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Siete Pecados por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

 


La soberbia es considerado el original y más serio de los pecados capitales, y de hecho, es la principal fuente de la que derivan los otros.

VII

Soberbia

 

Dios me hizo su ángel más bello e inteligente para después castigarme por mi perfección.

Lucifer.

 

 

Debería comenzar hablando del tiempo en que esto no fue así.

Donde el río era cristalino y el cielo azul, donde lo único rojo eran los atardeceres en el mar. Y se escuchaban risas en lugar de alaridos. Que los gemidos prodigados, venían del goce íntimo y no del filo de un arma.

Comprendo su desconcierto. Creerán que estoy loco, que tanta sangre ha terminado por desquiciar mi mente, pero hay libros que lo prueban, aparte de esta gran piedra que lastima nuestro espíritu.

Hubo un tiempo, según se lee en libros con páginas rotas, que en lo alto de la tierra que perteneció a Grecia, se lazaba un Santuario colosal. El Santuario de la protectora de la humanidad. Se dice que en él habitaban personas capaces de destruir estrellas y partir la tierra, que luchaban para defender el mundo de seres malignos que trataron de conquistarlo sin éxito, pues la bendición de una Diosa los llevaba a nunca claudicar, a levantarse una y otra vez, siempre con más ímpetu y brío que antes, manteniendo el espíritu de la esperanza, la fuerza suprema ante todo.

Y un buen día, esa Diosa abandonó la Tierra. Abandonó a los humanos y esos hombres que lucharon por defenderla, cayeron. Uno por uno, perdieron la esperanza.

 

Y la Tierra perteneció entonces a la Guerra, perteneció a la sangre y el odio. Al engaño y codicia. A la esclavitud y desenfreno lúbrico.

 

Perteneció al egoísmo.

 

Y los humanos dejaron de serlo. se convirtieron en animales luchando por sobrevivir, ansiosos por la sed de sangre, por la carne ajena. Bestias carroñeras dispuestas a asesinar, ya por instinto, sin ser realmente conscientes de que una vida se perdía y que cuya alma ya no descansaría nunca jamás en paz. Pues la Tierra ya no pertenecía solamente a los animales que simulaban ser humanos, sino, a las almas torturadas de todos los que derramaban su sangre alimentando el suelo bélico.

 

—¿Por qué esa Diosa nos abandonó?

 

Se decía de ella que era perfecta. Que su bondad hacía llorar al más ruin en cuanto sus ojos la observaban, haciendo que las rodillas se postraran en el suelo, humillándose ante la Diosa para implorar ser bañando por su benevolencia. Que las lágrimas no podían evitarse, mientras ella te sonreía, sintiéndote el más miserable ser sobre la faz del universo. Incluso se decía que cuando sus ojos se posaban en ti, un deseo irrefrenable de morir se apoderaba de tu ser, pues la vergüenza te embargaba hasta helarte la médula.

Pero no solamente era bondad, también había en su cuerpo la templanza de un guerrero. Dicen que blandía un Báculo portador de luz pura, y que sostenía un Escudo que era capaz de borrar hasta el último rastro de maldad.

 

Hablaba de amor.

 

Entonces los Dioses, esos que querían lo que ella poseía, le escupían los zapatos demostrando su desprecio.

 

—¿Amor?

 

Sí. Amor, ella creía que era la mayor virtud que poseía el ser humano. Esa Diosa creía en el amor entre humanos, creía en la esperanza que forjaba ese amor. Algunos nunca entendieron que ese concepto era una alegoría al afecto, bondad y compasión del ser humano.

No importaba si un hombre amaba a una mujer o a otro hombre, el amor representaba para todos lo mismo; la benignidad del alma.

Defendiendo el amor, la Diosa se alzó una y otra vez contra los seres más oscuros y pérfidos que sólo buscaban en la Tierra los gritos despavoridos de mortales. Las rodillas y palmas rotas de cuerpos que ya no poseían espíritus, de almas inertes que sucumbían ante el odio derramado... deseaba nunca tener que hundir a la Tierra en este cielo rojo, donde el Sol nos baña con su luz, no para calentarnos, todo lo contrario, para desaguar devastación.

Fueron las lágrimas de esta Diosa quien impidió siempre que el humano cayera en las tinieblas.

 

—¿Y sus hombres?

 

¡Oh! Sus guerreros ¡Los Santos!

 

Ellos poseían un poder que manaba desde sus entrañas. Decían que el universo mismo se albergaba en sus interiores, o al menos, parte de este. Creo que era una apología decir que sus puños trasmitían la misma intensidad que la fuerza del universo. Saben, que el poder está en uno, en nuestro temple, en los brazos que nunca se cansarán de alzarse por la gloria; en nunca rendirnos.

Pero ellos no estaban solos, claro. Los acompañaban las Constelaciones que bañan el cielo nocturno. los había de menores y mayor rango. Eran una especie de elegidos por la divinidad de ella, para protegerla y ayudarla a combatir las huestes del mal. Los cubría de Bronce, Plata y Oro y les otorgaba la sabiduría del cosmos.

Ellos fueron mortales, pero orgullosos de desafiar a los Dioses. Se hinchaban el pecho, pletóricos por defender la Tierra y llamarse Santos. Eran venerados como su Diosa misma. Pero el tiempo y el olvido terminaron por comerlos, cuando su Diosa decidió abandonar su Santuario y la Tierra.

Ni uno de ellos sobrevivió y sus legados se limitan a mitos y hojas raídas por el tiempo.

 

—Entonces, te vuelvo a preguntar, ¿por qué esa Diosa abandonó al humano que decía amar?

 

Porque deseó ser uno...

 

Porque los Dioses le concedieron el deseo de llenar su cuerpo de carne y convertir su icor en sangre. Y ante tal pecado, los Dioses levantaron una insignia para recordarle a la humanidad, que el ser humano era la peor inmundicia que existió en el universo. Para recordarles lo egoísta y orgullosos que son, creyendo que sin Dioses, ellos estarían bien, sin límites ni fronteras, sin gobernantes...

Levantaron ésta piedra en honor a nuestra soberbia... Y los Dioses, poco después se olvidaron de la Tierra y su gente. No valían la pena.

 

Quedan sentadas tus palabras, para que los humanos comprendan su error;

"La raza humana ha cometido muchos errores, tal vez los humanos deberían ser eliminados. Vivir y amarse unos a otros en angustia, dolor y tempestad, en todo momento, crea algo más grande que un ser perfecto, eso es lo que yo creo... quiero creer en la grandeza de la raza humana."

Athena - La que pecó de Soberbia.

Notas finales:

 Espero sinceramente que hayan disfrutado de estas siete historias, así como yo he disfrutado al escribirlas.

Fue un último capítulo distinto al resto, pero espero que se haya entendido su mensaje.

Amen más y odien menos... sean felices y luchen por lo que desean.

Será hasta la próxima historia, gracias por todo.


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