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Esclavo de Tu Amor por Arizt Knith

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Notas del capitulo:

Bueno… lo último que tengo para decir es que espero disfruten de este capitulo nuevo, es como un adelanto de mi regalo de San Valentin xD aunque para ello aun faltan algunas horitas… si es que todas estamos del mismo lado del mundo… o no se… dónde estoy? xD aksjaksa ya ni se que digo, y tengo otras sorpresitas que espero terminar a tiempo para mañana o sino, ya será para otro día!

Disfrútenlo!

 

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(***)

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Esclavo de Tu Amor

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Capítulo 18: Pain and Pleasure

Part 2

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(***)

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Ambos jóvenes corrían lo más rápido que sus piernas podían, esquivando de tanto en tanto a las personas y a los pequeños puestos de comida entre otras chucherías mientras ignoraban los constantes gritos y amenazas de aquellos gorilas que aún le seguían. Aunque luego de correr unas cuantas cuadras más dejaron de escucharles y dieron por perdidos al par de idiotas.

— Ahh... ahh… ¡Eso fue divertido! —Exclamo el pelirrojo con una enorme sonrisa en los labios al inclinarse sobre si y apoyar las manos sobre sus muslos y recuperar el aliento, el castaño solo le vio como si otra cabeza le hubiera crecido— ¿Qué? ¿Acaso no fue divertido?

— ¿Eso te pareció divertido? —Le pregunto mientras imitaba la posición del otro y trataba de llenar sus pulmones con algo de oxígeno y olvidar aquel mal rato donde casi son atrapados por esos mastodontes que, quien sabe que cosas les habrían hecho si hubieran sido atrapados—

— Pues la verdad si… —Fue ahí cuando se dio cuenta de lo mucho que había cambiado el otro, además de que había algo distinto en su cuerpo. Arizt pudo sentir como el otro le escaneaba con la mirada, hasta detenerse en su pequeño pero abultado vientre— ¡Por Dios, has engordado! —Exclamo con espanto—

— ¡Que no estoy gordo! —Chillo indignado y con un leve rubor en sus mejillas. Su hermano solo le vio sorprendido mientras se cubría el cuerpo con la sudadera negra que traía puesta—

— Nah… —No era tonto, claro que no lo era y eso lo sabía muy bien su tan querido hermano mayor pero se le hacía difícil de creer lo que en su mente maquinaba, no cuando el castaño era el más difícil de los cuatro— Es imposible… ¿¡De quién es?! —Volvió a chillar, el mayor solo le vio con hastió y continuo caminando por las calles ya conocidas mientras era seguido por el menor quien no dejaba de insistirle— ¡Vamos, ya dime!

— Ya te dije que no, además, es una larga historia y no tengo tiempo para contártela y peor con detalles, como a ti te gustan —El más joven solo le vio con un puchero y con los brazos cruzados, pero ni así lograría sacarle palabra alguna— Mejor respóndeme algo, ¿Qué demonios haces aquí y donde esta André?

— Bueno… veras… —De tanto caminar y discutir habían llegado a una placita donde el mayor aprovecho para sentarse en una banca, estaba cansado por todo lo que había caminado además del esfuerzo que hizo al haber pateado a ese tiempo, en verdad que ya no estaba para esas cosas, no con ese vientre de cinco meses— Oye, ¿Qué se siente tenerlo? —El mayor abrió ligeramente los ojos para ver como el otro le miraba sorprendido, hacia algo de calor por lo que decidió sacarse el suéter y dejarlo a un lado—

— Extraño… y créeme, es algo que aún no deseas experimentar… —Llevo una de sus manos a aquel pequeño bultito, el cual empezó a acariciar con mucho cariño mientras perdía su mirada en el cielo. Jean tan solo le observaba en silencio, con solo verle podía saber que algo de gran impacto en el otro lo había llevado a cambiar de aquella forma, además del embarazo claro estaba—

Ambos permanecieron en silencio sobre la banca, uno queriendo recuperar fuerzas y otro pensando en el pobre André que quizá aún estaría buscándole como loco. La fresca brisa se encargó de refrescarles y mecer sus cabellos mientras descansaban sobre aquella banca, donde un enorme fresno les protegía con su sombra. El mayor entonces de los hermanos abrió los ojos cuando escucho las risas de unos niños que jugaban por ahí, deteniéndose a pensar en que quizá dentro de algunos años su bebé estará jugando en el mismo lugar con otros niños.

— Arizt-nii —Volvió a llamarle pero el castaño parecía estar en su propio mundo, uno donde ocasionaba que su mirada se llenara de una profunda tristeza que hasta contagio al menor, que a pesar de no tener idea de lo que el otro había tenido que pasar, aun así deseaba escucharle y saber de sus penas y buscar la manera de hacerle sentir bien— Ya dime como es que… ya sabes… eso…

— ¿Eh? —No entendía, ¿a qué se estaba refiriendo el otro?— ¿Qué cosa?

— ¿Cómo es que tu estas…? Ya sabes… —Esta vez con sus manos simulo aquella pequeña barriguita que su pariente tenia, causando que el mayor solo le viera con los ojos entre cerrados y ganas de golpearlo como siempre hacia pero, esta vez se sentía bondadoso además de que ya había recuperado el aliento y podía hablar con normalidad sin estarse cansando—

—. Pues veras, todo comienza cuando alguien te la mete por el culo y…

— ¡No me refería a eso! —Chillo con el rostro igual de rojo que su cabello, pero el otro parecía estarse muriendo de la risa hasta que esta ceso de forma abrupta y se llevó ambas manos al vientre— ¿Eh? ¡Arizt-nii! ¿Estas bien? ¿Te duele algo? ¡Por favor, no mueras!

