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Kurama por Higary

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Notas del capitulo:

Holi hola, gente bonita!! *le arrojan piedras* Ehem, antes que nada una ENORME disculpa por el retraso en este fic, la verdad ni yo sé qué rayos pasó para que me demorara tanto (Kyuu: Falta de tiempo, inspiración, perderse en nuevos fandoms)… No necesitabas detallarlo, tío Kyuubi ¬¬ Como lo prometí en las respuestas a los reviews, los cuales por cierto agradezco mucho, hoy les traigo por fin un nuevo capítulo y no es por festejar Halloween, sino porque ya eran tres meses sin actualizar u.u Así que mejor sigo en las notas finales para que pasen a lo que han estado esperando desde hace semanas: ¡¡a leer!!

 

La pared de los lectores: sapphir13, Hikari XD, Sasunaru24sasuke, HiroDUzumaki (doble review), Yola1996acuario, Zanzamaru, nezumi ross, Ann Gokudera, KIRAdesu, Arairy, SunaLove51 y yume hinamori.

 

Disclaimer: Como es bien sabido, los personajes son propiedad de Masashi (vendido) Kishimoto. La idea para este fanfic no recuerdo cómo surgió.

TERCERA PARTE

 

El día previo a que iniciaran las clases en el Jardín de niños, Kurama notó que Naruto estaba muy callado, lo cual era demasiado evidente puesto que el pequeño hablaba hasta por los codos aunque algunas palabras se le dificultaran por la pronunciación. Minato y Kushina le comentaron que seguro se debía a la nueva etapa que estaba por iniciar, pero aún así el zorro no deseaba dejarlo tan inquieto, por lo que (en su aspecto animal) subió a su habitación para tener una charla de demonio a niño.

-Oye, mocoso, ¿qué te sucede? –preguntó, sentándose en la cama

-… ¿Prometes no decirle a nadie? –lo observó con ojos temerosos

-Te doy mi palabra.

-Es que… tengo miedo –agachó su cabecita-. ¿Y si no estoy junto a Sasuke?, ¿o si no le agrado a los otros niños?

-No te preocupes, mocoso, tú y ese pequeño Uchiha son inseparables. Y en cuanto a tus nuevos compañeros, primero debes convivir con ellos, seguro serán buenos amigos.

A pesar de sus palabras, el infante no parecía muy convencido, de modo que Kurama suspiró y se le ocurrió una buena idea que tal vez lo tranquilizaría.

-Lo tengo: ¿y si voy contigo a escondidas mañana?

-¿En serio? –lucía emocionado

-Sí, por si ocurre algo, estaré listo para ayudarte.

-¡Genial! –abrazó al zorro- ¡Eres el mejor, Kurama!

-Pero será un secreto entre tú y yo, no le digas a tus padres.

Pudiera ser que consideraran que estaba mimando demasiado a Naruto, o que no lo dejara enfrentarse él solo a los nuevos retos. Sin embargo nada le importaba, esperó a ese niño durante mucho tiempo y se juró a sí mismo que lo protegería siempre. También existía la posibilidad de que el matrimonio exclamara lo mucho que cuidaba de su hijo y se la pasaran molestándolo al respecto. No, lo mejor era que esos dos no se enteraran; no pensaba darles armas para que se burlaran de él, ese era su trabajo (sobre todo adoraba molestar a Minato).

 

Naruto y Sasuke tenían cuatro años cuando ingresaron al Jardín de niños. El pequeño rubio miraba todo el lugar con ojos entusiasmados, pero sin soltar en ningún momento la mano del morenito. Su mamá le había confirmado que estarían en el mismo salón de clases, pero no deseaba arriesgarse a que fueran separados. Pese a ser algo reservado para su edad, al Uchiha no le molestaba ese tipo de contacto siempre y cuando viniera de su amigo. Ya que él era un poco mayor que Naruto, tenía la idea de que debía cuidarlo y protegerlo, como su hermano lo hacía. Además el Uzumaki era bastante inquieto y hasta torpe, se accidentaba fácilmente si se le quitaba la vista de encima.

