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Esclavo de Tu Amor por Arizt Knith

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Notas del capitulo:

Lamento la demora, se que eso no tiene perdon de Dios pero uwu... he tenido algunos problemillas en cuanto al Inter y el fic :c pero bueno, aqui les traigo un cap~

Espero que lo disfruten.!!

(***)

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Esclavo de tu amor

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Capítulo 7: Don't Even Think About It

Parte III

Final

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(***)

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Y volviendo al departamento del rubio, Milo seguía con un humor de perros al ver que Kanon no dejaba de decir sarta de idioteces. Pero lo que más le había colmado la paciencia, fue ese "pequeño" escrutinio que había hecho para con el de hebras escarlatas. El menor de los gemelos se había tomado todo el tiempo del mundo para interrogar a Camus, haciéndole diferente clase de preguntas; desde su edad, su estatura, de dónde provenía, su comida favorita. Hasta las preguntas más estúpidas como, ¿Cuál era la distancia que había entre el sol y la tierra?

A lo que el menor se tomó su tiempo pero al final logro contestar y Kanon, al no estar tan seguro busco la respuesta en Google para solo sorprenderse de que el de mirada rubí había respondido correctamente.

–No lo entiendo –Murmuro el menor de los gemelos mientras buscaba algo de comida en la nevera.

–¿El que no entiendes, copia pirata?–Esta vez fue su gemelo quien se dignó a preguntar, Kanon solo le vio por el rabillo del ojo y siguió buscando algo de comida.

–¡A ese chico! –Exclamo– Sabes muy bien que Milo no es de los que anda ayudando, él no se las da de samaritano y más con un mocoso como ese

Saga solo se mantuvo callado y volvió hacia la sala, mientras caminaba pudo escuchar las voces de Milo y Camus. Debía admitir que su hermano tenía razón, Milo no era de la clase de personas que ayudaba solo porque si, y más a alguien como lo era Camus. Aquel jovencito de apariencia fina, sin duda debía de pertenecer a alguien de buena familia. Podía notarlo por la forma en la que el otro hablaba, caminaba e inclusive por la forma tan delicada que tenía al reírse. Había algo en aquel joven de cabellera escarlata que le había querer saber más, pero con el rubio que parecía no querer despegársele, sabía que la tendría imposible.

Si quieres puedo decirles que se vayan –Saga detuvo su andar y se escondió tras la pared. Milo se había quedado junto con Camus en la sala mientras esperaban a que los gemelos regresaran del baño, aunque estaba más que obvio que aquello había sido una pantalla y Kanon se había desviado a la cocina. Gruño molesto pero igual prefirió quedarse con el pelirrojo.

–No es necesario además, ellos son tus amigos –El heleno solo hizo un ademan con sus manos como restándole importancia.

–Aun así, sabes muy bien que… –

Ah, perdona los grandes inconvenientes que te hemos estado causando, Milo –El rubio solo bufo molesto al ver al gemelo mayor entrar de nuevo a la sala e interrumpiéndole. Por otro lado, Saga solo hizo de cuentas como si no hubiera interrumpido nada importante y dedico toda su atención al joven de cabellos escarlata –Y bien, ¿de qué familia dijiste que eras? –Pregunto curioso, si bien el menor no había dicho mucho acerca de él, aun así el ansiaba conocer más sobre el menor.

–¡Saga! –Pero ante los ojos de Milo, aquello parecía ir más allá que simple curiosidad. Podía notarlo claramente en la mirada del griego, era la misma que ponía cuando había fijado sus ojos en alguien.

–Tranquilo, tan solo trato de ayudar –Pero aquel cuento no se lo creía el heleno, estaba por demás seguro que Saga traía algo entre manos.

Lamentablemente eso fue algo que Camus no noto, según él, el griego mayor parecía notar un gran interés y preocupación para con él, pobre. A los pocos minutos de estar sumergidos en una plática, donde Milo solo contestaba con gruñidos y uno que otro monosílabo, el menor de los gemelos se dignó a aparecer en la estancia con un plato de comida y una bebida, provocando aún más al rubio.

–¿Es que acaso no tienes vergüenza? –Gruño molesto y se levantó de su asiento para ir a arrebatarle la pierna de pavo que el peli añil se estaba devorando.

