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Un caballero sin armadura. por ChocoPyo

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Notas del capitulo:

Holo mis lectoras ^^/ vengo a decirles que, en este cap. habrá NamJin 7u7 (oiie thzii). Bueno a lo que iba, esto va para JazzChibiNeko,  Wendykapoper y el anónimo que me dejaron rvws. Debo decir que no me agradó que sólo tuviese tres mns (rvwv), ¡pero qué más da! Como sea, estoy feliz porque les vaya gustando y eso… Tenía más cosas que decir, pero siempre se me olvidan  .-.
En un ratillo respondo los rvws ^n^

Por cierto, ahora son tres canciones (debido a que es más largo el capi… .-. no me maten(?)
*The wind is blowing

*Rainy Rainy

*Tum Hi Ho

Puede ser en el orden que quieran, menos la última canción, ese debe ser obligatoriamente al final (no es broma), es sólo para ambientar el final bien besho *o* ~spoiler~ habrá algo muy bonis pa’ mi hermosa Jazz y las amantes del NamJin… pero les advierto que no soy buena en el lemosn, so… disculpen si salió feo ^.^u

Bien, eso bye…

Dios, estaba en problemas, y muy graves. Nunca debió pensar en querer ayudar en la casa. Madre de todo lo santo, si HoSeok llegaba a ver que destruyó el jarrón de porcelana que estaba arriba del mueble de la sala al lado de la televisión se moría. Tenía que pensar en algo si no quería que el pelinegro se enfadara mucho hacia su persona. Enserio, sí que era malo cuidando y arreglando cosas y casas que no eran suyas. Murmuró un Dios, esto sólo me pasa a mí mientras iba por la escoba y el recogedor. Se maldijo mentalmente al no saber qué hacer, si llamarlo para explicarle todo, o esperar a que llegara y él hacerse el dormido. No sabía qué funcionaría, puesto que en la explicación se vería implicado un gato imaginario, la escoba y sus ganas de bailar estando solo. No, completamente no le diría que bailó cuando él no estaba. Eso sería como si le dijese que era feo y la peor persona del mundo, o bueno, por lo menos sería así para él.

Intentó reflexionar y no arrugar tanto el ceño mientras lo hacía, pero era casi imposible. Que Dios lo amparara porque iba a morir en manos de mejor persona del mundo. Un momento, ¿desde cuándo lo había empezado a considerar así? Enserio, JiMin era un exagerado.

 

               

 

Suspiró pesadamente intentando no sofocarse con su propia respiración mientras corría a la parada del camión; estaba agitado y hambriento ya que por haber charlado con el menor no había comido nada. Por su mente pasaron los recuerdos de su madre y sus hermanos, mientras que una sonrisa adornaba su cara en una hermosa mueca. ¡Cuánto extrañaba a su familia! Sin duda, con todo y sus errores, eras buenas personas. Suspiró con la sonrisa estúpida de siempre en la cara. ¡Uff!, el trabajo sí que estaría pesado ese día para él con todo lo que pasó hasta después de la escuela. “Diablos la escuela…”, pensó y se maldijo por no haber pensado en hacer la tarea. Lamentándose, llegó a la parada y se subió al primero y el único que lo llevaba a esa hora al café; era temprano para ir a un café, lo sabía bien, pero ese era su trabajo, ¿qué podía hacer?
Pagó y se sentó en la fila derecha al lado de la ventana para poder observar con tranquilidad el paisaje cementado de la gran ciudad, como solía llamarle cuando estaba aburrido. Pegó la frente al sucio espejo manchado y tapizado de manchitas negras por la humedad y el tiempo; entonces pensó que quizás, y sólo quizás, si nunca le hubiese dicho a su familia que era homosexual, ellos no le habrían dejado a su suerte la mayoría del tiempo. No los culpaba por lamentarse o al no querer un hijo así, era completamente normal, lo único que lo defraudaba de ellos era que ni siquiera se habían molestado en dejar explicarle sus preferencias a su hermanito menor. Dios, su pequeño JungKook, lo extrañaba enserio. Y ¿cómo no hacerlo cuando esa pequeña personita era igual de alegre a él, igual de ocurrente y alocado?