-No te alejes, Naruto –le dijo en tono serio

-¡No lo haré! –prometió, apretando más el agarre

 

El pequeño de ojos azules sonreía porque tenía la compañía de su inseparable Sasuke, además de que sabía que Kurama lo estaría vigilando desde alguna parte. Tenerlos a ellos dos lo hacía sentirse seguro, aunque preferiría que el zorro no se tuviera que esconder y se encontrara junto a ellos para atender las clases. Era el primer día y ya extrañaba a Kurama, pues estaba acostumbrado a pasar la mayor parte del tiempo a su lado. Dio un pequeño suspiro y miró hacia las ventanas, pero no pudo hallar rastro del demonio. En ese momento odió el talento que poseía para esconderse (cuando jugaban a las escondidas con sus papás, él siempre les ganaba a todos).

-¿Sucede algo? –preguntó Sasuke

-Extraño a Kurama –confesó

Sasuke arrugó ligeramente el ceño e hizo un puchero. No se consideraba un niño envidioso, sin embargo a veces le molestaba que el Uzumaki hablara tanto de ese tal Kurama y fueran tan cercanos (vamos, que hasta vivían juntos). Naruto era su primer amigo y lo consideraba uno de sus más preciados tesoros; si con su propio hermano le costó trabajo tener que compartir las sonrisas del rubio. Su pequeña mente se ofuscaba cuando veía que no era lo más importante para Naruto, pero no por eso iba a amedrentarse.

-No te preocupes –le dijo-, lo verás al ir a tu casa. Y aquí me tienes a mí. Yo te cuidaré y nunca te dejaré solo.

Aquellas palabras provocaron un calorcito en el pecho del menor, quien sonrió de manera radiante y se abrazó con fuerza al otro niño, bajo las desconcertadas miradas de sus nuevos compañeros quienes sólo cuchicheaban o reían al ver a esos dos ser tan cariñosos.

 

A través de una de las ventanas, toda la escena fue vista y escuchada (gracias a sus agudos sentidos) por Kurama, quien en forma de zorro se encontraba sentado en la rama de un árbol desde donde podía observar todo. Esos dos niños, a pesar de sus cortas edades, parecían realmente unidos. Sí, muchas cosas cambiaban con el pasar del tiempo, pero esperaba que eso no afectara el lazo que ellos dos estaban forjando, porque las formas en que se miraban y sonreían eran sencillamente… indescriptibles. De modo que sería su labor vigilar de cerca cómo se desarrollaban las cosas entre ambos conforme fueran creciendo.

-Más te vale cumplir con tu palabra, mocoso.

 

Los días de escuela comenzaron a transcurrir uno a uno. Naruto trataba de convivir con sus demás compañeros y siempre incluía a Sasuke en los juegos, aunque el azabache era más reservado con desconocidos sin importar que fueran de su edad. Kurama estaba tranquilo de que las cosas le estuvieran yendo bien al niño rubio; admitía que era un poco paranoico y sobreprotector. Aquella mañana en particular estaba recostado en un sillón, sin embargo sus colas se movían de manera inquieta. No podía entender qué era, puesto que nunca antes le había ocurrido. Kushina se percató de esto, así que tomó asiento a su lado y le acarició el pelaje con suavidad.

-¿Qué sucede, Kurama? Pareces nervioso.

-… Realmente no estoy seguro, habanero.

-Mmm… Lo tengo, ¿por qué no vas a echar un vistazo cómo le está yendo a Naruto en la escuela? Tal vez eso te ayude a sentirte más tranquilo.

La pelirroja sabía que para su viejo amigo, el menor de la casa era sumamente valioso e importante, no en vano lo esperó durante muchísimos años (aunque todavía no sabía bien el por qué), por eso suponía que la preocupación del zorro involucraba a su hijo. Además lo conocía de toda la vida, ella podía notar bien cuando algo le ocurría y, así como él se la pasó protegiéndola y ayudándola desde pequeña, ella quería hacer lo mismo.