–¡Oye! ¡Eso era mío! –Un severo tic apareció en el ojo izquierdo del escorpión, quien por la expresión que tenía parecía estar a punto de cometer homicidio– Uh, bueno, si quieres puedes quedártela

–… -Ante el silencio del griego menor, aquello parecía ser una señal de advertencia para Saga, de que su hermano lo único que estaba haciendo era meter más y más la pata; y de seguir asi, ya no tendría oportunidad con el francés.

–Creo que ya es hora de irnos, Kanon El mencionado volteo a ver de reojo a su hermano, quien se encontraba de pie y arreglando sus ropas que apenas lucían arrugadas.

–Pero…

–Recuerda que hoy tienes tu cita con Sorrento, yo que tú me iría alistando sabes que con Sorr… – No hubo necesidad de que Saga terminara la frase, cuando Kanon se levantó como resorte de su asiento, casi botando la gaseosa sobre el sillón y alfombra del rubio, provocando que le diera un mini infarto.

–¡Demonios, tienes razón! –Saga alzo una de sus cejas, temiendo por el estado mental de su hermano quien lucía más pálido de lo normal. Bueno, en cierto modo creía entenderle.

Kanon Gemini tenía una pareja, el chico era lindo y era de procedencia Austriaca. El joven austriaco tenía cabellos cortos y de un tono lila, además de unos grandes y brillantes ojos rosados. Y como olvidar aquel rostro sin imperfecciones, o ese cuerpo esbelto que tenía, haciendo creer a cualquiera que se trataba de una chica pero no era así, Sorrento Siren era un chico, uno muy bello y de apenas 19 años. Oh si, Kanon era todo un asalta cunas pero aun así, Sorrento parecía estar completamente enamorado de aquel griego de cabellos añiles. Pero muy hermoso, inteligente o delicado podía ser pero eso no quería decir que fuera alguien serio y con tremenda puntería.

Más de una ocasión Kanon había tenido que sufrir los constantes objetos que el austriaco le lanzaba, cada que el griego metía la pata en algo. Y si hoy no sería la excepción.

–Bueno, fue un placer venir a felicitarte Milo –El mencionado alzo una de sus cejas sorprendidos para luego sacar a rastras a los mayores, sobre todo a Saga quien intentaba despedirse de Camus.

–Camus, espero que…

–No lo creo -Chillo indignado el rubio para sacar primero a Kanon quien corría como alma que se lleva el diablo y después a un molesto Saga – Y espero que Sorrento te meta un flautazo por el culo –Espeto el rubio antes de azotar la puerta y volver a la sala con el otro, quien solo se había mantenido en silencio por miedo a hacer enojar al rubio.

–Tus amigos… son agradables Se atrevió a murmurar. Milo solo le vio como la niña del exorcista, pero al ver la cara de espanto que el menor había puesto, decidió calmarse.

–Seeeh, son "buenas personas" pero… no te confíes tanto, en especial de Saga –Aun se sentía molesto por la forma en la que el peli azul había estado mirando al pelirrojo.

–¿A qué te refieres?

–Es una larga historia –Y no mentía, el gemelo mayor de los Gemini tenía un largo historial, por eso mismo lo quería lejos de Camus además, él ya había puesto sus ojos sobre el francés y por nada del mundo dejaría que otro hombre llegase a tocar a su belleza escarlata.

–Tengo tiempo, además, me si voy a permanecer aquí al menos me gustaría saber un poco más de ti –Aquello pareció sorprender al rubio, quien inmediatamente volteo a ver a su interlocutor –Pero también quisiera saber de las personas que te rodean, no quisiera ser un simple extraño.

La mirada rubí del menor parecía brillar ansiosa porque el otro le relatase un poco sobre él y sus amigos. En cambio Milo no sabía por dónde esperar, debía admitir que una parte de él se sintió feliz de que el galo se mostrase interesado en saber de él. Tal vez se estaba precipitando en su sentir, pero él quería a aquella belleza escarlata solo para él y si con eso debía de contarle a Camus acerca de cómo era Saga en verdad, entonces lo haría además, Saga no era un santo como todos le creía.

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(***)

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Mientras tanto en el departamento de Kardia, el peli azul se encontraba más que fresco después de aquella tremenda sesión de sexo que había tenido con Degel, esta era la primera vez que alguien era capaz de aguantar tanto hasta complacerle. El griego nuevamente se encontraba bajo el umbral de la puerta, esta vez ya bañado, otra vez, y a penas vestido con unos pantalones deportivos; mientras observaba al peli verde maldecir en lo que parecía ser francés.