Suspiró amargamente a la vez que cerraba los ojos y trataba de no pensar más en su casa, su hogar, su todo. O por lo menos así era hasta el inicio de la Universidad, cuando, al contarle sus planes a sus padres estos le dijeron que no era posible, que tenían más de un hijo, que se dejara de sueños idiotas y se entregara al trabajo familiar: la carpintería. Ese oficio, si pudiese llamarse así para alguien que estaba interesado en estudiar realmente para dedicarse a algo que le dejara un buen salario para vivir adecuadamente, no le agradaba. Claro que tampoco él tenía la culpa de ser un soñador, era como cualquier otro joven de su edad, pero al parecer sus padres no lo veían de esa forma. Sólo rogaba porque a sus hermano sí lo dejaran estudiar, o de lo contrario terminarían solos en su hogar.

Abrió los ojos sin darse cuenta en qué momento habían llegado a su destino. Bufó cansadamente y bajó del camión lentamente. Estaba cansado de no ser útil para sus padres, pero, aunque ya lo sabía desde hacía mucho, no le gustaba pensar en ello. Nunca se quejaba con nadie sobre nada, tal vez fue por eso que cuando el tipo trató de hacer cosas sucias con él, ni siquiera se resistió; tal vez sólo trató de afrontarlo como cuando le contó a sus padres.
De repente se sintió mareado y con un frío inmenso, se tambaleó ligeramente y entró al puesto, donde su temperatura se incrementó demasiado, causándole otro mareo y una jaqueca, mas no dijo nada. Al pasar la puerta saludó a un sonriente TaeHyung que contaba con un look nuevo; su antes cabello castaño era sustituido por un naranja bastante adorable en él.

“Como siempre intentando llamar mi atención… Ah, ¿cuándo entenderá que no siento nada por él?... Pobre chico…”

Nuevamente se sintió mareado y tropezó accidentalmente con otro chico de la cafetería, le vio con cara de confusión mientras se disculpaba; ni siquiera recordaba su nombre, eso ya era grave viniendo de él. Tocó su frente luego de avanzar y pasar atrás de la caja registradora, donde, a diario recibía los pagos de los clientes, en sus peores ocasiones los gritos y ceños fruncidos de algunos, y en otras muy escasas, golpes o bofetadas por partes de estos también. Sonrió a su primer cliente del día mientras se colocaba el delantal. Dos segundos más tarde apretó los párpados, tocó su cabeza y calló al suelo. A lo lejos logró escuchar grititos de algunas personas preocupadas de su camarero estrella, y entre ellas estaba el pelinaranja.

No aguantó más y se desmayó.

 

 

Una sonrisa de satisfacción adornó su cara al ver la sala finalmente arreglada. Suspiró sintiéndose un gran sujeto y un excelente chico al reparar lo que había roto. Bueno, no exactamente reparar, más bien era como esconder, pero de igual forma servía. Pasó el torso de su mano en un acto exagerado de limpiar sudor inexistente de la frente. Lo dicho, era un exagerado. Rendido por lo que había hecho (o roto, se dejó caer en el sillón pequeño de la colorida y reconfortante sala. No lograba entender su raro comportamiento en esos momentos, pero no le importaba, todo fuera por ver la deslumbrante sonrisa del pelinegro hacia él. Llámenlo egoísta, pero no le apetecía compartir esa belleza con nadie. No sabía por qué, pero no quería, así de simple.

— Ah… —suspiró— ¡JiMinie está cansado! —soltó con un puchero en la cara sabiendo que estaba solo y que nade le vería.

