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Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

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Notas del capitulo:

Es un episodio cortito, pero como ya he empezado de nuevo la Uni era lo máximo que podía dar de mi.

En realidad tenía el fragmento escrito hace unas hojitas, pero justo cuando lo iba a publicar mis amigos me dijeron que fuese a jugar al WoW y se me olvidó jeje Sorrryyyyyyy T.T  Queredme

Espero que al menos os entretenga algo el cap, aunque sea cortito XD

Karen paseaba por la amplia y fría sala de su despacho, una sala que en aquellos últimos días había acabado por saberse de memoria. El chico simplemente iba de un lado a otro sumido completamente en sus pensamientos, luego frenaba, soltaba alguna frase exaltada (Como si estuviese teniendo una acalorada discusión consigo mismo) y vuelta a empezar con la caminata en círculos. En su mesa estaban esparcidos los mismos papeles de siempre, el chico no pudo evitar echar una mirada fugaz a la mesa de madera y por un momento se imaginó a Jenna sentada en su sitio de siempre, técnicamente era el sitio del rey, pero la chica nunca hacía caso cuando él se quejaba, también se imaginó a James sentado en el otro extremo, fingiendo estar prestando atención y trabajando en algo cuando en realidad lo único que hacía era pensar en Christian. Aquella imagen apareció fugaz ante sus ojos y tan repentinamente como había aparecido desapareció, una sentimiento de nostalgia le embargo, por un momento el rey se preguntó qué estarían haciendo aquellos dos ahora mismo, pero enseguida desechó ese pensamiento. Tal vez llevar tres días encerrado en soledad no era buena idea, se acababa volviendo paranoico.

El muchacho anduvo por la sala hasta llegar a la mesa y agarró un par de hojas al azar. Sabía que era inútil seguir buscando la hoja de los horarios del carruaje cuando ya se había asegurado cinco veces de que no estaban ahí, pero no podía evitar hacerlo. Las hojas que tenía en la mano se arrugaron debido al exceso de presión que ejerció al tensarse.

 

—Pueden haberlo descubierto de cualquier manera Karen. De cualquiera… y de todas maneras, si la robaron podría haber ocurrido cuando salimos todos de la sala.

Sí, quería convencerse a él mismo de que eso era lo más probable, pero la duda seguía ahí. Y un rey no se puede permitir confiar la vida de su reino en manos de alguien en quien duda. Con un movimiento briscó volvió a dejar todo en la mesa causando que las hojas cayeran como cascadas por los bordes, pero en ese momento era lo que menos le importaba. Estaba apunto de descargar su frustración contra el resto de papeles que se habían salvado cuando un golpeteo le sacó de su propio mundo. Alarmado dio una vuelta sobre si mismo solo para contemplar la sala vacía. Había sido el sonido de alguien golpeando a la puerta, pero no había provenido de la puerta. Inspeccionando con más cuidado la habitación lo vio. El rostro de Christian asomaba entre los barrotes de un pequeño vano de pared.

Ambos muchachos se quedaron mirando mutuamente durante unos segundos. Karen preguntándose internamente si aún estaría a tiempo de salir por la puerta y fingir que no había notado su presencia y Christian rogándole con la mirada que no lo hiciese. Al final el ojigris pareció resignarse, se cruzó de brazos y con un tono que no pretendía ser cordial habló.

— ¿Qué haces tú aquí? — Christian no pareció mistarse ofendido por aquel tono, como si estuviese más que acostumbrado a escucharlo y simplemente respondió con naturalidad.

—Tengo que hablar contigo sobre James —Karen no respondió. Por supuesto que quería hablar sobre James, Karen llevaba esperando un movimiento de ese tipo desde el momento en que decidió poner distancia entre él mismo y el resto del mundo. Al ver que el rey no decía nada Christian continuó —. Aunque si pudiese hacerlo cara a cara y sin unos barrotes de por medio sería mucho mejor.

Karen no respondió por otros buenos cinco minutos. Se mantuvo de pie, tenso y con los brazos cruzados mientras meditaba si sería conveniente o no hablar con aquel ladrón, uno de los principales sospechosos. Tal vez fue porque llevaba tres días sin hablar con nadie y se sentía tremendamente solo, pero al final acabó moviendo a regañadientes hacia uno de los grandes ventanales de la habitación. Descorrió el oxidado pestillo y abrió las gruesas contraventanas de madera para dejarle el acceso libre. Christian, desde el tejado en el que se encontraba, justo debajo de la ventana, trepó con agilidad y se sentó en el marco de esta. Aquella escena se le hizo muy familiar, había sido en aquel mismo sitio donde había tenido el primer contacto con Christian y Jenna, solo que por motivos y circunstancias diferentes. El chico decidió que lo mejor era dejar de recordar viejos tiempos e ir directo al grano.