Así habían estado por cinco largos minutos, y cabe decir que la actitud del menor por lejos de molestarle tan solo le parecía divertido.

–¿Cuándo vas a dejar de quejarte? –El menor solo le ignoro olímpicamente y cubrió su cuerpo entero con las sabanas.

Kardia bufo molesto, si bien el otro podía parecerle divertido también podía llegar a desesperarle– Vamos, déjate de tonterías y levántate

–¿Acaso crees que así como estoy, puedo levantarme? –Estaba molesto y eso Kardia lo noto por el tono de voz que el otro había usado para hablarle– Después de todas las atrocidades que una bestia como tú me ha hecho, es imposible para mí el hacerlo

El griego rio a carcajada suelta, aquello había sonado como la cosa más graciosa que había escuchado en toda su vida. Por otro lado, Degel seguía profiriendo una sarta de insultos y maleficios contra aquel hombre, esperando que un pedazo del techo le cayese encima; por desgracia, nada de eso sucedió.

–Vamos, deja de quejarte y ve a tomar un baño Degel ni tan siquiera le contesto o digno a verle, por lo que a Kardia no le quedo de otra más que dejar a un lado la toalla con la que se estaba secando el cabello –Bien, si no es por las buenas será por las malas

Los constantes pasos del peli azul alertaron al peli verde, quien se destapo de un solo al sentir como le tomaban con todo y las sabanas. –¿Qué demonios estás haciendo?

–¿Acaso no es obvio? Degel solo le dedico una terrible mirada de muerte a lo que el ignoro –Tomaras un baño, no puedo permitir que mi muñeca se encuentre sucia

–¿Qué? –

Lo siguiente que paso fue una terrible pelea de miradas, golpes, rasguños, mordidas, jalones de cabello y cientos de insultos en distintos idiomas. Kardia debía admitir que las uñas de Degel, a pesar de estar algo cortas tenían mucho filo pues su pobre piel morena había quedado llena de varios rasguños, y ni hablar de los moretones y el dolor que sentía en su cuero cabelludo. A pesar de estar incapacitado, Degel era una verdadera fiera. Al menos había conseguido dejar al menor en la bañera para que este tomara un baño, con lo que no conto fue que este le lanzara un jabón; suerte que había salido huyendo antes de que este le impactara en la cara.

–Sheez –El peli verde había resultado ser más de lo que creía, pero eso solo le hacía encandilarse más de él.

Sintió como su estómago gruño pidiéndole algo de comida, vio la hora y se dio cuenta de que ya eran las doce, cogió el teléfono y se dispuso a ordenar algo de comida china, total, no tenía ganas de cocinar, no después de esa mal matada que el galo le había dado. Mientras volvía a su habitación por una camisa, no pudo evitar ponerse a pensar que aquel enorme apartamento ya no se encontraba tan callado como antes.

–Jeh, creo que me estoy volviendo loco Oh quizás era más que eso, esta era la primera vez que una de sus presas duraba tanto en su humilde morada.

Ya con una camisa negra y de mangas cortas que cubriera su torso, tomo algo de dinero y se fue a esperar la comida en la pequeña salita del departamento. Mientras tanto, Degel aún se encontraba metido en la bañera. El joven de hebras verdosas se estaba tomando todo el tiempo del mundo para borrar cada marca y esencia de aquel hombre, pero por más que tallara su cuerpo con la esponja aun así podía sentirle, aun así las marcas de aquellas mordidas seguían presentes, inclusive el aroma de Kardia seguía impregnado en él.

–¿Por qué? –Cerró sus ojos y con apenas el roce de sus yemas fue delineando sus brazos y piernas, recordando cada uno de los toques bruscos y apasionados del otro.

¿Qué demonios le estaba pasando? ¿Por qué se sentía de aquella forma por su agresor? Tenía tantas preguntas, tantas inquietudes, tantos deseos de salir de ahí, de escapar pero por más que pensara y le diera vuelta al asunto, no encontraba una forma de huir, no mientras el otro estuviera encima de él.

