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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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—Luhan.

Sehun parecía no inmutarse. Luhan no sabía si correr o no. Una mezcla de emociones y preocupaciones no lo dejaban pensar con claridad. Era él quien no lo había dejado alcanzar a Yixing. Frustración, solo eso al ver a su mejor amigo siendo golpeado y él levantado en el aire sobre el hombro de quien se suponía era su chico ideal. No tuvo necesidad de reaccionar, el más alto al verlo quitarse las astas que adornaban su cabeza reanudó su camino.

—Ni merecías ver las astas. —y echó a correr. El chino se quedó en medio de la acera mirando como el otro se perdía doblando en la siguiente esquina.

Sehun ya no reconocía nada. Era todo más confuso que antes. Ya había olvidado cuantos cruces había pasado. Las calles se hacían interminables. Ya no le quedaba aire dentro de los pulmones. Se detuvo en seco, apoyando sus manos sobre las rodillas, aún de pie. La garganta le empezaba a incomodar, seguro era por todo el aire que había pasado. Sudaba frío, todavía con un clima tan insoportable.

Su cuerpo le permitió dar un esfuerzo más. Sus piernas flaqueaban y ya estaban adormecidas. Sentía que en cualquier momento perdía el equilibrio. Estaba actuando impulsivo y estúpido, pero si Jongdae lo necesitaba lo valía. Eran sus padres, era Jongdae. Su mejor amigo, ahí estaba él. Sehun notó sus pies balancearlo adelante y atrás, con Minseok.

—¡Jongdae!

Él reaccionó, volteó a verlo. A Sehun le dio un hincón en la boca del estómago al ver su rostro. Sin maquillaje para cubrir su cicatriz y los ojos decorados con un tono rosado. Fueron tan solo segundos los que Sehun estuvo ahí de pie, pero Minseok al ver a los dos juntos le causó un escalofrío que le recorrió la espalda. Chen estaba viendo a Sehun cuando el pequeño tomó la bicicleta del suelo y con el mayor impulso de sus pies pedaleó en dirección opuesta. Sehun se aproximó a Jongdae, quedando a dos pasos de distancia.

—Creí que te había pasado algo.

Su voz no pudo sonar lastimera, la falta de aire solo lo dejaba soltar suspiros. Jongdae negó con la cabeza. El más alto lo rodeó por los hombros y empujándolo a caminar anduvieron por el camino a la casa de Sehun. Fue largo y silencioso. Su madre los recibió muy preocupada. Chen llegaba lloroso y su hijo muy cansado. La señora les permitió subir a la habitación del menor, ya casi eran las once de la noche y la navidad se acercaba.

Jongdae se sentó sobre la cama, dejándose caer sobre el colchón casi de inmediato. Cerró los ojos y respiró hondo un par de veces.

—Esto te pone cada vez peor. Lo bueno es que esta vez estábamos en Seúl.

—Ni me recuerdes ese viaje. —murmuró— Solo quería que fueran a recogerme cuando volviéramos a la cuidad.

—Jongdae...

—Tu madre si llegó. Era nuestro viaje de promoción y no pudieron llegar. —la voz del mayor se volvía a quebrar.

Sehun se acomodó junto a él, tirando de su muñeca y rodeándole con los brazos. Jongdae empezó a sollozar en su pecho. El sentirse como un niño le estaba pasando seguido. Solo hacía estupideces cuando se sentía decepcionado. Actuaba sin pensar y las cosas siempre le salían mal. Sehun evitaba que le pasara algo. Estudiaron juntos toda su vida y Jongdae aún podía recordar cuando él evitó que se escapara en aquel campamento, le prohibió meterse irse detrás de tantos chicos y probablemente arruinarse la vida.

«Parece que sigo siendo tu niñero. ¿No, Jongdae?» Pensó Sehun frotando la espalda del pequeño. 

『n88;』

—¡Volvió la luz!

Baekhyun dio un salto de felicidad, al fin su casa estaba por completo iluminada. Habían pasado navidades a oscuras, el pavo a oscuras, los regalos a oscuras, todo en negro. Únicamente alumbrados por las bengalas o velas que sus padres encontraron entre los cajones.

Desbloqueó la pantalla de su celular, el Internet ya volvía a su teléfono. El modem de la casa estaba reaccionado. Los mensajes empezaron a llegar por el grupo de whatsapp que habían abierto quien sabe cuándo.

La conversación había sido amena, después de los mensajes de felicidades por la Navidad y una que otra tontería más.

