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Un caballero sin armadura. por ChocoPyo

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Notas del capitulo:

Muchas, muchas gracias por su amor amoroso que me dejan en cada capi. La samo mucho por eso :D

Gracias a las bellas de wendykpoper, Yuno, el anónimo, PerShinju, coolyukkihope, happy y a httpxbangtan que me dejaron rvws... Claro que, aunque no tenga anda que ver, al anónimo que comentó el capi 1 ^^. Gracias.

Por cierto, creo que ya se dieron cuenta que el fic está en una serie, y que esa serie se llama La legión de los caballeros sin armadura, bueno, pues... les tengo una noticia bien bonis ~^o^~... para las amantes del fic... ¡VA A HABER 2°da TEMPORADA! Síííí... Ojalá que les agrade la idea, porque si no pes me vale ChocoPyto :D (xD O Ok no, eso e lo pegó una amiga. Larga historia .-.). El único problema es que voy a dejarla suspendida porque estoy trabajando en un libro llamando El príncipe del bosque, que espero terminar mínimo la mitad en las vacaciones, así que, perdón si las dejo con la duda de la segunda temporada, pero así lo tenái pensado ya desde hace un tiempito. De todas maneras, para las interesadas de leer una parte de El principe del bosque, díganmelo por rvw y les paso un link para que lo puedan leer y darme su opinión de lo que llevo escrito *cof cof dos páginas cof cof*

Bueno muchas gracias, otra vez, y espero que disfruten la lectura... Por cierto, nada más faltan como dos capítulos para el final de esta temporada 7u7... terminará con lemon *lepegan por el spoiler*

Lo siento, las canciones de esta ves son

I NEED U  y Let Me Now ambos son cover de una chica muuy talentosa ^u^

¡Bueno YA, a leer!

 

 

Al salir del hospital, HoSeok tuvo que ser llevado a rastras, prácticamente, por Tae, ya que este le había puesto la traba de que necesitaba descansar, lo cual era cierto porque el doctor lo había dicho. A pesar de las muchas veces que le dijo que no era necesario y que lo dejara irse por su cuenta, se negó, e incluso más de una vez lo amenazó con que, si no lo dejaba, lo secuestraría y se lo llevaría a su casa; una excusa bastante infantil y tierna para el mayor, y fue por eso que al final acabó aceptando. Claro que lo agradecía, era sólo que había un pequeño inconveniente en todo eso, y ese inconveniente tenía nombre y apellido. Bueno, en realidad eran dos: Kim Tae Hyung y Park Ji Min.
Dado que el primero lo había llevado hasta su casa, obviamente insistiría hasta que lo dejara acompañar a su departamento, y estaba más que seguro de que le daría el pero de: “por Dios hyung, lo hago por tu propio bien; hoy día, Seúl es una ciudad llena de vagos. ¡No pienso dejarte solo para que te asalten o te hagan algo! ¡Es por tu propio bien!”.

Suspiró girando la cara a la ventanilla para poder recargarla en esta. Se sentía culpable por no corresponderle al pelinaranja, pero de verdad que no podía hacer nada. Sí le quería, más no de la misma forma. Él, a lo más que llegaban sus sentimientos era a una estupenda amistad, y no pensaba arruinarla por simples caprichos de un niño de mami y papi. Volvió suspirar y luego cerró los ojos, aunque  esa vez si fue notado por el otro, y gracias a un bendito semáforo en rojo, volteó para restarle toda la atención a su hyung. Pasó saliva y carraspeó un poco en espera de que lo viese, pero nada, así que, en contra de todas sus reglas para enamorar a alguien, puso la mano derecha en el muslo del mayor, muy, muy cerca de su entrepierna, lo que le causó un respingo  y un brinquito en el pelinegro. El menor sólo sonrió y se disculpó apartado la mano. Cuando quiso darse cuenta, la luz verde ya había aparecido y tuvo que avanzar al auto.

TaeHyung bufó por lo bajo y HoSeok se removió en el asiento algo incómodo.

— Hyung, ¿qué tienes? —preguntó sin apartar la mirada del camino— Tu no sueles estar sin una sonrisa estúpida en la cara.

El mencionado hizo un ruido que se suponía era una risa.

— Perdón, TaeTae —se disculpó en un suspiro—. Es sólo que no me siento muy bien hoy. No quise preocuparte.

— No importa Hobie hyung.

Fue la única conversación que hubo entre los dos durante todo el camino, y eso hacía el ambiente medio tenso en el reducido espacio. No había ruido alguno a excepción de los ligeros suspiros del mayor. Al llegar, se bajeo del auto casi corriendo para no dejar que el chico hiciera otras cosas como abrirle la puerta al igual que la segunda vez que lo llevó a su casa porque habían salido pasada la medianoche por la fiesta de aniversario del café.
Para su desgracia, al haber bajado tan abruptamente se mareó y cayó al suelo de rodillas, aminorando el impacto con sus dos manos. Pocos segundos más tarde, cuando pretendió darse cuenta, ya estaban en el ascensor de camino al departamento. Eso era horrible.

