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Esclavo de Tu Amor por Arizt Knith

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Notas del capitulo:

Hola, hola, holaaaa!!! Arizt Knight vuelve con otr cap~

Nuevamente doy gracias a atavaka, a ti también Jesica Black x3 guidecaclain, Aranel Poli, Iniverno81 Karori. Muchísimas gracias por sus bellos reviews, me siento totalmente feliz, no, más que eso… Estoy recontra feliz de que hasta el momento les vaya gustando este fic!!!

Sé que este capítulo es algo corto y quizás hayan más cosas inconclusas >.> pero con el tiempo todo se ira aclarando uvu así es como lo había planeado xD bueno, ya no les entretengo con tanta cosa y les dejo que disfruten. 

 

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(***)

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Esclavo de tu amor

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Capítulo 5: Don't Even Think About It

Parte I

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(***)

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Aeneas había decidió encerrarse en su habitación además de pedir que no le fueran a molestar, a menos que se tratara del correo de X procedencia, algo que tuviera que ver con las empresas o alguno de sus hijos. Pero demás cosas sin importancia o tan siquiera su "esposa" podía asomarse a su despacho. El mayor había quedado sumergido en una enorme preocupación. Según Krest habían sido secuestrados unos siete meses atrás y a pesar de todas las investigaciones que se habían realizado, la policía no había sido capaz de encontrar alguna pista que los llevase con el paradero de los jóvenes. Aquello había sido un verdadero trabajo limpio. Maldijo en voz alta y tiro cada cosa que se encontraba sobre su escritorio.

Maldijo su cobardía por jamás haber ido por Krest y sus hijos, por siempre permanecer en el anonimato. Por dejarlos en aquella casa y con ese hombre, Ryan Wyvern. El mismo que se había atrevido a posar sus inmundos ojos sobre su bello ángel.

Los empleados de la casa solo se miraban sin entender el porqué del comportamiento de su jefe, pues el estruendo de los objetos cayendo al suelo y chocando contra las paredes se podía escuchar en toda la casa. Nunca en todos sus años de vida le habían visto comportarse de aquella forma.

¿Qué es lo que sucede? –Pregunto una bella mujer de piel como la porcelana y largos cabellos ondulados y de color escarlata.

Los demás empleados solo vieron cohibidos a la esposa de su jefe, la mujer nunca había sido del agrado de nadie. Ninguno de los que ahí trabajaban podía soportar a aquella mujer, que se creía la dueña de todo solo por estar casada con Aeneas y que podía hacer lo que se le viniera en gana, bueno, si era la esposa del rubio y tenía cierto poder sobre ellos; pero eso no significaba que podía tratar a las personas como simples peones, como basura.

El señor Aeneas no se encuentra bien y pidió no ser molestado –La mujer solo dio un pisotón ante las palabras dichas por Sheila, aquella morena de ojos avellanas.

Tonterías –Murmuro la dama y se dignó a caminar con paso elegante hacia el despacho de su marido, pero una mano sobre su hombro le impidió el paso. Los rubíes de aquella mujer se toparon con los ónixs de El Cid.

Mi señora, lo mejor será dejar a solas al señor Aeneas –Hizo una leve pausa, solo para escuchar como otro objeto chocaba contra la pared y se hacía añicos –Como se habrá dado cuenta, el señor Skorpió no se encuentra bien y…

-Escúchalo madre, al menos por una maldita vez en tu vida escucha lo que El Cid dice –Los rubíes de la mujer vieron con desaprobación los de su hijo. El menor se encontraba bajo el dintel de la puerta y con una expresión por demás seria. –Sabes que mi padre no se encuentra bien, el trabajo lo ha de estar estresando mucho y tú solo le buscas para que cumpla tus malditos caprichos

El menor de los tres hermanos pudo ver el rostro de su progenitora enrojecer por la furia, aquello siempre le lograba sonsacar una sonrisa. Cualquiera diría que era un total malagradecido con su madre, y lo era, pero prefería ser mil veces sincero que seguir con aquel veneno en sus entrañas. Odiaba que su madre solo fuera de esas mujeres vanidosas, que se gastaba grandes cantidades de dinero en cosas sin sentido y solo para presumirlo enfrente de otras mujeres con mismos ideales. Y si, tal vez él podía ser caprichoso y había gastado dinero en "aquello" pero esa había sido la primera vez que había algo como eso, y casi siempre prefería conseguirse sus cosas por sus propios méritos, al menos le gustaba sentir que si padre le daba lo que quería era porque se lo había ganado con esfuerzo.

