Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre dulce y salado por sue

[Reviews - 145]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!! :D después de la espera y de los inconvenientes, he logrado realizar éste capi!!! *sonido de cornetas* espero que sea de su agrado, pues fue escrito con mucho amor y esfuerzo je je nos leemos en las finales!!!  

 

 

 

 

 

 

- Ya verás cómo te gusta – Sonrió - Ten. La seguridad primero.

 

Riki sintió cuando los fuertes brazos del Mink, le rodearon la cintura.

 

- Así es, agárrate fuerte cariño, que vamos es a volar.

 

La motocicleta arrancó a toda velocidad. Era la primera vez que el rubio se subía en ella y la adrenalina aumentaba ante el manejo experto del moreno. Riki, cual niño entusiasta, se aventuró a realizar distintas peripecias que le demostraran al ojiazul, lo buen conductor que era.

 

Cuando se detuvieron, se quitaron los cascos y se acomodaron las cabelleras.

 

- Eso fue intenso - Comunicó Iason mientras se acercaba y lo asía de la cintura - Así podrías fácilmente ser corredor de motocross.

 

- Podría, si... - Le rodeó el cuello con ambos brazos, buscando el contacto de las pelvis – De ser así ¿Irías a verme correr?

 

- Por supuesto - El rubio le besó con ternura - A todas estas, sería maravilloso que me llevaras en moto a la oficina.

 

- Te llevo a donde quieras cariño - Le guiñó uno de sus cobrizos ojos - Entremos, ¿Te parece?

 

Ingresaron al local en cuyo interior, hombres de todo tipo bailaban al ritmo de una música pegajosa. Cabe destacar que a medida que pasaban entre los varones, estos se apartaban y los admiraban, pues Riki con su chaqueta negra de cuero y sus pantalones ajustados e Iason, con su sorprendente estatura y la belleza de su rostro, despertaban a su paso las más variadas - sobre todo excitadas - de las reacciones.

 

Llegaron hasta la barra y pidieron un par de bebidas. Por un momento sus miradas se fijaron en lo más alto del techo, en el mismo, pendían dos enormes jaulas dentro de las cuales, bailaban sensualmente unos hombres con ropa provocativa.

 

- ¿Sueles venir mucho a este lugar, Riki? – Preguntó Iason, evidentemente celoso, pero decidido a no demostrárselo.

 

- Cuando tenía tiempo libre y ganas de bailar – Comunicó, de lo más normal - Sé lo que estás pensando, es muy distinto a esos sitios lujosos a lo que estás acostumbrado. Aun así, ya verás como te la pasas bien.

 

- Si tú lo dices, trataré de poner de mi parte.

 

- Esa es la actitud – Celebró, mostrando su bebida.

 

En eso, un sujeto se acercó hasta Riki y no dudó en mostrar sus intenciones.

 

- Hola ¿Qué tal? – No dudó en entregarle una mirada provocativa; el muchacho era de su tipo - ¿Quieres bailar?

 

-Pues... - Riki miró a Iason y éste le reveló una sonrisa, nada más - Vamos – El pelinegro se fue junto al sujeto a la pista de baile.

 

Mientras bailaban, la mente de Riki lo acribillaba con pensamientos diversos:

 

- "¿Qué demonios pensará Iason? No dijo nada porque me vine con este tipo... Mírenlo, ahí está. Bebiendo y mirando..." – Por nada del mundo apartaba la vista del rubio, pues estaba seguro de que en cualquier momento, alguien se le acercaría para ligar… y a diferencia del rubio, el moreno no se quedaría tan tranquilo.

 

De aquella manera, la idea de Riki de llevar al Mink a los lugares en los que solía recrearse, para de ese modo, conocerse mucho más y variar… ya no le parecía tan buena.

 

-"¿Será que no le importa de verdad?" - El mestizo abrazó al que era su compañero de baile en aquel momento y notó que Iason, ni se movió; clavándole únicamente su mirada azulada desde la barra -"¿Será que se está cansando de mí?" – Aquella especulación malvada, vino a punzarle el corazón.

 

- Oye, ¿Qué te parece si vamos a divertirnos a otra parte? - Le invitó el hombre, evidentemente interesado en llevárselo a la cama.

 

- … - Perdido en sus pensamientos, el pelinegro no le contestó.

 

- ¿Qué me dices primor? – De nueva cuenta, fue reptando sus manos por la espalda del chico, con dirección a su trasero.

 

- Corta el rollo - Como si tuviera algo contagioso, Riki se apartó del sujeto y se marchó en dirección al ojiazul.

 

- Zorra - Escupió el hombre por lo bajo, herido por su desplante.

 

Riki se ubicó al lado del rubio y este le dirigió una leve sonrisa en señal de bienvenida, al tiempo que tomaba de su bebida tranquilamente.

 

-¿Te estás divirtiendo? - Pregunto con seriedad el moreno.

 

- No estoy aburrido.

 

- Que bien...

 

Hubo un breve silencio entre ambos, que fue cortado a los segundos por la intervención de Iason.

 

- ... Aunque por lo visto, tú tampoco estabas aburrido con aquel sujeto...

 

Riki abrió los ojos al extremo y se giró de golpe.

 

-¡Aja! ¡Yo sabía que si te importaba que estuviera bailando con otro hombre! - Exclamó el menor como si hubiese hecho un descubrimiento importante.

 

Pero cuando le iba a reclamar el porqué no le había impedido irse con el otro o porqué no les había separado, el pelinegro se fijó en la fila de botellas vacías sobre la barra.

 

- Iason... ¿Te tomaste todas esas?

 

- Si. Tenía que pasar el tiempo mientras regresabas.

 

- Aunque digas eso, sólo bailé una canción y te bajaste media caja... - El moreno se dio cuenta entonces de sus sentimientos; realmente siempre el rubio estuvo celoso. Internamente se alegró por ello - ¿Estás bien?

 

- He bebido tragos más fuertes.

 

- Lo sé - Riki sonrió, satisfecho con su descubrimiento - Ven, con quien quería bailar desde un principio, era contigo.

 

Riki le tomó de la mano y lo llevó hasta la pista de baile.

 

Pronto se amoldaron a la música y a los movimientos del cuerpo del otro.

 

- Si estabas molesto, pudiste habernos separado – No esperó para confesarle sobre su malestar.

 

- No estaba molesto.

 

- ¿Ah no? Ahora entiendo - el pelinegro se rió - ¿Sabes por qué nadie se te acercó para pedirte bailar? Te diré porqué... Porque era tanta el aura asesina que emanabas, que ni tu bello rostro te ayudaba.

 

- Así que eso piensas – Sonrió.

 

- Pues si.

 

- Admite que deseabas que montara una escenita de celos – Atacó el Mink, muy seguro de lo que decía.