Baekhyun rio solo, su madre no le dijo nada puesto las doce de la noche había pasado hace horas, si estaba en su celular ya no era malo. El momento familiar había concluido, la mesa había sido recogida y él ya estaba de camino a su habitación. Tenía sueño, por lo que se recostó sobre su cama, dispuesto a dar señal de vida a sus amigos e irse a dormir.

«Llegué victorioso, la luz se fue en mi casa D: me excluyeron del mundo (?) :'v»

Después de eso Baekhyun se fundió divertido en su almohada. La Navidad había acabado.

『n88;』

Del veinticinco al treinta y uno de diciembre son seis días. Los planes previos que había hecho Suho con sus amigos estaban a punto de irse abajo por un simple permiso. Ya tenían mayoría de edad y lo que querían cumplir para celebrar su fin de año era una noche entera para ellos solos.

—¡Madre, pero no es justo!

—¿Quieres bajar la voz, Junmyeon? Estoy trabajando, cállate.

La tarde del treinta en la oficina casera que la madre de Suho se había montado en la casa estaba fresca, casi no hubo necesidad de encender la calefacción. El menor apretó los puños y tomó aire enojado. ¿Qué si quería recibir el Año Nuevo con sus amigos? En su casa de todos modos no notarían si estaba o no mientras que no necesitaran a alguien para comparar a su hermano mayor.

—El año nuevo es familiar.

—¿Y?

La mujer fastidiada levantó la cabeza, quitando la atención que enfocaba en su computadora y poniéndola sobre su hijo menor. No llevaba lentes ese día, solo un largo collar plateado que llamaba la atención a los encajes de su camisa cerraba hasta el tope.

—Junmyeon, no vas a salir mañana. Ya lo dije y no quiero repetirlo. —dijo acomodando una de sus mangas— Hay dinero en el cajón de mi habitación, coge cuanto necesites. Saldrás otro día, no mañana.

El menor de los Kim bufó y dio un pequeño golpe con el pie a la pata del escritorio de su madre. Ella con la poca paciencia que le queda para aguantar al adolecente hormonal y malcriado del que siempre se quejaba con sus compañeras de oficina se levantó de su silla giratoria, mirando a Junmyeon a los ojos por primera vez dentro de esa media hora que él iba quejándose. Sus tacones de siete centímetros la hacían ver más alta de lo que en realidad era. Suho retrocedió lo más disimulado que podía, solo unos pasos para no tener que levantar su cabeza para verla.

—No me vengas a mí con tus estupideces, no soy ninguno de tus amiguitos para que me jodas durante mis horas de trabajo. Retírate. —sentenció colocando una de sus manos a la cadera y estirando un brazo señalando la puerta.

—¿Quieres que me retire? —preguntó Suho desafiante ante la señora.

—Sí, y tu sarcasmo si no te importa cógelo y mételo al bolsillo.

—Entonces solo déjame ir. ¡Nada te cuesta!

—¡No, he dicho! Carajo, déjame trabajar tranquila, Junmyeon.

—¡Ni que me gustara pasar aquí con ustedes!

Ni bien la frase hubo sido terminada la señora Kim no soportó más la insolencia del joven y con su mano de uñas bien pintadas y con el anillo de matrimonio colocado en el dedo anular le propina una bofetada. Suho rápidamente recibió el golpe y devolviendo su cabeza a la posición inicial dejó que su mejilla se pintara de un ligero color rojo con los dedos de su progenitora marcados. No se molestaba en llevar su mano a la zona afectada, no quería mostrar debilidad alguna.

—Sal de aquí. —ordenó la mujer castaña volviéndose a sentar para poner de vuelta su atención por completo en la pantalla de la computadora.

Junmyeon se sintió derrotado, tan desacertado como Chanyeol cuando quiso invitar a salir a ese niño en el jardín de infantes. Ambas historias terminaron mal. Suho tenía la marca de la mano de su madre en la mejilla, y para quitarle el balde lleno de arena de la cabeza a Chanyeol se necesitaron dos niños, Jongin y el mismo Junmyeon.

Suho apretando los puños al punto de dejar sus dedos blancos salió de la habitación dando zancadas. Se detuvo un microsegundo a ver de reojo a su madre, pero ella no se inmutó y como si no sintiera la mirada sobre ella siguió escribiendo con el teclado.

—Lo último estuvo de más.

La voz masculina que sentía de su lado derecho no era precisamente la que quería escuchar. Después de una discusión con su madre lo menos que quería era ver a su hermano mayor recostado a la salida de la oficina diciéndole lo que debía hacer, y menos cuando él llevaba una pijama con estampados de copos de nieve y el logo de Frozen al lado derecho del pecho. No recibiría consejos de un fan de películas de Disney. Norteamérica lo había vuelto más extraño de lo que recordaba.

