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Esclavo de Tu Amor por Arizt Knith

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! Lamento muchisimo el haberme tardado en actualizar este fic, pero como ven aqui les vengo a dejar un cap bien largo! Lamento si me tardo en contestar los coment que me dejan, pero quiero decirles que siempre los leo y me hacen inmensamente feliz, muchisimas gracias!!!

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Esclavo de Tu Amor

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Capítulo 12: Memories

Part V

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Para la feliz pareja todo parecía ser total perfección con la concepción de un nuevo miembro parte de la pequeña familia Skorpió-Versea; una donde Aeneas daría todo lo que estuviera en su alcance para que nada les faltase, además de que día a día buscaría superarse y así poder llegar más allá de los opresores de su hermoso ángel. Pero por el momento las cosas estarían en calma, una calma que más adelante daría inicio a lo que sería el más grande martirio para el único hijo de la familia Verseau, martirio cuyo nombre es Ryan Wyvern, aquel hombre al que por desgracia era el único heredero de la familia Wyvern y con quien su familia tenía una gran amistad, que por desgracia le obligarían a formalizar algo más serio.

Los días pasaron tranquilamente entre la feliz pareja que se encontraba más que feliz por el futuro nacimiento de Degel. Aeneas sentía estarse en las nubes, pues no solo había encontrado al amor de su vida, sino que también se había enterado de que ese mismo era la madre de su pequeño Kardia así como seria la madre del pequeño Degel. Estaba radiante, ambos lo estaban pero sobre todo el que no hacía más que consentir en todo lo que pudiera al joven Verseau.

—¿Seguro que estas bien? —Volvió a preguntar por decimocuarta vez, Krest solo le vio confundido para luego soltar una suave risa—

—Claro que estoy bien —Sonrió suave y se acercó al otro para rodearle el cuello con sus brazos y pararse de puntitas, Aeneas entonces rodeo la pequeña cintura de su amante y le dio un pequeño beso en los labios—

—Si es así y juras estarlo, entonces no tengo de otra más que creer en la palabra de mi amado — Una sonrisa seductora adornó los finos labios del rubio quien nuevamente se dispuso a depositar un par de besos en los dulces labios de Krest. —Por cierto, ¿te has llegado a imaginar cómo será el instante en el que veas a nuestro pequeño Kardia, al fin?

Cerro los ojos sintiéndose mas que feliz de recibir aquel dulce beso de su amado, aunque la felicidad no duro mucho al escuchar eso — ¿Que...? —Su faz lucia pálida, es verdad que ansiaba conocer a su amado hijo, ese era uno de sus más grandes sueños, pero sabía que no sería posible. Bajo la mirada y acaricio su vientre, de nuevo las lágrimas trataban de ganarle —Yo... sabes que... no es posible...

—¿Cómo que no es posible? Vamos Krest, tienes que venir conmigo, Abbad Sindria está cada día mejor, allá no tendrás que preocuparte por nada, yo te lo daré —Los zafiros del de piel canela parecían brillas con cierta ilusión, después de todo dentro de poco tendría que volver, no podía abandonar el núcleo de su compañía y mucho menos a sus pequeños hijos—

—Aeneas… —Negó cohibido, aunque por mucho que lo deseara no podía irse, no cuando eso solo traería problemas al rubio— Sabes que no es posible —Se levantó y tomo al otro de las manos— Tu más que nadie lo sabe

—No quería aceptar un no por respuesta, estaba decidido, quería tener a su amado cerca y estaba dispuesto a enfrentarse al mundo para ello— Vamos, no habrá nadie que pueda interponerse... Sabes que ya tengo poder, tengo dinero, mi nombre está en todos los periódicos del mundo... ¿Qué te detiene ahora?

—Amor... —Negó con lágrimas en los ojos y apunto de derramarse— Lo sé amor, lo sé... Pero... -Sus pequeñas manos entonces acunaron el rostro del griego y le lleno de besos mientras luchaba por no llorar— Mi familia... Y la familia Wyvern... Piensan unirse, ambos podrían hacerte algo y es lo que temo... A ti y a nuestros pequeños, es por eso.

—Le vio llorar y fue como si su tenacidad se hubiera escapado por la ventana, sin más le sostuvo entre brazos, besando aquellas lágrimas que de sus ojos brotaban —Excúsame... Yo... Estoy siendo egoísta, sin embargo ahora es cuando podemos huir, ellos ...no tiñen por qué saber que estás conmigo...—No podía ni creer sus propias palabras, claro que lo sabrían, después de todo la prensa andaba encima suyo, por lo que sería fácil de suponer el paradero de Krest si este estaba con él—

—Tu... Tu más que nadie sabe que deseo eso con todo mi corazón -Se alejó unos cuantos pasos para verle mejor, mientras acariciaba su vientre plano y mostraban el uso sonrisa en sus labios —Sabes que te amo con todo mi corazón, eres lo más importante en mi vida porque eres el padre de mis hijos pero no aún no es momento de estar juntos, Aeneas... Debemos esperar... Por favor...

