El arte del perdón por Aquarius No Kari

Eternos parecían los días que había permanecido encerrado en mi templo. Las cortinas me brindaban una oscuridad que en ese momento me placía, dándome una calma y tranquilidad que desde hace tiempo añoraba.

Yo, Shura de Capricornio, llevo conmigo una pesada carga a cuestas, una culpa que cada noche me despierta cuando recuerdo la noche en que falle mi promesa...

Hace casi tres días me propuse entablar una conversación contigo, intentando pedir un perdón que creo merecer. Para mi desfortuna, te negaste a escucharme, regresándome el sentimiento que yo te provoqué cuando no quise hacer lo mismo.

Te vi sonreír satisfecho aquella tarde al verme atormentado, después de revelarme como único culpable de ese radical cambio en tu persona, siendo a penas un reflejo del Aioros que una vez amé. Señalaste que él solo existía en mi cabeza, al golpear sin brusquedad sobre mi cien con las yemas de tus morenos dedos; pero te equivocas, aunque tú lo asegures, y lo prometas ante la misma Athena, eres el mismo ser que me arranca más de un suspiro, tu esencia sigue siendo la misma pese al tiempo transcurrido. Como único defecto, escondido estar, baja una gruesa y profunda capa de frialdad

Podrás negarlo, pero aún me veo en tus orbes reflejado, notando ese majestuoso brillo que solo a mí me brindas y que por nadie más demuestras...  

Como en aquél tiempo. Esos días en que juntos solíamos jugar, entrenar, reír... la mayoría de las cosas en realidad. Cuando estaba inseguro por ganar mi armadura, sólo tú, pese a mis propios temores, creíste en mí hasta el final de la batalla, hasta el instante en que por pura suerte –aunque lo niegues- logré ganar la preciada ropa sagrada de Capricornio. Para entonces tú no lo sabías, ni siquiera te habías percatado de que no te miraba como el hermano que tú creías ver en mí, porque yo no era Aioria, y yo deseaba algo más de ti... algo que no podías entonces darme...

No hasta un año más tarde...

-:-:-:- Flash Back -:-:-:-

El cielo despejado era el principal testigo, uno que no había sido invitado, pero que presenció la escena por encontrarse ahí; resplandeciendo esa inmensa masa azulada que adornaban con su belleza las estrellas

Dos poderosos caballeros dorados, discutiendo sobre un tema que más de una vez entre ambos había sido tratado, y en cual uno de ellos no estaba conforme con la decisión del más experimentado...

-“Recapacita Aioros, la tarea puede llevarla acabo Saga...”- Decía un exasperado Shura, pasándose la mano por la negra cabellera.

-“Cuidar el lugar donde Poseidón reposa, es cosa seria, y a él no le tengo mucha confianza”- Explicaba el moreno con el entrecejo levemente contraído. La brisa nocturna dio entonces vida al cabello de ambos, interponiéndose en medio del silencio que los dos santos habían interpuesto.  

Para el español, las palabras de su eterno amigo no tenían el más mínimo sentido; aunque después de presentarle sus respetos al patriarca y toparse con el geminiano ahí mismo, sintió un cosmo que a su espíritu intranquilizó; más no por ello debía significar el que fuera de desconfianza, no si Saga era un caballero dorado.

Abrió la boca, aspirando aire para retenerlo y finalmente liberarlo hasta tranquilizarse, pausadamente. Se llevó una mano a la frente, tamborileando los dedos sobre esta, como signo de exasperación. Aioros solo observaba cada uno de sus movimientos en silencio, siguiéndolo con la vista hasta que Shura decidió sentarse en un peldaño fuera de su templo.

-“Admitélo, quieres marcharte del santuario...”- Comentó con una tristeza sosegada. Suspiró nuevamente e intentó detener su propia cabeza con las manos, al recargar los codos en las piernas. Sagitario ladeó los labios, mirándole de la misma forma en la cual las palabras de su amigo habían sido pronunciadas.