Eres un maldito mocoso insolente, cada día que pasa te pareces más al vagabundo de Kardia –La mujer cuyo vestido negro entallado al cuerpo, gruño con desagrado al mencionar el nombre de mayor de los hermanos, provocando que el menor hiciera una mueca de desagrado.

Pues prefiero mil veces parecerme a mi hermano que a ti, por lo menos Kardia se dignó a cuidar de mí cuando tú nunca lo hiciste –La cocina se hundió en un terrible silencio donde hijo y madre se debatieron en un duelo de miradas, y en el cual el menor salió vencedor.

Tanto El Cid como los demás empleados guardaron silencio al ver a la señora de la casa dedicarle una gélida mirada a su hijo, para luego salir de la cocina a paso "elegante," como si nada de lo que paso le hubiese afectado en absoluto. El menor de cabellos rojizos soltó un sonoro suspiro y algunos improperios entre dientes, siempre era lo mismo con "su madre" Odiaba cuando su progenitora trataba de aquella forma ya fuera a Kardia o Milo o a los del personal encargados de mantener la casa. O peor aún, cuando solo molestaba al viejo para sacarle dinero y gastárselo en cosas sin sentido.

Se sentía avergonzado por tener a aquella mujer como madre, y aunque él era un crio desvergonzado en algunas ocasiones justo como lo estaba haciendo con cierto joven de hebras color miel. Aunque así habían personas que podían tener su total respeto, pues además de sus dos hermanos mayores, las personas de aquella mansión también le habían cuidado y ayudado en incontables veces. ¡Quién lo diría! El simple personal de la casa era quien más se había encargado de la crianza de los tres hijos del señor Skorpió.  

¿Joven Khian? –La joven mucama de ojos avellanas se acercó al pelirrojo quien solo negó con la cabeza e hizo un ademan de que se encontraba bien.

No pasa nada… -A este punto los demás empleados volvieron a sus tareas sin decir nada de lo que había pasado, siendo solo El Cid y Shelia los únicos que habían decidido quedarse con el más joven, quien solo hizo como si nada hubiese pasado.

–Khian…

–Estoy bien, El Cid – El hombre de procedencia española negó con la cabeza y se cruzó de brazos, siempre era lo mismo con aquel chico.

Sheila –La joven morena volteo a ver un tanto nerviosa al de mirada carmín, lo cual provoco que este riera un poco e iniciara su camino de regreso a su habitación –No bajare para la hora del almuerzo, a cambio de eso quiero que lleves mi comida a mi habitación –La joven hizo una leve afirmación con la cabeza ante la orden que el chico le daba – ¡Ah! Y, que sea doble ración

¿Doble ración? –Pregunto confundida. Inclusive El Cid vio algo sorprendido al joven que no era de mucho comer, sobre todo las generosas raciones de comida que la joven morena siempre le dad.

Así es…  –Sonrió de medio lado – Es solo que hoy tengo muchísima hambre –Dejando con la palabra en la boca a los mayores.

El menor caminaba tranquilo de la vida por los largos pasillos de la casa, mientras pensaba en sus siguientes pasos para con el joven de hebras miel que aún seguía encerrado con llave en su habitación. Rio. Aquello era tan gracioso, era como un maravilloso juego. Doblo a la derecha y siguió caminando recto hasta llegar a las escaleras. Estaba ansioso por llegar hacia donde “Arizt” quien seguramente debía estarse muriendo de la desesperación por seguir encerrado.

Negó con la cabeza y siguió subiendo las escaleras mientras jugaba con la llave que iba atada al cordel en su cuello. Sonrió de nuevo y sin soltar la llavecita plateada, no le molestaba andarla así, es más, creía que de aquella forma nadie podía entrar a su cuarto y ver a quien mantenía oculto. Si, sin duda era un genio. A medida que se acercaba a su habitación fue procurando hacer el menor ruido posible, quería agarrar al otro desprevenido. Con una mano se sacó la llave y lentamente la fue introduciendo en la rajadura mientras que con la otra giraba de a poco el pomo de la puerta, lo que paso a continuación fue algo que lo dejo sin habla.