 

- ¿Por qué piensas eso? - Sus mejillas adquirieron un leve sonrojo tras su retrospectiva ¿Sería que deseaba aquello?

 

- ¿Y por qué te fuiste con el tipo ese en primer lugar?

 

-...  Pues... tú lo escuchaste, me pidió que bailáramos.

 

- Pudiste haberle rechazado.

 

- Bueno, si... - Su sonrojo iba en aumento - ¡Mierda! Si, quería que soltaras una rabieta del tipo "¡Aléjate de mi chico!"... o algo así... - A esas alturas, su corazón palpitaba frenético dentro de su pecho.

 

La confesión de sus pensamientos y el hecho de estar teniendo aquella conversación, muy próximos el uno del otro - debido a los niveles de la música del local y el bullicio de la gente -, contribuían con la sensación de acorralamiento y sofoco.

 

- Vaya... Ahora que eres una figura pública, pensé que querrías verte librado de esa clase de actos.

 

- Pues pensaste mal - Le tomó del rostro con ambas manos - Pase lo que pase, esté haciendo lo que esté haciendo, eso no cambiará el hecho de que eres mi pareja y que te amo... Si los otros no soportan que te ame... ¡Que se vayan a freír espárragos!

 

Aquella reacción de su parte, generó una sonrisa amplia en el rostro del Mink.

 

- Comprendo… Pero me dejas en una terrible posición… Trato por todos los medios de no parecer un tirano que te quiere exclusivamente para él, pero... ¿Cómo no sentirse así? ¿Cómo no mostrarse posesivo luego escuchar de tu boca semejantes palabras llenas de amor? - El rubio estaba en extremo conmovido.

 

- Yo… - Todo el arrebato propio de su ser, se quebraba de golpe cuando el ojiazul lo seducía con sus palabras.

 

 - Muy bien Riki si es lo que quieres, dejaré de tener consideraciones con tu reputación a partir de ahora... - Tomó al joven posesivamente del mentón.

 

- Iason... – Todo su cuerpo se había vuelto una amalgama de cosquilleos.

 

El rubio fue en busca de sus labios y el pelinegro le recibió a gusto…

 

Casi instantáneamente los que se hallaban en torno de ellos, sacaron sus celulares y sin ninguna clase de pena fotografiaron al par de tortolitos - Pues ya les habían reconocido - y subieron las fotos a la red.

 

En aquel fogoso y húmedo beso, Iason le demostraba la poca importancia que le tenía al escarnio público. Si a Riki no le interesaban los paparazzis, ni lo que pudiera aparecer en una revista, el Mink se libraba del terrible peso de ser el "aperitivo de media noche"; deguste secreto que nadie espera revelar...

 

En cambio, Manon, sufría en carne propia aquel pesar; para Kirie, los celos en público por parte del otro, era imperdonables y Manon lo sabía... Eso lo carcomía; ser incapaz de demostrar su amor, era semejante a no tenerlo. Y el que se niega a complacer un vicio tan fuerte como lo es el amor, está más proclive a tarde o temprano, acabar sometido ante el mismo.

 

- Riki ¿Por qué sigues usando ese reloj? He notado que ya no funciona – Confesó Iason durante una de sus salidas a un restaurante.

 

- Eh… - El pelinegro tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para que el rubio no notase, su deseo de cubrir el reloj con la palma de su mano; cual niño que intenta ocultar un destrozo - Dejó de hacerlo hace un tiempo… - Lo cierto era que Riki estaba arrepentido del terrible acto de haberlo arrojado al suelo, con tanto odio como para paralizar su mecanismo.

 

- No te preocupes. Mañana mismo iremos a la tienda para comprarte el que más te guste – Informó el Mink al tiempo que llevaba la copa a los labios.

 

- Por favor no hagas eso.

 

Ante el modo suplicante en que el mestizo se lo dijo, el ojiazul fue incapaz de beber aquel trago, volviendo a colocar la copa sobre a mesa.

 

- ¿Por qué no Riki? Ya te he mencionado que me gusta tener esa clase de gestos contigo – Mencionó, con un tono tierno - ¿Es que todavía se te hace difícil el aceptarme regalos costosos?

 

- No es eso… - Riki no sabía cómo explicarse, para variar - Simplemente… me gustaría conservarlo – Sus pómulos, de pronto obtuvieron esa delicada coloración rojiza.

 

Iason sonrió levemente luego de comprender aquella actitud de su parte: Simplemente, Riki atesoraba aquél reloj porque se trataba del primer obsequio que le había hecho y también, le recordaba que por un simple arrebato  - que debía evitar por todo los medios repetir -, había dañado algo preciado para él…

 

El Mink no podía estar más agradecido con la sinceridad de su joven amante.

 

- De acuerdo. Ya no te importunare más con eso.

 

Riki se sintió profundamente agradecido con su comprensión.

 

- Cierto. Dentro de poco es tu cumpleaños ¿Ya has pensado que quieres que te regale, Riki?

 

- Podría ser un viaje a Laocon. He escuchado que tienen interesantes y variados restaurantes – Habló con un sumo interés.

 

- ¿Acaso piensas convertirte en un crítico Gourmet?

 

Riki sonrió amplio.

 

- Créeme, conociéndote, tú eres el que podría ser uno.  Después de todo, tienes un paladar exquisito.

 

- Yo diría más bien “exigente” – Acotó el rubio.

 

- Y yo agregaría “quejumbroso” – Agregó el pelinegro, muy seguro de lo que decía - De cualquier forma, no importa. Porque así sé, que sólo te gusta lo que yo cocino.

 

- No puedo negarlo. Aunque no únicamente me gusta lo que preparas y haces con tus manos… lo que haces con el resto de tu cuerpo, me fascina también.

 

- Oye… Iason – El moreno sentía la punta del zapato del otro deslizándose por su pierna - Estamos en un lugar público. Hay que controlarse.

 

- ¿Siendo moral a estas alturas? Me sorprende Riki – Murmuraba el rubio; dirigiéndose en el tono que solamente los amantes interpretan.

 

- Quiero decir, necesito usar el servicio… y estoy seguro de que tú también – Le arrojó una mirada y con ella, le dijo todo.

 

- Me has leído el pensamiento.

 

Iason le siguió hasta el baño de caballeros. Utilizaron el urinario tranquilamente, bajo la presencia de otros hombres; luego, se lavaron las manos sin ninguna prisa e intercambiaron una que otra frase trivial… Más que nada para hacer tiempo.

 

Cuando el último de los hombres abandonó el sitio y tras verificar que no había más nadie, - excepto ellos dos -, no perdieron la oportunidad y se encerraron en uno de los compartimientos privados.

 

- Riki, vamos a tener que hacer el menor ruido posible – Mencionaba al tiempo que le acariciaba el rostro sutilmente.