—... —Un amargo suspiro provino de los labios del rubio quien sin más, asintió, puesto que era cierto, su amado tenía razón... — En efecto... Pero no pienso abandonarte ni dejar de verte... ¡No! Eso no podrá ser... —Por un instante su mirada se perdió en los bellos orbes ajenos — Una casa en donde nadie más lo sepa, allí será nuestro lugar de encuentro... Un lugar lejano de cualquier ciudad...

—¿Una qué?

—Me encargare de que ambos tengamos un lugar, uno que solo nosotros conozcamos y podamos vernos cada que podamos…

Krest no hizo más que lanzarse a los brazos de su amado y llenarle de besos, a pesar de todo tenía fe de que así sería, el siempre estaría al lado de su amor. Las cosas siguieron así, Aeneas mismo se encargó de comprar una casa con todas las comodidades, una de la cual solo ellos supieran. Un lugar donde siempre se encontrarían, un lugar donde consumarían su amor cuantas veces fuera necesario por todos esos años que pasaron separados. Al tiempo Aeneas tuvo que volver a Abbad Sindria, pues era ahí el núcleo de trabajo y también por sus pequeños retoños, lo que nunca se imaginó fue lo siguiente.

Los padres de Krest habían estado haciendo reuniones con otra familia, la familia Wyvern, todo para decidir lo que harían a continuación, y vaya que el mejor plan fue unir ambas familias y crear un gran imperio, pero aquella unión necesitaba consagrarse por medio de un matrimonio, Krest chillo, lloro y pataleo e inclusive abofeteo a Ryan, puesto que no se quería casar con aquel horrible hombre, pero al final tuvo que hacerlo, a la fuerza. Las noticias de aquel matrimonio se hizo viral, todo el mundo hablaba sobre esas dos grandes familias, ahora unidas.

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(***)

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Abbad Sindria, Mansion Skorpió

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—¿Qué sucede querido? ¿A qué debo esa cara de frustración y enojo en ti? —La hermosa mujer de una figura ardiente, curvas cual reloj de arena y rostro de diosa, se acercó cual felino al rubio, quien no apartaba la vista del titular en la tv—

—No pasa nada...—Su respuesta fue rápida y contundente, pero por mucho que luchara ocultarlo su ira se podía sentir en el ambiente—

En las noticias no hacían más que hablar del supuesto amor y unión entre esas dos familias, haciéndose aún más poderosas que antes y ocasionando que el joven Skorpió tuviera aún más difícil la oportunidad con el joven Verseau. Y aunque muchos pensaran que ahí había amor en la joven pareja, lo que muchos ignoraban era el hecho que desde el día de su boda hasta la actualidad, el hogar donde vivía la "feliz" pareja, no era más que un infierno desde que se desato una terrible polémica.

Muchos habían ignorado los síntomas de los primeros meses pero justo hacia unos pocos días de la boda, fue que el mismísimo Ryan Wyvern, había notado el vientre abultado que tenía Krest. Los gritos e improperios no se hicieron esperar mientras el británico mandaba a llamar al doctor de su familia, un hombre de porte serio y muy allegado a los padres de este además de ser alguien muy leal.

Pero claro ni algo como eso y ni por muy leales que las personas fueran, el secreto quedaría escondido entre las sombras. El embarazo de Krest se hizo polémico, no había canal de noticias o chismes que no hablaran de ello y como habría un pequeño heredero para ambas familias, aunque claro, aquello era una vil farsa y eso solo lo sabían Ryan mismo, sus padres y los padres de la "futura madre" además de cierto hombre que permanecía en el anonimato y que Krest protegía.

—¿Qué es lo que sucede? —Volvió a preguntar la mujer con despampanante figura mientras obstruía la vista del otro, Aeneas solo soltó un gruñido—

—Ya te dije que nada —Fue su escueta repuesta, Helena cansada de aquella aptitud de su "marido" decidió salir un instante de la sala, tan solo para calmar un poco sus nervios y no ocasionar una pelea con el otro—

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Mansion Wyvern

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Mientras tanto o mejor dicho en otro país, lugar y mansión; Krest no hacía más que lanzarle improperios y cualquier cosa que tuviera al alcance a un furioso Ryan, quien no dejaba de seguirle por toda la mansión. Y debía admitirse que el joven Verseau, a pesar de tener cuatro meses de embarazo aun así podía correr, eso y que tenía una excelente puntería. Pues cada objeto que lanzaba terminaba golpeando al otro ya fuera en la cara, el abdomen y la entrepierna, aunque en este lugar ya le había dado al menos tres o cuatro veces seguías.