 

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(***)

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Mientras tanto en el departamento de Kardia, el peli azul se encontraba aun encerrado en su habitación con aquel jovencito de hebras verdosas. Su cuerpo seguía moviéndose cada vez más rápido y furioso sobre el del más joven. Sus estocadas eran fuertes y muy certeras, llegando hasta lo más profundo de las entrañas del menor y tocando aquel punto sensible que enloquecía a Degel. Aquello era algo que nunca en su vida había sentido, el interior del peli verde succionaba, devoraba su miembro entero. Kardia no podía hacer más que gruñir en el oído del menor y tomarlo con fuerza de las caderas para seguir penetrándole. Ninguna mujer u hombre había soportado aquello, y Degel, aquel chico de gran belleza solo gemía como lo que según él era.

Si… gime más para mí putita –El menor solo le vio con unos terribles deseos de patearle el rostro e insultarle, pero en lugar de eso, un fuerte gemido se escapó de sus labios y su espalda arqueo.

Kardia entonces aprovecho para salir del interior y obligar al otro a ponerse boca abajo y en cuatro, aunque claro, Degel no se la dejo fácil e intento nuevamente atacarlo y escapar; pero aquella técnica ya no funciono en Kardia. El mayor lo tomo con fuerza por los cabellos y técnicamente lo obligo a ponerse como él quería para luego penetrarlo de una fuerte estocada, el menor emitió un fuerte alarido y se echó a la cama a morder la almohada con fuerza para que así el otro no se pudiera mofar de sus sollozos.

Relamió sus labios y le dio una fuerte nalgada al menor provocando que este diera un respingo y soltara otro grito. Rio. Aquello era divertido, la blanca piel del galo fue tornándose rojiza al instante y quedando la marca entera de su mano. Nuevamente lo embistió con fuerza, esta vez logrando que su miembro entrara por completo.

Gemidos, deliciosos gemidos y jadeos. Ambos cuerpos se encontraban cubiertos por una fina capa de sudor, pero a Kardia no le importaba, el tan solo quería seguir sintiendo aquello. Rio perverso, su mano derecha viajo hasta el miembro erecto del menor para masturbarle. Error. Error. Error. Los ojos del menor se abrieron por completo y su cuerpo tembló ante el toque, era como si una leve corriente eléctrica le recorriese por completo. Sus antebrazos, sus piernas, todo su cuerpo tembló.

Mgh~ n-no… -Un delgado hilillo de saliva se escapó de la comisura de sus labios, Kardia no hizo más que tragar duro al ver aquella imagen tan erótica.  Degel tenía sus largos cabellos esparcidos por toda su espalda, su mirada estaba ida por el deseo, sus mejillas rojas como los tomates en temporada y sus labios, aquellos finos labios estaban entreabiertos y con ese hilillo de salvia escapándosele-

La mano en aquel miembro continuo moviéndose, por veces rápido, otras, muy lento. Tortura. Tortura. Tortura. A veces la tortura podía resultar ser muy estimulante. Junto su cuerpo. Aquel contraste entre la piel morena contra la tez nívea del galo era muy notoria, muy deliciosa, ambos cuerpos estaban muy unidos, demasiado. Otro gemido, otro jadeo, otra estoca, muy fuerte, muy lento. Los sonidos eran muy húmedos, muy morbosos.

 

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(***)

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Mientras tanto en el departamento de Milo, el griego de hebras doradas como las de su querido padre, se encontraba cómodamente desparramado sobre el sofá de cuero negro que se encontraba en la sala mientras que su acompañante de hebras escarlata se encontraba sentando en el continuo. Después de haber acabado el desayuno, Camus había ayudado a Milo a limpiar la cocina en forma de agradecimiento por todas sus atenciones, mientras que el otro solo se encargaba de lavar los trastes. Habían hablado un poco más, el griego tan solo le había contado lo poco necesario que debía de saber de él.  No es que desconfiara del pelirrojo, tan solo, tan solo no creía correcto que aquel ángel supiera de todas y cada una de sus malas andanzas.

