Bajaron por el elevador sin hablar más que de cocina. Antes de que pudiera irse Guy le preguntó:
- ¿Será qué puedes darme un aventón Riki?
- Pero Guy…
- Anda ¿Qué tampoco te dejan llevar a nadie en tu auto? Sabes que no vivo muy lejos – Agregó con tristeza fingida - Pensé que de verdad querías mantener nuestra amistad…
- Está bien – Suspiró sonoramente - …Sube.
Mientras manejaba, Riki estaba pendiente del tiempo, llevaba algunos minutos de retraso, pero si se apresuraba podía llevar a Guy y tomar un atajo.
- Oh oh… creo que vamos a tener que devolvernos.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque he dejado algo en tu casa y debo buscarlo… - Mencionaba aquello con cierto aire inquisitivo.
- ¡Ah no! Te lo llevo mañana a clases Guy – Exclamó enfadado – Ya voy retrasado y no pienso perder más tiempo contigo.
- De acuerdo – Esbozó una tenue sonrisa, había decidido que si el chico lo llevaba de vuelta al departamento, se desharía de la trampa - … Como tú digas – Pero al negarse a hacerlo, Guy estaba convencido de que el pelinegro había escogido la opción de caer en su red – “Parece ser que es el destino… Riki”
Guy no le insistió más. En cuanto se bajó, Riki aceleró la marcha del vehículo sin siquiera molestarse en fijarse en el pelilargo que le despedía con la mano.
En efecto, llegó tarde al edificio. No había podido contra el tráfico.
- Siento llegar tarde… - Exclamaba mientras recuperaba el aliento. Había corrido en cuanto se bajó del coche.
- …Está bien. Es sólo media hora.
- ¿Nos vamos?
- Si.
Riki asintió, más antes de que pudiera empezar a caminar, el rubio lo jaló del brazo.
- ¿Qué pasa Iason? – Preguntó con suma confusión.
- Llegaste y no me diste mi beso.
- ¡Ah!... es verdad – Llevó su mano a la frente y se propinó un leve golpecito - Lo siento. Estaba tan distraído que… - Se apresuró y torpemente le besó.
- … - Le miró darle la espalda de inmediato y comenzar a caminar delante suyo, sin mirar ni un momento atrás… ¿Acaso esa era la actitud de alguien que está ocultando algo y que evita el contacto visual para no quedar al descubierto?
Lo cierto era, que la mente del pelinegro había estado tan enclaustrada en llegar a tiempo, que no se había percatado de que estaba actuando de una manera extraña, pero Iason pensaba que tal comportamiento se debía a otra cosa… y esa angustia permaneció con él todo el camino hasta el departamento.
Mientras Riki guardaba el auto, Iason se adelantó y esperó al chico antes de abrir la puerta de la casa. Los segundos se arrastraban tortuosos en aquel pasillo mientras que en la mente del rubio, pululaban pensamientos a diestra y siniestra. El menor se tomó unos minutos en el vehículo para serenarse, a pesar de todo, algo le decía que el Mink continuaba molesto por lo de la reunión.
- ¿Por qué no entraste? – Se sorprendió de verlo esperándolo al lado de la puerta cerrada.
- Dejé mis llaves en el saco – Mencionó con tranquilidad.
- Oh… - Riki llevaba el saco de Iason en el brazo. Buscó la llave y entraron al departamento.
Al primer contacto con el aire del recinto, el rubio aspiró como si lo que estuviera pasándole por las fosas nasales no fuera oxigeno, sino algo más denso. La mirada azulada se paseó por toda la sala como si buscara algún indicio, se fijó en los muebles, en las cortinas, en la alfombra, en la mesita de mármol que estaba pensando en cambiar…
- No me dijiste como te fue en la oficina – Comentó Riki sacando al Mink de sus cavilaciones.
- Como siempre, mucho papeleo… - El pelinegro se había acercado y le desabotonaba los botones de la camisa - Raoul quería que fuéramos a beber.
- ¿Y qué pasó? – Buscó sus ojos, pero aquel azul le intimidó y tuvo que apartar los suyos ipso facto – Pudiste haberme avisado… y yo te hubiera ido a buscar más tarde… - Tuvo un comportamiento sumiso, más del habitual – Es natural que salgamos con nuestros amigos de vez en cuando ¿Verdad? – Sonrió un poco buscando de liberar la tensión.
- Como sea. No quería beber – Agarró las manos de Riki y las retiró de su pecho.
- “Iason…” – Aquel acto ¿Era desprecio o simplemente el hombre estaba cansado? Quiso preguntarle… pero tuvo miedo de hacerlo. Tuvo miedo de la respuesta - ¿Tienes hambre?
