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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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Notas del capitulo:

 

—¡Mamá! ¡Papá! ¡Llegaron! ¡Lo extrañé demasiado!

La mañana de navidad hubiera sido hermosa hermosa, los padres de Jongdae hubieran entrado por la puerta, sonrientes por la alegría por encontrarse con su hijo después de un largo tiempo, los  últimos meses habrían sido por completo de viajes.

—¡Jongdae! ¡Mi bebé!

Su madre como la primera en abrazarlo, las lágrimas no se aguantarían, seguro le hubiera resultado difícil pasar tanto tiempo sin su niño, las llamadas eran cortas, si es que lograban comunicarse, pero la navidad era especial y no podían dejarlo solo, no de nuevo. Lo hicieron una vez y quería asegurarse de que no volviera a pasar.

—¿Qué tal, campeón? —interrogaría su padre acomodando los anteojos de su hijo con un dedo.

Él sería el siguiente en saludar. Primero sería un apretón de manos que luego, al sentir sus mandíbulas temblar de la emoción se convertiría en un abrazo, un masculino abrazo de padre e hijo.

—Pasemos rápido, hace frío y tengo que empezar con la cena.

—Oh, claro.

La madre de Jongdae era una mujer cariñosa, elegante, además de alta, igual que su padre. Chen había sacado todas esas cualidades —excepto la altura, claro— y no hubiera podido evitar que le brotaran cuando ellos estuvieran ahí. El simple hecho de ver a su madre entrar a la cocina, con las bolsas de las compras recién hechas era belleza. Su padre luchando para cargar el solo las maletas que traían era algo que él hubiera querido ver hace un buen tiempo. Su pecho se comprimiría una vez más, estaría llorando como un niño pequeño. Con sus padres ahí se sentía como uno, ya que por desgracia, sus viajes empezaron justo ahí.

—¿Jong, no has armado el árbol?

—No podía hacerlo sin ustedes, papá.

El señor suspiraría sonriente, tirando de la caja que guardaba el mencionado árbol de navidad. Serían un par de horas divertidas. Los adornos serían colocados uno por uno en cada rama, la señora Kim se encargaría de un pavo que habría encontrado precocinado en el supermercado por el que hubiera pasado junto a su esposo antes de llegar a casa.

—¿Y qué me cuentas, Jong? ¿Ya tienes novia? —seguro Jongdae echaría a reír mientras sacara la estrella que colocaría en la copa del árbol.

—Nada de nada. No hay nadie interesante.

—No te estarás metiendo en problemas, ¿no? —Chen seguro frunciría el ceño, ofendido por las palabras.

—Hablas como si de verdad esperaras eso de mí.

—Jongdae, no hace falta recordarte las notas que nos llegaban del colegio cuando iban mediados de secundaria.

—No recuerdo haber tirado a ese niño a la piscina. Y si fuera así seguro se lo merecía.

Reirían un rato más. El pavo estaría en el horno, esperando terminar de ser cocinado, mientras que los padres de Jongdae en su cuarto desempacando sus maletas. Hubiera sido gratificante estar en casa. Dormir en su propia cama, cocinar en su propia cocina y no hablar con una mala señal con su hijo. La señora de la casa colocaría ropa sucia en el cesto en una esquina de su cuarto cuando su hijo ingresara a la habitación, sin decir nada más para acomodarse en la cama, observando como los adultos colocaban las cosas en su lugar.

—¿Cuánto tiempo se quedarán?

—Todo lo que podamos, Jongdae.

O eso es lo que a Jongdae le hubiera gustado que pasara, en su fugaz imaginación podía ver la escena tan digna de su familia. Pero justo en ese momento, en la mañana de Nochebuena, durante la llamada que estaba teniendo con su madre su ilusión se deshizo cual papel sobre el agua. Ellos no llegarían, el aeropuerto de Nueva York estaría cerrado hasta nuevo aviso.

—Lo siento, Jongdae, de verdad, tu padre y yo queríamos llegar.

—No importa, ustedes no controlan la nieve. ¿O sí?

—Veremos cómo van las cosas, no creo lleguemos, de todos modos volveré a llamar, quiero saludarte a media noche. ¿Vale?

—Adiós, mamá.