— No… aah… no ¡no voy a morir! —Se sentía indignado que su hermano tuviera tales pensamientos de él— Es… es solo el bebé

— ¿El bebé? —Le vio sin entender, el otro solo asintió y tomo ambas manos del menor para llevaras a su vientre donde se podía sentir y ver como se movía un poco. La mirada del menor pareció adquirir un brillo cuando sintió los leves movimientos de aquella criaturita, ¡era algo fantástico!—

— Mi niño… —Jean alzo la mirada al escuchar lo que el otro había dicho, no se estaba refiriendo a él, ¿o sí?— Este que está aquí es será tu molesto tío Jean

— ¿Cómo que molesto? ¿Y qué estás haciendo?

— Hablándole al bebé... veras… —Fui ahí cuando empezó a explicarle que a esa etapa del embarazo los bebés son capaces de sentir muchas cosas, además de que sus oídos ya están formados y son capaces de oír los sonidos del cuerpo de la madre y los sonidos del exterior. Otro dato era que también podían reconocer la voz de la madre y del padre, aunque cuando llego a este punto el pelirrojo volvió a preguntarle sobre el asunto y sobre quién era el padre, a lo que el castaño decidió ignorarlo. No quería hablar de ello porque cada que lo hacía se sentía mal y se ponía a llorar como magdalena. Jean al no saber mucho decidió no insistir, aunque la curiosidad le matara sobre todo al notar aquella mirada tan opaca en su hermano, ya no era el mismo de antes— Ven, vayamos a casa antes de que nuestro padre se vuelva loco

— ¿Papi Ryan está aquí? —El otro que estaba a punto de levantarse solo le vio con extrañeza—

— ¡No! ¡Y ayúdame a levantarme! —Tener esa barriguita además de que se cansaba muy rápido no le ayudaba en nada, por lo que su hermano se compadeció y le ayudo a levantarlo— Además, ¿Por qué le sigues diciendo así a ese idiota cejón? —Ambos iban apenas caminando a paso tranquilo porque el otro rápido se cansaba y Jean no quería que este empezara a quejarse porque iba caminando muy rápido ni nada de eso—

— ¿Qué no es con él con quien vamos? —A Arizt por poco le da un tic en el ojo, pero decidio pasarlo por alto— Y a todo esto, ¿Qué haces en la calle? ¿No deberías estar en casa?

— Debería, pero no… —Se detuvo al ver un señor con un puesto de chucherías por lo que obligo prácticamente al menor a que lo llevase hasta allá, además de que ahí cerca había una banquita y podía comer tranquilamente; el tipo quedo encantado de que el chiquillo le pidiera cuanta cosa al igual que la futura madre— Necesitaba caminar, despejar mi mente… Estar fuera de ese lugar, porque créeme que ahí habita un ser horrible —Y por ser horrible se estaba refiriendo a su suegra, que desde que salió a la luz sobre su embarazo y que el padre era nada más y nada menos que el desaparecido, la mujer no había dejado de hacerle los días miserables. Además de que en varias ocasiones le había dado uno de esos te para disque relajarse, pero de no ser por Sheila, la ama de llaves, quien le había advertido que esos te eran para abortar quien sabe qué habría pasado— Maldita bruja…

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—X—

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Algunos se debían de preguntar, ¿Cómo de una unión tan rara de hermanos, podían llevarse bien? Si bien Arizt y Jean eran como el agua y el aceite, el día y la noche; ambos hermanos se querían como a nada, sobre todo Arizt, quien desde que eran pequeños se había encargado de proteger a su hermanito. A tal punto de dar todo de sí para que nada malo le sucediera. Por eso mismo nos remontaremos a algunos años atrás, donde el castaño tenía apenas diez años y el pelirrojo solo ocho.

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Flashback

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Ambos hijos menores de la unión entre Krest Verseau y Aeneas Skorpió, para la familia del primero aquella era una vil unión entre dos infieles, pero para los amantes eso no importaba. Lo que importaba era que el otro estuviera bien, que tuvieran los encuentros de siempre para amarse y compartir su felicidad con sus hijos. Aunque quien más odiaba ese teatro era Ryan Wyvern, quien era conocido como "esposo" de Krest, y que en todos esos años, jamás le había tocado pero aun así el de hebras castañas rojizas salía preñado cada tanto; aunque al parecer esta vez si había cerrado la fábrica para hacer bebés.

— Papi Ryan, ¿estás bien? —Nuevamente se había quedado divagando en sus pensamientos, que ni cuenta se había dado en el momento que aquel chiquillo había entrado a su oficina, es más, ¿en qué momento se había sentado sobre su regazo?—

— Si, ¿Por qué lo preguntas? —El menor pareció removerse un poco, causando un ligero cosquillo al mayor quien solo lo tomo por la pequeña cintura para acomodarlo bien, de modo que lo tuviera de frente—

— Es que nuevamente parecías estar molesto… —De los cuatro hijos que Krest había tenido, solo el menor de ellos parecía haber hecho un gran acercamiento para con el inglés, a pesar de que sus hermanos, sobre todo Arizt, le advertía que no debía acercarse a ese tipo, el menor le ignoraba, pues ante sus ojos él era el único que había presentado como una figura "paterna"—

— Tan solo pensaba… —Y recordaba todas y cada una de las infidelidades de su querido "esposo" vaya farsa la que vivían— ¿Y tú qué haces aquí? ¿No deberías de estar con tus otros hermanos? —El menor negó y se volvió a pegar al cuerpo de su "padre," tenía la cabeza apoyada en el pecho de este y los ojitos cerrados, le gustaba tenerlo así de cerca; pero para Ryan aquello era un martirio— Jean…

El menor alzo la carita para ver al inglés quien, tenía una expresión seria. No podía entender como aquel niño siempre se empeñaba de estar con él, aunque al principio le echara, este siempre volvía y al final desistió de ello y solo le dejaba hacer, además de que era el único de que no le miraba con deseos de matarle. Aunque con el paso de los años había otras cosas que habían empeorado, el menor siempre gustaba de sentarse sobre las piernas del rubio y si bien aquello era un acto inocente, cosas como esas despertaba deseos oscuros en el mayor.