—¡VUELVE AQUÍ ZORRA! —Pero Krest no era tonto y no pensaba ir como cordero al matadero—

—¡PÚDRETE CEJÓN! —Gritó más airado y escondiéndose en su habitación, le echo llave, llave que solo él tenía. El joven Wyvern se encontraba disgustado, o mejor dicho furioso porque había notado o mejor dicho, le habían dado la "bella" noticia, que su ahora "amado esposo" estaba esperando un supuesto "hijo suyo" ¡Que hijo ni que nada! Ni que el otro fuera la virgen María para que estuviera preñado del espíritu santo—

—¡KREST! ¡MALDITA ZORRA! —Varios golpes se escucharon contra la puerta por varios segundos, golpes y gritos con muchos insultos contra su persona, lo mejor que el joven pudo hacer fue coger el celular que su nana le había comprado a escondidas y llamarle al griego—

Vamos... Contesta... —Pidió en medio de sollozos mientras acariciaba su vientre de casi cuatro meses— Aeneas…

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Abbad Sindria, Mansion Skorpió

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—¿Quieres que te de un masaje de esos que tanto te gustan? —Nuevamente y ya más relajada, la mujer de hebras rojizas tenía la intensión de sentarse en el regazo del rubio, después de todo traía un vestido que estaba escotado y abierto por una parte del muslo, lo que hacía que cuando se sentara se viese sus hermosas piernas de una forma sexy, sin embargo el rubio lejos de querer aquello se puso de pie dando una negativa inminente—

—No, no tengo tiempo para esto ...—Se giró dándole la espalda y se marchó de allí, rumbo a su cuarto pasando incluso de largo el cuarto de su pequeños, al entrar en su cuarto escucho el sonar de su móvil por lo que tomándolo le dedico segundos a ver el número y el nombre en pantalla, luego, contesto ... ¿Si?

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¡MALDITA ZORRA, ABRE LA PUERTA! —Ryan no hizo más que seguir soltando improperios contra el de hebras rojizas, diciéndole, no, más bien echándole en cara la vil y puta zorra que era— ¡KREST, ABRE LA MALDITA PUERTA! —Más el joven no lo haría, se encontraba todo abrigado y con las lágrimas deslizándose por sus suaves y frías mejillas—¡KREST!

... Ae... Aeneas... —Su voz sonó quebrada, tenía tantas ganas de lanzarse a llorar, de huir- Yo... ¡KREST! -Nuevamente había gritado, el sonido del pomo hacia un ruido espantoso que solo asustaba aún más al joven francés—

—Krest ... —Estaba lo suficiente demacrado y desanimado como para hablar con un tono anímico en la voz, además jamás se hubiera esperado un golpe bajo tan fuerte... Aunque si cabía en las posibilidades que aquello sucediera, aun no podía tolerarlo— Krest... Maldición ... —No sabía tan siquiera que debía decir o expresar—

Aeneas... Por favor... Nada de eso es real... —El joven seguía sollozando suavecito, mientras que al otro lado de su puerta seguían escuchándose varios insultos en contra de su persona— Yo no... Yo no quería... Ellos me obligaron... Por favor, tienes que creerme... —Guardo silencio en espera de alguna respuesta, por extraño que pareciera los golpes y ruidos también habían cedido, al parecer Ryan había desistido de sus ganas por estrangular al joven—

—... Si… lo entiendo... Pero ¿¡Hasta cuando vas a permitir que tus malditos padres tengan control sobre ti?! Que acaso ya no estás muy viejo para eso?! —Bramo furico, estaba molesto, herido e irritado más aun con la impotencia que sentía—

¡ERES UN ESTUPIDO! —Ahora fue él quien bramó furioso— No lo hago por mí, ¡LO HAGO POR TI! —Pero en eso un fuerte ruido se escuchó, inclusive el rubio logro escucharlo. Golpes fuertes retumbaban contra puerta la puerta, asustando al joven embarazado que no hizo más que dejar caer el teléfono en algún lado—

¡MALDITA ZORRA! —La voz de Ryan se escuchaba aun furiosa, ¡había sido burlado! Más que eso, había sido el hazme reír enfrente del doctor y su familia cuando este le había dicho del embarazo del otro—

—¡¿KREST , KREST?! MALDICION RESPONDE! —Miro el móvil dándose cuenta de que aún estaba en llamada, lo que sucedía allí era que el otro seguramente había tenido que guardar o esconder el teléfono ...— VOY A MATAR A ESE INGLES HIJO DE PUTA