-“Eso no es cierto...”- Desmintió el moreno tratando de posar una de sus manos sobre el hombro de su compañero, más este no permitió tal contacto al ponerse en pie súbitamente

-“¡Claro que lo es!”- Gritó el pelinegro, sorprendiendo al sagitario, quien no esperaba una reacción así del español –“Vuelvo de viaje, después de un año de no vernos, y ahora intentas que te den una misión en la que Saga bien podría ocuparse...”- Reclamaba sin que el castaño lo mereciera

-“¡Shura, eso no es cierto...!”- Volvió a negar alzando el tono de su voz, tal como su compañero lo hacia

-“¡No quieres estar conmigo!”- Replicó. Aioros lo tomó por ambos brazos, logrando que le mirara fijamente a los ojos, y aunque sintió que la respiración le falló cuando su mirada lo atravesó, su voz sonaba firme

-“Es mentira”- Explicaba con voz calmada. De los labios de Shura escapó un suspiro –“Sabes que mi tiempo y mi ser te lo eh dedicado a ti desde que nos conocemos, incluso más que convivir con mi propio hermano...”- Los ojos del pelinegro brillaron mientras continuaba con su protesta

-“A pesar de eso, estas casando de estar conmigo”- El castaño sonrió con tristeza

-“No es verdad. Disfruto mucho del tiempo en que estamos juntos”- Con las enrojecidas mejillas, embozó una sonrisa, mientras su mano fue atraída hasta la barbilla del pelinegro

-“Aioros...”- Susurró extasiado Shura.

El rostro de sagitario quedó tan cerca del suyo, que una sombra cubrió por completo su faz. Y aunque no sabía lo que ocurría si cerraba los ojos, se atrevió a quedar en oscuridad, esperado anhelante cualquier cosa que el mayor quisiera hacer con él, porque sabía a la perfección que su corazón le pertenecía al castaño, a Aioros

Fue así como el roce más esperado entre ambos surgió, dando paso a algo de mayor profundidad que el mismo océano. Un tacto tan suave, húmedo y cálido, como derretir un chocolate en tu boca...  

-:-:-:- End of Flash Back -:-:-:-

Sólo con el recuerdo de tu sabor, es como eh logrado sobrevivir sin ti, con la zozobra en el corazón al no saber si algún día mereceré tu perdón; aunque por la mirada que ese día te atreviste a dedicarme, creo que para ti sería mejor si no existiera... ¿Correcto?

Me bastaría con mirar cuatro lugares hacia la derecha, para saber que mi presencia en ese lugar es inapropiada. Y es que no sé como Aioria me convenció de venir.

Esta tarde se ofrece un banquete de despedida en memoria de Dohko, quien abandona nuevamente el santuario para regresar a los cinco viejos picos, China. Su semblante luce tan alegre como siempre, con su humor tan sarcástico y simple, como él de viejo no solía ser. Y a pesar de que trate de fingir, se puede leer melancolía en su mirada, porque no deseaba abandonar el refugio, mucho menos a Shion, su amor de antaño...

Es tan triste el pensar que tuvieron que separarse, tan sólo por que uno de ellos debía cumplir con el deber de ser patriarca; algo que bien pudo habernos ocurrido, y que comprendo fue la razón de muchos de nuestros enojos...

-:-:-:- Flash Back -:-:-:-

Sus piernas abiertas se aferraban a la cintura de Aioros, mientras que este se dedicaba a entrar en él, tratando de apaciguar un dolor aún más fuerte que el placentero.

El español con los ojos cerrados, tomaba entre sus dedos las sedosas sabanas de la cama, cerrándola en puño a causa del dolor. De sus labios escapaban gemidos entrecortados, y sonidos de escocimiento, al mismo tiempo que suplicaba más placer, mencionando el nombre de la persona que esa noche dejaba una profunda huella en su ser.