- “¿Qué estuvieron haciendo? ¿Realmente sólo estuvieron cocinando?” – No podía evitar preguntarse mientras miraba al chico moverse a través de la cocina.
- Te serviré algo de lo que preparamos hoy– Sonrió – Ve a lavarte las manos. Quiero que lo pruebes y me digas que tal quedó.
- Bien…
Se levantó y fue al baño, decidido a tranquilizar su mente, sabía que estaba siendo frío con el muchacho sin ningún motivo. No era justo que le hiciera pasar un mal rato al muchacho por celos injustificados.
- “Tranquilo Iason. Deja de ser tan paranoico. Tienes que confiar en él, no tiene caso que lo dejes reunirse con su compañero de clases y luego andes haciendo conjeturas… sobre algo que… evidentemente no… pasó…”
Se secó las manos. Pero cuando estaba a punto de tranquilizarse por completo, la respiración se le cortó y sus ojos azules se abrieron al máximo ante algo que sobresalía con descaro del cubo de basura.
Con algo de temor lo tomó... su mente se nubló por completo.
Un condón usado, eso era.
Iason no usaba condones cuando estaba con Riki, le gustaba sentir a plenitud la carne de su amado y sabía que a Riki le gustaba que lo inundase con su amor.
Ya lo habían acordado, entre ellos nada de condones. Entonces… ¿De quién…? ¿Cuándo…?
- Espero que te guste - Mencionó al escuchar que el ojiazul salía del baño, enfocado en situar todo como era debido sobre la mesa – Me esforcé mucho preparando…
De pronto, Riki sintió un jalón abusivo, de un instante a otro, Iason le apretaba con fuerza el antebrazo.
- Iason ¡Me duele! ¿Qué pasó…? ¿Por qué me miras así? – Aquella reacción de su parte era injustificada.
- Dime la verdad Riki… ¿Qué estuviste haciendo con ese hombre? ¡Dímelo! – Realmente se oía colérico.
- No entiendo… ¿A qué te refieres?
- Me viste la cara de idiota, a eso me refiero – Le hamaqueaba - ¿Me dirás que no estuviste revolcándote con él mientras yo trabajaba?
- ¡Eso no es verdad! – Estaba aterrado de que pensara aquello, de que lo mirara con tanta ira - ¿De dónde sacas semejante cosa Iason?... Solo estábamos cocinando. Es la verdad ¡Te lo juro!
- ¡Mientes!
- ¡No lo hago! ¿Por qué crees que es así?
- Dime entonces que es esto que hallé en el baño.
Riki miraba con asombro el condón en la mano del rubio que luego arrojó con asco al suelo. No tardó en asimilar todo lo que había pasado en realidad. Guy había preparado aquella trampa para incriminarlo.
- Guy desgraciado… - Masculló al darse cuenta ¿Cómo pudo ser tan tonto? Había caído directo en la trampa del pelicastaño - Iason, yo… puedo explicarte... no es lo que tú crees – Trató de mediar, buscando de calmar al rubio.
- ¡¿Qué no es lo que creo Riki?! ¡Me dijiste que ibas a cocinar con unos amigos y me encuentro con eso en mi baño! ¿Me dirás entonces que ese amigo tuyo y esa amiga que supuestamente estaba con ustedes, decidieron tener intimidad sin que te dieras cuenta?
- ¡Pues…!
¡Eso era! Podía aludirlo, si decía que Guy y Mimea habían aprovechado un momento de distracción para tener sexo, quizás podría salvarse del problema que le hubo caído encima.
Y es que estaba tan aterrado por la manera en que le recriminaba. Alarmado por su mirada llena de absoluto desprecio… eso más que nada fue lo que lo llevó a actuar sin pensar…
- ¡Fue así mismo! – Estaba angustiado, no quería mentirle a Iason, pero no quería que pensara que lo había traicionado - Ellos están saliendo, no lo sabía hasta hace poco… salí un momento a comprar algunas cosas que se nos olvidó, fue entonces cuando seguro ellos aprovecharon de…
- Que falso eres – Negó con la cabeza al tiempo que lo miraba con un rostro lleno de indignación.
- ¡Así pasó! ¡En serio!
PLASS!!
¿Realmente lo había abofeteado? Con los ojos abiertos de par en par, Riki se llevó la mano a la mejilla donde la fuerza del impacto le dejó una marca rojiza.
- ¿Cómo te atreves a mentirme tan descaradamente? Aquí no ha entrado ninguna mujer ¡Y lo sabes muy bien! – Espetó con mayor autoridad - ¿Cómo lo sé? En momentos como estos es bueno que los vecinos estén pendiente de la vida ajena. Antes de que subieras pregunté y me aseguraron que aquí sólo entraron y salieron dos hombres.