-Anda, ve con Naruto –le sonrió, dándole ánimo-. Mientras tanto yo prepararé sus comidas favoritas.

El zorro correspondió la sonrisa, aprovechando que no había nadie acarició con su cabeza la mejilla de la mujer y luego brincó para salir de la casa. Le daba algo de pena hacer esos gestos de cariño delante de otros, no iban para nada con su naturaleza demoniaca, pero así como con otros miembros del clan Uzumaki, él había visto nacer y crecer a Kushina, la consideraba su amiga incondicional y sabía que el sentimiento era mutuo. Contar con su apoyo fue lo que terminó por convencerlo de ir a vigilar a Naruto y asegurarse de que todo estuviera en orden.

 

Mientras tanto en el Jardín de niños, la profesora les había leído un cuento en el que mencionaban a los demonios. Luego de eso le avisaron que tenía una llamada en el salón de profesores y tuvo que abandonar el salón. De inmediato los niños comenzaron a hablar del cuento recién escuchado.

-Los demonios dan miedo –dijo uno

-Y son muy malos y crueles –mencionó otra niña

-Eso no es cierto –intervino Naruto

El rubio tenía el ceño fruncido, los puñitos apretados con fuerza y en sus labios apareció un puchero. Sasuke se extrañó porque nunca había visto a su amigo tan enfadado.

-¿Qué no es cierto? –preguntó alguien

-Los demonios no son tan malos como ustedes dicen, también pueden ser amables.

-Claro que no.

-No existen los demonios buenos.

-¡Se equivocan! ¡Claro que existen!

Fueron varios los infantes que se sumaron a los comentarios de que él era el equivocado y no tenía idea de lo que hablaba. Antes de que Sasuke pudiera intervenir (porque se había molestado ante la forma en que los demás “atacaban” a Naruto), el rubio salió corriendo del salón sin dar tiempo a que lo detuvieran. En cuanto esto ocurrió todos dentro del aula se quedaron callados, pues alcanzaron a ver que los ojos azules del pequeño estaban llenos de lágrimas.

-Son unos tontos –gruñó Sasuke y los miró con enojo antes de abandonar también el salón para ir en busca del otro

 

Naruto llegó al patio y se agachó detrás de unos arbustos para dejar que las lágrimas fluyeran libremente. Le habían dolido las palabras de sus compañeros porque Kurama no era nada de lo que ellos decían, pero ninguno le creía. Él vivía con un demonio y era una de las criaturas que más quería, respetaba y admiraba. Se sintió tan mal por no haber podido defenderlo correctamente y borrar la imagen equivocada que los demás tenían.

-Kurama… -sollozó, cubriéndose los ojos con las manos

-Aquí estoy, mocoso.

El chico alzó un poco la cabeza para encontrarse con el zorro que se encontraba frente a él observándolo fijamente. Por alguna razón al verlo su llanto se incrementó y abrazó con fuerza al animalito, quien simplemente se dejaba hacer. Ya que sus patas eran cortas, utilizó sus colas para rodear el cuerpo del pequeño Uzumaki.

-Tranquilo, Naruto –le dijo en tono protector-, ya estoy aquí. ¿Qué sucede?, ¿alguien te hizo daño?

-E-Ellos… -seguía sollozando

-¿Quiénes ellos?

-M-Mis compañeros… D-Dijeron que los demonios… son malos… Pero t-tú… tú no lo eres… Y cuando se los dije… N-No me creyeron…

Kurama se sintió culpable, pues él era la causa por la que seguro le dijeron cosas feas a Naruto y ahora lloraba de esa manera tan dolida. Tanto que se había prometido que lo cuidaría para que siempre fuera feliz y pasaba aquello. Una vez Kushina le comentó (cuando el niño era un bebé) que algo así era imposible, que todos en algún momento necesitaban sentirse dolidos o pasar tristezas, eran parte de las experiencias de la vida, pero no por eso resultaba algo fácil de presenciar.