 

- Lo sé – Consintió - Pero me niego a que sea apresurado. Muchos son los hombres que hacen esto; podría decirse que los que lo saben y se callan, son cómplices – Riki se agachó y abrió la bragueta del pantalón del ojiazul - Dijiste que te gustaba lo que hacía con las manos ¿Te referías a esto?... ¿O a esto?...

 

- Riki… - Gemía por lo bajo Iason, ante el dulce contacto que le profería el menor.

 

Riki fue más allá y luego de masturbarle lo suficiente para que su miembro se alzara, procedió a meterse el mismo en la boca, sin apartar la mirada del rostro del Mink; éste, adquirió unos encantadores gestos y un sutil tono, siendo que la técnica del muchacho era de suma categoría. A medida que iba succionándole el miembro viril, Iason le acariciaba los cabellos y por lo bajo, musitaba su nombre entre cada suspiro ahogado.

 

El muchacho detuvo su rítmico ir y venir cuando un poco de semen le llegó a la boca. Rápidamente se sacó el pene y colocó un dedo sobre la punta roja y húmeda.

 

- Ri…ki… - Se quejó el rubio mientras el otro frotaba aquel dedo sin misericordia, sobre su sexo a punto de estallar.

 

El mestizo sonrió y el rubor en sus mejillas, le dio un toque tierno.

 

- Lo harás dentro de mí – Confesó Riki para seguidamente, darle un beso al falo y otro al rubio en la boca.

 

La pasión contenida en los cuerpos se desató cuando Iason pudo aventurarse en el interior de su querido. Cada roce era prueba fehaciente de cuanto se amaban; entregándose en aquel lugar reducido que para ellos, se había vuelto un lugar sagrado.

 

Era una locura lo que estaban haciendo y en cualquier momento, podían ser descubiertos. Sin embargo, les importaba más satisfacer al otro que al mundo entero.

 

***

 

Katze observaba con atención las noticias, tanto locales como nacionales. Un acontecimiento de proporciones mayores que el accidente ocurrido durante la transmisión de uno de los capítulos del prestigioso programa de cocina, Desafío Culinario Z, estaba transmitiéndose en la mayoría de los canales.

 

“…Se especula que el hijo del magnate ha sido secuestrado nada más y nada menos que por el hombre que se hacía pasar por su chofer. Las autoridades ya se encuentran trabajando en el caso y a pesar de que William Am no ha querido dar declaraciones, se estima que la suma a exigir por la liberación del rehén, sería millonaria. Los días pasan y la información que se obtiene es poca… Lo que deja a todo el mundo preguntándose ¿Dónde está Raoul?...” 

 

El hombre pelirrojo soltó un profundo suspiro.

 

- Si prácticamente fue Raoul el que vino tras de mí.

 

Llevaban apenas un par de horas quedándose en aquel motel, siendo que no podían permanecer en un mismo sitio por mucho tiempo.

 

La puerta se abrió y Katze se levantó rápido de su asiento. Cuando se hubo quedado dormido, el rubio aprovechó de salir sin avisarle, lo cual lo tenía sumamente preocupado. No podían arriesgarse a separarse.

 

- ¿En qué quedamos?

 

Fue lo único que pudo soltar a modo de regaño luego de ver a Raoul…

 

…De cabello corto y de color castaño claro.

 

Tan grande fue la impresión del pelirrojo, que su boca quedó ligeramente abierta.

 

- Perdona. Fui por víveres. Estoy harto de la comida de los moteles ¿Tú no? Pensé que podríamos tener una pequeña cena romántica para olvidarnos así sea por una noche, que junto a los narcotraficantes, somos los hombres más buscados del condado, por no decir del país – Sonrió cándidamente – Nota que acabo de hacer uso de un símil y de una exageración simultáneamente – No estaba habituado a ello, le parecía “divertido”.

 

- … ¿Qué… le has hecho a tu cabello? – Preguntó Katze casi con espanto y evidentemente ignorando lo dicho por el otro.

 

- ¿Esto? – Se levantó uno de los mechones castaños - Se trata de camuflaje. Una vez, leyendo una de las tantas revistas de Mimea, me encontré con un suplemento que narraba la historia de una mujer que para pasar desapercibida, cambiaba completamente su apariencia – Declaró Raoul – Ya estamos usando ropa de pordioseros, sólo he dado el siguiente paso.

 

- En primer lugar, el que no lleves Prada no significa que luzcas como un pordiosero y en segundo… cortar y teñir tu cabello… es extremista – Mencionó, como si hubiese recibido una pérdida muy grande. 

 

- ¿De qué hablas? Es sólo una peluca – Y tras mencionarlo, el ojiverde se retiró la misma, dejando ver sus dorados bucles aplastados por un gorro de malla – Sabía que era más realista la de cabello natural – Celebró su decisión de compra.

 

- Con que una peluca… no me des esos sustos. Aunque admito que es una muy buena idea.

 

- Claro que lo es. ¿Quieres probarte la tuya?

 

- ¿Trajiste una para mí?

 

- Por supuesto. Después de todo, un rubio y un pelirrojo llaman más la atención que un par de morenos.

 

Katze se dejó peinar y colocar la peluca. Ya luego, se metió en la exhaustiva contemplación de aquel que se desconoce cuando se mira en el espejo.     

 

- El cabello negro te queda muy bien – Afirmó el Am – Procuré escoger la que tuviera el corte adecuado para cubrir la cicatriz.

 

- Si que pensaste en todo.

 

Luego, los hombres se dirigieron a la pequeña cocina para preparar la cena. Raoul se encontraba revolviendo la pasta y Katze cortando vegetales rápida y precisamente.

 

- ¿Dónde aprendiste a cortar así?

 

- Desde muy pequeño tuve que aprender a hacer la mayoría de las cosas por mí mismo. Cuando te crías en orfanatos no tienes otra opción… ¿Qué hay de ti? Siendo rico de cuna me impresiona que sepas hacer tanto.

 

- Solía observar a mis nanas e institutrices. En ocasiones me cumplían el capricho de ayudarlas en sus quehaceres. Todo éste tiempo pensé que lo hacían porque de verdad  estaban interesadas en enseñarme. Ahora comprendo que sólo obedecían porque se les tenía prohibido decirme que no… - Dijo con pesar mientras apagaba la hornilla.

 

- A veces no es fácil tenerlo todo ¿No?

 

- Así es… - Mientras colaba la pasta, el vapor proveniente de la misma le llegó a las manos - ¡Auch…!

 

- Ten cuidado. Mejor ve y siéntate, no me molesta preparar lo que falta.

 

- Pero…

 

- Anda, ya hiciste tu parte. La carne ya casi está lista.

