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Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

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Christian observó la puerta del despacho de Axel con repugnancia. La alegría de saber que Nico no estaría por los alrededores durante un par de días había sido completamente destruida al comprender que si el peliblanco no estaba era a él a quién le tocaba lidiar con el líder.


Suspirando resignado golpeó con los nudillos la puerta de madera, excesivamente ornamentada con motivemos dorados, cómo si así quisiese ocultar la vulgaridad del que se encontraba detrás de ellas. Esperó unos segundos hasta que esta se abrió de par en par, dejando ver a Cassandra tras las puertas. La mujer no mostró el más tipo de reacción al ver el rostro de su hijastro, pero al fondo de la habitación se escuchó una voz.


—¡Ah, Christian! Déjalo pasar, le estábamos esperando — De mala gana la mujer se echó a un lado, permitiendo al muchacho entrar en aquella habitación que siempre estaba llena de humo y destilaba un fuerte olor a incienso. Ignorando a Cassandra centró su atención en Axel. El hombre le observaba sonriente sentado en su asiento detrás de una enorme mesa. Al otro lado de esta podía distinguir a alguien sentado, dandole la espalda —. Este es el muchacho del que tanto te he hablado.


El aludido, aun sentado en su asiento, tornó el rostro para contemplar al muchacho y Christian pudo sentir como unos ojos avariciosos le inspeccionaban. Era un hombre mayor, de aspecto duro.


—Así que tú eres el chico que dejó toda su vida solo para pagar la deuda de un padre al que ni siquiera conoces —Christian apretó la mandíbula con furia, pero se limitó a asentir. El hombre soltó una carcajada—. Eres realmente imbécil— el pelinegro tuvo que forzarse a mantener un tono de voz indiferente.


—No lo hago por mi padre, señor — A su lado pudo escuchar a Cassandra bufar, pero ninguno de los dos hombres pareció darse cuenta. Axel volvió a reír cruelmente.


—Claro, claro. Lo hace por unos hermanitos a los que ni siquiera conocía.


—Sigue siendo una acción imbécil.


—Imbécil o no me es muy útil. Es un buen ladrón ¿Sabías? y está dispuesto a hacer de todo para cumplir la deuda del idiota de su padre— Con el dedo índice indicó a Cassandra que le sirviese más vino—. No solo me quedé con su mujer y con los niños, sino que también con el hijo bastardo— Ambos hombres volvieron a reír a carcajadas y Christian pudo ver como el pulso de Cassandra temblaba al servir el vino. Cansado de tantas idioteces decidió intervenir.


—¿Me llamaba para algo en especial jefe? ¿O solo para reírse de mi?— Si tono gélido hizo que parasen de reír.  El desconocido se inclinó en su silla, para observarle mejor.


—Tienes agallas chico, me gusta —Axel, que no parecía para nada ofendido por el tono con el que le había hablado el pelinegro habló.


—Christian, quería presentarte a mi amigo de negocios. Aldrich es el que controla el contrabando de armas. Nico es el que suele tratar con él, pero dado que está fuera tendrás que ocuparte tú de esto los próximos días.


—Si se me permite preguntar jefe ¿Qué está haciendo Nico?


—Parece que a nuestros clientes les gustó nuestro trabajo para entregar el mensaje de guerra al rey. Tienen planeado mandarnos algo más —Christian apretó el puño con fuerza. No pensaba volver a la capital para otro atentado. No correría el riesgo de volver a encontrarse con James.


Cuando terminaron de poner en acuerdo los intercambios con Aldrich Christian pudo respirar aliviado al ver que Axel le despachaba con un movimiento de manos, diciendo que ya no le necesitaban de momento. Sin darle tiempo a que cambiase de idea se levantó con rapidez y salió de aquella insoportable habitación como si su vida dependiese de ello. Al cerrar las puertas tras de sí suspiró agotado. Esperaba que Nico volviese pronto porque él no podría aguantar estar tan cerca de aquel insoportable hombre por mucho tiempo.


