Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los hombres de Axel le habían arrastrado a una sala privada del casino, un despacho amplio, con sillones acolchados, suelo enmoquetado y una amplia chimenea donde ardía un placido fuego que caldeaba la habitación y la inundaba de un olor a madera. Gray permanecía de pie, inseguro de lo que hacer. Incluso en un momento como aquel no pudo evitar pensar en lo agradable que era aquel lugar y en la inmensa diferencia que albergaba con los dormitorios donde ellos acostumbraban a dormir. 

 

No sabía dónde estaba Scapa, no le habían permitido entrar junto a él y sabía que la mayoría de sus nervios erradicaban en eso. Temía a Axel, pero más por el hecho de lo que aquel hombre podría hacer los de su alrededor que por lo que pudiese pasarle a él mismo. De ahí que al separarse del castaño aquella inquietud le invadiese. 

 

Contuvo las ganas de tirarse de los pelos. ¿Cómo había podido ser tan imprudente? Siempre había sido una persona demasiado impulsiva, pero no hasta el punto de ser tan estúpido. 

 

"Cuando se entere James me va a dar un buen puñetazo... o tal vez me lo de Christian" 

 

....tal vez... sí después de esto les volvía a ver ...

 

La puerta se abrió y un hombre de edad avanzada entró en la habitación. No pareció percatarse de la presencia de Gray, demasiado ensimismado en un montón de folios que sostenía con una mano, mientras que en la otra bailaba una copa de vino. El hombre barbudo anduvo hasta la mesa del despacho y dejó caer el puñado de folios mientras se llevaba la copa a los labios. Su entrecejo fruncido acrecentaba las arrugas de su frente. Gray no tuvo dificultades para identificar a aquel sujeto como Axel, su expresión cruel encajaba a la perfección con la descripción que James le había dado del hombre.

 

Cuando Axel se dignó a mirarle su cabreo pareció acrecentarse. Con rabia arrojó la copa al fuego, provocando que esta estallase con un fuerte estruendo que sobresaltó al rubio. 

 

—¿Tú eres el gilipollas que le ha pegado a uno de mis clientes?

 

Gray dudó unos segundos sobre si debía responder o no y al final, temeroso, asintió débilmente con la cabeza. Axel soltó un gruñido y apoyó el antebrazo en el marco de la chimenea. 

 

—¿Cual es tu trabajo en el casino? —Gray tragó saliva, nervioso y por fin el hombre alzó la mirada para mirarle—. Responde. 

 

—Soy el crupier, señor. R-reparto las cartas en la mesa y si se da el caso juego en nombre de la casa.

 

Axel asentía mientras el rubio hablaba, pero había algo mecánico en sus movimientos que hacía pensar a Gray que nada de lo que decía llegaba a sus oídos.

 

—¿Cómo has dicho que te llamabas?

 

—Damian, señor. 

 

Axel se enderezó y dejó escapar un suspiro que de haber estado más cerca habría embriagado a Gray con un pestilente olor a alcohol. 

 

—Hay algo que no me ha quedado claro en todo esto, Damian. ¿En qué parte de tu trabajo dice que puedes hacer lo que te salga de los cojones con la clientela? 

 

Gray se comenzó a morder el labio incapaz de refrenar el mal presentimiento que le invadía. No le gustaba aquella mirada ida, aquel tono lacerante, nada podía salir bueno de aquel ser tan cruel. 

 

—UN PUÑETAZO —como si alzar la voz no fuese suficiente Axel golpeó con fuerza la mesa provocando que el rubio se sobresaltase—. Has tenido los cojones de darle un puñetazo mientras trabajabas para mí. 

 

A grandes zancadas se acercó hasta Gray, el menor tuvo que contener todos sus instintos que le pedían con alarma que se apartase. Axel le agarró con fuerza de la mandíbula, apretando cruelmente, hundiendo las uñas en la carne y le obligó a alzar la mirada para mirarlo.

 

—Te voy a decir una cosa, niñato. No solo trabajas para mí, eres mío, me perteneces. No solo te dedicas a repartir cartas, tus putas manos me pertenecen, ¿entiendes? 

 

Como Gray había sospechado su aliento apestaba a vino, tanto que fue imposible contener un temblor que le provocaron las arcadas, pero Axel no se percató. Con la misma brusquedad con la que lo había agarrado lo soltó, y dando media vuelta se acercó de nuevo a la chimenea. Observó las llamas durante unos segundos que para Gray fueron eternos y para horror del rubio una pequeña sonrisa asomó entre sus labios. 

 

—Sé qué hacer para que lo entiendas. Quiero que cuando la mires recuerdes quién es su dueño—Ante la mirada horrorizada del menor se agachó y alzó la mano para coger uno de los hierros de la chimenea, el que se usaba para remover las brasas. Ahora, tras haber estado en el fuego durante horas parecía tener un tono rojizo amenazante—, levanta una mano. 

 

Se volvió hacia el muchacho triunfante, cómo quien acaba de descubrir un nuevo juguete, pero alguien se había interpuesto entre los dos. Gray parpadeó varías veces, intentando ver con claridad entre la capa de humedad que parecían haber inundado sus ojos desde que el miedo le empezó a invadir. Quería ver con claridad, ver a Scapa, que se interponía con su propio cuerpo entre él y Axel. Erguido, con una expresión indescifrable en la cara y una mano alzada hacia Axel con total naturalidad. Con la palma hacia arriba, ofreciéndola. Gray le miró con sorpresa ¿Cuándo había llegado? Gray había estado tan muerto de miedo que no se había percatado de como Scapa y una muchacha habían entrado en la sala. Axel lo miró con asco.