«Jingle Bells 
Jingle Bells 
Jingle all the way! 
What fun it is to ride 
In a one-horse open sleigh»

—Jongin, por favor llama a la pizzería, ya se van tardando mucho. ¿Qué vamos a almorzar?

—Pero, papá, mientras más se tarden mejor. Así no pagas.

El hombre pensó unos momentos y asintió con la cabeza. Volvió a sentarse en el sofá al tiempo en el que Kai se levantaba. Subió las escaleras a su habitación. Más tarde irían a casa de los Park. La Nochebuena parecía algo ajena a Jongin. El árbol estaba ahí, las luces también, igual los regalos y adornos de mesa. Solo faltaba la cabeza de Kai.

No paraba de recordar el inconveniente que había tenido con su amigo. ¿Cuánto había pasado? Quizá un par de semanas. No, eso fue a fines de Noviembre. Ya era 24 de Diciembre. Qué rápido se pasaba el tiempo.

Suspiró entrando a su habitación.

Más tarde el deseado almuerzo llegó, una pizza —gratis cabe resaltar— americana estaba con la caja abierta y a medio comer sobre la mesa de la sala. El señor Kim estaba en su habitación con una tajada colgando de su boca mientras se colocaba el saco sobre la playera. Insistía en que se veía más elegante, quería mantener su imagen de adulto.

—Papá, ya es hora de irnos.

Kai se había asomado por el umbral de la puerta, el reloj en su celular marcaban las siete de la noche, era hora de ir avanzando a la casa de los Park. Seguro que la cena estaría lista sobre la mesa, solo esperando a la media noche y poder ser servida.

El auto no lo sacaron esa noche, caminaron disfrutando lo fresco del clima. Respiraban tranquilos, no dijeron casi nada durante el camino. Jongin miraba de reojo a su padre, con las solapas de su saco bien planchadas e impecable presentación.

La casa de los Park estaba relativamente cerca. Pronto pudieron ver como esta resaltaba al estar por demás decorada e iluminada, seguro por el señor de la casa. Había grandes figuras de renos dando la bienvenida, sus narices se iluminaban de forma coordinada. El padre de Jongin tocó el timbre, esperando que la puerta sea abierta.

—¡Feliz navidad! —era el padre de Chanyeol el que los recibía con unas astas en la cabeza y guirnaldas colgadas de su cuello cual bufanda— Pasen. Chan está en su habitación, Jongin.

—Gracias, iré a verlo.

Después de un pequeño saludo y felicitaciones por las fechas el menor pasó y subió las escaleras mientras que los dos padres se dirigían a la cocina. El señor Kim empezó a regañar a su amigo por lo infantil de su vestimenta. Al tiempo de que desenredaba las guirnaldas de su cuello, el otro se limitó a hacer un enorme puchero, era consciente de que una discusión sobre el buen vestir con el otro no lo llevaría a ningún lado.

Dos toques fueron los que dio Kai sobre la puerta del cuarto de su amigo.

—¿Quién? —escuchó desde adentro.

—Kai. ¿Puedo pasar?

—¡Entra! —Jongin hizo caso, dudoso. Ahí encontró a Chanyeol vestido en su totalidad de rojo y verde. Quiso reír, pero la situación no era la correcta— Al fin llegas.

—Sí, hace un momento. ¿Ya viste a tu padre con astas?

— Sí. —rio.

Kai se sentó en la cama de Chanyeol, este seguía de un lado a otro poniéndole un moño al regalo de su padre. Él nunca fue bueno para envolver nada, ni siquiera para ponerle el forro a sus cuadernos cuando iba en secundaria.

—Oh, cierto. Tenemos que hablar.

—¿Tienes que dártela de directo justo hoy?

—La última vez corriste. Al menos aquí no puedes salir huyendo.

—Quien sabe, tienes ventana.

Chanyeol rio— Solo te voy a decir una cosa y es que no importa. No pretendo nada con KyungSoo, eso puedo asegurártelo. Y bueno... Tú eres genial. Gánatelo, o yo que sé. Usa algo de ese encanto que usas con las chicas del instituto con tu enano.

Jongin le sonrió a su amigo— Gracias, eh.

—Para algo estamos los amigos.