— ¿De qué quieres hablar? —Christian pareció dudar unos instantes, pero cuando los ojos azules del ladrón se volvieron a encontrar con los de Karen había determinación y seguridad.

—Quiero que dejes de evitar a James — Karen se removió incómodo, sabía por donde iban a ir los tiros, pero aún así no le sentó bien escuchar esas palabras. 

—No le estoy evitando.

—No, tienes razón. Nos estás evitando a todos directamente. La diferencia es que a James le afecta más. Llevas tres días apartado del mundo, sospechando de todos y sin querer confiar en nadie ¿Sabes lo que significas para James que no confíes en él?¿Qué le ignores? ¡Eres como un hermano mayor para él!

—Y él es como un hermano menor para mi —Aquella confesión salió inconscientemente de entre los labios del rey en forma de murmullo —. Si. James ha sido mi mejor amigo desde que tengo memoria, pero hay momentos en los que no se puede confiar ni en un hermano.

—Idioteces. Sabes que James nunca te traicionaría —Aquella frase por alguna razón cabreó al castaño que volvió a caminar por la sala con nerviosismo. y con voz contenida rumió.

— ¿Nunca me traicionaría? ¿Y si fuese por ti ladrón? ¿Puedes asegurarme de qué James no sería capaz de traicionarme por ti? — Christian no se esperaba esa pregunta y rostro se volvió gris por unos segundos. Karen cesó sus idas y venidas para quedarse frente al pelinegro, acusándole internamente con la mirada. Al final el ojiazul pareció reaccionar. Hablando con voz calmada.

—Hace ya tiempo que James y yo discutimos el tema de cambiarse a uno mismo por el otro. Si James te traicionase solo por mi ya no sería James y él sabe que nunca le perdonaría eso.

Karen maldijo internamente a los estúpidos enamorados con sus estúpidas frases de enamorados, pero muy en el fondo sabía que tenía razón. Al notar un atisbo de duda en los ojos del rey Christian pareció ver su oportunidad para insistir y sincerarse.

—Mira… No de pido que confíes en mi. Es más, no quiero que confíes en mi, ni en mi hermana, ni mis amigos, ni siquiera en Jenna si no quieres, pero sabes perfectamente que en James si que puedes confiar. 

Karen gruñó molesto, pero aquel mensaje oculto no le había pasado desapercibido. Se volvió a cruzar de brazos y miró a Christian con seriedad.

—¿No quieres que confíe en ti? —El soldado esbozó una triste sonrisa al ver como la tensión volvía a invadir al rey.

—Solo te decía que no es recomendable confiar en un ladrón. Aunque eso ya lo sabes — El mayor le dedicó una mirada grave. Cuando habló había optado ese tono que tanto había practicado de pequeño. El tono frívolo de alguien que hace su deber sin mostrar ningún atisbo de sentimientos.

—Si no confío en ti lo más astuto sería mandarte arrestar en este mismo momento. Debería hacerlo —Christian le sostuvo la mirada al rey. Si en algún momento la atmósfera había sido amigable aquello había desaparecido por completo. Al final el ladrón habló.

—Sí, deberías — Por un momento Karen pareció escuchar un tono de súplica en las palabras del ojiazul, aquello le sorprendió y derrumbó sus esquemas. Confundido e inseguro por aquella conversación casi habló con duda.

— ¿Y si lo hago? — Christian volvió a permanecer en silencio por unos segundos, como si estuviese pensando muy seriamente la respuesta y algo en su interior luchase contra él. Al final acabó por suspirar.

—No creas que me voy a dejar capturar tan rápido. Tú no eres el único que tiene cosas que proteger — Dicho eso se levantó del alféizar y saltó al tejado del exterior, como si temiese que Karen cumpliese de verdad su amenaza. El rey no hizo ni dijo nada. Simplemente le dejó marchar. Tal vez como un gesto de buena voluntad hacia su amigo James. 

Nada más quedarse solo cerró la ventana de nuevo, volviendo al estado de completa obscuridad en la que hace apenas unas horas había estado sumido, pero en vez de seguir aislándose en aquella habitación salió por la puerta para buscar a su amigo.

Christian en cambio bajó por los tejados del castillo sin que nadie le viese. Esquivo a la muchedumbre y una vez llegó a las afueras de la muralla interior se perdió de nuevo por los callejones de la ciudad, poco a poco estos se fueron vaciando de gente hasta llegar a un barrio donde apenas podías ver un alma por las calles. Aquel era el barrio de los antiguos revolucionarios, donde las conspiraciones y trampas habían sido tema de conversación popular y donde lo mejor era no acercarse a nadie, pero no es como si Christian no estuviese acostumbrado a sitios como ese. Anduvo por la zona con apariencia desinteresada, como si solo hubiese ido por ahí para recordar “ viejos tiempos”, pero tras un par de vueltas sin sentido acabó por entrar en un pequeño almacén vacío, donde apenas quedaban un par de colchones mustios esparcidos por el suelo y donde un pequeño gato había decidido adueñarse del lugar como territorio de juegos. Christian no pudo evitar sonreír al ver a la cría y se acercó a ella con cuidado para acariciarla mientras se tumbaba en uno de los duros colchones. El pequeño gato negro pareció considerar a su nuevo acompañante digno, porque se dejó acariciar y, tras descubrir que era mucho más divertido dedicarse a mordisquear los dedos del muchacho que conformarse con las cuerdas tiradas por ahí, se sentó en el regazo del chico y no se separó de él. 