— ¿Una mañana dura verdad? —Scapa le esperaba apoyado en una columna. Con una sonrisa amarga en los labios. Christian estiró la espalda notando todos los músculos del cuerpo tensos e inició el camino por el pasillo.


—No sabes cuanto.


—Yo que pensaba que al librarnos de ese cabrón íbamos a tener las cosas más fáciles.


Cuando llegaron al comedor un grupo de niños pasó corriendo a su alrededor obligándoles a pararse. Christian observó confundido como les ignoraban y salían corriendo hacia el interior del comedor.


—¿Qué demonios? —Scapa sonrió nostálgicamente.


—Es por los nuevos. Llegaron ayer — Con un movimiento de cabeza señaló al enorme corro de niños que se había formado en el centro de la sala —. Parece ser que hay uno al que se le dan bien los trucos de cartas y están todos emocionados. Muchos de estos niños no han visto nunca un mísero truco de magia — Christian frunció el ceño.


—Lo que menos necesitan es alguien que les meta ideas alocadas en la cabeza. 


—Vamos no seas así. Se merecen una alegría, aunque sea una estupidez como esa. ¿Quieres acercarte a ver? —El pelinegro negó con la cabeza y desviando la mirada murmuró.


—No tengo hambre. Creo que me iré afuera un rato— Su amigo le miró durante unos instantes y al final se encogió de hombros.


—Voy contigo. Ya me se todos los trucos del mundo gracias a Gray. No tendría gracia verlos ahora.


 


 


 


En el centro de aquella muchedumbre de niños emocionados James intentó forzar una sonrisa falsa, mientras hablaba a su compañero entre dientes, para que nadie le escuchase.


—¿No crees que ya es suficiente? Estás atrayendo demasiado la atención — El rubio hizo un gesto despreocupado con los hombros y por décima vez sacó de entre sus manos la carta que había pedido a un niño del público que escondiese. Un murmullo de admiración inundó la sala al ver que el pequeño ya no tenía la tarjeta que había escondido cuidadosamente en su pantalón y que esta se había teletransportado a las manos del rubio y miles de voces le pidieron que hiciese otro truco más. En aquel momento la voz de Jorge resonó por todo el comedor.


—¡¿QUÉ HACEÍS PANDA DE IDIOTAS?! ¡A COMER Y CALLAR! —Rápidamente el corrillo que se había formado se disolvió y cada joven se sentó en el sitio que le correspondía y empezó a comer intentando evitar cualquier otra reprimenda. James suspiró aliviado y Gray al escucharle le miró con una enorme sonrisa en el rostro.


—Te noto un poco tenso Eric ¡Relájate! — El menor no pudo más que fulminarle con la mirada. Enfrente suyo Gabriel, un chico joven de cara alargada se rió.


—Tu hermano no está de muy buen humor— James volvió a mantenerse en silencio y empezó a comer la escasa comida que les habían dado. ¿Cómo no estar de mal humor? Gray se había pasado el día completo siendo un completo quebradero de cabeza. 


Cuando Jorge les exigió que se despertasen a las 6 de la mañana ( tras haber dormido unas escasas 4 horas) el rubio había sido el único en levantarse con una plena sonrisa en el rostro. Más que gustoso había asumido el papel de despertar a los rezagados lanzándoles un cubo de agua helada en la cabeza y cuando el castaño le había mirado con reproche por disfrutar con ese trabajo el mayor se había limitado a reírse y encogerse de hombros.


—No te puedes quejar. Christian me dijo que tú despertabas a base de patadas. 


Durante el desayuno ya se había presentado a por lo menos la mitad de niños de la casa con aquel nombre estúpido que se había inventado, haciendo por ende que James tuviese que presentarse también. El castaño, que lo último que quería era llamar la atención se había visto obligado a forzar una sonrisa amable y a fingir ser un muchacho de 15 años que había acabado en aquella casa debido a su mala fortuna. Además, siempre que Gray se veía obligado a contar algo sobre el pasado de ambos hermanos James volvía a sentir ese escalofrío terrorífico que le había recorrido la espalda cuando el rubio le contó su falsa vida a Nayra. 