-Sólo ignóralos –habló-, son unos chiquillos ignorantes. ¿Qué podrían saber? Te aseguro que ninguno de ellos vive con un demonio tan genial como yo, y si supieran que tú sí lo haces, se morirían de envidia.

Sus palabras causaron una pequeña risa en el rubio, quien con una mano limpió las lágrimas (con la otra seguía aferrado al zorro). Kurama utilizó dos de sus colas para ayudarlo con ello, provocándole cosquillas en el proceso.

-Anda, deja de llorar, sus estúpidas palabras no lo valen.

-Kaa-san se enojará porque dijiste una mala palabra.

-Tú no se lo dirás, yo menos, así que no habrá problema, mocoso.

Ahora sí logró una verdadera y animada sonrisa en el rostro del chico. Justo en ese momento escucharon una voz infantil llamando al rubio y segundos después un agitado Sasuke hizo acto de presencia, acercándose de inmediato a su amigo.

-¡Al fin te encontré! Te busqué por todas partes –reclamó, pero luego su mirada se tornó más amable y le acarició la cabeza-. Ya puse en su lugar a esos niños tontos, te aseguro que no volverán a molestarte. Y si lo hacen, se las verán conmigo.

Naruto sonrió ante las palabras del Uchiha y asintió, contento y sin rastro del llanto anterior. Fue al ayudarlo a ponerse de pie que Sasuke se percató del pequeño zorro que acompañaba al rubio; le extrañó la gran cantidad de colas que poseía, pues al menos en las fotos que había visto en televisión, sólo tenían una cola.

-¿Un zorro? –preguntó

-¡Es Kurama! –asintió con alegría

-¿Kurama?, ¿el Kurama del que siempre hablas?

El pequeño cerebro de Naruto se dio cuenta de lo que acababa de decir; se suponía que no podía decirle absolutamente a nadie de la existencia del demonio. Pero Sasuke era su mejor amigo y siempre estaba con él, por eso creía que no tenía nada de malo. En realidad se moría por compartir esa parte de su vida con el otro niño.

-¿Se lo puedo decir a Sasuke? –preguntó el rubio, observando al zorro

Kurama no respondió, se limitó a mover las colas. Aquél no le parecía el lugar apropiado para hablar de eso, además de que también debían consultarlo con Kushina y Minato, pero no sabía cómo hacérselo entender a Naruto. Cruzó miradas con esos ojos azules que lo contemplaban con anhelo e inconscientemente soltó un gruñido: el chico le estaba aplicando la mirada de cachorro herido que solía poner cuando deseaba algo. Rayos, era demasiado joven para ser tan manipulador. Con su pata le dio un ligero golpe en la cabeza.

-¡Oye! –se quejó, pero luego volvió a sonreí- ¡Lo tengo! ¡Ven a mi casa después de clases, Sasuke!

-… ¿Ahí me explicarás qué pasa?

-¡Sí, es una promesa!

El morenito asintió, observando con algo de recelo al zorro, no sabía por qué. Le recordó a Naruto que debían regresar a clases, así que el Uzumaki bajó a Kurama, pidiéndole que lo esperara ahí hasta la hora de salida, y agarrando la mano que su amigo le ofrecía ambos se marcharon.

 

Kurama los vigiló hasta que se le perdieron de vista y luego suspiró. Realmente tenía deseos de hacer algo contra esos mocosos que lastimaron los tiernos sentimientos de Naruto, pero debía contenerse y recordarse que sólo eran unos niños. Al menos le quedaba la tranquilidad de que si algo volvía a ocurrir, Sasuke no dudaría en defender a su compañero de juegos. Sonrió. Para ser también un mocoso, ese Uchiha poseía bastante carácter. Tal vez no tendría nada de malo que estuviera al tanto de su identidad.