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—¡SUELTAMEEEE! —Chillo el pobre francés, Ryan se las había ingeniado para entrar a la habitación y tomar al joven por los cabellos—

— ¿Crees que lo haré? —Sus orbes dorados brillaron con furia mientras lo arrastraba de nuevo hasta la cama y lo tiraba en ella— Tu... Me has humillado... maldita puta —No tuvo compasión acomodarse encima del joven, aprisionando sus caderas con sus piernas, el joven seguía sollozando mientras golpeaba al rubio en el pecho— Puta, ahora sí... Te la meteré hasta el fondo

—¡SUELTAMEEEEE! —Los gritos y golpes seguían por parte del menor, mientras que el rubio no hacía más que esquivar los golpes. A la última termino aprisionando las manos del francés y llevándolas por encima de su cabeza— Tú... Pagarás por esto... —Aeneas no pudo verlo pero en eso Ryan señaló de forma despectiva aquel vientre ya abultado, Krest sollozo más al sentir como el británico empezaba a tocarlo—

¡KREST! KREEEEST! MIERDA KREEEST KREEEST! —El griego grito con todas sus fuerzas incluso alertando a los que vivían en su enorme mansión, pero... Era más el grito de alguien que no podía hacer más que amenazar y blasfemar a las distancias, deseaba poder tele-transportarse hasta allí, romperle la cara a ese HIJO DE PUTA!, pero no, nada lo llevaría allí justo a tiempo como para colgar de una hasta el culo de semejante escoria—

Ryan sonrió con deleite al ver aquellos orbes aguamarina llenarse de lágrimas y sentir como ese cuerpo que yacía debajo suyo, temblaba presa del miedo, aunque, había un rehuido, había algo que le estaba crispando los nervios.

—¿Qué demonios... ? —Lentamente se fue quitando de encima del menor, mientras se ponía a buscar la causa de aquel sonido, hizo un gesto al otro, alertándole que si intentaba escapar le iría peor—... —La mirada de Krest estaba fundida en el miedo, el había escuchado y sabía lo que el otro buscaba por lo que, cuando el británico se dio la vuelta rápidamente cogió el teléfono que yacía bajo la cama—

—Qué demonios tienes allí? —Gruño, Krest negaba con la cabeza mientras intentaba ocultar el teléfono por entre las sabanas y almohadas pero el otro fue más rápido y termino quitándoselo—¿Quién mierdas eres?!

EL QUE TE VA A PARTIR TU PUTA CARA Y LA VA A MOLDEAR PARA QUE QUEDE COMO EL PUTO CULO QUE ERES! VOY A ENCONTRARTE, Y CUANDO LO HAGA VAS A HACER QUE TU PUTA MADRE SE RETUERZA EN EL MALDITO SUELO POR HABER TENIDO A UN HIJO DE MIERDA COMO TU! NO HABRA LUGAR SEGURO PARA TI ESCORIA! APARTIR DE AHORA NO TENDRAS UN PUTO HUECO AL CUAL PODER ESCONDERTE SIN QUE SIENTAS QUE VAN A ARRANCARTE LAS BOLAS! —Grito un muy enfurecido Aeneas, asustando a más de uno que pasaba por la oficina de este, inclusive las señoras que se encontraban en la cocina preparando un guisado habían puesto el grito en el cielo cuando escucharon a su jefe gritar de aquella forma, fuera quien fuera que había hecho enojar a Skorpió, sin duda terminaría mal—

—A MI NO ME GRITES MALDITO HIJO DE PUTA! QUIEN SE VA A RETORCER SERAS TU MALDITO, TU Y LA MALDITA ZORRA QUE TIENES AQUI! ME ENCARGARE DE VIOLARLO DIA Y NOCHE Y DESCUIDA, QUE TE MANDARE LOS VIDEOS PARA QUE ENTONCES SEAS TU EL QUE SE RETUERZA! PERO ANTES QUE NADA, ME ENCARGARE DE SACARLE ESA MALDITA CRIA QUE LLEVA DENTRO SUYO Y TE LA MANDARE VIA EXPRESS! —Sin esperar más corto la llamada y lanzo con toda su furia el celular contra el suelo, pisoteándolo y dejándolo hecho trizas. Estaba tan cansado de todo eso, demasiado cansado que solo le lanzo una mirada de advertencia al otro antes de salir de esa habitación, necesitaba una copa de whisky y la necesitaba ahora... o al menos unas dos botellas—

..

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Aeneas por su parte agarro con tal fuerza su móvil que termino por hacerlo añicos, algunos de sus asesores fueron a verle después, siendo inminentemente expulsados de aquel cuarto, de ahí en adelante. Pasaron días enteros en los que el rubio dejó de hacer presencia, incluso en el comedor.