— ¿De dónde sacaste esa cosa? —El menor solo le vio y luego la paleta que había sacado de su envoltura, era de vainilla y antes de ir a la oficina de su "padre" le había pedido a una de las nanas que sacara dicho objeto del frigorífico— Bah, olvídalo

El menor le mostro una sonrisa luego de llevarse dicha paleta a los labios, primero lamiéndola de a poco, Ryan solo le observaba de reojo al menor que parecía feliz con dicho helado. Aunque por cada segundo que pasaba observando al menor, metiéndose y sacándose aquella cosa, lamiéndolo. Si no fuera porque el mocoso tenía apenas ocho años diría que todo eso lo hacía a propósito, pero era imposible ¿verdad?

Mientras tanto el pequeño Jean seguía disfrutando tranquilo de su paleta, aunque había algo que le incomodaba, era como si algo duro le estuviera puyando el trasero por lo que empezó a removerse más hasta sentirse cómodo; lo que el menor no sabía era que entre más se moviera más iría despertando el miembro del mayor. El pobre ingles tenía una expresión difícil de descifrar y está ni era la primera vez que ello ocurría.

— ¿Sucede algo malo? —Pregunto con inocencia, el mayor volvió a tragar grueso cuando noto los restos del helado de vainilla sobre aquellos finos labios color cereza—

El mayor solo negó por lo que el chiquillo continúo disfrutando de su paleta, aunque la incomodidad no desaparecía y por un momento llego a pensar que aquello era más grande. Ryan al sentir como el pequeño no dejaba de moverse, lo tomo por las caderas y lo movía a su gusto, según que solo "para ayudarle" a que se sentara bien. Pero entre más sentía como restregaba ese trasero en su hombría, más se iba endureciendo esta; hubo un momento en el que Jean termino su paleta y Ryan ni cuenta se había dado, pero el pequeño se tenía agarrado de la camisa del mayor. Ambos, adulto y niño soltaban pequeños quejidos, sobre todo este último que no dejaba de sentir aquella cosa rozarle, poco a poco su cuerpo se fue calentando y una pequeña incomodidad creció entre sus piernas.

Poco a poco los movimientos se fueron haciendo más fuertes, la respiración del rubio era errática, sus manos ansiosas acariciaban el pequeño cuerpo del pelirrojo. El menor ni se quejaba además de que aquella no era la primera vez que sucedía, ya en otras ocasiones cuando los mayores no estaban o por las noches cuando no podía dormir, iba a la habitación de su padrastro y en cierto modo terminaban haciendo cosas como esas, pero nada más y… le gustaba.

— P-papi… —No podía más, sentía que estaba llegando a su límite y también el mayor quien fue aumentando los movimientos, el pequeño solo se agarraba a la ropa de este mientras cabalgaba sobre el mayor; Ryan solo hubiera querido un contacto más íntimo donde pudiera sentir aquella tierna piel, lastimosamente ninguno pudo seguir porque se escuchó—

Debajo del umbral de la puerta se encontraba un pequeño de unos diez años, cabello corto y castaño, ojos violeta y piel blanquecina. El recién llegado observaba con desagrado al rubio quien aún tenía al pequeño sentado en sus piernas. Aquellos ojos violeta que le observaban, lucían tan fríos y llenos de desprecio a su persona, aunque no le culpaba.

— Jean, tenemos que irnos —Tan solo se había quedado frente al escritorio del mayor, era lo más cerca que podía estar de aquel tipo sin sentir deseos de vomitarle—

— Pero… —Volteo a verle, no quería irse, quería estar más tiempo con el rubio pero este mismo lo quito de su regazo para dejarlo sobre sus pies—

— Sera mejor que le hagas caso —El inglés mostró una sonrisa ladina que solo hizo enojar aún más al castaño, Jean al no entender lo que ocurría pero al notar la molestia en el rostro de su hermano decidió ir hasta donde el—

Ninguno de los dos dijo nada a excepción del menor quien se despidió de su padrastro con un ademan. La puerta solo se cerró tras los hermanos luego de salir, dejando al mayor con una sonrisa de autosuficiencia, el castaño no era tonto y sabía lo que ahí ocurrida; a pesar de ser muy joven sabia cuáles eran las intenciones de su padrastro.

En más de una ocasión había atrapado al rubio metiéndole mano al menor, que para cualquiera hubiera pasado desapercibido, para el no. Lo peor del caso es que no solo era el sino que también los otros empresarios que ahí iban a buscarlo, Krest entonces se encerraba en su habitación con sus cuatro hijos. Lastimosamente las cosas no se pudieron evitar un día, donde Krest tuvo que sacar al menor de ese lugar y en el único que podía confiar era en un joven guardaespaldas que el mismo había contratado. Pidiéndole que sacara al joven pelirrojito y se lo llevara al único lugar que creía seguro, aquella casona que el griego le había comprado para que convivieran en sus escapadas. Aunque la acción apresurada del francés lo llevo a entrar en conflicto con sus padres y suegros, más no le importo con tal de proteger a uno de los pequeños.