Aioros sostenía sus piernas, las cuales rodeaban su cintura, en tanto que él movía la cadera hacia delante y hacia atrás, obteniendo una mayor excitación.

Cuando ambos cuerpos, sudorosos y cansados, reposaron en la cama, Shura se giró en su lugar para darle la cara al moreno, haciendo apoyo en uno de sus brazos para quedar sentado de lado. El sagitario le sonrió, iluminando la oscuridad en su faz, con el fulgor de sus verdes pupilas.

-“Te amo...”- Dijo el español con una sonrisa satisfecha, inclinado su rostro hasta que su blanca nariz tocó con la punta la del mayor. Los cabellos de negro color, tocaron la frente de Aioros, cosquilleándola. Y esa sueva carnosidad que contorneaba la boca de Capricornio, con sutilidad se curveó hasta lograr tocar los labios de quien se encontraba debajo de él, nuevamente provocando que su estómago cosquilleara, y que con curiosidad introdujera su lengua hasta provocar una excitación, que al rito de un más profundo amor, los llevó.

Y a pesar del juramente de esa noche, entre desesperadas caricias y los besos que con entrega compartían, su mágica noche termino no también como había empezado...

-“Saga se encuentra cuidando el retorno de Poseidón, y yo...”- Aioros guardó un momento de silencio, un lapso que al pelinegro le pareció eterno y nada confiable.

-“¿Tú que?”- Inquirió extrañado el español. Sagitario desistió de la tarea de acariciar con los dedos, los cabellos del español, enfocando su mirada en un punto aún más alejado del que el rostro níveo de Shura se encontraba –“¿Aioros?”- Lo llamó frunciendo el entrecejo

-“El patriarca quiere entrenarme para ocupar su lugar”- Se niega a mirarlo otra vez, sabiendo que esa orden no traerá nada bueno para ellos dos. Las pupilas de Capricornio se dilatan, mientras sus parpados se abren un poco más de lo normal, dándole a su semblante un aspecto sorprendido. Se incorpora para mirarlo, dejando que en sus ojos se exprese algo aún mayor que en sus palabras  

-“¿Por qué tú?”- Reclama en medio de la oscuridad –“Que yo sepa hay más aprendices que ya tiene armadura dorada... y no creo que sea justo...”

-“Obedecer es mi deber”- Responde el castaño mirándole por fin. No desea que su noche especial termine en desgracia después de la noticia; pero él sintió que debía saberlo –“Shura, es un halago que él piense en mi como su sucesor”- Añade, tratando de apaciguar las réplicas del pelinegro. Capricornio se descubre el cuerpo, quitándose con enojo la sabana que lo cubría, dejando su cuerpo desnudo a deleite del mayor  

-“¿Y tienes la más mínima idea de lo que sucederá si accedes?”- Cuestiona estando de pie a un lado del lecho que ah abandonado. Cansado, Aioros suspira, respondiendo con tristeza ante la incomprensión del español  

-“No puedo negarme”

-“¿Por qué no?”- Preguntó con un tono en su voz, que el sagitario claramente puede leer como frustración.

Entonces comprende. Es miedo lo que Shura siente, no envidia si le dan ese puesto, ya que teme perderlo si toma esa gran responsabilidad en sus manos.

-“Shura... nada va a cambiar”- Dice con una leve sonrisa en sus labios, tratando de tomar la mano del español

-“Eso es lo que tú crees”- Responde evitando el contacto, retrocediendo un paso –“Al convertirte en el patriarca, cuando Shion muera, nada será igual, seremos como Dohko y él”- Sus palabras, aún más que sus acciones, sorprenden al castaño. No tiene la certeza de las palabras de Shura, solo sabe que es una orden que tiene que acatar, aún sin importar lo que tenga que sacrificar

Quizá, con el tiempo, Capricornio podría entender...

O tal vez no...