«Noche de paz, 
¡Noche de amor! 
Ha nacido el niño Dios 
en un humilde portal de Belén 
sueña un futuro de amor y de fe 
viene a traernos la paz 
viene a traernos la paz...»

En el departamento eran puras sonrisas. Tao y YiFan se mostraban felices ante la cámara de la computadora. Tenían más o menos una hora y media de video llamada con las madres de ambos. Hablaban tan encantados de su vida juntos, reían mucho. Tao recostaba su cabeza en el hombro del mayor mientras que este lo abrazaba por los hombros.

La señora Wu no pudo evitar que las lágrimas de nostalgia hacia su hijo se le escaparan cuando ellos mencionaron quedarse en Corea para recibir el Año Nuevo.

—A veces me duele tanto haberlos mandado tan lejos. —sollozó la mujer.

—No llores, mamá. Pueden venir cuando quieran a visitarnos. —Kris sintió como su compañero le pellizcaba el muslo en desaprobación— O nosotros ir cuando acabemos nuestros estudios, ya saben que siempre las extrañamos.

La mujer se secó las mejillas húmedas.

—Mamá, —habló Tao— saluda a papá de mi parte, recuérdale que lo quiero mucho.

—De acuerdo, bebé. Sabes que él hubiera querido saludar, pero tanto él como tu padre —miró a YiFan— ha tenido que volver a la oficina, regresarán a eso de las diez.

Ambos chicos suspiraron, separándose un poco para poder respirar por fin.

—Bueno, ya basta de llanto. Espero pasen una hermosa navidad. YiFan, cuida mucho de mi Tao, ¿sí? Sabes lo frágil que es a veces.

—Siempre lo hago. Tao siempre estará bien a mi lado. —sonrió.

—Entonces creo que es todo. Nos despedimos.

Mientras se despedían con las manos la transmisión fue cortada. Kris enseguida se levantó del asiento, sacudiendo con recelo su hombro. Salió de su habitación, puesto que él era el dueño de aquella Laptop estaban en su cuarto. Se retiró a la sala. No tenían árbol de navidad, no lo veían necesario, solo guirnaldas en las ventadas y algunas luces.

Aunque la casa aun así olía a navidad, como cuando la aún estaban en China.

Tao se había encargado de haber un poco de comida, la tradicional para las fechas. Iba sobrar y les constaba. A media noche se repartirían la cena e intercambiarían un pequeño regalo hipócrita por las fechas.

La tradición se conservaba, a las doce, por el espíritu del tiempo de paz, tiempo de amor se darían un abrazo y sus regalos. Kris fue en realidad el que había mantenido los regalos dentro de lo que sería la noche de Navidad, el primer año de que se mudaron preparó un pequeño pero significativo presente para el menor, Tao no había previsto nada para su compañero. Vaya ilusión que se hizo aquella vez cuando vio a YiFan asomarse a su cuarto con un presente con su nombre. Tal vez la idea de amistarse no se le cruzó por la cabeza ni por asomo.

—Ya van a ser las nueve, voy por algo de beber y vuelvo. —anunció Kris antes de salir del departamento.

Tao aprovechó el momento para poner su regalo sobre la mesilla de la sala.

«La Virgen se está peinando 
entre cortina y cortina 
los cabellos son de oro 
y el peine de plata fina.

Pero mira cómo beben los peces en el río 
Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido 
Beben y Beben y vuelven a Beber 
Los peces en el río por ver a Dios nacer.»

—¿Entonces tenemos que abrir los regalos a media noche?

—¡Sí! No antes.

—De acuerdo, entendí. Hablamos más tarde. ¿Sí?

—De acuerdo, feliz navidad.

—Feliz navidad.

Yixing colgó la llamada con Luhan. Su madre no lo había llamado en un rato y lo agradecía. La mujer estaba un poco alterada por la cena, los regalos, la decoración. Aunque todo parecía estar en perfecto estado la señora no paraba de gritar por todos lados. Yixing se detuvo a admirar todo en conjunto. Tan hermosa era la casa, sus ojos rebotaron de un lado a otro. Tal vez era el olor de las galletas recién horneadas, pero sus pensamientos se disiparon, quien sabe en qué.

—¿Qué tanto miras el muérdago? —preguntó su padre al verlo.