 

 

Cuando se cansó de ver televisión, pasaban de las nueve cuarenta de la noche, así que recordó que no había probado bocado en ningún momento del día, y ya comenzaba a sentir que sus tripas iban a tragarse entre ellas. Suspiró y se levantó del sofá, se frotó los ojos con pereza y caminó hasta la cocina; al abrir el refrigerador notó que no había suficiente comida. Estaba casi vacío, y de no ser por un pudín, unas rebanadas de pastel, un bote de leche y una cajita de lo que parecía ser comida china, juraría que no existía absolutamente nada más para comer. Suspiró dándose por vencido y sacando el bote de natilla; era de chocolate, así que se arriesgó a probarlo. Poco después de que empezó, dejó de moverse, los ojos se le abrieron bastante, palideció y fue corriendo al baño para escupir la abominación  que se había metido a la boca.
Luego de un par de arcadas y enjuagadas con agua de lavabo que sabía mejor que el pudín, se secó con una pequeña toalla que había por ahí. Murmuró un “que puto asco. Hyung debe tirar las cosas caducas” y optó por ir a acostarse en el cuarto del mayor, diciéndose a sí mismo que iba a esperarlo y no porque pensara hacer cosas malas. Sólo lo esperaría tranquilamente en su cama, descansando y despabilándose un poco, aunque realmente ya se le hacía demasiado como para que no llegara.

Frotó su rostro y se tumbó en la cama amplia matrimonial que estaba en el cuarto, quedando boca abajo, aspirando el aroma que desprendía la almohada ajena. Olía a fresas y menta, dulce pero no empalagoso. Era perfecto, tanto como él. Sonrió y estrujó el bulto entre sus manos, murmurando cosas llenas de amor y cursilerías que ni siquiera sabía que podían salir de sus labios majaderos y llenos de vulgaridades. Y sin saber cómo o cuando, se quedó dormido con una gran sonrisa en la cara.

 

 

Pasaron directo hacia adentro muy a pesar de las negaciones del mayor, pues él pelinaranja lo ignoró. HoSeok estaba preocupado y asustado, no sabía exactamente la razón, era sólo que no quería que JiMin viera a un chico extraño con él. Ignoraba completamente el por qué su corazón así lo demandaba al igual que su mente, pero no podía correrlo, él no era así, él nunca correría a nadie de su casa por muy loco o cruel fuera. Él era simplemente Jeon HoSeok, un muchacho lleno de vida y alegría contagiosa que no se negaría a casi nada. Al menos no en cosas buenas, porque, siendo sinceros, ya se había negado muchas veces a otras cosas; un ejemplo de ello era TaeHyung.

El pelinegro, lleno de miedo y nerviosismo, le insistió al menor que se fuera y le dejara descansar, pero este volvió a ignorarlo y se sentó en el sofá, diciendo algo sobre que tenía sed y que si era tan amable de servirle algo de té o agua. El dueño de la casa suspiró y asintió entrando a la cocina; si creía que iba a poder hablar con su niño, que equivocado estaba. Negó varias veces con la cabeza mientras ponía a hervir agua en una taza de aluminio y se recargaba a un costado de la estufa, en el pretil derecho, con una mano apoyada en este, y la otra agarrando su propia muñeca, descansando su peso en la pierna derecha y flexionando levemente la izquierda. Una pose digna de fotografía, aunque era la suya misma y más usual, ya fuera en el trabajo, en el instituto o en casa.
Tan sumido en sus pensamientos estaba, que no se dio cuenta cuando Tae entró a la cocina portando una sonrisa ladina y una mirada lasciva.

— Hyung… Ya cambié de opinión y no tengo sed —dijo en un tono que le erizó los bellitos de la nuca al mayor, haciéndolo tragar grueso.

— A-a no, Ta-taeTae —balbuceó torpemente, sacándole una risita macabra al peliteñido.

Nop —respondió infantilmente cambiando su mueca a una seria, pero su mirada transmitía la misma intensidad violadora al más grande.

— O-oh… ¿Entonces qué es… TaeTae?

— A ti hyung —murmuró sonriendo apenado pero sin quitar su mirada.

HoSeok cambió de posición para quedar frente a él, dando la postura más dura que tenía.

— ¡TaeHyung! —exclamó en voz baja, intentando no ser tan cruel— ¡Por favor entiende que no me gustas!

El menor bajó la cabeza unos segundos y luego la volvió a subir, pero con la mirada aún más intensa que antes, como si quisiera algo, y esos asustó más al pelinegro, haciéndolo pasar saliva ruidosamente. De forma instintiva, retrocedió, pero el chico se le acercó; cada paso que daba el mayor, era uno del pelinaranja. Así fue hasta que la estufa se interpuso en el camino de ambos, logrando que el pelinegro se recargara en esta. Sus piernas flaquearon y sus manos temblaban a más no poder con el cuerpo ajeno prácticamente encima del suyo.

— Hyung, entiendo y sé que no te gusto —hiso una pausa y continuó: —, pero aun así no me importa luchar contra medio mundo por ti.