 

El ojiverde obedeció, más para resarcir se encargó de poner la mesa, colocando incluso junto a las copas, un pequeño clavel – que había comprado muy cerca de la tienda de abarrotes – dentro de una de las botellas de gaseosa que se habían tomado.

 

 - Es “reciclaje”, muchos lo consideran bastante creativo, como una especie de arte. Pensaba que el arte sólo podía encontrarse en pinturas o esculturas ¿Sabes? Jamás pensé que podía dárseles usos tan curiosos a cosas que normalmente se echan a la basura – En su voz, se notaba lo maravillado que estaba.

 

- ¿Dónde vivías Raoul? ¿En una burbuja? – Soltó a la primera - Hay que ver que ustedes los ricos sólo se dedican a derrochar.

 

- Ya no tengo una mentalidad tan capitalista. He cambiado. Pensé que lo habías notado.

 

Se produjo un leve silencio en el que continuaron degustando de la comida.

 

- No quise sonar abusivo – Mencionó, al darse cuenta del modo de sus palabras.

 

- Está bien.

 

- Me gusta que te sorprendas con cosas tan simples como reutilizar una botella… siendo que debes tener cientos de jarrones de cristal en tu mansión.

 

- Pero es en ésta mesa donde estoy compartiendo contigo.

 

- ¿Así sólo estemos comiendo pasta con carne molida? – Tenían que administrar el poco efectivo dado que utilizar sus cuentas bancarias los dejaría al descubierto.

 

- Así comamos pan viejo – Aseguró el ojiverde – Esto me recuerda a las historias sobre fugitivos que leía secretamente cuando era un niño. En esa época me emocionaba la idea de embarcarme en un viaje sin tener un rumbo fijo, subiendo a ferrocarriles y durmiendo a la intemperie… Sólo que nunca me imaginé que llegaría a embarcarme en una aventura similar y mucho menos acompañado del hombre que amo…

 

El hombre detuvo su elocución cuando el otro se levantó de su asiento y se aproximó hasta él.

 

- Tengo deseos de probar el postre.

 

- ¿Cuál? Si no se hizo ninguno.

 

- Deja de hacerte el tonto – Se hizo con sus labios – Ésta noche quiero dedicártela entera. Te lo mereces.

 

- Que bien. Pensé que tendría que acostumbrarme a los “rapiditos”.

 

- Jum… sabes que no disponemos de mucho tiempo – Bufó – Por cierto, quiero que dejes de leer esas revistas – Atribuyendo a su lectura, el ligero cambio en el lenguaje de su querido.  

 

***

 

Al principio se creyó que el programa de Desafío Culinario Z retomaría su transmisión regular con naturalidad, pero no fue así. Durante el desenvolvimiento del programa, las muchachas del público empezaron a llamar a Riki y a expresar cuánto lo extrañaban; inclusive las redes sociales del show se desbordaban de fanáticas del mestizo, también de defensores de los derechos de los homosexuales – vinculados o no a la LGBT – y cualquier otra persona que -  sin siquiera haber visto jamás el programa – simplemente se hubiese dejado contagiar por la euforia colectiva; hasta un grupo considerable de personas se había apostado en la entrada de la televisora y llevando pancartas, protestaban por los que les parecía, era una injusticia – pues corría el rumor de que a Riki se le había exigido renunciar al show tras la confesión del Mink en el hospital en el que se encontraba ingresado -. Todos y cada uno de estos dramáticos actos tenían el mismo objetivo: Exigir la vuelta de Riki al DCZ.

 

Tanta atención dirigida a un simple muchacho… No era de extrañarse que Kirie estuviera lleno de ira. Todavía le reconocían en la calle y le pedían autógrafo, pero también le preguntaban por Riki y eso lo enervaba tanto, que sus ojos bicolores transmitían su malestar con su irradiante fulgor.  No obstante, tenía que hacer lo posible por no demostrar el tamaño de su antipatía, aumentada cuando un lote considerable de su séquito de seguidoras había cambiado la camisa de fan del “ángel de la cocina” por la del “cocinero motorizado”; pues así bautizaron a Riki desde que los fotógrafos le habían capturado manejando su misteriosa moto negra.

 

Ante el movimiento en las redes sociales, los productores del Desafío Culinario Z tuvieron una reunión urgente.

 

- Tenemos que hacer algo con respecto al “fenómeno Riki” – Habló uno de los hombres.

 

- De eso no hay duda – Expuso otro - Al público hay que darle lo que pide.

 

- ¿Y qué hay del publico conservador que sólo quiere disfrutar de un programa sano y familiar?

 

- No veo porque dejarían de disfrutarlo. Lo que sea de la vida intima de los participantes, en nada afecta el objetivo del programa que es ofrecer una competencia culinaria.

 

- Pero…

 

- Si estuviéramos hablando de un programa religioso, su argumento quizás tendría algo de validez – Se encogió de hombros - Y eso, si fueran del tipo radical en donde todos vamos a acabar yendo al infierno, sólo por colocarle salsa de sobra a las comidas – Remató en tono burlista.

 

- ¡Tsk! – Chisto ante el argumento irónico.

 

- No es momento para pelearnos entre nosotros – Intervino una mujer para volverse a centrar en el motivo de la reunión - Las encuestas hablan por si solas. Es necesario reintegrar a Riki; sobre todo para evitar conflictos mayores… Ya están al tanto de los rumores de discriminación que se han formulado en torno al programa. Con Riki recuperado y devuelta a la cocina, no sólo acabaremos con esos rumores, si no que obtendríamos devuelta lo que se ha perdido desde que todo esto comenzó… Sin mencionar las ganancias, claro.

 

La mayoría de los presentes – Exceptuando al conservador -, se mostraron de acuerdo con lo recién expuesto. Era vox populi que el cocinero motorizado estaba adueñándose poco a poco de la publicidad de importante franquicias y que las televisoras rivales, no dudarían en pescarle si lo dejaban andar libre por más tiempo. .

 

- Piensen también en el capitulo del regreso. Con la bienvenida de los compañeros y los detalles de la recuperación – Expresaba el director creativo - Podemos conseguir el testimonio de médicos y enfermeras, incluso comentar lo que ha estado realizando con el fin de quitarse el desazón de haber tenido que abandonar la competencia después de tanto luchar… ¡Imagínenlo!: Un sueño frustrado de pronto por un terrible accidente, el abandono y el inesperado regreso… - Se imaginaba todo el teatro y sus ojos mostraban un brillo artístico - … Eso vende. A la gente le encanta ese tipo de dramas – El hombre terminó con un tono más de negocios; el que el resto de los presentes en la sala, comprendía perfectamente.

 

De aquella manera, se tomó una decisión unánime y definitiva.

 

- Aló.

 

 

- Riki ¿Has visto las noticias?