 

—¿Qué coño crees que haces? 

 

—Fue mi culpa —afirmó Scapa e increíblemente su voz no se quebró mientras hablaba—, yo era el encargado, señor. Fue mi culpa. 

 

Axel paseó la mirada de Scapa a Gray, confuso. Luego entrecerró los ojos con recelo.

 

—¿Te estás ofreciendo voluntario? 

 

Scapa contuvo un suspiro. Al notar movimiento a sus espaldas se aseguró de bloquear con su cuerpo a Gray por completo, a sabiendas de que el muchacho intentaba intervenir.

 

—Solo intento que el señor castigue a la persona adecuada. Además, no creo que le interese poner en peligro la mano de su mejor crupier.

 

Aquello pareció cabrear más al hombre, que apretó la mandíbula con furia.

 

— Alza la otra mano también.

 

Gray quería gritar, revelarse y empujar a Scapa lejos de la escena, pero de sus labios solo escapó un sollozo, presa del miedo. Scapa obedeció sin rechistar, sin ningún gesto de odio o temor. Ni siquiera gritó cuando el metal al rojo vivo marcó sus palmas. Mantuvo las manos abiertas hasta que Axel pareció aburrirse, con un movimiento brusco lanzó el hierro de nuevo al interior de la chimenea. Con un gruñido se dirigió a la mujer que también se encontraba en la sala.

 

—Prepárame otra copa de vino, estaré en mi habitación. 

 

Y sin añadir nada desapareció junto a la chica. Solo cuando escuchó el sonido de la puerta cerrándose Scapa se permitió relajarse. Dejó escapar un sonido de frustración y contuvo una mueca de dolor mientras se daba la vuelta.

 

—Bueno, podría haber sido mucho pe...— enmudeció al ver las lagrimas correr por las mejillas del rubio, que le contemplaba con ojos vidriosos—...Gray.

 

El muchacho intentó limpiarse el rastro de lágrimas con la manga de la camisa, pero era inútil ya que estas volvían a salir de sus ojos. 

 

—Vendas, necesitamos vendas —Se apresuró a darse la vuelta y a inspeccionar la habitación, en busca de algún utensilio que les pudiese ayudar. Mientras hablaba pequeños hipos se le escapaban de los labios—, y hay que limpiar la herida antes. 

 

Scapa no dijo nada, no intentó consolarle porque él también quería llorar, ni intentó impedir que le limpiase las heridas con agua helada y le vendase con delicadeza las manos porque recibir los cuidados de Gray era como un bálsamo para el corazón. Sentir su cercanía, su calidez, la suavidad de sus manos rozando las suyas. Cuando por fin las hubo vendado Gray mantuvo el contacto, sosteniendo con delicadeza las manos del contrario. Su pulso empezó a temblar cuando se inclinó sobre ellas, rozando con la frente las yemas de los dedos de Scapa. 

 

—Lo siento — sollozó en un susurro —, lo siento tanto. 

 

Scapa sintió como el corazón se le oprimía y le dejaba sin respiración. Inútilmente intentó enderezar al rubio, para poder verle a la cara.

 

—Gray, por favor —cuando por fin el menor alzó la mirada Scapa creyó perder todo el valor que tenía, pero aún así se obligó a hablar—. Lo hecho, hecho está. Ha sido mi decisión y tú no has tenido nada que ver en ella. Deja de martirizarte, por favor.

 

Gray sorbió con fuerza la nariz y tuvo que emplear de nuevo la manga de su camisa para borrar el reguero de lagrimas que surcaban sus mejillas.

 

—Siempre haces esto —se quejó con voz queda—, pero ¿por qué?

 

—Siempre ha sido así —comentó Scapa, sintiendo que empezaban a adentrarse en un terreno demasiado peligroso—. Soy vuestro líder después de todo.

 

Aquella respuesta no pareció satisfacer a Gray, ya que frunció ligeramente el ceño y agarrando de nuevo las manos del mayor le obligó a sostener la mirada.

 

—¿Habría pasado lo mismo? si hubiese sido Christian o Kyle en mi lugar ¿Habrías hecho lo mismo?

 

Scapa no contestó, porque no sabía la respuesta. Se hizo el silencio. El castaño vio perfectamente como Gray se inclinaba hacia él. En seguida supo cual era la intención del muchacho, y aunque lo supo no hizo nada. Dejó que los labios del contrario rozasen los suyos en un tímido beso. 

 

Los labios de Gray eran resecos y salados debido a las lágrimas, pero eran los labios de Gray y solo eso bastó para remover en su interior un mar de sentimientos. Ambos se juntaron, encajando de manera perfecta y se aferraron a aquel beso, sin saber lo que significaba, ni siquiera si significaba algo. Tan desesperados que ninguno se percato de la figura que les observaba desde la puerta en silencio.

Notas finales:


Sí, lo sé. Es extremadamente corto, lo más corto que había escrito en mucho tiempo y ni siquiera aparecen James ni Christian, pero estoy con un bloqueo enorme y a veces me viene mejor publicar lo que tengo aunque sea poco y ya pensar lo siguiente con más tranquilidad.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).