(Tokio actualidad)
Hyoga, cansado de las clases, regresa a su casa, alejada de la ciudad, después de una larga jornada de clases. A diferencia de otras personas, él creía que la manera de salir de sus preocupaciones y angustias era haciendo lo que le gustaba más; componiendo y tocando su instrumento favorito: la guitarra. Desde que era un niño, a Hyoga le gustaba tocar instrumentos de cuerda, a tal punto, que su madre, muy entusiasmada lo metió a clases de violín, y, al poco tiempo después de graduarse en preparatoria, cogió todo el valor que tenía para pedirle a su madre que quería estudiar música en la universidad. Su madre al principio no le agradaba la idea de que su único hijo estudiara una carrera que no le daría el sustento necesario con el cual poder vivir, pero, al ver el entusiasmo de Hyoga, Natasha, la madre de Hyoga, acepto sin poner queja alguna, y, ya tomada una decisión Hyoga se inscribió en la universidad de arte de Tokio y pasó al programa de música. Sin embargo, a medida que pasaban las clases y los años, Hyoga se sentía vacío, al tiempo de que cada día se volvía distante y serio con los demás. Ese día, uno de sus mejores amigos de la infancia notó lo estresado y cansado que estaba.
-Oye Hyoga… deberías ir a descansar un poco, te noto un poco mal…
-Gracias Isaak, aprecio la sugerencia…Pero toca ensayar, y aparte de eso recuerda que se nos viene la presentación interuniversitaria y en este momento quiero concentrarme en eso
-Pues la verdad, que no te veo muy concentrado- Dijo Siegfried el líder de la banda, el cual miraba a Hyoga con diferentes ojos.
-Ves, no soy el único…iras a descansar hasta nuevo aviso
-Pero yo….
-Nada de peros iras a casa y descansaras ¿has entendido?
Hyoga tan solo suspira, y se rinde a la insistencia de sus compañeros, y se va a su casa…Mientras va conduciendo, se queda sumido en sus pensamientos. “justo lo que temía” pensó “…Pensé que podía disimularlo un poco más…fingir que estaba bien…al menos dedicar a todos una sonrisa…Pero que torpe…” De un momento a otro se sale de sus pensamientos, en el momento en que siente un temblor y ve una estela de luz, que va cayendo cerca a su casa.
Sorprendido y asustado, va a revisar qué fue eso, parquea el auto en un lugar cercano, y luego se baja para ver qué fue lo que pasó en ese lugar. Al momento que se acerca al lugar, ve un cráter en donde se ve una humareda, la cual, cuando se disipa, ve una silueta tirada en el piso. Hyoga al ver la silueta camina hacia dónde está.
Al acercarse más, nota que no es la figura de un animal o un árbol, sino de una persona. Entrando en pánico, Hyoga corre hacia dónde está esa persona y, al principio cree que es una chica, pero, cuando se acerca más, nota que en realidad es un chico con la espalda descubierta y con un par de cicatrices, las cuales entrecruzadas entre sí bien podrían formar una “v” invertida. Hyoga al ver la figura del joven tirado, recupera la calma y camina rápido hacia ese desconocido joven para verificar si aún estaba vivo. Al llegar donde estaba se arrodillo frente a él, y, en ese momento, cuando le iba a tocar su muñeca para verificar que tuviera pulso, el joven soltó un suspiro. “Sigue vivo” pensó.
Luego, instintivamente, se quita la chaqueta y se la coloca al joven a manera de manta. Y lo levanta con mucho cuidado para luego llevarlo al auto y llevarlo a casa “increíble…es un milagro que haya sobrevivido a ese impacto y solo salir con dos rasguños…pero… ¿de dónde salió? Y qué fue esa estela de luz? ” Estas fueron una de las preguntas que se le pasaron a la mente de Hyoga, mientras miraba por todos los lados, buscando alguna pista de la estela de luz, alguna roca o alguna chispa.
Pero luego, sus pensamientos fueron interrumpidos por los jadeos del joven y su voz.
-Donde…donde estoy- Dice el joven al tiempo que entreabre los ojos y se encuentra con la mirada de Hyoga.
-Tranquilo, estas a salvo…- dijo Hyoga en tono tranquilizador -te llevare a mi casa para curarte esas heridas.-
El chico solo escucha susurros y solo ve el movimiento de labios de Hyoga y, nuevamente se desvanece en sus brazos, el cual sorprendido corre con él en brazos hasta el auto y lo coloca con cuidado en el asiento trasero. Ya subido en el asiento del piloto arranca con todo lo que tiene, lo cual provoca que lleguen a la media hora a la casa.