-:-:-:- End of Flash Back -:-:-:-

Ahora te miro, sin controlar lo que siento. Esta calidez que emana desde el fondo de mi pecho, es la clara muestra de que aún te amo... De que nuevamente briba mi corazón con tu sola imagen, y que de mis pulmones venga un poco aire hasta salir de mis labios en un suspiro...

¿Por qué?

¿Qué tienen tus besos, o el sonido de tu voz que tan loco me vuelven?

¿Cómo logras hacerme sonreírte una vez más, cuando tu mirada se topa con la mía, después de lo que pasó entre nosotros?

Demasiado tarde me eh dado cuenta de mi error, embozando una sonrisa enamorada, tan sólo dedicada a ti. Percibo mi rostro lleno de calor, el cual seguramente se ah tornado carmesí.

Enfoco mi mirar en la mesa, sabiéndome perseguido por tus inquisidoras pupilas, después de mi falta de palabra, luego de haberte dicho lo mucho que te odiaba...

Movido, por lo que parece ser un resorte, con el impulso de mi cuerpo hago que la silla retroceda unos centímetros lejos de la mesa. Me levanto con rapidez dispuesto a salir del gran salón, estando más que seguro de que tras de mi has de venir...

Y así es. Tu presencia invade mi ser, cuando noto tu cálido cosmo acercarse a mi, haciendo que me estremezca, siendo victima de tus encantos...  

No quiero resignarme a perderte. Me hace daño el hecho de pensarlo, siendo una información que mi cerebro se niega a procesar.

Te llevo tatuado en lo más hondo de mi alma, guardado en un lugar muy especial de mi corazón.

Sin querer te miro, notando que te encuentras sumido en tus propios pensamientos...

Me gustaría mucho saber en que piensas, y si es que contemplas la posibilidad de cruzar al menos una palabra, una mirada de desprecio o algún otro tipo de gesto hacia a mi, que ya muy necesarios me son para vivir. Considero que mi excusa te ah de parecer un tanto estupida, pero tus desdenes se han convertido en mi necesidad de despertar cada día, aunque sólo sea para que mi nombre sea maldecido con esos labios que tantas noches me llenaron de gloria...

Eh notado que quieres girar la cabeza hacia donde me encuentro, y cobardemente, yo bajo la mirada, no queriendo encontrar algo que hace un momento te pedía. Sin embargo, mis ojos son llamados hacia tu semblante, el cual me recibe con... con algo que no creí volver a ver ni en mis más profundos sueños...

¿Acaso me estas sonriendo?...

Pero no se trata de una simple sonrisa. No es una que pueda usarse como mascara de hipocresía. Es una que me permitiste ver el día que por primera vez me besaste, justo en el momento de notar la inexperiencia con la cual yo correspondía tu caria, y lo nervioso que entonces había quedado...

Entonces me amas, después de tus palabras aún sientes lo mismo que yo.

Te has desnudado delante de mí sin proponértelo, y ahora tratas tu error de corregir al levantarte de improvisto de la mesa; pero lamentablemente me eh percatado del sonrojo que adorna tus mejillas y del nerviosismo de tus actos al marcharte, así que después de esta revelación inconsciente, no puedo dejarte ir con la facilidad que deseas hacerlo.

Con apuro voy detrás de ti, siendo consiente de que una vez más tratarás de alejarme con duras palabras y golpes justo al corazón. Pero para tu desgracia, lo que planees ya no me importa, eh decidido no dejarte tranquilo hasta que me escuches, y si me perdonas o no es lo de menos, sólo que te des cuenta que mi más grande anhelo, es que sepas lo mucho que siento la riña entre nosotros.

-“¡Aioros, espera!”- Gritó tu nombre aún siguiendo tus apresurados pasos. Hemos salido del templo del patriarca, encontrándonos en las escaleras hacia el templo de Piscis, que ya no son cubiertas por rosas como en la batalla de las doce casas. Tu andar sigues escaleras abajo, sin darme oportunidad de darte alcance, cortando con tu carrera la ráfaga de viento que hacia nosotros se dirige.  