—¿Te importa? Estoy en medio de un berrinche en dirección a mi cuarto. No te incumbe, no me interesa tu existencia en estos momentos, Siwon. —caminó a hacia la escalera, quedándose en el segundo escalón— De hecho, no me interesa desde que decidiste irte.

Después de eso se dio vuelta y continuó su camino por las escaleras. Al llegar a la siguiente planta, de un portazo, le dejó claro a su hermano en el pasillo, su madre en su oficina, su padre en la sala, y probablemente a los vecinos de las casa consecutivas a la suya de que estaba molesto con el mundo. Ahora tendría que cancelarles a sus amigos y eso no sería bonito. Un mes planeando la salida para que quedara en eso. Debió empezar a suplicar el permiso desde el inicio, no dejarlo hasta el último.

Suho no salió de su habitación en unas dos horas. Doscientos veinte minutos en los que se dedicó de lleno a su celular, mensajes iban y venían, y la cancelación de la salida aún no había sido mencionada por ningún lado. Ya se imaginaba el escándalo que le haría Chen cuando se enterara.

Junmyeon suspiró otra vez. Había perdido la cuenta de cuantas veces ya lo había hecho. Metió sus dedos entre sus cabellos, halando de ellos. Uno que otro al despegar sus manos se quedaron entre sus dedos. Había estado muy estresado hace ya varios días, maldecía que ahora se estuviera reflejando en su aspecto.

La noche cayó y Suho fue a la cama. No se molestó en meterse bajo las sábanas, sus pijamas fueron suficientes. No servía quejarse, no había salido a cenar y no pensaba salir a desayunar. El sueño lo atrapa con facilidad y la pereza se hacía dueña de sus ojos. Los parpados caían de a pocos mientras dormía. Dormía tranquilo, las alarmas de su celular marcadas a las siente no importaron, solo abrazó su almohada y con una pierna flexionada se acunó a sí mismo.

La mañana llegó sin aviso, el sol no entró al cuarto cerrado. No había ventanas y la luz del amanecer no lo molestan, solo una incómoda voz que irrumpió en su largo descanso.

—Junmyeonnie. —escuchó canturrear tras la puerta. La voz masculina y las palabras no combinaban en lo absoluto, eso molestaba aún más a Suho.

Siwon siguió tocando, una y otra vez sin cesar. Repetía el nombre de su hermano menor sin parecer angustiado o desesperado. Solo estaba ahí de pie, tocando y esperando a que Suho se diera por vencido y liberara la puerta del seguro. Pasaron varios minutos, media hora incluso y Siwon estaba sentado en la puerta del cuarto del tercer piso.

—¡Ya deja de joder!

El mayor cayó de espaldas cuando la puerta fue abierta. Echó a reír por la torpeza. Suho lo miraba con la ceja alzada y Siwon se arrastraba dentro de la habitación sin importar los quejidos que soltaba el castaño.

—Sal de aquí. —replicó tirando de sus pies, intentando sacarlo de bajo de la cama.

—No me iré. ¡Escúchame antes, Junmyeonnie! —dijo riendo y aferrándose a la pata de la cama, halando también sin querer las sábanas.

Suho inadvertido quiso empezar a reír igual. Mordía sus mejillas por dentro para evitar salir una carcajada. Recordaba cuando las cosas eran al revés, cuando tenía ocho años y él intentaba escapar de su hermano mayor disfrazado con cola y orejas de lobezno.

Suho cayó al suelo, su fuerza lo atraicionó y resbaló. Su hermano recuperó el aire y se sentó frente al contrario. Las puntas de sus pies se apoyaron unos con los otros.

—¿Me vas a dejar hablar? —el otro encogió los hombros— Después de que terminaras de hacer tu berrinche hablé con nuestra mamá. Conversé largo y tendido. Un par de muecas, halagos y menciones de cuanto amo a mi hermano. Así que ahora será mejor que te alistes, tienes planes para esta noche.

—¡¿En serio?! —el castaño saltó emocionado, poniéndose de pie.

—Sí, pero por lamentable que sea, tiene una condición el permiso.

—¿Cuál?

—Voy contigo, o no vas. Palabras de mamá.

Por primera vez desde navidades Suho sonrió de verdad con algo que no fuera la pantalla de su celular. Abrazó rápido a su hermano y se lazó a su armario, tomando en su mano ropa limpia y una toalla que alguna de las empleadas había dejado antes de que su padre les pidiera retirarse por las fiestas y la llegada de Siwon.