Tras eso Jorge les había mandado separarse en los grupos que formo el día anterior y a los mayores les había obligado a cargar cajas durante todo el día para llenar los carromatos que ellos mismos habían ocupado el día anterior. Durante ese proceso el rubio había entablado amistad con más de uno. Sobretodo con el joven que ahora mismo tenían sentado delante de ellos. Gabriel era un muchacho de 16 años que parecía haber pasado el tiempo suficiente en esa casa como para saber como funcionaban las cosas por ahí. 


Lo que más había sorprendido a James de aquel trabajo es que el supervisor no era más que un niño de probablemente su edad. Cuando Gray le había preguntado a su nuevo amigo sobre eso los ojos del chico se endurecieron.


—Los superiores siempre suelen coger a un par de los nuestros para el cargo de supervisores. Les ofrecen ciertos privilegios si hacen el trabajo sucio de controlarnos y castigarnos si es necesario —Aquello sorprendió al soldado.


—¿Son capaces de castigar a sus propios compañeros? — Gabriel hizo una mueca.


—A muchos les da igual traicionar a sus amigos por un poco de poder. Al final acaban por creerse mejores que los demás— el muchacho bufó, claramente molesto—, como si ellos mismos no hubiesen estado en nuestro lugar.


Ninguno había añadido nada más. Se habían limitado a trabajar en silencio por el resto de la mañana. Hasta que llegó la esperada hora de comer y aquel muchacho que estaba de supervisor les indicó que podían parar. 


 


Ahora se encontraba sentado en el comedor junto a su falso hermano y Gabriel. Afortunadamente a la hora de comer no parecían hacer distinciones de género y Nayra había podido sentarse a su lado junto a Oscar. Tanto la chica como el soldado habían suspirado aliviado al ver aparecer al niño con una enorme sonrisa en el rostro y totalmente ileso. El pequeño al ver a su hermana corrió hasta la mesa para sentarse a su lado y le contó emocionado como una niña llamada Farah le había enseñado un juego de palmas. 


—¿Qué tipo de trabajos mandan hacer a los pequeños? —Preguntó James a Gabriel, que estaba demasiado concentrado en su comida para prestar atención.


—Generalmente trabajan en los almacenes, fabricando cosas —dijo el chico entre bocado y bocado—, pero si ven que no sirves para eso irás al grupo de los que piden...


—¿Pedir? —Gray se había sumado a la conversación, repentinamente interesado


—Sí, mendigar. Te sorprendería la cantidad de ingresos que da un niño de aspecto andrajoso pidiendo. Sí ni siquiera sirves para eso te pueden mandar a la casa roja, o al casino.


—¿Casa roja? — Gabriel enmudeció y echó una mirada hacia Oscar para luego volver a posarla en James y hacer una mueca. El soldado comprendió y decidió que no quería averiguar nada más de aquellos repulsivos negocios, pero Gray no parecía estar de acuerdo con él, porque retomó el interrogatorio que él había dejado.


—Fabricación, contrabando, burdeles y casino... ¿Pero cuántos negocios se manejan en este maldito lugar? —El chico se encogió de hombros.


—No te puedo decir con seguridad. A la mayoría no nos dejan salir de estas paredes así que estamos enterados de la mitad de las actividades que hacemos— Gray y James intercambiaron una mirada preocupada. Tenían que poder salir para mantenerse en contacto con Jenna y Dan. 


—¿No nos dejan salir? — Gabriel negó con la cabeza sin darse cuenta de la expresión consternada de sus compañeros.


— Algunos viernes dejan salir a los supervisores o a algunos trabajadores que han sido especialmente útiles en la semana... y luego están los superiores claro, ellos pueden salir cuando quieran — Ante esas palabras los ojos de Gray parecieron brillar triunfantes. El rubio terminó de comer su plato y fingió estirarse de manera exagerada, para luego posar los brazos en la mesa y adoptar una posición más confidencial.