Te necesito, tal como tú pedías de mí esa noche. Escúchame, mírame, háblame. No me niegues la oportunidad, ni te cierres a una posibilidad de que estemos juntos una vez más...

Con dificultad logro que el aire que entra por mi boca, llegue exitosamente hasta mis pulmones, y que este a su vez, lo mande hasta mi cerebro; el cual de un momento a otro, siento a punto de explotar.

Escucho tu voz tan cerca y un temblor recorre mi cuerpo, provocando que mi corazón de un vuelco, emocionado. Deseo girar la cabeza, correr hacia ti con lágrimas en los ojos y decir que nada importa ya, que sucedió hace tanto que no significa nada para mí; pero hacerlo sería traicionarme a mi mismo y romper con una lealtad hacia mi propia razón.

En la piel descubierta de mi brazo derecho, tengo la ligera sensación de un hormigueo que llega con rapidez hasta mi vientre. Mi semblante sorprendido tiene la necesidad de saber que ah detenido mi andar y producido aquél agradable estremecimiento.

Nuevamente eres el criminal que me desarma con esa mirada, que aunque no sepa ni pueda describir, sólo la puedo calificar como mi debilidad. Tú el único culpable de borrar mi me memoria si me miras así...

Y como si todo estuviera en mi contra, el viento hace que tus cabellos bailen a su entera voluntad, y que tus ojos destellen como verdaderas esmeraldas cuando el sol se refleja en tu mirar.

Ahora me siento intimidado. Mis ojos se han nublado, negándome la oportunidad de verte a la cara con claridad; encontrándome tan susceptible, que temo que cualquier cosa que de esos labios tuyos provenga, terminara por convencerme de que yo estoy en un error como mi hermano ah querido marcármelo todos estos días...   

Trato tu agarre de terminar con un jalón, al tiempo que mis ojos se cierran y de ellos brota algo que hubiera querido retener hasta encontrarme lo más lejos posible de ti. Tomas mi otro brazo, no dejándome proseguir el camino hacia donde hubiera querido dirigirme. Mis parpados se abren y mi labio inferior tiembla, imitando las pupilas en las cuales te manifiestas, cerrándose de nuevo para que no leas la verdad en mi alma.

Para sorpresa mía, envuelves mi cuerpo con el calor del tuyo, permitiéndome gozar una vez más de esas sensaciones que me recorren, al haberme abrazado justo como en este mismo momento lo haces...

Sé que estas cansado de que te lastime, y créeme, nadie lamenta eso más que yo.

Consiente estoy de que clavé espinas en tu corazón; pero aún más de que me necesitas tanto como yo dependo de ti.

Y con sinceridad duele. Aquella noche en verdad lastima, porque no fuiste el único herido. Al igual que tú, caí en una mortal trampa, una que de haber creído en tus palabras, hubiera librado...

Pero no lo hice; al contrario, actué contra los deseos de mi propio corazón...

-:-:-:- Flash Back -:-:-:-

No había visto a Aioros desde hace más de un año, desde la noche en que el patriarca fue atacado por quien parecía ser un sirviente de Poseidón, al portar sus escamas.

Shion le había dado órdenes a Saga de partir de nuevo a vigilar que el dios del mar no fuera a despertar. Al caballero de sagitario –para desagrado del español- se le encomendó quedarse en el refugio a terminar su entrenamiento para suceder al patriarca. Y por último, a Shura, se le dio la tarea de reunir a los caballeros restantes a través del mundo.

Aquél día, en que sus respetos había ido a presentar a Arles -el hermano del ahora difunto Shion-, el enmascarado le dijo ciertas cosas que en verdad lo desconcertaron... Cosas que nunca pensó escuchar sobre el sagitario, como una cierta advertencia de un crimen que pudiera cometer dando muerte a la diosa recién reencarnada.    

¿Pero por qué Aioros haría una cosa así?