Desde entonces el rubio prefería permanecer el solo y solo permitía la compañía de sus asesores, para no dejar sus empresas olvidadas; pues tenía una meta y esa era lograr llegar a la cima. Llegar a un punto donde nadie fuera capaz de ponerle un dedo a él o a sus pequeños, e inclusive tomar a Krest consigo y ser felices. Y vaya que lo fue logrando, pues los enormes deseos por sobresalir y el tener un amplio repertorio de conocimiento además de ser alguien con un aura intimidante, lograban siempre cerrar muchísimos tratos con broche de oro. El y con su mano derecha, El Cid, quien no solo era su asistente o mano derecha, sino que también era su amigo, alguien con quien podía confiar plenamente.

"Aeneas Skorpió" Vaya que aquel nombre fue incrementando popularidad y envidia para muchos, pero eso era algo que al rubio no le importaba pues lo que más deseaba era conseguir llegar a la cima, ser alguien intocable, ser poderoso.

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(***)

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Y con ello el tiempo fue pasando, al menos unos dos meses habían pasado y con ello el embarazo iba creciendo, Krest se había tenido que cuidar muy bien de Ryan, pues este cada que podía intentaba atentar contra la vida del bebé. Algo bueno que había sucedido últimamente en el lugar donde vivía el de hebras castañas rojizas, era que el rubio había tenido que viajar con urgencia a Londres, y al parecer seria por varios meses quizá hasta aun después de que el joven Verseau diera a luz. El menor termino quedándose más que solo en esa enorme mansión, pues el rubio se había encargado de despedir a todos los que ahí trabajaban.

Lo bueno es que hacía unos días había recibido la llamada de un entusiasmado Aeneas, diciéndole que iría a visitarle. Y al principio creyó que era mentira, una que le hizo feliz en el momento pero justo a los días el rubio se encontraba frente a la puerta y con un ramo de rosas rojas. El ramo cayo y ambos jóvenes no tardaron en fundirse en un dulce beso, cosa que ocasiono que el pequeño ser de apenas seis meses, se moviera un poco. En ese poco tiempo la fama y poderío había estado aumentando en el griego, quien parecía contento pues poco a poco lograba subir y estaba más seguro de que llegaría un día donde sería un hombre por demás poderoso y solo ahí podría tomar al de hebras castañas rojizas consigo y llevárselo bien lejos para ser felices.

En fin, el rubio sabía que el británico de una sola ceja, como a él le gustaba llamarle, no se encontraba y que estaría ausente por varios meses, fue por eso que aprovecho en llevarse al francés a un "pequeño" viaje en su Jet Privadoooo~ Aunque claro, más que pequeño viaje aquello serian vacaciones para el francesito. Aeneas se había lucido, había estado investigando a los Verseau y a los Wyvern, estos habían estado teniendo varios problemas, además de que parecían más enfrascados en ellos que en el joven ahí presente.

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(***)

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—Aeneas… ¿dónde me llevas? —Pregunto, su voz sonaba cansada y ¡cómo no! si tenía seis meses de embarazo además de que las 2 horas de vuelo le habían matado y aquel recorrido en la limosina negra del rubio le estaba mareando. Lo que este no sabía era que el rubio le estaba llevando a su mansión, donde aguardaban tres pequeños diablillos—

—Es una sorpresa... En especial porque sé que te caerá bien hacerlo —Cuando la limosina se hubo detenido justo en la fachada de un gigantesca y hermosa mansión, el rubio se dispuso a bajar y abrir la puerta de su amado— Vamos no les hagamos esperar mas

Krest solo le vio sorprendido, aquella era la primera vez que iba a tal lugar y aun ignoraba el hecho de que aquella bella mansión, era la de su amado. La joven ama de llaves, cuyo nombre era Sheila, se encargó de abrirles la puerta donde un sin fin de empleados les recibieron con una enorme sonrisa a su jefe, vaya que adoraban a aquel hombre, pues era el mejor jefe que habían tenido además de que le eran fiel a este.

—¿Que es este lugar? —Pregunto cohibido mientras Sheila le pedía el abrigo y lo colgaba en el perchero, a lo lejos se podían escuchar unas voces infantiles, además de los gritos de una histérica mujer— ¿Aeneas?