«El camino que lleva a Belén 
voy marcando con mi viejo tambor, 
nada hay mejor que yo pueda ofrecer, 
su ronco acento es un canto de amor 
al Redentor, al Redentor. 
Cuando Dios me vio tocando 
ante Él me sonrió.»

El celular de Sehun sonó dentro de su bolsillo. La pantalla indicaba el nombre, Jongdae.

—¿Chen? Hola, ¿Qué pasa?

—Sehun. —la voz de Chen se quebró al instante. Algo no estaba bien— No llegaron, y lamento avisarte tan tarde, no sé si quieras venir a buscarme, me perdí un poco. Di un vuelta equivocaba, creo.

—Jongdae, tranquilo, dime dónde estás y tranquilízate, no hay problema.

—Gracias. —hipó.

—Ahora, dime dónde estás e iré por ti.

—Estoy en;

La voz de su amigo se cortó ahí. Se preocupó cuando escuchó ruido y un par de crujidos metálicos al otro lado de la línea. «¡Chen! ¡¿Estás ahí?! ¡¿Qué pasó?!» Gritó por la bocina, pero no hubo respuesta.

—¡Mamá! ¡Mamá! —chilló asustado desde su habitación.

Sehun salió de la recámara apurado, encontrándose a su madre subiendo las escaleras, en camino a verlo. Un simple «Tengo que salir» fue suficiente antes de salir disparado por la puerta de la casa. Hubiera sido más lógico infórmale a ella, o a su padre, o a su tío o tía que también estaban ahí, pero en un momento así lo único que se le vino a la cabeza fue salir corriendo a casa de Jongdae. ¿Si alguien le hacía algo? Chen era pequeño, fuerte en ocasiones, pero esa no era una. Estaba tan vulnerable.

Pero al llegar no encontró a nadie en casa.

—¿Y ahora?

A caminar. Se apuró en intentar descifrar por cual calle pudo haberse desaparecido Chen, corrió. Volteaba en cada intersección que encontraba. Derecha, izquierda, izquierda, derecha, derecha, de frente y derecha. Las calles ni siquiera llevaban nombre. ¿Qué era eso? ¿Y las inscripciones?

—Mierda.

Estaba perdido, algo realmente fantástico.

—¿Sehun?

Escuchó fuerte y claro como pronunciaban su nombre, no era la voz de Chen, de eso estaba seguro incluso antes de voltear. Oh, maldición. Justo en la noche de paz el peor recordatorio de que había sido un mal niño estaba ahí, parado con unas astas en la cabeza y una bolsa de compras colgando de una mano.

—Luhan.

«Era Rodolfo un reno, que tenía la nariz 
roja como la grana y de un brillo singular 
todos sus compañeros se reían sin parar 
y nuestro buen amigo, no paraba de llorar

Pero Navidad llegó, Santa Claus bajó 
y a Rodolfo eligió, por su singular nariz 
tirando del trineo, fue Rodolfo sensación 
y desde aquel momento toda burla se acabó.»

KyungSoo sufrían en su interior, todos sus primos menores habían asistido a su casa para celebrar la Navidad. No parecía mala idea cuando su madre se lo dijo un par de días antes, incluso mencionando que él tendría que ser quien los cuidara durante un rato.

Lo que nadie mencionó era el disfraz que tu tío le había puesto en frente ni bien la mañana hubo comenzado.

—¡¿Mamá, ya puedo dejar de ser el duende de Santa?!

—¡No!

Ya casi las once de la noche y él seguía con esos zapatos en punta y cascabeles. Si la cosa seguía la noche resultaría en tomarse la foto familiar vestido lo más parecido a un bastón de dulce.

—Kyunggie. —era una de sus primas la que le hablaba.

—Dime, Andrea.

—¿Qué quieres por navidad? —Pensó la pregunta un momento, no había nada que deseara en particular, pero meterle el cuento la niña de que la paz mundial y todo eso no le parecía digno.

—Quiero que el corazón de mis amigos sane.

Dijo sentándose en el sofá. Al tiempo la niña se acomodó sobre sus piernas.

—¿Sus corazones están rotos?

—Algo así.

—Deberías buscar una curita, yo tengo una en mi casa. ¿Te la presto?