Sumergió su cuerpo entero en la bañera, dejando que sus cabellos verdosos flotaran en la cristalina agua mientras contenía la respiración. Mientras se encontraba en aquel momento de paz y tranquilidad, su mente volvió a ser bombardeada por los últimos momentos que paso al lado de su madre y hermanos, les extrañaba, más que eso, estaba preocupado por ellos en especial por su madre.

–Maldición –El miedo le invadió, tanto así que cuando salió del agua esta salpico sus alrededores pero no le importo, no cuando sabía que la vida de su madre peligraba al encontrarse solo con aquel hombre.

No solo era él también lo eran los familiares de este y de cualquier otro que desease la fortuna de la familia Verseau, si tan solo, si tan solo pudiera comunicarse con Aeneas, si tan solo lograra tener algún contacto con su padre estaba muy seguro que el griego movería cielo y tierra por ellos. Junto sus piernas contra su pecho y se abrazó a estas, las gotas de agua aún seguían resbalando por su nieva piel y largos cadejos de cabello.

Cerro los ojos y se sumergió en sus pensamientos, necesitaba pensar en un buen plan algo que le ayudara a escapar de ahí y encontrarse con su padre, pero mientras pensaba los recuerdos de aquellas noches fogosas volvían a atacarle y su rostro níveo se tenía de un fuerte carmín. Negó bruscamente, ese no era momento para pensar en esas cosas "Me gusta que te hagas el difícil" aquella frase resonó en su cabeza. Era una de las tantas que Kardia había usado mientras lo poseía una y otra vez, el griego no había perdido el tiempo en decirle cuanto le deseaba, cuan hermoso era y lo mucho que adoraba el que se resistiera, haciéndole más interesante.

–Eso es… ¡Eso es! –Se sintió tan feliz por el gran descubrimiento que había hecho, la única forma de librarse del peli azul era que este se aburriera de él. Aunque le molestaba que para eso no debía de poner resistencia cada que el otro se le acercase, pero si con eso se ganaba su libertad entonces no tenia de otra.

..

-Oye, Degel –Kardia se encontraba al otro lado de la puerta con una nueva muda de ropa, no sabía porque pero, después que llegara el de la comida, dejo los empaques sobre la mesa y se había ido a buscar algo de ropa, podía ser un hijo de puta, pero no tanto como para dejar que su belleza anduviera desnudo por su departamento, (aunque eso no le molestaba) o que no le alimentase.

–¿Qué dem… que quieres? –Se maldijo mentalmente cuando estuvo a punto de contestarle mal al otro, aunque bueno, si quería que su plan saliera bien debía de empezar de a poco.

–Tan solo vine a dejarte algo de ropa, quizás te quede grande pero, ¡Ey! Algo es algo –El galo se sobresaltó un poco al notar como la puerta se abría, al menos lo suficiente para que una pequeña cesta con ropa limpia entrara –Mas te vale que no te tardes tanto, ya hasta pareces mujer

–Bueno pues disculpe usted señor, pero si me estoy tardando tanto es por culpa suya

–Vale, vale, entiendo que te cueste sacar los restos de mi semen –Degel soltó un terrible chillido de vergüenza así como varios botes de shampoo chocaron contra la puerta, uno de ellos fue a dar contra la mano de Kardia que aún seguía sobre la pequeña canastita – ¡Auch! ¿Por qué fue eso?

–¡Por degenerado! –Kardia solo hizo una mueca de desagrado y le dijo que se apresurara, que la comida se estaba enfriando. Al estar nuevamente sin la presencia del griego acosador se detuvo a pensar en el extraño comportamiento del otro. Primero actuaba como un bruto empedernido y ahora lo trataba como si fuera algún amigo o conocido.

Era extraño ahora se sentía más perturbado por el estado mental del otro, quizás solo le estuviese engañando o quizás no, fuese lo que fuese se encargaría de descubrirlo

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Mansión Skorpió

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(***)

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Mientras tanto en la mansión de uno de los más grandes magnates de Abbad Sindria, mejor conocida como la mansión de Skorpió, cierto jovencito de hebras rojizas se encontraba acostado en la cama, esperando a que su bella adquisición se dignara a salir del baño. Mientras le esperaba, se había puesto a revisar cada una de los apps que tenía en su teléfono, esperando encontrar algo que fuera de su agrado o al menos le entretuviera a que el menor saliera.