 

 

- No ¿Por qué?

 

 

- Al parecer hay otro gran revuelo a tu alrededor… los productores del desafío quieren que regreses.

 

 

- ¿Có…? ¿Cómo?

 

 

Riki asistió a una reunión que se produjo luego de la llamada de su agente. Por lo visto, la presión del público era tanta, que si Riki no volvía al show, era seguro que éste perdería más rating del que ya había perdido tras su partida. La gente lo quería allí, lo confirmaban con sus constantes asedios a la televisora y con las campañas a través de las redes sociales.

 

- Me han pedido casi de rodillas que vuelva al programa – Comentaba Riki a la hora de la cena.

 

- Deberías estar feliz de ser tan primordial para ellos. Y será bastante agradable verte de nuevo en la pantalla.

 

- Hombre, no tenías que dejar de ver el programa simplemente porque no salgo ahí.

 

- ¿Y por qué crees que lo veía en primer lugar? – Sonrió – Aunque claro, me gusta más pensar que teniéndote en casa solamente yo puedo mirarte; si vuelves al show, tendré que compartirte con otras miles de personas… - El rubio se cruzó de brazos y mencionó a modo de berrinche: - Eso no me gusta tanto. 

 

- No digas tonterías – Riki se acercó y le dio un beso – Que cuando llegue a casa luego de tan agotador día en la cocina, el único que podrá apagar mi fuego, serás tú.

 

- Eso si me gusta.

 

De aquella manera, inexorablemente Riki retomó su participación en el Desafío Culinario Z al poco tiempo de haber anunciado su retiro; y es que el show había tenido que sufrir tanto, variaciones en su programación como en su transmisión, mientras que los productores debatían en que hacer con respecto al tema "Riki", que evidentemente, estaba en boga.

 

Y cómo era de esperarse, se preparó el programa especial dedicado al regreso de Riki, con toda la publicidad y fanfarria que se le pudo dar a un evento de tales proporciones.

 

- ¡Me niego a participar! – Exclamó Kirie - Suficiente tuve con la payasada de la despedida, ¿Y ahora esto?

 

- Tienes que. Si de pronto no apareces, pueden comenzar los rumores.

 

- Pues invéntate algo; que tengo un compromiso. Que se yo. Para eso eres mi agente.

 

- Imposible. Ya las malas lenguas han empezado a suponer que detestas a Riki porque te ha robado seguidores. Que de pronto, la presidenta de tu club de fans anunciara públicamente que se retiraba porque se cambiaba al bando de Riki, fue inesperado y un duro golpe.

 

- Malditos programas de chismes – Mascullo el pelicastaño - Además, no necesito de traidoras como esa. Si se fue para seguir a ese inculto, es porque es una idiota.

 

- No seas tan infantil. Si ella renunció, fue por tu culpa – Frunció el entrecejo - Muchas veces te negaste atenderla o a asistir a algunos de los sitios en donde ella junto con el grupo, esperaba tomarse fotos contigo.

 

- Son muy escandalosas. Necesito de vez en cuando un respiro – Kirie agitó su mano, restándole peso al asunto.

 

- Si esa va hacer tu actitud, tú eres el que debería pensar en abandonar. Sin importar la clase de escándalos en los que se vea involucrada, una estrella se debe a su publico, ya que estos le seguirán incluso si un día llegan a para a la cárcel o son culpados de asesinato. Si no entiendes eso, estás destinado a desaparecer.

 

La severidad de las palabras del hombre, hicieron molestar a Kirie.

 

- No necesitas regañarme. Está bien, asistiré al ridículo programa de bienvenida. Es más, publicaré lo contento que estoy con tan magno evento.

 

- Con sarcasmo o no, eso espero de tu parte… porque no únicamente los fans pueden decidir marcharse.

 

- ¿? ¿Cómo? ¿Estás pensando en abandonarme? – El joven sonrió - No deberías ¿Sabes quién soy?

 

- Un niño malcriado que no entiende de razones. Por lo menos el tal Riki es sincero.

 

- ¿Lo dices por Manon? Si tú mismo me aconsejaste que lo dejara.

 

- Porque no te interesa realmente. Nunca le has dado su puesto ¿Crees que si la gente se enterara que durante años estuviste en una relación clandestina con un hombre, mientras mostraba otra cara, no se sentirán estafada?

 

- Entenderían que no tenía de otra.

 

- No. Entenderían que eres un hipócrita y un cobarde.

 

El rostro de Kirie se tiño de rojo debido a la cólera.

 

- Me alegro por la ex presidenta de tu club de fans. Es muy inteligente. Bien dicen que es digno de lastima el seguidor de alguien débil – Mencionó con aire filosófico.

 

- ¿Y por qué no terminas de irte si piensas de ese modo?

 

- Porque se lo debo a tu padre, a quien estimo mucho… Además, usted señorito y yo, tenemos un contrato y hasta el mismo no acabe, estamos condenados a estar bajo la misma correa.

 

- …

 

- No te lo tomes a mal. Soy un profesional, por más que deteste tu actitud, eso en nada afectará nuestra relación laboral… - Cambió el tono sombrío de su voz - Entonces, prepárate mentalmente para el programita. Promete ser… memorable.

 

Cuando su agente abandonó la habitación, Kirie tomó el vaso que tenía sobre la mesa y lo estrelló contra la puerta, hasta hacerlo añicos.

 

¡¡CRASH!!

 

- ¡Maldito Riki todo esto es por tu culpa! Pero ya veras, te voy a dar donde más te duele… - Una sonrisa chueca se formó bajo unos ojos incandescentes - Si ésta estrella va apagarse, no lo hará sola… ¡Lo barrera todo a su paso antes de hacerlo!

 

***

 

Regresar al programa fue reconfortante para el moreno, sobre todo por la cálida bienvenida que le dieron sus compañeros, a quienes ciertamente extrañaba.

 

- ¡Eres tan suertudo! no solo sobrevives a una explosión en la cocina, si no que te piden prácticamente entre suplicas que vuelvas a trabajar - Expresaba Norris, entre feliz e impresionado.

 

- Oye, tampoco todo fue color de rosa - Riki recibía el visto bueno de sus amigos. Llevaba puesto el uniforme del desafío y se sentía emocionado, como si estuviera reviviendo su primer día en el programa.

 

- ¡Ay Riki! ¡No sabes cuanto nos hacías falta! - Celeste con su llamativo lazo amarillo, se mantenía aferrada al brazo del pelinegro.

 

- Cuidado Norris, no vaya a ser que Riki no sólo pretenda llevarse el primer lugar, si no también el corazón de cierta personita - Comunicaba Rourke al rubio a su lado.