—De acuerdo. ¿A quién se la doy primero?

—¡A Yixing-oppa! Él la merece.

—¿Por qué?

—Es lindo.

KyungSoo rio por la ocurrencia.

«Con mi burrito sabanero 
voy camino de Belén, 
con mi burrito sabanero 
voy camino de Belén, 
si me ven, si me ven voy camino de Belén 
si me ven, si me ven voy camino de Belén»

—Junmyeonnie, ¿y esa cara de asco?

—No es nada, Siwon.

Sí que era algo. Su hermano había llegado tan solo el día anterior y ya sentía que se ahogaba. La mejor sonrisa que pudo forzar la mantuvo desde que despertó. Sus padres habían estado insoportablemente pegados a sus hijos, como nunca antes. Suho ya no recordaba la última vez que habían sido así son él. Ahora lo intentaban y ni lo hacían bien. Cada cosa era que Siwon quería esto,  que Siwon hacía tan bien lo otro. Todas preguntas eran sobre si le encantaba estar cerca de su hermano mayor y si esperaba ser así al madurar.

—Junmyeonnie, Junmyeonnie, Junmyeonnie, Junmyeonnie.

—¡¿Qué?!

—No me respondas así, eres tú el que no me hace caso.

—Lo que sea, dime.

—Alcánzame la sal.

Así lo hizo, desde la mañana lo habían metido a la cocina a pasar tiempo con su perfecto hermano. No lo disfrutaba en lo absoluto.

—¿Cómo vas, Siwonnie? —su madre se asomó por decimocuarta vez en el día a preguntar por el estado de la cena y a echarle un vistazo al hijo de sus ojos.

«¿Qué tienen con el -nnie?» Se interrogaba Suho a sí mismo. En todo lo que llevaba viviendo como hijo único no había escuchado a su madre llamar a alguna persona con ningún tipo de apodo cariñoso, tal vez incluso ni a su esposo.

—¿Hasta cuándo te quedas?

—¿Llegué ayer y ya me estás botando, Junmyeonnie?

—Deja de llamarme así.

—Así te decía antes de irme.

—Eso fue hace seis años, Siwon.

El mayor le lanzó una mirada desaprobatoria a su actitud. Hace ya seis años que se había ido de su casa por una beca en Estados unidos para poder estudiar medicina en la Universidad de California. Aún le faltaban alrededor de un año antes de poder volver a Corea con un título bajo el brazo, eso si es que decidía volver.

—A tus doce años eras más adorable, Junmyeonnie.

—Y dale con lo mismo. —gruñó.

—No seas tan arisco. —ordenó mientras aderezaba la ensalada— Solo intento pasar tiempo contigo, no te he visto en buen tiempo. ¿Qué te pasó?

—Crecí.

Siwon suspiró. Las cosas con Junmyeon no estaban saliendo como esperaba. Desde que bajó del avión imaginó encontrarse con su hermanito, el que se trepaba en su espalda y pedía dinero para salir con sus amigos sin que sus padres se enteraran.

—Y... ¿Qué tal va todo en San Francisco?

—No me quejo, he conocido mucha gente. He hecho amigos. 

—Qué bueno, eh.

—Luego me muestras que tanto ha cambiado la zona, quiero ver. —antes de que Suho se pudiera negar de manera grosera y digna de un adolecente su madre se volvió a asomar.

—Siwonnie, ¿te ayudo en alguito?

Veinticinco. ¡Veinticinco veces!

«A Belén, pastorcitos. 
A ver al rey de los reyes. 
Ese niño divino que ha nacido en un pesebre. 
Es tan precioso, tan lindo y tan bello 
y tan hermoso como un lucero. 
Es tan precioso, tan lindo y tan bello 
y tan hermoso como un lucero.»

Derecha, derecha, izquierda, derecha, izquierda, de frente y derecha.

Tenía los ojos ligeramente húmedos, su nariz goteaba, y eso no era bueno con ese clima. ¿Dónde estaba ahora? Fantástico, estaba perdido. Las calles no eran conocidas. Las inscripciones en las puertas le permitían ubicarse, sabía dónde estaban las calles que estaban grabadas ahí, pero después de tantas vueltas su fuerza de voluntad ya estaba casi perdida.