Pero la pregunta es, ¿Qué lo llevo a hacer tal cosa? La simple respuesta fue que en una ocasión donde el francés había tenido que ir a realizar unas diligencias, los únicos que se habían quedado en casa había sido el castaño y el pelirrojo, el primero cuidado del otro ya que estaba enfermo; mientras que Degel y Camus se encontraba en la escuela. Para la hora en la que Krest llego a casa, esta se encontraba sumida en un profundo silencio, uno que le hizo helar el cuerpo. Llamo más de una vez a los pequeños, los busco en sus habitaciones pero estos no estaban; hasta que su nana le menciono que ambos estaban en el ala este. Con el corazón en la mano el castaño rojizo corrió hasta ese lugar, llamándoles en medio de gritos, rogando para que le contestaran pero nada. Cuando llego lo único que se encontró fue con el pequeño Jean acostado y amarrado en un diván, con la boca vendada mientras dormía y con su otro hijo en iguales condiciones, a diferencia que tenía los ojos vendados y estaba sin ropa sobre la cama, las sabanas estaban manchadas con sangre.

Aquello había sido como una advertencia y que luego tomaría al pequeño de los cuatro. Las mucamas que por ahí pasaban se asustaron al escuchar los fuertes gritos y sollozos del mayor, quien liberaba a ambos pequeños de sus agarres y los abrazaba como si no hubiera un mañana mientras se disculpaba múltiples veces.

— No llores mami… le… despertaras… —Murmuro en un hilo de voz el castaño, el pelirrojo aún permanecía dormido y se tardaría un buen rato en despertar, pues mientras el mayor había sido vendado y amordazado, su atacante se había enfocado en adormecer al menor para que no molestase—

—X—

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(***)

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Mientras tanto, en algún lugar de Japón, en una aldea antigua y tradicional en su cultura, perfecta para descansar, se encontraba Khian, quien ya llevaba más de cinco meses lejos de su hogar y sin dar señales de vida.

— Hai, domo arigato~ —Le sonrió a quien le trajo la comida y la sirvió en la mesa— Ahh~ Vaya que este ambiente es de lo mejor

— No estoy seguro si mis ojos me engañan o es que en serio estoy viendo al gran Khian Skorpió~ —El pelirrojo giró para así ver al dueño de esa voz, y vaya que no se arrepintió, a pocos metros de él se encontraba un castaño de ojos azules, tez ligeramente morena y vestido con la ropa tradicional de aquel país, aunque sus facciones y acentos lo delataban como griego—

— Je, en efecto…—Le dedico al joven una majestuosa sonrisa, quien le respondió de igual manera al ir acortando la distancia entre ambos y con un ademan por parte del pelirrojo se sentó frente a este—

— No sé porque tengo la ligera sospecha de que usted señor, no me recuerda —El otro solo mostro confusión en su faz, más al hablarle con cierta confianza que se le hacía tan familiar— ¿O es que acaso debo de hacerle recordar, que usted fue el culpable de haber roto una vasija muy importante, hace algunos años?

— Espera... Entonces tu... ¿Az? —Enmarcó una ceja mirando al otro, el mencionado era Azarias Saggittarius. Hijo de un importante empresario, casi llegando a ser el tercero más reconocido a nivel mundial, además de ser amigo de la infancia del pelirrojo y del joven Zhian Nightmare— ¡Woh! ¡Pero mírate! ¡Estas increíble! Te han sentado muy bien los años

— Jajaja lo mismo digo de ti, amigo~ —Si mal no recordaban ambos tenían al menos unos seis años desde la última vez que se vieron, pero a pesar de ello seguían en contacto aunque no era lo mismo que estar frente al otro—

— Jajaja gracias, aunque al parecer desentono mucho aquí, no se... No es común ver a alguien con melena rojiza aquí, más si es tan apuesto —Su sonrisa seductora hizo presencia dejando deslumbrados a todos los allí presentes— Disculpa, sabes que bromeo, aunque mi ego sea enorme — El joven de mirada esmeralda solo negó divertido, al parecer su amigo no había cambiado en nada durante todos esos años, al menos su forma de ser, porque en cuanto al físico este parecía ser un imán para hombre y mujeres, incluyéndose. Pero para el otro, no sentía que le inquietara en absoluto las constantes miradas, ya estaba acostumbrado de hecho ni las notaba—

— Ahora viene la pregunta del millón, —El otro solo le sonrio curioso, mientras el griego se mantenía con los brazos cruzado sobre el pecho y la mirada ligeramente seria— ¿desde cuándo estas aquí? Porque créeme, ya tengo buen tiempo aquí y nada que había visto o escuchado rumor de otro extranjero de melena rojiza~

— Bueno, no había venido aquí sino un par de veces así que... —Hizo una leve pausa, Azarias noto como el otro a penas había sonreído de medio lado mientras tomaba un poco de su bebida para luego hablar; no sabía porque pero tenía el presentimiento de que algo había pasado —Quería volver a retomar una vida de descanso y tradiciones, por eso elegí esta aldea... —Uno de los que atendían allí se acercó a servirles más sake a ambos jóvenes— ¿Y tú que haces aquí?