No pudo dejar de sonreír entre el tramo de tiempo que llevaban allí, el griego disfrutaba de aquella inocencia en los orbes del galo quien aún estaba confundido— Es mi... Es mi hogar, ahora estas aquí y quiero presentarte a tres personitas... Sígueme —Le tomo de la mano y le condujo entre pasadizos y enormes alas hacia una en especial donde habían libros por demás y juguetes, todos desorganizados—

El joven francés estuvo a punto de decir algo, de quejarse mas no pudo cuando el otro le tomo, debía admitir que a cada paso que daban las tiernas vocecitas se hacían más fuertes, su corazón parecía estar loco a cada paso que daban. Y entonces fue ahí cuando le vio, sintió que cada parte de él estaba a punto de fallarle, sobre todo sus piernas que parecieron flaquear, fue una suerte que el griego mayor le sostenía por la cintura. Un pequeño niño de melena rubia y orbes zafiro como su padre dirigió la mirada hacia ambos recién llegados, este tenía en brazos a su hermano menor a quien estaba molestando con algunos juguetes— ¿Hola?

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—H-hola... -Fue su única respuesta, su mirada aguamarina observaba con gran admiración al pequeño Kardia, quien era todo un reflejo de su padre—

—... Papi, ¿quién es él? —Pregunto un muy curioso Milo, el chiquillo igual de rubio miraba a su padre y sobre todo al de hebras castañas rojizas con gran curiosidad— Es muy lindooo~

—Aeneas seguía sujetando con suavidad la cinturita de su amado, además tenía una enorme sonrisa de par en par— ... Es un amigo un amigo muy cercano a mí, a quien aprecio y espero traten bien, vamos, preséntate con ellos —Animo a Krest a que lo hiciera—

— Uh... Uh... —Kardia ladeó la cabeza mirando aun algo confundido al de cabello castaño rojizo, algo en él le despertaba cierta simpatía más no lo iba a demostrar del todo—

—B-bueno... —Sonrió nervioso, debía admitir que tenía unas tremendas ansias por lanzarse a abrazar a su pequeño, pero debía calmarse— Mi nombre... es... uh.. Krest Verseau y... como su padre ha dicho, nosotros somos muy buenos amigos... yo... —No pudo evitarlo, su mano derecha se movió sola hasta tocar apenas con las yemas de sus dedos la mejilla del pequeño Kardia, quien pareció sentir como algo se removía en su interior—

— Wah~ ¡Pero que hermoso! —Ahí fue donde el chillido de Milo se hizo escuchar, el pequeño rubiecito salto desde el sillón en el que se encontraba y se paró junto a su hermano mayor, quien tenía en brazos al pelirrojito—

— Uhmm uh mm...—Elevando una ceja tal cual su padre lo hacía en variadas ocasiones dio un pequeño paso hacia atrás, después de todo no le gustaba el contacto ajeno con sus mejillitas, aunque debía admitir que algo en su ser seguía removiéndose, era muy extraño, algo que nunca antes había experimentado en todos sus añitos de vida—

— Oye, babash, ¡haz algo! míralo, ¡es lindo! —Chillo alegre y ocasionando que Krest soltara una tierna risilla por aquel entusiasmo y energía en el menor de los rubios—

—Bien... Él es Milo, mi molesto hermano, este es Khian ... El único bebé que no llora y eso está bien, y yo ... B-Bueno yo soy el poderoso Kardia Skorpió... —Una flamante sonrisa se dibujó en sus finos labios —Aquellas palabras mencionadas por su hijo mayor le hicieron soltar una leve rodilla "El poderoso Kardia Skorpió" eso sin duda fue la perla de la noche—

—¡Yo no soy molesto, tu eres molesto! —Señaló el rubio menor quien le mostro la lengua y se cruzó de brazos— Uh... uh... ¿"El poderoso Kardia Skorpió"? ¡Jah! ¡El llorón más bien! No le haga caso, él es así porque es el feo de la familia y tiene celos de mi...~ —Fue ahí cuando la dulce risa tal cual canto de ángeles se hizo escuchar, debía admitir que los pequeños eran por demás adorables, inclusive aquel pequeñín de cabellos rojizos.

—¡Yo no soy llorón! Soy el orgullo de mi padre además soy todo un hombre y tengo mucha testosterona! —Infló sus cachetitos a más no poder a la par que fruncía el ceño—

—Son hermosos —Susurro con un gran aire de alegría, Aeneas lo noto y eso estaba bien, aunque el juego de miradas por parte de los mayores término siendo algo muy obvio para algunos—

—¡Oigan! ¡No nos ignoren! Chillo el rubiecito menor, quien tenía los bracitos alzados y los movía de un lado a otro, parecía pájaro en sus intentos de alzar vuelo-

—Uh… —La mirada zafiro del mayor de los hermanos se terminó llenando de asombro, en cuando vio a su padre mirando de forma extraña a aquel hombre. Era por demás extraño porque jamás lo había visto así con otras personas, ni siquiera con la madre de Khian— O-oi?