 

- ¡¿EH?!... ¿De qué estés hablando? - Las mejillas del joven cocinero, adquirieron un tierno toque - Ya Riki confesó que está enamorado de alguien, además... - Norris se fijó en la chica de cabello celeste que no dejaba de sonreírle cándidamente al recién llegado; en eso, la cocinera sintió que era observada, al darse cuenta de que en efecto, era Norris el que le estaba dirigiendo la mirada, reaccionó de la siguiente manera: Sonrió aun más y le guiñó uno de sus ojos al muchacho. Cabe mencionar que esto generó un mayor sonrojo por parte de Norris.

 

- ¿Que pasa Norris? Apenas hemos tomado un vasito de licor para celebrar ¿Y tú ya estás borracho? - Lo puso en evidencia Sid.

 

- ¿De verdad eres malo con la bebida Norris? - Preguntó Celeste, inocente de la conversación de los hombres - Eso es muy malo ¿Qué pasará cuando vayamos a celebrar como se debe el regreso de Riki está noche?

 

- No... No es así - Mencionó por lo bajo el rubio como respuesta.

 

 

Sin saber el porqué, con tan sólo ver a la chica a los ojos, una apabullante y ardorosa sensación se alojaba en su interior.

 

***

 

No sólo Iason disfrutaba con contemplar al moreno desde la pantalla chica, Guy se conformaba únicamente con eso; la culpa, nacida por sus acciones pasadas, lo llevaban a querer mantener la distancia entre el y la persona amada. Continuaba asistiendo a la academia culinaria y adquiriendo de Mimea aquellos detalles sobre Riki, que la televisión no podía entregarle.

 

- ¿Él es feliz?

 

- Tiene que serlo.

 

- ¿Qué acaso no te ha dicho nada?

 

- ¿Y por qué habría de decírmelo? Riki ahora prácticamente es famoso, está muy ocupado. Ya no hablo tanto con él como antes.

 

- Entiendo... - El corazón del pelicastaño continuaba sufriendo.

 

Para Mimea el hecho de que Riki ya no le escribiera ni llamara como antes, no le preocupaba tanto como la repentina desaparición de Raoul y Katze; estaba muy al tanto de las noticias y sabía que las autoridades policíacas estaban buscándolos como locos.

 

Era como si todo formara parte de un sueño, como si su participación como supuesta novia de Raoul, la hubiese fantaseado en su imaginación de muchacha. Pensaba en ello cada vez que tenía oportunidad, pensando que en cualquier momento, el hombre pelirrojo le llamaría y le informaría; así fuera un pequeño dato sobre su paradero.

 

- Pero... ¿Por qué lo harían? Esto ya no tiene nada que ver conmigo. Es cierto Mimea, ya no tienes porqué devanarte los sesos con esas ideas tontas, enfócate más bien  en los exámenes - Se alentaba la chica tras salir de clases.

 

Pero apenas acababa de tomar aquella decisión de enfrascarse en su vida, cuando de pronto una camioneta negra se detuvo frente de ella. No le preguntaron siquiera su nombre ni le dieron explicaciones, simplemente la puerta se abrió y con la misma velocidad, unos brazos la jalaron y la metieron en el interior del vehículo.

 

- ¿Qué es lo que está pasando? ¿Quienes son ustedes? ¿Qué quieren de mí? - El miedo de la chica era evidente - ¿A dónde me llevan?

 

Ignorando todas sus preguntas, los hombres vestidos de negro la amordazaron y amarraron, para evitar que continuara forcejeando. El temor sobre lo que vendría luego, fue ocultado por el pañuelo que le llegó a los ojos...

 

***

 

(N/Sue: la canción que sigue es de Los Cafres y se llama Tus ojos… cuando la escucho pienso en el KxR, no sé porqué je je xD)

 

Tus ojos volcan de tu alma
escupen verdades que sangran
sangran sin consuelo aparente
tanto como cambia tu animo de repente

tus ojos volcan de tu alma
tana es la belleza cuando calma
despreciado sol mi ilumino tu amor
princesita mía siempre estoy con vos

serás que sos un ángel
q no podes disimulare

tus ojos volcan de tu alma
tana es la belleza cuando calma
despreciado sol mi ilumino tu amor
princesita mía siempre estoy con vos

serás que sos un ángel

que no podes disimular

cuando hablan tu corazón y el mío
se entienden muy bien
le doy crédito a esta unión
es para siempre
tu alma me lo pide

serás que sos un ángel
que no podes disimular

 

 

A pesar de que estaban viviendo como fugitivos, Raoul se sentía feliz y esa felicidad radicaba en el hecho de por fin estar viviendo junto a su amado pelirrojo. Sólo que aquella felicidad era pasajera; el rubio era consiente de que no podían estar huyendo por siempre; en algún momento cometerían un error... Y los encontrarían.

 

- Tengo un obsequio para ti.

 

- ¿En serio? ¿Por qué motivo?

 

- ¿El amarte con locura te parece un motivo razonable?

 

- Completamente

 

- Bien. Ahora, voy a vendarte esos preciosos ojos tuyos - Acto seguido se colocó detrás del ojiverde y le cubrió los ojos con un pañuelo.

 

- ¿Acaso piensa aprovecharse de mi señor? – Sonrió; aquello le parecía excitante.

 

- Probablemente - Susurró a su oído.

 

Katze guió a Raoul por los hombros a través del camino. Cuando se detuvieron el pelirrojo le retiró el pañuelo y a sus ojos verdes, llego la visión de un frondoso valle extendiéndose desde la cima.

 

- No sé si volvamos a este lugar, así que quería mostrártelo. Lo descubrí mientras miraba por los alrededores ¿Qué te parece?

 

- Es hermoso...

 

- ¿Qué ocurre Raoul? – Preguntó, tras notar la expresión triste de  su rostro - Te conozco, algo te preocupa.

 

- Es que… quisiera que esto fuera para siempre – Agregó - Pero no puede ser. No podemos estar huyendo toda la vida. Así como estamos apenas podemos mantenernos y las pesadillas donde tumban la puerta los matones de mi padre y me alejan de tu lado, continúan mortificándome en sueños.

 

- Lamento hacerte pasar por tanto pesares Raoul - Se sentía culpable de su malestar.

 

- Te equivocas - Negó con la cabeza - Es sólo que quisiera gritarle al mundo entero que te amo, en lugar de reservármelo o susurrarlo junto a un beso, en la seguridad falsa del cuarto de hotel...

 

- Entonces hazlo; grita.

 

- ¿Eh?

 

- ¡¡OYE MUNDO, YO AMO A RAOUL AM CON TODO MI CORAZON!! - Gritó Katze de pronto, a los cuatro vientos - Así... – Sonrió.

 

- Estás demente - El rubio le devolvió la sonrisa; lo cierto era que su acto le había conmovido.