—Bueno, ya que estamos en el tema, vamos a lo importante Gabriel. ¿Cómo puede uno llegar a esos puestos?


El muchacho arrugó la nariz, contrariado.


—No es tan fácil como piensas, para ser superior tienes que haber pasado la mitad de tu vida aquí y ser alguien de extrema confianza. El miembro más antiguo es Nico y por tanto es el que lo controla todo. Todos se habrán tirado por lo menos 10 años trabajando aquí, para ser supervisor más de lo mismo, pero suelen buscar a gente despiadada— James contuvo un bufido, no tenían tanto tiempo, pero Gabriel sonrió maliciosamente y se acercó más a la mesa para bajar el tono de voz—. Aunque siempre hay excepciones por supuesto. Están los dos mocosos favoritos de Axel. Farah y Andrés, todo el mundo sabe que su madre es la puta del jefe— La sonrisa del chico se agrandó—, y luego están Christian y Scapa. Esos sí que son un caso curioso.


James tuvo que hacer un enorme esfuerzo para que el vaso de agua que sostenía no se le cayese de las manos estrepitosamente. En cambio Gray no mostró la más mínima reacción, se limitó a sonreír también y a poner un tono de voz inocente.


—¿Y eso? —Gabriel terminó de un bocado lo que le quedaba de la mísera comida y le dio un enorme trago a su vaso de agua. Tras eso se limpió el borde de la boca con la manga de la roída camiseta y continuó. Se veía que el chico disfrutaba contando ese tipo de cosas.


—Hace unos meses apareció un chico pelinegro de la nada, exigiendo ver a Axel. Se encerró con él por horas en su despacho, nadie sabe de que hablaron exactamente, pero cuando salió de ahí ya había sido nombrado superior. No había pasado nunca. Ese chico, Christian, es un tipo curioso, fue el mismo el que se metió en este mundo, pero siempre tiene una cara de perros como si estuviese viviendo su peor pesadilla — James podía sentir el corazón bombeando con fuerza —. Después de eso los niños de los que os he hablado antes, Farrah y Andrés, empezaron a llamarle hermano. ¡Eso sí que se tener suerte! Una madre que es la favorita de Axel y un hermano que asciende automáticamente a superior... me pregunto de que habló con Axel aquella vez. La gente dice que está aquí para pagar algo de una deuda, pero no creo que sea tan imbécil para entregarse él mismo cuando podría haber huido fácilmente de la ciudad, al menos eso habría hecho yo—El chico se echó a reír —. Luego, pasadas unas semanas se presentó el otro chico, el que se llama Scapa, pasó algo parecido con él. Axel, Christian y él se encerraron de nuevo en el despacho por horas y al salir también era un superior, pero según lo que dicen él está aquí por propia voluntad.


En aquel momento Jorge volvió a aparecer en el comedor.


—¡Se ha acabado el tiempo de comer!¡ A TRABAJAR! — Todos se levantaron al unísono y la sala se llenó del ruido de risas y pasos. James y Gray siguieron al resto hacia el patio de nuevo a paso lento, quedándose un poco rezagados. Fue Gray el que decidió romper el silencio.


— Christian no tenía deudas— dijo con tono serio y seguro de sí mismo—. Robamos una fortuna en las arcas reales y nunca viajamos a Dines, estoy totalmente seguro de que no tenía deudas.


—Ni hermanos— murmuró James, casi para sí mismo—. Nunca me dijo que tuviese dos hermanos.


 

Notas finales:

 

Lo siento si el capítulo os parece un poco aburrido, se que no hay mucha acción, pero era necesario para poneos un poco en situación con todo el tema de los negocios de Axel

, pero bueno. Al menos ya sabéis más o menos por qué Christian hace lo que hace( tiene sus razones aunque sea un testarudo incapaz de pensar en un plan mejor que no conlleve sacrificarse a él mismo (?) XD)

 


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