— Uhm? —Pero las quejas de los menores hicieron que el griego mayor desviara la mirada de su bellísimo ángel, solo para así arrodillarse frente a sus pequeños y abrigarlos entre brazos a los tres— Bien Krest, ellos son mi adoración y me encanta que al fin hayas tenido tiempo de conocerlos

El joven tan solo cubrió su rostro con el dorso de su mano, tenía las mejillas muy sonrojadas además de que había notado las intenciones del otro, Aeneas no le engañaba y bueno, debía admitir que el tenía unos enormes deseos de besarle, pero no podía hacerlo enfrente de los niños.

—Son unos hermosos angelitos —Murmuro con gran ternura y acariciando a los tres hermanos, ocasionando por quizá, tercera vez en la noche, que el rubiecito mayor sintiera algo removerse en su corazón—

— Huh... huh... papi... él es lindo... ¿me lo puedo quedar? —Susurro muy bajito en el oído del mayor, quien al parecer no se esperaba eso—

—Eres un tonto —Susurro Kardia, quien se soltó del abrazo y fue a dejar al pequeño pelirrojo sobre el pequeño corralito lleno de almohadones y peluches—

— Jejeje tu eres el tonto —Contraataco, Kardia solo le vio feo desde donde estaba— Jejejeje… —Fue ahí cuando el rubio menor se apartó de abrazo y alzo los bracitos, Krest solo le vio sorprendido sobre todo al notar las intenciones del menor—

—¿ Quieres tocar? —Pregunto con una bella sonrisa, los ojitos de Milo parecieron brillar ante aquella pregunta a la cual no se negó y toco con mucho cuidado aquel vientre abultado, la mirada del menor brillo sorprendida, podía sentirlo, podía sentir pequeños movimientos en el enorme vientre del francés—

—¿Qué es eso? —Pregunto sorprendido mientras apoyaba la oreja en el vientre ajeno, su mirada zafiro brillo más—

—Eso es un bebé —Le respondió con extrema ternura mientras acariciaba los cabellos revueltos del menor, quien solo cerro los ojitos al sentir aquella caricia, era la primera vez que sentía una caricia como aquella y si bien su padre les hacía mimos y todo eso, aun así las caricias de Krest eran distintas—

—¿Uh..? ¿U-un… bebé? —Levanto la mirada para encararle, Krest solo asintió— ¡Te comiste un bebé! —Chillo asustado, Aeneas solo soltó una carcajada por la inocencia de su hijo pero, ¿qué podía esperarse de un pequeño de tres años?—

—No seas tonto Milo, es obvio que esta embarazado —Kardia ya más cansado fue hasta donde estaba su otro hermano para encararle, provocando que Krest tuviera que aguantarse las ganas por llorar o abrazar a su hijo— Ves, ese enorme bulto es por el bebé

—Uh… entiendo, ¿y porque no se mueve?

—Quizá porque no le agradas —El otro solo frunció el ceño, Aeneas le hizo una cena al francés para que viniera a sentarse junto con el—

—¿Ah sí, y porque no lo intentas tú? —Pregunto.

—Porque no quiero —Bufo molesto y cruzándose de brazos, Milo solo rodo los ojos con fastidio.

—¡Te reto a que lo hagas!

—¡No quiero!

—Anda hazlo y si lo haces y el bebé logra moverse —El mayor de los hermanos entrecerró los ojos al sentir como el otro se ponía de puntas para intentar pasar uno de sus brazos por encima de los hombros ajenos— Te daré mi ración de postres por todo un mes

—¡Hecho!

—Espera… ¿Qué? —El rubio menor se alejó confundido a lo que el mayor le sonrió con superioridad— Postres son postres y más si son de manzana

—¡Pero esos son mis favoritos! —Sollozo, pues cada noche después de cenar se les servía postre y los que casi siempre se habían eran de manzana; era extraño pero tanto Aeneas como sus propios hijos adoraban aquella fruta—

—Demasiado tarde hermanito —Y con paso decidió se fue hasta donde se encontraba su padre platicando con aquel joven, se detuvo, no podía evitar sentir algo removerse en su pequeño cuerpo, aquel joven le hacía sentir muy extraño. Pero lo más extraño era verlos juntos, esa era la primera vez que su padre le traía o hablaba de el aunque, debía admitir que una vez que había ido a buscar a su padre en el despacho, había logrado ver un cuadro con la foto de alguien y si no se equivocaba, ese mismo alguien era Krest—

—¿Qué sucede cariño? —La suave voz del francés saco de sus extraños pensamientos al rubiecito, quien frunció ligeramente el ceño e inflo los mofletes—

—B-bueno… yo…

—¿Qué sucede, Kardia? —Ahora fue la voz de su padre que le hizo despabilarse, debía admitir que aquello no era nada bueno y de seguir así terminaría perdiendo contra Milo—

—Bueno… yo… quisiera… —Bajo la mirada, no sabía cómo pedirle aquello al de mirada aguamarina— Quisiera saber si puedo…