Rió un poco por su actuación y recargó su cabeza en el respaldo del sofá para descansar, cuando entró una llamada al teléfono fijo. Molesto y gruñón se dirigió a contestar; puso la mano en el teléfono recordando que ni era su casa, ni mucho menos, así que la quitó tan rápido como la había puesto. Se maldijo en voz baja por haber estado a punto de cometer una estupidez tan grande. Estuvo tentado a responder, pero se contuvo.

“Tal vez… si es tan importante… luego vuelvan a marcar, y… así yo conteste…”

Y no se equivocaba al pensar de esa forma, puesto que luego del quinto timbre, colgaron. Soltó un suspiro de alivio al ver que el ruido cesaba. No pasaron ni cinco segundos cuando el sonido de que alguien estaba llamando se hizo presente. Gruño por lo bajo y, al tercer timbre, justo cuando esperaba que colgaran como la vez pasada, respondió con un suave pero irritado

— ¿Diga?

— Oh, hermano, no creí que te hubieras enfermado de gripe y que por eso tu voz se distorsionara tanto —casi grito la persona al otro lado de la línea. El castaño se confundió ante lo dicho por esta, pero sólo abrió la boca para murmurar un  ¿qué? bastante confundido. El tipo de voz ronca se rió levemente, pero respondió— Eso, bro. Estás enfermo, ¿no? —el menor negó en un murmullo mientras movía la cabeza en negativa. El carismático chico al otro lado volvió a reír; eso ya no le agradó a JiMin.

— Disculpa, bro —hizo una mala imitación del chico—, pero no tengo idea de quién eres —finalizó.

¿Qué? ¿HoSeok no recuerda a su mejor amigo? —dijo con burla e ironía, cosa que sólo ayudó a irritar más al menor.

— Escucha, viejo —comenzó a hablar hastiado por todo el show anterior—, no tengo idea de quién seas, pero si eres amigo de HoSeok, di tu nombre antes de insultar a alguien, ¿entendiste?

Tranquilo, no planeaba ofenderte —se disculpó apenado—. Eh… soy amigo de HoSeok… Mi-mi nombre es Kim Nam Joon, ¿y-y tú?

— JiMin. Park JiMin, el… —diablos, ¡no sabía que le diría! ¡¿Qué le inventaría?! No podía decirle que era un primo lejano porque, pues, era su mejor amigo, obviamente lo conocía a la perfección. “Piensa JiMinie, piensa…” se decía una y otra vez mentalmente, hasta que ¡BINGO! — Yo ayudo a HoSeok hyung a limpiar la casa cuando vuelve muy cansado del trabajo, y mientras él… me… deja quedarme en su casa… Es… reciente, tal vez por eso aún no sepan sobre eso. —fue bajando el tono de voz hasta ser un simple murmullo, aunque audible.

Se sonrojó cuando el rubio se carcajeo y colgó.

“Que tipo más raro”, pensó, se encogió de hombros y fue al sillón para descansar un rato mientras veía televisión, después de todo, eso no mata a nadie, ¿o sí?

 

 

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Bajó el teléfono de su oreja para reírse suavemente mientras recordaba lo decramado de su mejor amigo en la cara. Se sentía de unos ánimos horriblemente extraños, como si fuesen ansias en lugar de energía; suspiró cansado por el largo día en la escuela. Sonrió frotando su cuello intentando bajar el dolor proveniente del costado derecho pero en vano. Recordó, con los ojos cerrados, que su hyung estaba en casa, y sin pensarlo más, fue hasta donde seguramente estaría: el baño. No era psíquico o algo así, era sólo que se imaginaba, ya que el castaño había mencionado algo sobre cuerpo cortado, dolor de cabeza y frío. Sí, no le había puesto atención, pero no era su culpa, no teniendo al monumento de la perfección enfrente suyo; llámenlo exagerado, pero sí era una belleza, y sí era SU belleza.
¿Desde hacía cuándo se sentía de esa forma? No tenía la menor idea, pero lo que sí sabía era que si lo se confesaba pronto, moriría virgen. Bueno, bueno, no era como si él, Kim Nam Joon pudiese morir de esa forma, puesto que personas le ofrecían servicios de ese tipo muy a menudo, mayormente mujeres, y él las adoraba, sólo que no le interesaba saber de alguien que no fuese su hyung. Algo extraño de las insinuaciones era que él era una persona callada, con amigos pero al final de cuentas callada, algo así como introvertido pero con una excelente manera de ser; amable, dulce con las chicas y caballeroso, esas palabras lo describían a la perfección, o al menos en su forma de ser, un gran chico, el mejor, perfecto decían muchas mujeres, y a él le encantaba que dijeran eso.