— ¿Yo? —Se señaló a sí mismo y sonrió— Mi padre ha tenido algunas complicaciones con su esposa y amantes —De solo recordar las constantes discusiones en casa, le enfermaban, y aunque se sentía mal por su madre y padre, no podía defender a ninguno pues ambos habían caído en las mismas redes de la infidelidad— Así que quise huir y dejar que se mataran entre ambos, pero tú, vamos, a mí no me engañas así que ya, escúpelo

— Oh, eso es terrible —Mas luego de escuchar las últimas palabras del griego no pudo evitar reír, más al ver la cara que el otro le había puesto de "O me dices o yo mismo me encargo de descubrirlo" no le gusto, por lo que ya ni quedándole de otra termino diciéndole— Bueno, vamos yo hace poco me acabo de enterar que con quien estaba tratando de tener alguna relación, es mi hermano... Tch

— Nah… —No podía creer lo que el otro le decía, realmente era algo difícil de haber— ¿Es en serio lo que me estás diciendo?

— Jum, si, muy enserio y yo ni sabía, no se me pasó jamás por la mente —Y de solo recordar hacia que le doliera la cabeza, aun en esos meses que habían pasado aquel tema era molesto—Aaaahg supongo que por eso es mejor que busque ampliar mi firma con la otra compañía, con la de Zhian, ¿lo recuerdas verdad? Mi tutor... Quien nunca te quitaba la mirada de encima —No pudo evitar reír un poco, pues era bien sabido que el pelinegro tenía un crush sobre el griego pero este siempre le huía, mas aquello era porque Azarias estaba enamorado de la misma persona que tenía frente suyo. A este punto se sentía mal porque, comprendía como debía sentirse Zhian al no hacerle caso y perder su tiempo para con él, porque aquel galante hombre aun con el paso de los años se desvivía por mandarle regalos e invitarlo salir, cosa que él se negaba. No por maldad, sino porque no sentía nada y peor sería darle alas al mayor. En su opinión, la única manera de darle un si al otro era que los sentimientos que tenía por el pelirrojo se acabasen, solo así y quizá se daría la oportunidad de conocer más de aquel enigmático hombre—

— Aun así… créeme que es difícil creerme lo que me has dicho…

— Imagínate como me siento yo en estos instantes, bueno en fin~~ —Ambos se quedaron en un largo silencio, bebiendo de vez algo de sake, aunque terminaron siendo interrumpidos por el sonido de un celular—

— ¿Hai, moshi, moshi? —El griego solo le hizo una seña al otro de que se iba a levantar para atender la llamada, que aparentemente era algo de suma importancia—

Al estar nuevamente a solas se detuvo a ver aquel cielo que era tenido con los matices del atardecer, además de que algunas luciérnagas volaban de aquí para allá. Apenas habían pasado unos meses desde que se había ido de casa y para no ser encontrado por los hombres de su padre había requerido la ayuda de su tutor además de no permanecer en el mismo lugar por tanto tiempo. Pero mientras se la pasaba de aquí para allá y conociendo a tantas personas, no podía quitarse aquella molestia en el corazón.

Inclusive su mejor amigo y confidente había notado eso, porque no importaba a que pub se fueran a meter y con quien pasaran la noche, nunca terminaba satisfecho. Y otro dato era, que el mayor había notado como su amigo siempre escogía personas que compartieran ciertas características físicas, fueran hombres o mujeres, pero ni aun así parecía satisfecho.

— ¿Qué es lo que te tiene tan pensativo? —Se sobresaltó, ni tan siquiera había reparado en que el otro había vuelto—

— ¿Uh? No, nada… Mejor dime ¿Qué paso? ¿Todo bien?

— Tan solo tengo que volver a casa y buscar unos papeles importantes —El otro lucia desanimado, apenas se volvían a encontrar y el griego ya tenía que irse, aunque entendía que el deber era primero—

— Entiendo, el deber llama —

— Si, lo siento… —El otro negó e hizo un ademan como restándole importancia al asunto— Aunque mañana tengo libre, si gustas nos podríamos encontrar y no se…

— ¡Pues eso sería genial! —Y he ahí nuevamente la sonrisa eterna que tanto le gustaba del pelirrojo—

— Bueno no se diga más, mañana nos veremos —El pelirrojo se levantó de su lugar y fue a estrechar a su amigo en un abrazo, para luego intercambiar números y estar en contacto—

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(***)

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Aunque mientras para algunos sus días eran de ensueño paz y tranquilidad, para el hijo mayor de Aeneas y Krest, se estaba volviendo un infierno y todo por la puta francesa que tenía viviendo consigo. El problema era que hacía unos días ambos habían decidido salir a pasear, si, el griego por fin se había animado a sacar al pobre Degel de su encierro, con la condición de que no escapara y que si lo hacia lo llevaría de regreso a casa y lo azotaría, entre otras cosas.

*

(***)

*

El problema mayor había sido que ambos jóvenes habían ido a pasear a la plaza, al principio todo bien, ambos se comportaban como una pareja de enamorados, al menos así lucían ante las personas que los miraban ir de aquí para allá. Kardia en verdad se comportaba como todo un caballero, quería ganarse aún más a ese francesito, tan así que con todo el dolor del alma lo había llevado a una librería. El menor luego de pasar tantos meses encerrado y sin nada que leer, creo desmayarse cuando el griego le había llevado a dicho establecimiento, diciéndole que se podía tomar el tiempo necesario para que escogiera los libros que quisiese.

