterra se paso de copas, la única diferencia: América estaba cerca, lo vi entrar.
Inglaterra intento besarme...que si antes lo habíamos hecho? No tengo ni idea...
En ese momento América se levanto de su asiento, y tomo a Arthur del brazo, lo volteo y robo el beso.
¿que le dio valor?
Los celos y los sentimientos escondidos.
“Amherica~? Mira comho has~ cre *hip do~”
“Inglaterra... Nos vamos de aquí”
“Wahhhh, Amherica~ no ves que aquí se está bien”
“ Francis me voy y me lo llevo”
Pago la cuenta mientras llevaba a Arthur el los brazos.
¿lo que hicieron después?
No tengo ni idea, pero un borracho nunca miente... Y un niño tampoco.
Al día síguente, las peleas disminuyeron y conforme pasaba el tiempo, se fueron dando cuenta que eran pareja.
No solo los demás países, sino ellos también.
Les tomo tiempo, pero estaban juntos otra vez.
Y el solo era un espectador, y quien había movido las piezas.
Ahora América podía defender a Inglaterra sin problema, que era lo que siempre quizo, e Inglaterra tubo a América de regreso.
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El helicóptero de América llego a Inglaterra de manera silenciosa.
Necesitaba ver la colonia para comprarla o pelearla, no quería que Escocia se diera cuenta.
Arthur trataba de bajar de el Árbol, y a dos metros su mano resbalo y cayo provocando un estruendoso sonido.
Alfred se volteo y ahí lo vio.
Sus ropas estaban desacomodadas, sus rodillas y codos heridos y sus ojos llorosos, se acerco lentamente y lo levanto en brazos.
-eres tu Inglaterra?- dijo levantando al niño.
Arthur se sorprendió...!porque demonios estaba ahí!
-mira tus ropas... Te dará frío, se esta haciendo de noche-dijo mientras se sacaba la cazadora y lo cubría en ella.
Alfred esperaba encontrar un muchacho, no un niño, pero algo es seguro, al acercarse y tomarlo su corazón se aceleró.
"Y la dulce canción empezó, pero ahora con notas diferentes"