Siempre anda con una sonrisa hermosa en la cara, recordó lo que había escuchado a espaldas de SeokJin un día que pensaba sorprenderlo, y sin duda el sorprendido fue él. Amaba ese recuerdo más que a otro. Sonrió de forma torpe mientras se adentraba al baño, se había embobado en sus pensamientos tanto, que no se dio cuenta de los sonidos extraños provenientes del interior de la ducha. Puso su mano en el pomo de la puerta y paró en seco al escuchar claramente gemidos ahogados. Dios, ese era su hyung, y juraría que se estaba tocando. No, sabía que lo estaba haciendo.

No se esperaba ver lo que él hacía tan… de esa forma.

 

 

 

Le dolía la cabeza y se sentía mal estar así sin hacer nada en una casa que no era la suya. Suspiró y recordó lo que había pasado en el aula de detención. Dios, sí que el rubio era un pervertido por besarlo de esa forma tan sorpresiva, pero no le molestaba en absoluto; era reconfortante saber que, aunque fuese por diversión que lo hacían, se necesitaban en cierta forma. Para su buena suerte terminaron en casa del menor, aunque este no estaba, puesto que se había marchado a hacer un mandado a quién sabe dónde, dejándolo solo. Cerró los ojos y trató de no moverse para bajar la temperatura repentina que le había atacado; Dios, se sentía fatal y con gripe. Tenía que bajarla con un baño, pero no estaba ni en su casa, ni traía un cambio de ropa con él. ¡Ahg!, enserio que necesitaba el baño. Frustrado y con gripe, caminó directo al baño a bajarse el malestar.

 

La rodillas le temblaron, gimió y se movió a un lado sintiendo el agua fría recorrer la extensión de su espalda, aumentando sus ganas por sentir las caricias del menor en su cuerpo caliente y ansioso. Llevaba más de 20 minutos encerrado, y seguía igual. Su mano libre se dirigió al lugar donde estaban sus nalgas, separándolas ligeramente para luego meterse dos dedos en un movimiento brusco, sacándole un gemido ahogado y amortiguado por el ruido del agua. Apoyó la cabeza en la barda y se masajeó el miembro de una forma tortuosa al mismo tiempo que comenzaba un vaivén algo frenético con la mano dentro de él. Se mordió el labio inferior tratando de no seguir gimiendo, logrando lo contrario.

— NamJoon…

Gimió en seco aumentando la velocidad de ambas manos, provocándole gemir aún más; suspiró pesadamente al sentir ese típico cosquilleo en su vientre, anunciándole que ya estaba cerca. Sin saber cómo, sus dedos se movieron todavía más rápido, mucho más que la mano que apretaba su pene de una forma dolora pero que a él se le hacía bastante excitante. Esa no era la primera vez que hacía eso mientras gemía el nombre del menor. Obviamente no, lo había hecho desde que descubrió que meterse los dedos le daba una mejor satisfacción al masturbarse, pero a pesar de eso nunca llegó a meterse otras cosas a parte de sus dedos.
¿Cuánto tiempo? Tal vez más de tres meses, mucho tiempo pero a la vez poco, puesto que era menos del que llevaba haciendo cochinadas con NamJoon. Ah, NamJoon, el deño de todos sus sueños y desvelos; dueño de su alma y de su cuerpo, literalmente. Lo amaba, en pocas palabras. Incluso, le encantaba tocarse pensando que era él el que lo hacía. Sin duda se había perdido en esa maldita mirada profunda y penetrante. ¿Desde cuándo? Lo ignoraba. ¿Por qué se había enamorado cuando ellos solamente eran chicos normales a los que les gustaba liberar estrés de esa forma? No se le ocurría ninguna buena excusa realmente a eso.