¡Eso no podía ser! Riki jamás contó con que eso pudiera ocurrir. Se sentía arrepentido de haber dicho todo lo anterior. Los nervios lo habían llevado a hablar sin pensar siquiera ¡Había caído no sólo en el ardid de Guy, sino también en la trampa que Iason le hubo puesto para supuestamente dejarlo al descubierto!
- No quería creerlo… Pensé que sólo eran inventos de los vecinos, pero luego de oírte… no me dejas otra opción que desconfiar de ti…
La mirada de Iason se hallaba tan afilada, que Riki tuvo que morderse el labio para evitar que el mismo temblara.
- Está bien… Soy un idiota, no sé porque he dicho todo eso, perdóname… - El moreno trataba de calmar al ojiazul, la zona golpeada la sentía entumecida – Es verdad, sólo éramos Guy y yo, pero créeme, Mimea no pudo venir porque se le presentó un compromiso…
- Ja… - Lanzó con sorna - ¿Y piensas que yo me creeré eso luego de que intentaste mentirme en la cara?
- ¡Tienes que creerme! ¡Eso es verdad!
Pero Iason parecía no escucharle. Examinaba con morbosidad todo en su mente.
- Ahora lo veo claramente… Con razón estabas tan extraño cuando llegaste a la oficina… ¡No aguantabas la culpa! ¡Te carcomía por dentro! – Estaba rojo, producto de la cólera.
- ¡Iason, no es así! Nosotros no hicimos otra cosa que cocinar, tienes que confiar en mí.
- Ya dime la verdad Riki ¿Te acostaste con él? – Insistía en un tono amenazante, como si de la boca del muchacho sólo salieran mentiras – No me obligues a tocarte para averiguarlo – Afiló la mirada azulada.
- ¿Eh…? - No sabía que más alegar, el rubio no le creía su versión de los hechos. Estaba sofocado, angustiado… - ¿A qué te refieres…?
De pronto, el Mink se arrojó sobre Riki, de modo que éste terminó recostado con brusquedad sobre la mesa. Platos, cubiertos, la comida que hubo preparado junto con Guy… todo lo que allí había terminó en el suelo, quebrándose, desparramándose… acompañando en el suelo al condón causante de tan agrio momento…
El pelinegro no podía quitarse al rubio de encima, quien buscaba de abrirle rudamente los pantalones.
- ¡Por favor, Iason! No hagas esto… – Exclamó al darse cuenta de lo que buscaba.
- Quédate quieto – Espetó con violencia.
- “Esto no puede estar pasando…”
Riki tenía los ojos sumamente abiertos, sentía la presión con que el mayor lo mantenía estampado sobre la mesa y la torpeza con que buscaba de abrirle los pantalones. Empezó a sudar frío. Iason iba a revisarlo… buscaba de verificar si en su interior había habido un encuentro sexual previo, lo sabría con tocar sus entrañas, revisándolas… Riki se mordió los labios, frustrado... humillado.
- ¡No! - Antes de que el rubio lograra siquiera tocarle sus partes nobles, el chico sacó fuerzas y como pudo con su rodilla, logró empujar al rubio para que se le quitara de encima.
Iason respiraba como un animal salvaje.
- ¿A qué le temes? – Estaba evidentemente molesto por el modo en que lo hubo apartado, pensando que el muchacho al actuar así, estaba dándole la razón.
- No puedo creerlo… hacer esto… tú… - La miraba que Iason le proveía le causaba mucho dolor - Iason… tú realmente no confías en mí… - Sentía que se le había roto el corazón.
Pero el hombre no quiso escucharle más. Se alejó y se retiró dejando al chico solo. Todo era tan irreal. Riki trataba de asimilar lo que acababa de pasar, continuaba sobre la mesa… temblando.
Cuando oyó la puerta del cuarto cerrándose estrepitosamente, el moreno reaccionó y fue corriendo hasta la habitación dónde el rubio se encerró.
TOC TOC TOC!!
- ¡Iason! ¡Iason! ¡Ábreme por favor!... – Golpeaba insistentemente, pero por más que tocaba, el Mink se negaba a abrirle - … ¡Por favor tienes que oírme!
Pronto las lágrimas empezaron a salir de los ojos negros. No pudo evitar agacharse y pegarse contra la puerta, llorando.
- … Iason, no hicimos nada… por favor… tienes que creerme… - Sentía que se ahogaba ante el sollozo - … Créeme…
Continuará…