–¿Cuánto más piensas tardarte? –Más no hubo respuesta.

..

Desde el rato que llevaba metido en el baño, Arizt se había tomado a pecho de usar todo el tiempo del mundo para arreglarse, no es que lo hiciera para aquel tipo, tan solo que nunca le había gustado andar desarreglado además, tampoco pensaba lucir como un maldito esclavo.

–Uhm… –Se puso enfrente del espejo, contemplando su blanca piel. Una de sus manos viajo hasta su cuello y hombros, aquellas zonas se encontraban llenas de varias marcas rojizas. –Maldito bastardo…

Era más que eso, era un total hijo de puta. Le odiaba, le despreciaba por haberle humillado y obligado a que gimiera como una vil puta. Aquello era algo que jamás lograría borrar de su memoria o perdonarse.

–¿Cuánto más piensas tardarte?  Bufo molesto al escuchar al otro. Se tardaría todo el tiempo del mundo, como ya lo había dicho, él no pensaba salir sin arreglarse, aquello le hacía sentir, extraño.

Pero aun así decidió no tardarse mucho o de seguro aquel niño de papi sería capaz de tumbar la puerta. Ya más arreglado y cómodo con aquella vestimenta, decidió salir del baño aunque no le gusto para nada lo que se encontró.

–¿Quién es ese? –Desde hacía unos minutos atrás que la madre de Khian había insistido en entrar a la habitación de su hijo para hablar con él. Mas el menor se había insistido muchísimas veces y hasta había mandado a su propia madre a que se fuera donde el vecino, pero al ver que la pelirroja no insistía y sus insistencia le iba hirviendo la sangre, decidió acabar de un solo con eso. –¿Acaso es otro de tus juguetes?

–Eso no es de tu…

–¿Disculpe? –La mirada aguamarina del menor se nublo al escuchar la forma en la que aquella mujer se refería hacia él, no pudo evitar notar el parecido de ambos, supuso que era la madre. No le agradaba.

La mirada rubí de aquella mujer se posó sobre él, viéndole de pies a cabeza. No había necesidad de ser un genio para darse cuenta de que aquella mujer le estaba inspeccionando, lo peor de todo es que los gestos que hacía solo le molestaba aún más; sabía que aquella mujer trataba de intimidarlo, de hacerle sentir mal con sus miradas y palabras llenas de ponzoña, pero él no se dejaba afectar tan fácilmente, no por nada había tenido que soportar los tantos reproches y desplantes de sus abuelos, de "su padre" y de la familia de este. Al menos daba gracias que aquel hombre, Ryan Wyvern, no era su verdadero padre.

–Hijo, creo que vas perdiendo tu buen gusto –Por otro lado, Arizt parecía no afectado por la forma en que aquella mujer le miraba. Al contrario su semblante lucia despreocupado, agradecía que su madre le hubo inculcado de aquella forma

–Madre creo que es mejor que te marches –La mujer solo vio con desaprobación a su hijo, quien lucía extremadamente serio. La mujer solo dio un fuerte pisotón para luego abandonar la habitación, no sin antes azotar la puerta mientras salía

Es… Adorable –El joven griego soltó un bufido por lo que el otro había dicho y se pasó la mano por el fleco. Odiaba que su madre actuase de aquella forma, solo le gustaba tomar "el rol de madre" cuando le convenía.

–Ni te imaginas cuan adorable, puede llegar a ser –Arizt vio como el semblante de Khian había cambiado, haciéndole sentir extraño. Su madre, Krest, nunca había sido así con ellos; al contrario el pelirrojo siempre los trataba con gran amor, aun cuando les reganaba. Pero aquella situación le hizo recordar a "su padre" aquel hombre les odiaba, les odiaba con todo su ser y él lo sabía.

–Uh… Oye, calma, ¿sí? Es extraño ver como alguien como tú, cambia radicalmente de humor –Khian solo le vio desde el borde de la cama donde se encontraba sentado e hizo un gesto para que el otro imitase. El menor rodo los ojos pero aun así se fue a sentar junto al otro.

–¿Acaso estas preocupado por mí? –Aritz solo hizo una mueca al ver la amplia sonrisa que el pelirrojo tenia, más que eso, era la mirada carmín lo que le calaba. No era aquella misma mirada orgullosa, esta lucia más… triste.