Y ni había terminado de decirle que ni escatimara en los precios cuando el de lentes ya se había ido a perder en las distintas salas. Desde cocina, psicología, ficción entre otros y mientras él seguía llenándose con libros de quien sabe que, el pobre heleno se encontraba desparramado sobre uno de los silloncitos, tenía los audífonos puestos y con el celular en mano, estaba jugando el juego ese de "Color Switch"

— Kardia… —Le llamo una vez, pero no hubo respuesta— ¡Kardia! —Volvió a hacerlo, dos, tres veces, inclusive se plantó enfrente del mayor pero este se encontraba tan concentrado en el dichoso juego ese— ¡KARDIA! —A la quinta vez tuvo que alzar la voz y quitarle el celular, el pobre griego le vio con molestia pues ya casi superaba el nivel 180—

— ¿¡Que has hecho?! —Degel solo le vio sin entender, no entendía como es que el otro armaba una pataleta por un simple juego, así que simplemente le ignoro y le llevo a que pagara los libros pero este se negaba y seguía con su chilladera, mas luego de suspirar y susurrarle una travesura al oído, el otro gustoso pago y sin fijarse en el total— Y solo por eso te perdono…

El menor simplemente sonrió con malicia, ahora sí que había logrado encontrar los puntos débiles del mayor y bien que los usaba a favor suyo para conseguir lo que quisiera y si bien tiempo atrás se hubiera dado cuenta de ellos y ya estaría lejos, ahora por alguna extraña razón se sentía a gusto con el griego y no deseaba alejarse de este.

*

(***)

*

Luego de haber comprado todos los libros que su ratón de biblioteca quería, los dejaron en el carro y continuaron con su caminata por el centro comercia; Kardia insistía en que quería comprarle más cosas aunque para Degel ya había sido más que suficiente. Tenía ropa, zapatos, perfumes y los libros que había estado deseando por mucho tiempo, no había más que el deseara pero el heleno insistía en darle lo mejor, en llenarlo de muchos regalos. Aunque a veces no entendía él porque era tan atento con el francés, quizá era así para agradecerle el buen sexo que recibía a cambio o quizá era algo más, no lo entendía muy bien, pero esa necesidad de retenerlo a su lado, de complacerle, era demasiado fuerte.

— Kardia, no entiendo tu insistencia… —El pobre galo iba siendo jalado por un enérgico peli azul, que lo llevaba de tienda en tienda para que se probara cualquier cosa, y si le gustaba, al menos a él, se lo terminaba comprando al menor— Hace cinco tiendas atrás que vienes comprando cosas que ni al caso, y en la última fue uno de lencería —Declaro con un fuerte tono rojizo en sus mejillas, el mayor se detuvo y giro sobre sus talones para confrontar al otro. La diferencia de estaturas era notoria y Kardia le gana al menos por diez o quince centímetros—

— Eso es porque aún hay muchas cosas que debemos probar —Su diestra se aventuró a atrapar la pequeña cintura y atraer el cuerpo de un shockeado peli verde que, poso las manos sobre el pecho del mayor para quitárselo de encima; pero Kardia no solo le ganaba en estatura sino que también en fuerza—

— Kardia, quítate, ¡estamos en un lugar público! —El mayor ignoro los reproches y quejas del otro, las personas que pasaban cerca de los jóvenes solo pasaban de largo aunque algunos curiosos observaban la escena que estaba armando el hijo mayor del señor Skorpió; unos observándole con admiración, ya que el moreno era conocido por ser un famoso casanova mientras que otros observaban con cierta pena al peli verde, creyéndolo una de las tantas conquistas—

— Kardia, ¡suéltame! —El moreno solo sonrió y lo apresó aún más en sus fuertes brazos, su boca fue acercándose a aquel cuello—

— ¿Por qué debería? —Le vio de reojo, su nariz fue paseándose en aquel cuello de cisne; sonriendo al notar algunas marcas algo moradas en la blanca piel lechosa. Su sonrisa se amplió cuando sintió el cuerpo ajeno estremecerse y aquellos suaves suspiros, Degel, no había sido el único en encontrar los puntos débiles del enemigo, el también había aprendido demasiado de aquel francés. Mas su dicha no duro mucho pues a lo lejos escucho unas voces familiares, a unos cuantos metros de ellos se encontraban los gemelos Gemini, Aspros y Deuteros, quienes venían acompañados por Giovanni Benedetti, o mejor conocido como "Manigoldo"—

— Pero miren a quien tenemos aquí, ¿acaso no es el bicho rastrero? —Exclamo un burlón Manigoldo mientras acortaba la distancia e iba a saludar al griego; ambos peli azules se saludaron de aquella forma típica con un choque de puños, quizá un abrazo y unas palmaditas en la espalda— Vaya, vaya, ¿así que no pierdes tiempo? —Sus ojos de tono morado viajaron al francés que se había quedado parado en su lugar, el pobre se sentía tan extraño con la mirada de Manigoldo puesta sobre el—

— Jah, así que no pierdes tiempo eh, Kardia? —Esta vez Aspros se le unió, su mirada recorrió cada parte de aquel perfecto cuerpo. Piel lechosa, largo cabello sedoso, pestanas tupidas, nariz pequeña y respingada, tenía un cuerpo fino, cintura pequeña y mejor que el de una mujer. Todo en sí, era perfecto en el cuerpo de aquel joven francés, el mayor de los gemelos sintió un estremecimiento y se imaginó quien sabe que cosas—

— ¿Perder el tiempo, y con este bombón? —Degel pudo sentir un ligero cambio en el griego, quizá fue por la forma en la que este le tomo por la cintura, había sido algo brusco y no con cariño— Esta lindura es para dejarte agotado

— Oh, grande maestro Skorpió, ¿así que ya te has comido a este bombón? —Deuteros sonrió socarrón mientras se acercó a tomar al menor por el mentón, pero este lo aparto de un fuerte manotazo— ¿Acaso no le has ensenado modales?