 

Suspiró, tomó aire y exclamo con todo lo que le daba la garganta:

 

- ¡¡TE AMO KATZE!! - Suspiró una vez más.

 

- ¿Cómo te sientes ahora?

 

- Mejor - Katze se acercó y lo rodeó con los brazos.

 

- Si de algo sirve, imagina que ya nos hemos casado y estamos de luna de miel, viajando por todo el mundo. Ya luego, compraremos una casa del gusto de los dos y si quieres, podemos conseguirnos una mascota o dos para cuidar y amar... Raoul ¿Alguna vez tuviste de pequeño un perro o un gato?

 

- No, jamás - Pues su padre no le permitía acercarse a los perros guardianes, que sólo eran "herramientas de protección".

 

- Yo tampoco. Únicamente tuve un pequeño ratón... por eso tendremos las mascotas que queramos.

 

Tras volver a la habitación, los hombres se retiraron los sacos y las pelucas, volviendo a ser ellos mismos; nada encantaba mas a Katze que ver la cabellera rubia extendiéndose por la amplia espalda de su amante.

 

Entre abrazos y besos, el pelirrojo le comunicó su deseo de bañarse juntos y el ojiverde le complació. Mientras enjabonaba el cuerpo de su querido, Katze se entregaba con placer a la devoción sincera de un sirviente que sería capaz de dar hasta la vida por el bienestar de su señor.

 

Cada beso depositado en la húmeda piel. Así como cada escurridiza caricia, delataban a aquel devoto.

 

La pasión nacida en el cuarto de baño, se extendió a la alcoba, en dónde los cuerpos fríos buscaban de calentarse mediante el roce. Raoul cayó suavemente sobre el colchón y Katze lo admiró; aquellos rizos dorados pegados a su cuerpo debido a la humedad, volvieron a llenarlo de gozo, ya que ahora le acompañaba un pecho que subía y bajaba al ritmo del anhelo.

 

-Katze... - El ojiverde alargó su mano y acarició el rostro que le contemplaba como si tuviera ante sus ojos una obra maestra, esculpida por los propios dioses – Eres tan hermoso…- No se detuvo cuando sus dedos tocaron la cicatriz.

 

Aquella marca contenía mucho de ambos; era el inicio de su relación y el hasta dónde eran capaces de llegar por defender su amor.

 

 

- ¿Puedo hacerte una pregunta?

 

- Querido... no es el momento de ponernos a pensar... – El pelirrojo se dedicaba a besar el cuello y frotar ambos sexos entre si.

 

- Lo sé... - El placer que le despertaban los roces era divino – Es que me preguntaba... si podría... hacértelo ésta vez…

 

Katze se separó un poco, dejando brecha a ambos para darse cuenta de que sus cuerpos estaban impacientes por iniciar cuanto antes el acto.

 

- Tengo muchas ganas de hacerlo – Tras confesarlo, sus mejillas se pintaron mucho más.

 

- No seas tonto – Expresó - Claro que puedes - Le besó en la boca - Soy tuyo Raoul Am; te pertenezco en cuerpo y alma… A estas alturas, ya deberías saberlo.

 

Katze se colocó a un lado, ofreciéndole gustosamente la espalda.

 

- Ven. Tómame Raoul – Pidió, con un delicioso tono de su voz.

 

El ojiverde no perdió tregua y se pegó a su espalda, metiéndole las manos entre las piernas, deslizando su perfilada nariz por su nuca y el declive de hombros. Katze no pudo aguantarse los gemidos que surgieron ante el modo en que era tocado.

 

- Abre las piernas, amor mío… - Murmuró Raoul y el hombre pelirrojo le obedeció al instante.

 

Mientras fue incrustándose en su carne, los gemidos de Katze se volvieron más profundos e incontenibles. Aquella zona de su cuerpo tenía tiempo sin ser profanada y el rubio, le demostraba lo buen amante que era.

 

Cada marca en su cuerpo le evocaba una época de su vida; ya fuese sobreviviendo en un abarrotado orfanato, soportando el rudo mandato de la milicia o arriesgando su vida al proteger al Am; todas esas marcas - imperceptibles algunas y otras claramente notables -, tenían en común la violencia.

 

Y Raoul mientras le embestía, tenía todo aquello en mente; por eso, buscaba de marcar de una manera justa y piadosa, a aquel ser sensual que le había mostrado las bondades del amor.

 

- Raoul... por favor... más fuerte... - Suplicó con el rostro por completo enrojecido y con las partes nobles húmedas.

 

Cuando se produjo el clímax, ambos experimentaron una mágica sensación; buscaron de juntarse mucho más, casi con desespero, haciendo uso de todo su cuerpo, con temor de que los sentidos se esfumaran y que el otro fuera incapaz de experimentarlo.

 

Raoul no cupo en sí de la alegría, no había duda de que amaba a aquel hombre que acababa de hacer suyo y que continuaba gimiendo débilmente entre sus brazos.

 

- Te amo Raoul... - No pudo evitar mencionarlo ante los espasmos consecutivos que sobrevenían al dulce orgasmo - Hazme sentir así siempre...

 

- Por supuesto. Nada me haría más dichoso en este mundo - Le capturó en un beso largo y cansado, al tiempo que le entregaba todo de su ser.

 

***

 

Cuando a Mimea le retiraron el pañuelo de los ojos, la visión que tuvo no fue ni la de un paisaje bonito, ni una cena romántica, ni un rostro sonriente observándole... De hecho, un rostro si la observaba y sí, estaba sonriéndole, pero era una sonrisa difícil de descifrar... ella, para nada contenía dicha, era más bien, una mala señal...

 

- Hola señorita Mimea. Espero que mis hombres no hayan sido rudos con usted.

 

Wiliam con su aspecto galante y de manera despreocupada, se sentó en una silla que se hallaba allí dispuesta y con la misma actitud relajada, encendió un habano.

 

- Huele bien y enciende bien... -Mencionó junto a una sonrisa, refiriéndose al habano-  quisiste engañarme... eres una mujer arriesgada - Soltó el humo con lentitud- ... O creo que más bien eres una mujer ignorante, porque si supieras a quien intentaste engañar, jamás se te hubiera pasado por la cabeza, hacer semejante locura.

 

- Señor Wiliam... ¿Qué es lo que va hacerme? Todo lo que hice fue por amor.

 

- ¿Amor? - El ojiverde la miró con extrañeza.

 

- Si; aquellos hombres se aman y sólo buscaban la manera de salvaguardar su amor... - Mientras hablaba, la pelicastaña experimentaba la irradiación de aquel mágico sentir que lo puede todo en sus palabras.

 

- Y dime ¿Quién te salvaguardará a ti ahora?

 

- ¿Eh? - Sus ojos, anteriormente brillantes por el coraje, se opacaron ante sus palabras.