HoSeok tragó saliva al ver la sonrisa ladina en el rostro algo sonrojado de Tae. Se podía decir que no mentía, se le notaba la sinceridad en la cara, pero de todas formas no le parecía correcta su forma de comportarse con él. Era como si tramara algo malo, y eso le ponía los pelos de punta, al igual que la piel de gallina. Lo pero era que JiMin estaba en la casa, y el menor no lo sabía, y si se veían traería problemas. Bastantes, feos y grandes problemas.

— Tae-taeHyung… n-no hag-hagas algo de lo que te pue-puedas arrepentir —intentó no tartamudear, pero le fue prácticamente imposibles al tenerlo tan cerca; sus alientos se entremezclaban casi obscenamente. “Diablos”, ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento se le había acercado tanto—. Por fa-favor —suplicó.

— Lo siento hyung… Estoy más que seguro que no me arrepentiré de esto…

Y sin esperar ni un segundo más, atrapó los labios ajenos tan abruptamente, que el más grande quedó sin aire en pocos segundos; por supuesto que no le correspondía, pero de todas maneras era imposible porque este mordía sus labios, haciendo que la fricción al moverlos prácticamente doliera. Luchando por liberarse, lo empujó por los hombros y varias veces por el pecho sin conseguir nada. “Dios, ¿cómo se ha atrevido a hacer esto en mi casa?”, se preguntó mentalmente mientras daba golpecitos en el lugar que fuese, desde el pecho hasta los brazos. De pronto se oyó un ¿Hyung?, que el más grande sabía perfectamente de quién era, y eso sólo lo hizo desesperar más, provocando que al empujar al pelinaranja nuevamente, este lo apretara y lastimara su espalda contra la estufa.
Estaba tan alterado y adolorido, que no se dio cuenta cuando empezó a llorar.

Cerró los ojos y se rindió, pero sin ceder en el beso apasionado de su amigo. Después de eso todo pasó tan rápido. Unos segundos lo estaban besando fogosamente, y en otros, observaba cómo el castaño golpeaba en el suelo a TaeHyung. No supo cómo reaccionar, por lo que se abalanzó sobre JiMin a detenerlo, pero este lo empujó suavemente para atrás. No estaba seguro de lo que pasaba, pues no lograba escuchar nada, pero estaba seguro que el menor de los tres gritaba enojado muchas palabrotas al igual que el pequeño castaño que lo estaba defendiendo. Quedó sentado tras el niño y, cuando pudo escuchar todo los ruidos, los gritos de ambos diciéndose de palabrotas y estupideces.
Tae se defendía como podía, pero, al ser más fuerte el castaño, no tenía mucha ventaja.

— ¡JiMinie, ya déjalo! —gritó al ver cómo el pelinaranja estaba casi inconsciente— ¡Lo vas a matar! ¡Por favor!

Sin rechistar, se quitó del cuerpo magullado y semidormido del más chico, mirándolo con asco en el proceso.

— Escúchame, maldita naranja estúpida —le soltó con rencor al muchacho tirado en el piso—. No quiero que te le vuelva a acercar —lo apuntó con el dedo una vez que este le vio con desprecio y humillación en el rostro— en toda tu puta vida a MI HoSeok. ¿Entendiste naranjita?

El pelinegro intentó ayudar al más chico, sin embargo el castaño se lo impidió; el susodicho asintió y se levantó para irse. Al llegar a la puerta, se giró, encontrándose al mayor, quien le dedicó una sonrisa en modo de disculpa, pero que no pido apreciar ya que rápidamente se giró hacia su golpeador para dirigirle una mirada asesina.

— No creas que todo se termina aquí, enano.

Y sin más salió de la casa, asegurándose de azotar la puerta bien  fuerte bajo la mirada molesta del castaño. Cuando HoSeok pudo reaccionar, el menor lo tomó de la cintura y lo acercó hasta sus labios, besando profundamente. Ambos cerraron los ojos y se dejaron llevar en la sinfonía de sus respiraciones agitadas y que sus bocas marcaban. Por unos segundos se olvidaron del acontecimiento pasado, envolviéndose en ellos mismos, encontrando la tranquilidad que necesitaban y pedían a gritos internamente.
Sin dudarlo, el mayor pasó sus brazos por el cuello ajeno, mientras que este posaba sus manos en las caderas ajenas. Ese beso sí lo quería en comparación al de Tae. Al separarse, suspiró y el menor juntó sus frentes, mas no abrió los ojos, al contrario del pelinegro.

— No creas que te puedes besar con cualquiera, hyung —dijo en la misma posición, la única diferencia era que sus manos las había subido hasta la cara del más grande, apretando sus mejillas suavemente—. Te quiero y no me gustaría que te alejaras de mí.

Esa declaración sí que descolocó a HoSeok. Dios, todo parecía tan irreal. Él también se sentía así, sólo que un poco más confundido. No podía negarse de que le gustaba el niño, pero tampoco era como si estuviera seguro del qué sentía, pero no mentiría diciendo que no le agradaba tenerlo cerca con su bella sonrisa sólo para él.

Definitivamente se estaba enamorando de un desconocido. HoSeok enamorado, eso era sorprendente.

Notas finales:

Gracias otra vez ^u^ bye bye~~


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