Así estaba Christian disfrutando de su nuevo amigo ( Mordedor, pero amigo de todas maneras) cuando una voz que se le estaba haciendo cada vez más horrorosa rompió la armonía del momento. 

—¿Por qué cada vez que te encuentro estás en una situación tan adorable Law?— Christian no dijo nada, aunque lo que más quería en ese momento era levantarse y dar un tremendo puñetazo al dueño de aquel armonioso timbre. En cambio, se mantuvo en su sitio sin apartar la vista del pequeño minino mientras sentía como un muchacho de cabellos plateados se sentaba a su lado. Cuando por fin consiguió ralentizar su respiración alzó la vista para dedicarle una mirada de odio.

—Me dijisteis que no habría heridos — El muchacho de cabellos plateados hizo una especie de mohín que pretendía pedir perdón, pero que en él no significaba nada. 

—¡Ay, pequeño! Sabes que no fue mi culpa. Si Axel me dice que hay que ser agresivo yo no puedo hacer nada —En eso Christian le creía con toda certeza. Si Axel pidiese la mismísima luna Nico se la llevaría solo por el miedo que le profesaba su jefe. El miedo era una de las pocas cosas que se veían muy claras en los ojos negros de Nico… el odio y puede que el goce al ver como otras personas sufrían —, pero pasemos a hablar de cosas más interesantes…

Antes de que el chico pudiese empezar a hablar Christian le frenó y alzó una mano, con cuidado de no asustar al gato negro que aún seguía en su regazo, contemplando inmóvil la escena como si entendiese cada una de las palabras que estaban diciendo.

—No hace falta que hables, no pienso hacer lo que sea que queráis que haga —Nico permaneció unos segundos en silencio, aún con los labios entreabiertos, como si no llegase a comprender que se hubiese atrevido a decir eso, que se hubiese atrevido a interrumpirle y fastidiarle la sorpresa. Luego una pequeña sonrisa malévola fue asomando de entre sus labios.

—Vaya, vaya. Esto sí que es divertido. ¿Un cambio de opinión Law? ¿Te has arrepentido tan pronto? Me pregunto si tiene que ver con aquel chico tan mono de la otra noche.

Christian apretó la mandíbula con fuerza, pero prefirió no darle la satisfacción de ver su rostro crispado e ignoró sus especulaciones.

—Te importa una mierda por qué lo hago. Simplemente no voy a hacerlo —El rostro del de ojos negros se tornó un poco más serio, aunque aún había un abismo de diversión en el fondo de sus pupilas.

—¿Eres consciente de lo que pasará si le digo a Axel esto verdad? —Un pequeño escalofrío recorrió la columna de Christian, si… en el fondo podía comprender por qué aquel chico de aspecto tan frío tenía miedo de su jefe.

—No estoy diciendo que voy a dejar de un lado deber, solo digo que en el próximo trabajo no cuentes conmigo…solo por esta vez — Sabía que eso no valía para Axel, que estaba obligado a hacerlo lo que él pidiese sin rechistar, pero algo en su interior aún guardaba algo de esperanzas. No por la misericordia de aquel despiadado chico, sino por la del que se encontraba sentado en su lado. Nico no dijo nada por un buen rato, meditando las palabras, o tal vez pensando en algo completamente diferente. Nunca se podía saber bien con él. Al final acabó por levantarse mientras reía.

—Vaya, vaya. Si sigues así te vas a meter en líos cariño — Se estiró en su sitio como un niño pequeño que va a empezar a jugar a un partido con sus amigos. Luego sin decir nada, sin aclarar si por esta vez le dejaba aquel capricho o si en cambio le iba a meter en problemas se marchó. Dejando a Christian solo y mucho más intranquilo de lo que había estado cuando entró en aquel almacén.

 

Notas finales:

Si queréis comentarme algo, declararme la guerra o simplemente contarme la historia de como vuestro gato aprendió a comer con tenedor y cuchillo podéis hacerlo por aquí, por Facebook (VincaGnone/Crystalpm) o podéis escribirlo en una carta y quemarla al viento, pero no creo que eso os funcione 

Buenas noches ( O días) y espero que paséis un gran día :)

 


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