 

- No tienes porqué poner esa cara. Si me dices su paradero exacto o por lo menos remoto, no tendrás de que preocuparte.

 

- Yo... no sé donde puedan estar...

 

- ¿Todavía insistes con engañarme?

 

- ¡Se lo juro!... Yo simplemente tenía que pasarme por la novia de su hijo.

 

- ¿Cuánto te pagaron?

 

- ¿Cómo?

 

- ¿Cuánto te dieron por mantener silencio?

 

- ¡Se equivoca! ¡Nunca hubo dinero alguno! Sólo quería ayudar a que fueran felices.

 

- Otra persona generosa - El hombre rubio suspiró levemente - Voy a ponerte las cosas bien claras...

 

En eso, William hizo una seña para que entraran a escena, los siguientes personajes.

 

- ¡Jena! - La chica se alarmó al ver al joven siendo apuntado con un arma en la cabeza.

 

El aludido, invadido por el pánico, permanecía como una estatua clavada en el suelo; con los ojos abiertos al máximo. Tanto era el shock, que era incapaz de hablar.

 

- ¿Dónde? - Esbozó William una vez más

 

- ¡No lo sé! - Gritó Mimea con todo lo que le dio la garganta.

 

El rubio arrugó el entrecejo; le quitó el arma al matón y volvió a dirigir la misma a la cabeza de Jena.

 

- ¿Qué acaso no estás interesada en hacerme feliz?...  Te lo preguntaré una vez más: ¿En dónde están?

 

La voz no le salió; únicamente negó con la cabeza.

 

BAM!!

 

El cuerpo cayó pesado en el suelo y el grito por parte de la mujer, se escuchó por fi.

 

- ¡JENA! ¡NO! - La sangre se acumulaba alrededor del cuerpo inerte de su amado.

 

- Eso fue por intentar engañarme por "amor". Ahora... - El Am llevó la pistola en dirección a la chica - Si "amas" vivir, hablarás.

 

- No sé... no se nada... - Las lágrimas surcaban por sus mejillas - Jena... - Estaba devastada.

 

William comprendió entonces que en realidad desconocía el paradero de Raoul y Katze; aún así, no tuvo compasión por ella. El hombre que había entrado con Jena, arrastró el cuerpo, dejando un paso de sangre a su paso.

 

***

 

La enorme silla de cuero acogió a William como cada agotadora noche, en donde el silencio, y entregaba la oportunidad o en ocasiones la desdicha, de hacer un análisis exhaustivo de los acontecimientos diarios; siendo el mayor de sus pesares, la actual desaparición de su hijo. Mientras bebía un poco de Whisky, pensó en las palabras de Mimea y del propio Raoul.

 

- Así que amor… ¿Eh? – Mencionó el rubio con tono burlita.

 

No obstante, los recuerdos que surgieron de lo más profundo de su ser, borraron de su rostro aquella sonrisa…

*** FLASH BACK ***

 

El roce de las sabanas se sentía más ligero que de costumbre, al igual que las asperezas propias de las formalidades; allí, donde normalmente eran servidor y amo, empleado y jefe, guardián y protegido, se rebajaban a amantes; nada más.

 

- ¿Que pasa? ¿No te gustan las frambuesas?

 

- No es eso. Es que… eran las favoritas de mi mujer – Expresó Kevin con suma melancolía.

 

El rubio lo miró en silencio; había comprado aquella caja de galletas cubiertas con mermelada de frambuesa, con el pienso de degustarlas junto al hombre luego de haber hecho el amor.

 

Habían quienes tras el coito, buscaban el cigarro; mientras que William, se atiborraba de comida, por lo general un postre sumamente cremoso o dulce al punto de llegar a empalagar; pues sólo en el instante de entrega que exige la relación sexual, el Am podía permitirse el mostrar su debilidad ante los dulces – siendo que para algunos hombres, era mal visto mostrar su inclinación por los postres -; como fuera, aquella caja valía una fortuna, ya que William se limitaba a consumir únicamente postres de pastelería de renombre e incluso – como la caja de galletas que tenían sobre la cama -, los mandaba traer desde el extranjero.

 

Lo curioso era que Kevin, era el único que conocía su deleite secreto, pues, luego de acostarse con Dinora, su mujer, y esta quedarse dormida, el rubio se levantaba de la cama e iba a hacer de las suyas en la cocina, siempre poniendo sus manos sobre algún pastel o devorando lo que había sobrado de la cena.

 

Sólo y sólo con Kevin, William se aventuraba a llevar sus preciados dulces hasta el colchón. Sólo y sólo con Kevin…

 

…Y él, se atrevía a evocar a su difunta esposa en un momento tan íntimo…

 

- ¿Qué caso tiene si eran sus favoritas? Ella está muerta ahora – Expresaba el ojiverde, buscando de hacerlo sentir mal, como era costumbre - Nunca más podrá probar delicias como ésta – Exclamaba al tiempo que cubría con la mermelada el pecho de su amante - Pero tú y yo si podemos… - Luego con su lengua, le tiraba la pasta agridulce con bastante sensualidad.

 

- Wi…lli…am… - Kevin se sentía triste al pensar en la difunta Miriam, pero también se sentía feliz al tener aquel hombre mitigando su dolor.

 

William era su salvador, por eso, se sentía capaz de dar hasta la vida por el; con sus besos y caricias el Am lograba apaciguarlo y como éste lo sabía, buscaba – cada vez que tenía la más mínima oportunidad - de hacerlo sentir miserable… pues así, lo tendría comiendo de la palma de su mano.

 

- Pero recuerda Kevin… - El rubio tomó con su dedo mermelada y la llevó hasta los labios del pelicastaño, cubriéndolos por completo - Traicióname y lo pagarás muy caro, porque para mí, no hay nada más dulce que la venganza – Devoró aquellos labios rojos, con la vehemencia propia de la pasión.

 

… Es un honor servirle…

 

… Daría mi vida por usted sin dudarlo…

 

… Realmente lo aprecio y lo respeto, señor William…

 

 

*** FIN DEL FLASH BACK ***

 

William aún recordaba la textura de su cuerpo, el torrente de su voz, la templanza de sus acciones…

 

- Eras semejante a un platillo que lucía sencillo a simple vista, pero tu seductora aroma llevaba a probarte y darse uno cuenta, de tu increíble exquisitez…

 

El Am no pudo evitarlo y tal vez no se percató, pero aquél lamento que salió de su mente en forma de recuerdo, no sólo tenía nombre, sino también un hijo que por años, había buscado el vengarle.

 

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Muchas gracias por llegar hasta aquí y si es de su agrado el dejar su opinión al respecto n_n  hasta la próxima oportunidad (inner: que esperamos que no esté muy lejos xD) besos y abrazos!! Bye Bye!!

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).