Respiraba erráticamente por sus acciones, tenía los ojos cerrados tan fuerte como si con sólo abrirlos un poco se le fuesen a salir; sus piernas no dejaban de temblar, estaba tan cerca, le faltaba poco. Sin embargo, el ruido de una puerta abriéndose capturó su atención, haciendo que se detuviera e intentara recuperar el aliento, aunque sin separar ni un solo centímetro las manos de su cuerpo. Su mente vacilaba con ser quien creía que era, y si así era, era muy malo para él.

— No pensé que te gustaba tocarte gimiendo mi nombre como la puta barata que eres, hyung —gruñó sonando como un susurro debido al agua que estaba desperdiciándose.

El mayor se estremeció por el tono de voz tan sensual y necesitado que había empleado. Al instante continuó su trabajo estando al límite y con la excitación saliéndole por cada poro de su ser. Si ya había estado cerca de terminar, con esas simples palabras estaba como al principio otra vez. Volvió a gemir, pero a diferencia de las últimas, no quiso esconderlo y lo hizo tan descaradamente que su novio abrió de golpe la cortina que separaba a los dos cuerpos calientes y deseosos por contacto.

— Aah… NamJoonie —habló entrecortadamente en un jadeo, mientras metía sus dedos más fuerte y seguido retomando la velocidad con la que antes lo hacía—. Dios, NamJoonie… Aah-ah… ¡NamJ-ghnm!

El mencionado no lo dejó terminar besándolo con una intensidad que derrochaba deseo. Lo acorraló contra la pared quitando la mano que envolvía el miembro del mayor, logrando igualar la rudeza de su hyung, tal vez incluso lo hizo mucho más fuerte. Arremetió con su cuerpo contra el mayor, provocando un movimiento febril que les arrebató más de un gemido. Dejó el beso y fue directo al cuello blancoso del castaño, mordiendo la piel y tirando de esta a su antojo de manera deliberada y hambrienta. Se había mojado completamente la ropa, y aun así no le importaba ni le interesaba a decir verdad.
Cuando se cansó de marcar y saborear la piel de su amante, subió a su boca, mordiéndole el labio inferior y metiendo su descarada lengua en la cavidad bucal de este. SeokJin jadeó; el rubio dejó de masturbarlo para cerrar la  llave del agua y sacarse la camisa. Agarró al mayor por la cintura elevándolo, eh hizo que le rodeara la propia, chocando contra la pared; debido a eso, NamJoon perdió el equilibrio y se resbaló por la barda de manera tosca hasta que quedaron uno arriba del otro, mas eso no logró que dejaran de besarse.

El más chico, al hartarse de ver al chico profanarse solo, quitó su mano violentamente y la remplazó por la suya, entrando y saliendo repetidas veces del interior de Jin, sacándole gemidos roncos pero chillones. Se sentía a morir ante el tacto del menor; no, más bien iba a morir si seguía así, lo presentía. Lo sabía, estaba cerca.
Su mundo empezó a nublarse mientras que su vientre se contraía al igual que su entrada, eso era todo lo que podía aguantar. Gimió buscando el cuello del menor para morderlo y chuparlo, sabiendo que así no chillaría tanto al terminar. El rubio se dio cuenta de la finalidad con la que lo pensaba hacer, así que, en un abrir y cerrar de ojos lo penetró sin contenerse y encontrando la gloria en esa estúpidamente estrecho ano. Dios, no existían palabras para describirlo. Apretó los párpados gimiendo más alto que otras veces. El castaño lo disfrutó tanto que se corrió en un gemido combinado con un jadeo nada masculino, destensándose y teniendo que ser detenido por su novio; aunque no pasó mucho para que volviera a estar duro y siguiese gimiendo como la puta barata que era.