— ¿Ensenarme modales? Creo que quienes deberían aprender modales, son otros —Los compañeros del griego solo vieron con sorpresa al peli verde, por lo general las conquistas del griego eran personas sumisas, y no unas fieras como ese que tenían frente suyo—

— Vaya, ¿y tú de donde te has sacado a esta fiera? —El mayor sonrió aún más orgulloso, Degel ya empezaba a molestarse por el actuar del otro y a esos tipos que al parecer eran amigos del escorpión—

— Pues ya ves, estas son las cosas que uno se encuentra en las caravanas —¿Cosa? ¿Acaso le había tratado de cosa? A medida que los mayores seguían hablando las mejillas de Degel adquirían un fuerte tono rojizo en su rostro, el menor se estaba molestando a niveles insuperables, ¿desde cuándo Kardia le trataba como una cosa? El mayor no reparaba el cómo sus palabras solo dañaban el interior del peli verde, quien se sentía más que destrozado aunque no lo mostrase en su rostro—

— Vaya, pues te has encontrado una hermosa muñeca y que a leguas se nota te la has estrenado Los cuatro hombres rieron a carcajada suelta, Degel simplemente mantenía la mirada en algún punto fijo y con los pensamientos en otro lugar, no pensaba perder la calma frente a esos tipos y armar una escenita; aunque entre más hablaban los otros más sentía que su calma se iba por un caño—

— No sé porque, pero por como se ve y su acento creo que es francés —Volvió a comentar Deuteros, Aspros asintió ante la acotación de su gemelo y se acercó al menor para observarle mejor, Degel gruñido cuando este volvió a tomarle por el mentón y con su pulgar empezó a delinear su labio inferior—

— ¡Jah! Te conseguiste una buena puta francesa, amigo —Tanto el halagado como el italiano se soltaron a reír, los gemelos solo se vieron entre si y luego al menor, quien sintió aquellas miradas pesadas que hasta le desnudaban— Se dicen que son las mejores dando mamadas, ¿Qué tan cierto es eso?

— Créeme, este bombón —Su diestra bajo hasta posarse en el redondo trasero del menor, el cual acaricio con descaro frente a todo el mundo— Es el mejor a la hora de mamármela y montar… —Ni había terminado de decir la palabra cuando se escuchó un fuerte estruendo, tanto los gemelos, como el italiano e inclusive las personas de por ahí se asombraron cuando vieron la tremenda cachetada que Degel le había dado al heleno; Kardia se había quedado con el rostro hacia un lado, sintió su mejilla arder y enrojecer al instante—

— He ahí tu puta francesa, maldito bastardo —Con el orgullo herido y los sentimientos pisoteados, salió corriendo lo más rápido de ahí; Kardia aún estaba que no salía del shock, pero cuando lo hizo, la furia termino cegándolo. No perdiendo más tiempo corrió tras el menor que, hacia hasta lo imposible por acelerar y escaparse de ese airado hombre—

Cabe decir que Degel termino perdiendo la carrera y justo en el parqueo solitario Kardia le termino atrapando, el heleno se mostraba irreconocible; le tomo con una horrible fuerza por el brazo que hasta amoratado lo dejo.

— ¿Quién demonios te crees? —Su mirada azul cambio a una morada y con tintes rojizos, Degel seguía con una molestia notoria aunque luego fue cambiando por un profundo miedo, nunca había notado al otro tan enojado— Escúchame bien maldita francesa —De dos zancadas el mayor ya había llegado hasta el otro y le había tomado fuertemente de los brazos, el pobre francés soltó un quejido que fue en aumento cuando el otro lo llevo retroceder y estamparse contra una de las paredes del edificio— A mí nadie, ¿me entiendes? ¡NADIE ME TRATA DE ESA MANERA!

— Kardia, me estas lastimando… —El mayor le tenía fuertemente agarrado de ambas muñecas y a cada segundo parecía ejercer más presión—

— Esto no es nada con lo que te hare al llegar a casa —Parecía otro, estaba fuera de sí y eso le hacía temer—

—. Kardia, ¡suéltame! ¡Yo soy quien debería de estar enojado! —Pero aunque el aura del otro le infundiera temor, no pensaba quedarse de brazos cruzados— ¡Tú y esos tipos me trataron como una puta!

— ¿Y que acaso no lo eres? —El menor dejo de luchar por soltarse y se enfocó en ver directo a los ojos al otro— Te estaban subastando y te compre, además de que me complaces cuando yo quiero, ¿Qué eso no te convierte en mi puta?

— Detente… —Había sonado como una súplica y no un pedido, sus luchas cedieron asi como la furia que sentía— Ya no… ya no sigas por favor…

— ¿Tú no te habrás enamorado de mí, verdad? —La mirada acuosa de Degel se enfocó en los orbes zafirinos de Kardia— Es decir, sería tonto —Y fue ahí cuando Degel sintió algo en su interior quebrarse, su cuerpo entero se había enfriado y un estremecimiento le había recorrido de pies a cabeza— Uh, ¿en serio te has enamorado de mí? —Sus labios mostraron una sonrisa burlona que termino de quebrar al menor, quien solo agacho la cabeza y se abrazó a sí mismo. Kardia fue borrando aquella sonrisa al ver como de las níveas mejillas se deslizaban varias lagrimas amargas, ¿acaso el otro le amaba?— ¿Degel…? —Al ver que el otro no decía nada intento acercarse, pero el francés solo retrocedió, seguía sin darle la mirada. Se escuchaba tan frio, tan distinto. Cada palabra era como un perfecto y frio puñal que se clavaba en el corazón del menor; Degel no solo sentía ese dolor en su pecho sino que también un sabor amargo en su boca y un nudo atorado en su garganta, por un momento sintió sus piernas flaquear—

Algo en su interior había dado un vuelco y su cabeza parecía dar vueltas, además de que aquella carrera que había dado para huir del mayor solo le había dejado muchísimo más agotado, lo último que recordó fue escuchar los constantes gritos del mayor, llamándole, luego todo se terminó poniendo oscuro.