Sacó su celular, ya perdido el orgullo no había nada que proteger. Macó el número de Sehun, el único del que estaba seguro podía abrirle las puertas de su casa en Nochebuena a las diez de la noche. Un par de timbradas bastaron para que la llamada fuera atendida.

—¿Chen? Hola, ¿Qué pasa?

—Sehun. —su voz no pudo evitar quebrarse— No llegaron, y lamento avisarte tan tarde, no sé si quieras venir a buscarme, me perdí un poco, iba de camino a tu casa, di un vuelta equivocaba, creo.

—Jongdae, tranquilo, dime dónde estás y tranquilízate, no hay problema.

—Gracias. —hipó.

—Ahora, dime dónde estás e iré por ti.

—Estoy en;

Antes de poder completar la frase, por azares del destino y cosas que solo la Nochebuena y Santa Claus pueden explicar, un chico no muy alto y cubierto hasta la nariz con una larga y roja bufanda montado en una bicicleta, roja también, apareció por detrás.

—¡Quien sea, cuidado!

Jongdae no reaccionó al instante, ni siquiera volteó. Se dio cuenta de lo que había pasado cuando ambos individuos ya estaban tendidos de cara en al piso. Con la bicicleta encima de ellos y un líquido al que no podía acertar el nombre se vaciaba sobre sus cabellos. Una de las ruedas aun daba vueltas, lo único que podía escuchar eran los cantos navideños como fondo musical y la voz de Sehun saliente del celular que con dificultad podía percibir.

—Más puta no puede ser la navidad. —gruñó.

—¿Estás bien? De verdad lo siento, creí que me escucharían gritar, es difícil controlar esa cosa con una mano, estaba cargando ese ponche de caja y;

—¿Minseok?

Cosas que pasan en navidad. Jongdae, aun dentro de su lloriqueo y mezcla de humores, no había insultado al mayor dentro de los diez segundos que iba de mirarlo a los ojos.

—Esto se nos está haciendo costumbre. —Chen era el único que hablaba.

Minseok era rehén del miedo, su último encuentro no fue grato, la marca que traía en su rostro era prueba de eso. No producía palabra alguna. La saliva se había atorado entre la úvula y la lengua. ¿Cuál era la forma más rápida de huir de ahí? Quedaba correr, pero no podía irse dejando la bicicleta de su primo a la mitad de la pista, y lo más probable era que su madre lo regañara una y otra vez por haber desperdiciado la caja de ponche.

—¿Estás bien? —logró articular.

—¿Por qué la pregunta?

—Tus ojos. Están rojos.

—¿Acaso eso es de tu incumbencia?

—No... Pero no creo que sea bueno, sino no estarías caminando solo en Nochebuena.

Tal vez fue el momento vulnerable, pero Jongdae ya podía sentir su cuerpo caer ligera y lentamente sobre Minseok. Este no se dio cuenta de cómo el castaño se inclinaba sobre él con disimulo. ¿Hacía calor de nuevo? No, de ninguna manera.

Sus labios, oh, sus labios.

Minseok estaba asustado, un poco preocupado, la mirada de Chen había perdido ese brillo maligno— ¡Jongdae! —Sehun había llegado.

«Campana sobre campana, 
y sobre campana una, 
asómate a la ventana,
verás el Niño en la cuna.

Belén, campanas de Belén, 
que los ángeles tocan 
¿qué nueva me traéis?»

—Feliz navidad a todos.

Notas finales:

Nota2:  Ahora, yendo a lo que quería decir, con respecto a la entrevista, vamos bien, han llegado varias preguntas, pero principalmente para Chanyeol, KyungSoo y Jongin. También tenemos otros personajes, por si a acaso.(?) Sí, son los que tienen más que contestar, pero recuerden que en si no voy a revelar nada a futuro, nada de spoiler. Recuerden preguntar también a los demás. (Faltan preguntas para Chen, Suho, Luhan, Minseok y Tao si no me equivoco). Nos falta el capítulo de año nuevo e iniciamos el 2016 con un especial. Para aclarar, esto será como un "fuera de la historia", como si entrevistaras a los actores de una serie, o algo así, no sé si me explico bien.

[Dinámica cerrada después de enero 2016]  


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