—¿Qué deseas pequeño mío? —Fue ahí cuando el menor levanto la mirada y la fijo en los orbes del francés, aquella era una dulce mirada lleno de amor profundo, uno que le hacía remover todo el interior del menor quien termino acortando la distancia y posar una palma en cada rodilla del francés—

—E-el… bebé… quisiera saber si yo…—No hubo necesidad de más palabras, Krest solo se encargó de tomar ambas manos de su hijo y ponerlas sobre su vientre, los ojitos del rubio se abrieron sorprendidos al sentir aquello. Era extraño puesto que podía sentir los movimientos de respiración del mayor pero, había algo más; Krest hizo un gesto al sentir como su vientre se empezaba a mover— ¿Qué fue eso?! —Chillo al sentir un fuerte golpecito—

—Ay no… ¡ya no tendré postres! —Chillo el rubiecito menor, ocasionando que ambos adultos volverían a soltar una carcajada al ver el drama del pequeño—

—Agh… esa fue fuerte… —Suspiro luego de recuperarse por los movimientos del bebé y la ternura que le había provocado Milo—

—¿Te encuentras bien? —Pregunto Aeneas, el galo solo asintió con una ligera sonrisa—

—Yo… ¿puedo volver a intentarlo? —Les interrumpió, Krest solo asintió y volvió a tomar las manitas de su hijo, quien parecía más que inquieto por aquella sensación que había sentido en sus manitas. Y justo como había sido al principio, lo primero que sintió fueron pequeños movimientos para luego sentir unos más fuertes, el bebé se encontraba inquieto. Su corazón entonces pareció acelerarse un poco, era una sensación por demás extraña en su pequeño ser de apenas ocho añitos—

—Al parecer está feliz~ —Murmuro con una sonrisa, Kardia levanto la mirada, la tenía brillosa y con una enorme sonrisa estampada en los labios—

—¿Feliz? ¿Cómo sabes eso? —Pregunto luego de alejar sus manitas y haciendo que los movimientos cesasen—

—Eso es porque el bebé sintió tus toques y eso le debió de haber hecho feliz —Ahora era Kardia quien se había quedado callado y observando sus manitas, ¿acaso el bebé estaba feliz por causa suya?—

—¿Un simple toque puede hacer eso? —Krest solo sonrió y acaricio los cadejos rubios del menor, quien por fin se había dejado ante la atenta mira de su padre quien ahora acunaba al pequeño Milo y Khian en sus brazos—

—Claro pequeño, es seguro que mi bebé se sintió muy feliz por conocerte —Aquello sí que le había hecho feliz, era la primera vez que alguien le decía eso. ¿El? Haciendo feliz a un ser que ni siquiera le conocía? ¡Era muy loco! Pero le hacía feliz—

—¿Cómo se llama? —Pregunto ya más en confianza, Krest sonrió quedito y acaricio su vientre—

—Se llama Dégel

—Significa Deshielo —Murmuro Aeneas.

—¿Deshielo? —Ahora fue Milo quien había interrumpido la hermosa plática, pero bueno, él era pequeño y ni idea; más un pequeño rugidito alerto a los demás— Uppss…

—¡Tus postres serán míos! —Chillo el hermano mayor en cuanto escucho el estómago del rubio menor rugir—

—Bien creo que es hora de cenar… vamos —Krest sonrió ligero y tomo la mano que el otro le tendía, los adultos con los tres pequeños diablillos fueron al comedor donde les esperaban con un delicioso banquete y uno en el cual no apareció la esposa del rubio, pues cuando estos se habían encerrado en esa habitación, Helena había aprovechado para salir con sus amigas a quien sabe qué lugar—

Por primera vez en tanto tiempo se logró respirar una gran paz y tranquilidad en esa casa, Aeneas pudo por fin invitar a El Cid y demás empleados a que les acompañaran a comer, él siempre lo había hecho, bueno eso siempre había sido así, antes de conocer a Helena, quien había abolido completamente ese trato con la servidumbre, pues ellos eran eso y nada más. El Cid, Sheila y demás empleados podían sentir como el joven Krest era alguien muy distinto a la señora Helena, y vaya que más de uno había notado las miradas que ambos adultos se lanzaban, ahora Sheila entendía como el joven de aquella foto que Aeneas tenía en su despacho, era el mismo que se encontraba sentado a la derecha de este.

Esa noche todos cenaron tranquilos y riendo, contando historias y chistes; sin ninguna preocupación y así seria.

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(***)

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Continuara...

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado de este cap!! En el siguiente nace Degel y habra salseo por parte de Aeneas y Krest, ademas de que Kardia y Milo le pediran algo RE IMPORTANTE a su padre :v r


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