— Dios… ah… hyung… ah-así —no paraba de decir el moreno manejando a su gusto las caderas del otro hacia arriba y abajo una y otra, y otra vez—. Gimes-ah… como-oohh… put… ta-ah —dijo, ganándose la segunda corrida del mayor, y la primera suya.

Sus respiraciones entremezcladas era lo único que se escuchaba en el baño. “Oh, Dios… hice el am… No. Sólo tuve sexo con él…”, pensó SeokJin con un deje de tristeza, y no es para menos, puesto que había sido su primera vez con alguien, de la que tanto había cuidado para entregársela al amor de su vida, en ese caso, Nam Joon. Quería odiarlo, pero no podía; quería gritarle que lo odiaba, pero no lo haría. Quería no crearse falsas ilusiones, pero le era imposible. Tantos años haciendo cosas de amigos con el muchacho, y se debía enamorar por tantos besos y caricias. Se regañó mentalmente mientras se recostaba enzima del pecho ajeno y sentía las manos tibias y grandes del rubio acariciarle la espalda y el cabello, frotándolo a manera cariñosa. Y de pronto habló sintiendo la necesidad de aclarar lo que había pasado. No tenía idea cómo lo haría, puesto que ni siquiera él sabía la razón, pero lo intentaría.
Pero de pronto, antes de que si quiera pudiese hablar, el menor lo hizo primero:

— Hyung… yo… Lo que pasó… Lo siento —se disculpó y el castaño sintió su corazón estrujarse—. Pero no me mal interpretes —aclaró—, me encantó hacerlo contigo —se sinceró; ninguno se movía o miraba al otro—. Fue… la mejor primera vez que alguna vez pude desear.

Esperen un segundo, esas palabras… No podía ser cierto, ¡no era cierto! ¡Fue su primera vez! ¡De ambos! ¿Era enserio? No, no podía serlo. No lo creía. No se dio cuenta de en qué momento había empezado a llorar, hasta que el moreno lo apretó fuerte, maldiciéndose en voz baja por haber dicho algo malo.

— Nam-namJoonie… —gimoteó con una sonrisa y viéndole a los ojos— Yo… era m-mi pr-primera vez también —sollozó igualando el apretón de NamJoon.

— Lo sé, Seokie hyung. Lo sé… —besó su frente y luego sus labios castamente con una sonrisa idiotizada en la cara— Te amo mucho hyung, y, y sé que quizás esta no es la manera que esperabas para que se te declararan, pero…

— Está bien NamJoo-oonie —lo interrumpió; sujetó el rostro ajeno entre sus manos, regresando el beso igual de casto—. Yo te amo también. As-así que está bien, ¿o-ok?

El rubio asintió y quiso volver a hacerlo, pero sabía que no debía. No quería maltratar a su nuevo novio, porque sí, se lo pediría para que fuera oficial. Lo deseaba con toda su alma, más que cualquier otra cosa.

— Hyung… —se aclaró la garganta y continuó: — Quiero que el nosotros sea oficial… —volvió a apretarlo entre sus brazos, dándole a entender que era cierto lo que decía— así que… ¿Quieres ser mi novio, hyung?

En cuanto la frase se terminó, al mayor se le iluminaron los ojos y asintió frenéticamente mientras se pegaba al cuerpo debajo suyo cual koala. El otro sonrió e intentó moverse, porque sí intentó; ni siquiera pudo ponerse en cuclillas cuando calló de bruces en el mojado suelo, sacándoles una risa abobada a ambos. Se miraron a los ojos, y, rompiendo el momento gracioso, se besaron tiernamente. Ya eran una sola persona gracias al infinito amor mutuo que sentían.

Notas finales:

bye bye~~


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