 

Al finalizar las clases los padres de familia fueron a recoger a sus hijos. Kurama ya se había encontrado con Kushina y le explicó lo ocurrido, de modo que la pelirroja esperó a que el par de niños se acercaran para luego ir con Uchiha Mikoto, la mamá de Sasuke con quien ya había coincidido en un par de ocasiones, y le pidió permiso para que el pequeño fuera a su casa. Al ver el rostro emocionado de su hijo, a quien no le agradaba mucho juntarse con otros niños, ella aceptó de inmediato. Estaba convencida de que el alegre Naruto sería una buena influencia para su serio pero lindo Sasuke.

 

Mientras ellos iban camino a la casa Uzumaki, Kurama viajaba escondido en el bolso de Kushina. De vez en cuando asomaba su cabeza para intercambiar miradas con Sasuke, pues le causaba gracia que ese niño de casi cinco años pareciera alerta con él e incluso de vez en cuando jalara a Naruto en gesto protector, como si el zorro pudiera atacarlo en cualquier momento o algo así. Tan diferente a Minato cuando lo conoció; ese mocoso rubio no dejó de mirarlo con fascinación durante mucho tiempo después de su primer encuentro.

 

Finalmente llegaron a casa y Kushina dejó a los niños junto con Kurama en la sala, mientras puso como pretexto que prepararía algunas botonas, así ellos tendrían tiempo para conversar. Sasuke tomó asiento en un sillón y cruzó los brazos, esperando que la explicación comenzara. Naruto se rascó la nuca, temiendo por un momento que su amigo no le creyera o incluso se asustara y se alejara de él, pero quiso creer ciegamente en las palabras de que nunca lo dejaría solo, así que decidió hablar.

-Sasuke, te presento a Kurama –señaló al zorro

-Hola, mocoso Uchiha.

Los ojos del otro niño se abrieron de sobremanera y parpadeó un par de veces. Se suponía que los animales no hablaban, ¿no?, ¿acaso era un nuevo tipo o algo así?

-No me llames mocoso –fue lo que respondió-. ¿Y por qué puedes hablar? Los zorros no hablan.

-El de la película que usa flechas y el que es amigo de un perrito sí hablan –intervino Naruto, pero al ver las miradas que los otros lanzaron, prefirió guardar silencio

-Bueno, eso es porque no soy un zorro ordinario –explicó Kurama en tono ufano-. Soy un demonio y como Naruto ya dijo, mi nombre es Kurama.

-No pareces un demonio.

-Si adoptara mi verdadera forma, tendrías pesadillas de por vida, mocoso –sonrió tétricamente

Pero en lugar de asustar a Sasuke, como deseaba, éste entrecerró los ojos para luego ponerse de pie y señalarlo con enfado.

-¡Entonces es tu culpa!

-¿Eh?

-¡Sí! ¡Fue tu culpa que esos niños hicieran llorar a Naruto!

El zorro debía ser sincero y admitir que de todas las reacciones posibles que podría haber tenido el Uchiha, esa era la que menos se esperaba. Era como si le diera igual que él fuera un demonio, lo que parecía realmente importarle y molestarle fue lo ocurrido con sus compañeros de escuela.

-Sasuke… -llamó el rubio en voz baja

No quería que sus dos amigos pelearan por su causa y al parecer el moreno se dio cuenta de eso, puesto que dejó de señalar a Kurama y volvió a tomar asiento, esta vez al lado de Naruto y volvió a sujetarle la mano como había hecho incluso en el salón para mostrarle que estaba a su lado.

-¿Qué ocurrió con esos mocosos insolentes? –preguntó Kurama-, ¿volvieron a molestarte, Naruto?

-No, me dijeron que los perdonara, que no querían hacerme llorar.

Sasuke gruñó bajito, al parecer no contento con el hecho de que el rubio los hubiera perdonado tan fácilmente. Ante esto Kurama no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, pues tal y como supuso, el pequeño Uchiha trataba de cuidar lo más posible a Naruto y no le agradaba nada que lo lastimaran.

-Y si algo así volviera a suceder, ¿qué harás, Sasuke?

El niño pareció sorprenderse porque ya no lo llamara mocoso, así que sonrió de la misma forma presumida que ya había observado en su hermano cuando alardeaba de algo, y se enderezó en pose orgullosa.