— Mierda, ¡Degel! —Ver como el menor cedía ante sus pies le llevo a alertarse, últimamente el francés había tenido esos desmayos entre otros síntomas que le estaban llevando a preocuparse. Fue entonces que su preocupación aumento y el miedo le fue atacando, si tan solo se hubiera contenido, si tan solo no le hubiera gritado todas esas cosas—

No dudo más y lo tomo en sus brazos para llevarlo hasta su auto, donde lo metió y acostó en los asientos de atrás, el menor seguía sin responder y tenía el cuerpo algo frio, con el corazón en la mano, aseguro al otro y luego cerró la puerta trasera. Aquella era la quinta vez en la semana, se subió en el lado del piloto y metió la llave en la rajadura para encender el carro, importándole un cuarto de arroz los constantes insultos de las demás personas por el exceso de velocidad del griego y como este se pasaba los altos y luces en rojo, su mayor prioridad era llevar al menor con un doctor.

Cabe decir que se tardó al menos diez minutos en llegar al hospital centrar y eso que del centro comercial quedaba a cuarenta y cinco minutos. El griego entro como tromba y con el menor en brazos, pidiendo que alguien le ayudara en algo antes de que encendiera el lugar. Luego de calmar al heleno y de dejar a un médico encargado del menor, el peli azul se encargó de llenar la planilla de datos entre otras cosas, aunque tuvo que mentir en algunas cosillas para encubrir el hecho de que Degel había sido vendido como un esclavo.

Luego de eso le toco esperar, esperar y esperar, llegando casi a volverse loco en esa salita blanca y fría, para que al final el medicucho le dijera que el menor presentaba un cuadro de anemia, aunque eso no había sido lo peor.

— Al parecer su pareja no solo presenta anémica, sino que también tiene dos meses y medio de embarazo, eso podría afectar en demasía al…

— Espere un momento, ¿Cómo que dos meses y medio de embarazo? —El medico parpadeo repetidas veces—

— Así es, el joven Degel se encuentra en espera de un bebe, ¿acaso usted no es su pareja? —El medico volvió a revisar la planilla de datos, donde decía que el peli azul era su pareja—

— No… yo… si… deme un momento… —El hombre en bata blanca asintió y le dejo solo por un momento, Kardia se terminó echando sobre el sillón donde antes había estado sentado. Tenía la mirada perdida en algún lado— Es imposible… —Se pasó la mano por el rostro y se removió con cierta furia los cabellos; él no podía ser padre, es más, nunca en todos los años que llevaba vivo se le había ocurrido tal cosa—

Mientras él seguía en esa posición las horas siguieron pasando y ni en cuenta había caído, sino fue cuando vio a un pálido Degel salir acompañado con el doctor, quien le entregaba una lista de medicinas y vitaminas, entre otras cosas además de pedirle que se cuidara, más ahora que tenía un pequeño ser creciendo en su interior. El menor solo asentía a los pedidos del doctor, y ya cuando le permitió irse, paso un lado del moreno, quien le termino tomando de la muñeca.

— Tenemos que hablar… —El otro suspiro y asintió, no había que ser genio para saber lo que el otro iba a decirle. Ambos caminaron hasta la salida del hospital—

Kardia aun lo llevaba agarrado de la muñeca para que no se le escapara de nuevo, y aunque eso era lo que más quería Degel, no tenía fuerzas para dar otra carrera, aunque quería evitarse a toda costa las palabras hirientes del mayor, porque con solo verle sabía que estás iban a seguir, sabía que el otro le iba a pedir que se fuera de su lado, después de todo solo era "una puta" que había quedado preñado de él. Mientras tanto la cabeza del griego era un lio, no había dicho nada en todo el camino hasta el carro, los matices del atardecer tenían el cielo y la brisa movía los cabellos de ambos.

— Escucha, —Se apoyó en el carro y pasó la mano por los cabellos, Degel estaba frente suyo y se rehusaba a darle la mirada— Seré directo, yo nunca me imaginé siquiera pasar por esto, nunca en todos mis años llegue siquiera a querer formar una familiar, es más… —Sintió encogerse, no entendía por qué el otro insistía con ser tan crudo a la hora de decirle las cosas— No está en mi ser "padre" ni tan siquiera casarme, peor aún, formalizar algo con alguien. Simplemente, ese no soy yo…

— Lo se… y lo entiendo… —Su pequeño y frágil cuerpo temblaba, el otro lo noto—

— ¿Así que lo entiendes? —El menor simplemente sintió, sus manos apretaban con fuerza la bolsita con los medicamentos y vitaminas—

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Continuara...

Notas finales:

Bueno esto ha sido todo por hoy, espero que les haya gustado el capítulo ^^ :'v y si todo me sale bien, mañana les daré una sorprendida xd y sino, ya será para luego :'v

 

Byebye! Se me cuidan mis rayitos de sol~ 


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