Es decir, de entre todos los caballeros que conocía, y al que más admiraba, Aioros sería uno de los menos interesados en querer matar a la niña Athena...

Desafortunadamente, como el frágil cristal, la confianza que Shura tenía hacia el noveno custodio se rompió, bastándole con escuchar las palabras de Arles y de los soldados que daban el testimonio de haberlo visto huir del refugio

Aioros corría entre las ruinas del santuario, escapando de lo que sería una muerte segura. En el brazo llevaba un pequeño bulto rosa, y a su espalda, la caja dorada de la armadura de Sagitario.

Desabrochándose las correas de la caja, con un golpe se deshizo de sus perseguidores; comprando enseguida el estado de la bebé que cargaba. La pequeña de tan sólo unos cuantos meses de nacida, le sonrió, algo que le hizo sentir una grata sensación en el interior. Se hinco para descansar un poco del duro viaje, levantándose enseguida para dar vuelta y seguir con su camino, cuando una sombra, desde lo más alto de una roca lo cubrió

-“¡Aioros, espera!”- La voz varonil, y de un raro acento que pronunciaba el griego, delato enseguida su identidad. Sin saber lo que le espera, el mencionado se gira hacia quien su nombre había pronunciado, poniéndose en guardia. El castaño observa una figura prepotente parado en la cima de un peñasco de gran altura, con los brazos extendidos a ambos costados y una pierna sobre una roca

-“Shura...”- Musita consternado e incluso horrorizado, dejando que uno de sus pies retroceda –“Eres tú...”- El único ser a quien menos hubiera deseado ver en esos momentos, en una situación poco favorable

-“Eres demasiado tonto al creer que puedes escapar de este refugio”- Declara con el entrecejo fruncido y una burlona sonrisa, aunque por dentro el corazón lo siente marchitarse. Aioros regresa el pie que antes había retrocedido, tratando de razonar con quien considera importante

-“Escuchame Shura...”

-“¡Me avergüenzo de ti!”- Hace una breve pausa y continua –“Es muy tarde para dar excusas. Sólo hay una forma de pagar por revelarte en contra del refugio”- Su entrecejo se contrae aún más –“¡Morirás!”- El semblante de Aioros se ensombrece, mientras aprieta los dientes y sus ojos únicamente muestran desilusión

-“¿No quieres que te explique?”- No puede creer que él se niegue a escucha razones

-“Muere como un hombre. Te permitiré morir con mi espada sagrada Excalibur”- Prepara el brazo para atacarlo. Lanza un destello dorado que corta el viento. Sagitario salta con el bebé, esquivando el poder que ya conoce. Shura prepara una vez más su ataque y arremete contra el moreno, desde la roca. Con sagacidad evade los poderes el griego, lamentando que su antiguo mejor amigo sea quien vaya tras su vida. Aioros salta hacia el otro lado, depositando en un lugar que considera seguro, a la niña que en sus brazos sostenía.

-“¡Aquí estoy Shura!”- Atrae la atención del español lejos de la bebé. Capricornio lanza su ataque, logrando esta vez darle y que se golpee contra una roca, cayendo luego de bruces contra el frío piso, junto a la caja de la armadura que antes se había quitado. El semblante del décimo custodio ah quedado ensombrecido, y es que no le place en nada tener que matarlo, aunque ría sarcásticamente

Aioros siente todo su cuerpo adolorido y cansado; por ello, con pesadez trata de incorporarse. Escucha la risa de Capricornio, y no puede evitar el sentimiento de rencor que ahora le profesa. Con el apoyo de sus antebrazos, logra levantar la mitad del cuerpo, y teniendo en mente el acabar con la vida del español y todo lo que por él siente...

En ese instante, la caja que a la armadura resguarda, comienza a brillar, llamando la atención de ambos ahora rivales. Un horrorizado Shura quita el pie que aún recargaba sobre la piedra, mientras contempla como el traje sagrado de Sagitario, protege al vil traidor.