El ruido de la televisión más los constantes suspiros del heleno, era el único ruido en todo el departamento. Camus, aunque parecía tener la mirada fija sobre la televisión aun así parecía estar en otro mundo. Su espalda estaba apoyada en el respaldo del sofá y sus piernas apoyadas del todo contra su pecho. Se sentía agradecido con aquel hombre, estaba feliz de que los dioses por fin se habían logrado apiadar de él y le mandaron a aquel salvador, ahora lo único que quedaba era encontrar a sus hermanos, estaba muy preocupado por ellos.

Sabía que el menor de ellos era alguien muy fuerte, no pudo evitar reír un poco, inclusive Milo dejo de ver la televisión y enfoco sus orbes zafiros en la figura del menor. Camus lucia tan hermoso, tan delicado, tan frágil.

–“Justo como un ángel” –Pensó sin dejar de observarle.

Camus seguía inmerso en sus pensamientos no podía evitarlo, ¡aquello era verdad! Su joven hermano, aquel chiquillo de cabellos como la miel era alguien muy fuerte, sí, pero también era frágil. Aunque el menor solía esconder su debilidad con una careta de indiferencia, mientras que el otro, su hermano mayor era distinto. Aquel joven con aire elegante y amor por la música y el arte, era distinto.

Hermano… -Susurro al viento. Milo abrió la boca con deseos de decir algo pero en eso sonó el timbre. Maldijo por lo bajo al ver que ese sonido del demonio había sacado de su ensoñación al bello de mirada color rubí.  

Maldición –Camus vio como el otro lanzaba el control de la televisión al otro extremo del sillón y se levantaba a ver quién era aquella persona tan molesta que no dejaba de tocar el timbre. Parpadeo repetidas veces al escuchar a dos personas discutir con Milo.

Mientras tanto Milo se encontraba en el vestíbulo junto con dos hombres idénticos. Ambos igual de procedencia griega. Uno de ellos Saga Gemini, hermano mayor de Kanon Gemini. Ambos de piel ligeramente acanelada, largos cabellos índigo y mirada esmeralda. El menor de los gemelos amenazaba con interrumpir la morada del rubio, pero este, al tener a su invitado pelirrojo se negaba a que sus dos amigos entrasen.

Oh vamos, ¡no seas aguafiestas! –Milo solo rodo los ojos ante el comentario del menor de los gemelos. Por otro lado, Saga prefería mantenerse al margen de la discusión

Entiende, no es ¡No! –Pero el menor de los gemelos no entendía y volvía a intentar pasar sobre el rubio –Oye, ¿Quién es el pelirrojo?

–¿Qué cosa? –Ambos gemelos vieron a cierto jovencito de larga cabellera escarlata a espaldas del rubio, el pequeño lucia jodidamente adorable ante los ojos de los griegos mayores, o al menos eso dijo Kanon en un tono morboso. Por otro lado, Saga parecía más entretenido en aquella mirada tan pura que el menor tenia. Sus esmeraldas parecían no despegarse de aquel par de rubíes, eran hermosos, eran puros pero también lucían melancólicos.

Kanon rio bajito al ver la expresión boba en su hermano, era la primera vez que miraba al gran Saga lucir como un completo bobo enfrente de alguien. – ¿Y bien? ¿Quién es tu amigo? –Se dignó a preguntar. Milo quien también había notado la forma en la que Saga miraba a Camus, bufo molesto.

–Se llama Camus –Respondió. Kanon sonrío satisfecho y nuevamente volvió a arremeter contra el rubio para que les dejase pasar, de no ser por la intervención del menor de todos el rubio ya hubiera echado a patadas a los gemelos.

No quería tenerlos ahí, no cuando ya había puesto sus ojos en el francés. Maldijo mil veces en su mente. Kanon entro al departamento como Pedro por su casa, seguido del mayor quien hizo una leve reverencia ante el pelirrojo quien solo se sonrojo y Milo gruño. No había que ser un genio para darse cuenta de lo que ahí pasaba, aunque bueno, todos los notaban, todos menos Camus quien no entendía el porqué de las miradas hacia a él y del mal humor del rubio. 

Notas finales:

Perdon... Ya se que esta muy corto u.u igual espero que les haya gustado. Gracias a todas esas personitas que se toman la molestia de dejar un review!! Muchisimas gracias, sus palabras me animan mucho a seguir con este fic!!!


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