-Como dice mi aniki, los pondré en su lugar.

Probablemente no estaba del todo seguro a qué se refería Itachi con esa frase, pero era más que suficiente tomando en cuenta que ambos amigos eran todavía muy pequeños. Naruto soltó una carcajada y se abrazó a Sasuke con fuerza, quien hizo algunos gestos pero no trató de zafarse de su agarre en ningún momento.

 

Al ver que las cosas parecían ir perfectamente, Kushina les llevó galletas y jugo, los cuales los niños comenzaron a degustar de inmediato. Con disimulo la pelirroja hizo unas señas a Kurama para que se le acercara, lo cual el zorro realizó de inmediato aprovechando que los otros dos parecían demasiado entretenidos devorando las galletas (más les valía que le dejaran algunas).

-¿Y?, ¿cómo resultó todo?

-La verdad es que, después de Minato, no creí que habría otro humano que reaccionara de forma tan indiferente al hecho de que soy un demonio.

-Parece que los Uzumaki sabemos escoger bien a nuestros seres queridos –rió ella

-… Eso espero –suspiró y regresó la vista a los dos infantes

Kushina se percató de que había algo raro tras esa mirada, una especie de preocupación, melancolía, hasta anhelo; era una combinación bastante extraña y que nunca antes había notado en los ojos del demonio. Por un momento quiso preguntar al respecto, pero decidió no hacerlo. Confiaba en que si era algo importante o que involucrara a Naruto de manera peligrosa, Kurama hablaría con ella y su esposo. Así que lo único que hizo fue acariciarle la cabeza para recordarle que no estaba solo y podía contar con ellos.

 

Aquella tarde el demonio tuvo que soportar los juegos de ambos niños, algunas preguntas de Sasuke (quien parecía estaba tratando con todas sus fuerzas de mantener su curiosidad al mínimo), dar una pequeña demostración de sus poderes que terminó con una bolsa de malvaviscos incendiándose, la cual provocó que un cansado Minato (recién llegado de trabajar) corriera con una cubeta llena de agua y evitara el incendio, pero en el proceso mojara también a Kushina y a Kurama, quienes lo persiguieron por la casa mientras el par de amigos se reían de ellos.

 

Todavía no le mostraba a Sasuke su forma humana (aunque Naruto le platicó de ella), pero aquél parecía el inicio de una nueva etapa en la relación entre esos niños, así como de ambos con el demonio. Y Kurama sólo podía desear que los días venideros también estuvieran llenos de risas y no de lágrimas, tristeza o dolor.

Notas finales:

HIGARY-NOTAS:

¿Les cuento algo? Se suponía que en este capítulo ambos hermanos conocerían a Kurama, puesto que no tenía pensado hacer la historia muy larga, pero cuando me pongo a escribir van surgiendo muchas ideas, así que el encuentro de Itachi y Kurama ocurrirá en el siguiente capítulo XD (Kyuu: El cual esperemos no tarde otros tres meses). Prometo que no, pondré todo mi empeño en ello, además no tengo otros fics activos, salvo los oneshots que de pronto se me ocurran, jeje. ¡Mi meta es llegar a los 100 fics, ya estoy cerca! *o* Como siempre esperaré sus comentarios con saludos, golpes, pedradas, flores, jitomatazos, felicitaciones, cebollazos, bombas, amenazas y demás. Antes que se me olvide, muchas gracias a quienes leyeron mis oneshots del 10 de Octubre: Juventud enamorada (Kyuu: Sasunaru) y Propuesta de cumpleaños (Kyuu: Charamen). Creo que por hoy es todo, se me cuidan mucho, gente bonita, mientras a los que me tienen en Facebook, por ahí nos leemos (Kyuu: Que por cuestiones de que andaban cazando cuentas, Higa-chan tuvo que cambiar su nick y ahora la encuentran como Eli Cisneros). Mi profesor de Mercadotecnia me amaba, así que dudo que se enojara porque plagié su apellido XD Ahora sí, bye byeee!!


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