-“Pero...”- No puede creer que se la misma armadura dorada, quien le de su auxilio

Impotente, y aún más atractivo de lo que recuerda, aparece el noveno custodio, portando la armadura que con méritos, hace años ganó

-“¡Es mi turno!”- Advierte con decisión, a un estático Shura. Su puño derecho se cierra a la altura de la cadera, al cual acuden varios destellos dorados –“¡Trueno Atómico!”- Lanza al ataque hacia la roca donde Capricornio se encuentra parado, más para derribarlo, que para hacerle algún otro tipo de daño. Shura salta; pero el impacto y la fuerza del ataque es tal, que lo alcanza y de espaldas lo tira contra el suelo

Sagitario se siente satisfecho (“Solo me falta algo... Tengo que proteger al bebé que traía en mis brazos...”). Gira el rostro y la mitad del cuerpo para asegurarse que la niña esta bien. Sin embargo, su sorpresa es otra al descubrir que no se encuentra donde la dejó, y que en lugar de eso ah gateado hasta el español

El pelinegro ríe victorioso, acariciando con la palma de la mano el rostro suave de la niña.

Por fin lo ah que matado y sonríe. No siente tranquilidad, sólo dolor. Sabe que ah hecho lo correcto, o al menos lo siente...

-:-:-:- End of Flash Back -:-:-:-

El tiempo ah dejado huellas y cicatrices en mi persona; dándome una dura lección que espero haber aprendido.

Ahora me gustaría saber si perdonaras mi afrenta, o gritaras con todo el dolor de tu corazón que me aparte de tu lado.

Fuimos separados por el cruel, despreciable y horrendo destino; pero ¿No crees que ya es hora de sanar el dolor y tratar de reparar el espejo de nuestra alma que una vez se rompió?

Porque sabes tan bien como yo, que cuando juntos estamos, no hay nada que pueda separarnos.

Aún sigo esperando que reacciones después de mi abrazo, que correspondas de la misma forma o que vuelvas a mentirme profesándome tu odio

¿Qué planeas hacer ahora que mostraste lo que en verdad sientes?

¿Cómo piensas borrar de mi mente la felicidad que sé, una de mis sonrisas o roces te provoca?

O al menos dime ¿Dónde piensas enterrar este sentimiento que te llena el vacío de tu corazón?

Yo te prometo que si al menos una de tus respuestas logra convencerme, me olvidaré para siempre de ti y trazaré otro camino intentando no cruzarlo con tu línea, y tratando de borrar un daño irreparable...  

No sólo te odio por traicionar una de las cosas más sagradas que tenía, si no por haberme hecho sentir de nuevo aquella calidez que inunda e ilumina, la oscuridad dentro de mi corazón.

Y es cierto, te mentí. Aquella persona que hace años te brindó su amor y amistad incondicional, aún vive en mi interior, en un corazón confundido al que la claridad de lo que pasó aún llega.

Intento apartarte de mí, aún negándome a que veas el rostro de un niño llorón, como seguramente eh de mostrarme; pero las fuerzas no son suficientes para realizar mi cometido. Así que cuando mis manos se posan sobre tu vientre, con los puños cerrados, no controlo el impulso de estos por deslizarse a tu espalda hasta abrazarte completamente y dejar que escuches un sollozo.

Porque desgraciadamente te amo. Eres el dolor más exquisito y el calvario que una y mil veces más penaría, sin importar lo demás. El único verdugo a quien únicamente le entregaría mi corazón.  

Pese a todo me doy cuenta, que el nombre mío que tantos clamabas en la oscuridad y desesperación, se debían al único hecho de amarme tanto como te quiero a ti. Sin importar lo que el pasado allá marcado en nosotros, teniendo ojos únicamente para el futuro. Disfrutando del calor que emana de tu cuerpo, ahora que me pegas más a ti, con el abrazo más apasionado que alguna vez me hubieras brindado...

... o ... o ...