Si tu estado hace que mi situación aquí empeore o mejore, entonces sí, digamos que me preocupas –El extraño silencio de la habitación se llenó con una singular risa, era el pelirrojo. Su largo flequillo cubrió su mirada, pero aun así Arizt pudo notar que algo no andaba bien con aquel orgulloso joven.

En cierto modo no se equivocaba, desde hacía unos días el pelirrojo había estado preocupado, las acciones de su madre no eran las correctas y sospechaba que esta estuviera atentando algo en contra de Aeneas o contra sus hermanos. Tenía mucho que pensar, mucho con que lidiar y eso le estaba agotando física y mentalmente.

–Maldición… yo… quédate así por un rato –Arizt solo sintió como el otro apoyaba la cabeza contra su hombro, le hubiera gustado quitárselo pero hubo algo que le dejo hacer

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(***)

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Mientras tanto en el despacho de Aeneas

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El rubio se encontraba como león enjaulado en su oficina y caminaba en círculos. El pobre no había parado de pensar en qué hacer para encontrar a sus hijos, además, aquello solo había sido otra traba para su situación, ya estaba cansado de toda esa farsa que él y Krest habían mantenido por todos esos años. Ambos eran adultos, ya habían pasado por muchísimas cosas. Inclusive él se encontraba en una mejor situación que antes y ya no temía a la familia Verseau, ni tan siquiera a esa bola de ingleses frígidos de la familia Wyvern.

Su cabeza dolía y amenazaba con explotarle en cualquier momento, ¿acaso no podía ser feliz y tener al menos algo de paz? Al parecer no, porque los dioses se empeñaban con joderle la vida de una u otra forma.

Con suma delicadeza tomo el pequeño cuadro que descansaba sobre su escritorio. El marco era de plata, era fino y con bellos detalles pero lo más hermoso era la persona que aparecía en la foto. Aquella era una de las tantas fotos que tenia de Krest y sus amados hijos. No pudo evitar sonreír, fue en una de sus escapadas a Francia cuando se tomó esa foto.

Era Krest, su hermoso amante de piel nívea, ojos aguamarina, y de cabellos castaños rojizos aparecía junto con sus pequeños en el jardín de la casa, bajo la sombra de un frondoso árbol y con algunos arbustos de rosas en los alrededores. En ese entonces Degel apenas tenía siete años, Camus tenía cinco y Arizt apenas tenía cuatro añitos. Para ese viaje se había encargado de llevarles muchísimas cosas a sus pequeños y se había pasado toda una semana llevándolos a distintos lugares y demostrándole todo su amor a su bello Krest, quien siempre adoraba esas escapadas con su amante.

A veces se iban por horas, en otras, aprovechaban los días en que Ryan se iba del país para escaparse ellos con los pequeños e irse a la casa de campo que el rubio tenia. Aquel era el lugar preferido de ambos, los pequeños podían jugar sin ningún problema y ambos amantes eran libres de demostrar su amor en todo momento. A veces lo hacían por medio de abrazos, miradas, pequeños besos que transmitían grandes sentimientos o sino, esperaban a que el astro rey se ocultase y que los pequeños durmieran para que ellos dos se dieran a la entrega mutua, donde sus cuerpos, corazones y almas se fundían en uno solo.

Suficiente… -Nuevamente dejo el cuadro junto a los demás, el tacón de su zapato hizo un ruido sordo al girarse y caminar hacia su escrito y hacer unas cuantas llamadas. Si iba a arreglar todo eso, tenía que hacerlo desde la raíz y con tiempo.

Ahora él era un hombre de mucho poder y si se había abstenido todo ese tiempo, era porque Krest se lo había pedido, todo para no iniciar un enorme conflicto con su familia y la de su "esposo." Lo que Krest más temía era que la familia Verseau y Wyvern, fueran en contra de sus hijos y Aeneas, pero también temía por los otros hijos de este. Sabia de la existencia de ellos, los conocía por fotos y raras veces había tenido el privilegio de verles en persona.

Pero es obvio que muchos se preguntaran, ¿Cómo es que todo esto se inició? Pues la historia se remonta unos treinta años atrás.

 

 

Notas finales:

Me siento muy feliz por todas esas personitas que han estado leyendo este y mis otros fics, gracias por siempre tomarse la molestia en dejar un review!! Se les quiere un monton!!


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