La tarde cayó pronto y en el reloj marcó las seis de la tarde. La luz del día había sido desperdiciada, pero eso no importaba. Suho bajaba cantarín las escaleras, saltándose de vez en cuando uno que otro peldaño. No estaba seguro de que melodía era esa pero no le importaba pues su energía, el dinero y celular en su bolsillo eran lo que más importaba cuando la puerta sonaba varias veces. Las empleadas no estaban para abrir y no importaba en lo absoluto.

—Al fin llegan. —sonrió a los cinco chicos que esperaban bien parados tras el umbral.

La casa de Suho es una bomba sin detonar, todos le temían a los dueños esta. Sehun, Chanyeol y Kris lucían toda su altura al permanecer en una posición militar. Kai estaba bien vestido y con la camisa dentro del pantalón mientras que Chen había peinado sus cabellos por completo al lado derecho.

—¿Estás listo?

—Sí. Aunque hay un ligero cambio de planes.

Miraron desconfiados, Chen frunció el ceño y Kris achicó los ojos. Las muecas desaparecieron cuando vieron a Siwon aparecer por detrás y cerrar la puerta, sonriente. De su mano colgaban las llaves del auto de sus padres y unos lentes de sol, los cuales no concordaban con el clima pero los lucía gustoso.

—¿Qué tal, chicos? ¿Cómo los ha tratado la vida?

—¡Siwon-Hyung!

El grito dio inicio a un fuerte abrazo grupal. Todos estaban extrañados, no esperaban ver al mayor durante la visita. Suho estaba un poco incómodo, sonreía, no era forzado pero aún no perdonaba del todo la ausencia tan extendida que tuvo su hermano. Y nada garantizaba que se quedara.

—¿Y qué hacemos aquí? ¡Vámonos!

La cochera fue abierta automáticamente. El convertible esperaba a ser usado, brillante, con los limpiaparabrisas levantados por el reciente aseo de las lunas.

—Que brillante. —dijo YiFan asombrado.

Los más altos no tardaron en subirse sin siquiera pedir permiso. Saltaban sobre las puertas del convertible y aprovecharon la falta de techo para acomodarse sobre los asientos. Siwon ponía los limpiaparabrisas en su lugar para luego tomar el lugar de conductor. Suho hacía de copiloto y Chen se acomodaba entre las piernas de sus amigos, él bien sentado sobre el cuero blanco del asiento.

—¡Vámonos!

Rápidamente las siete de la noche cayeron sobre sus hombros, las ocho asechaban, habían paseado bastante y gritado felicidades a los transeúntes. El coche iba por las calles y la ciudad relucía todo su esplendor, las luces del Año Nuevo estaban a todo su poder y la gente que andaba aun fuera de sus casas estaba sobria para recibir el 2016 con los ojos bien abiertos. Había calles enteras copadas de personas. El grupo se dirigía a un club, la noche aun era joven y había que aprovecharla.

La entrada fue pagada por Suho, él invitaba esa noche porque su madre no se había medido —de nuevo— en el presupuesto que puso sobre su mano. El guardia malhumorado les cedió el paso y ya dentro lo único que lograron distinguir antes de que la música ensordecedora hiciera muda sus palabras fue un «nos vamos a las once».

Kris fue atraído de inmediato por una joven delgada y poco cubierta, el baile se hacía sensual en minutos. El cigarro de su aliento le molestaba de sobre manera, pero disfrutaba la atención que la chica le proporciona.

—Vaya suerte. —dijo Kai al ver la escena, aunque sabía que nadie lo escucha. Sehun estaba a su lado.

Con un gesto de su cabeza le indicó la barra. Un par de botellas de cerveza posaban sobre sus manos y cada uno tomaba su tiempo para beber el líquido. Jongin había quitado la camisa de dentro de sus pantalones y su aspecto había vuelto a ser la de un joven normal. Dio un sorbo. Tenía un sabor a fermento. Sehun consideraba también el sabor a pan, pero sus ojos se estaban perdiendo sobre tanta gente que bailaba y se frotaba entre ellos.

Chanyeol y Suho no habían perdido el tiempo. Un joven tiró de él, las manos viajaban entre la piel que cubierta quemaba por el calor de tantas personas juntas. A Junmyeon en cambio un chico se le ha montado encima, era más pequeño pero el cabello azul lo hacía ver imponente. ¿Acaso tenía tatuado gay en la frente? No le importó de quien había atraído el interés y continuó el baile.

Jongdae estaba en las mismas. Un chico de ojos claros, salpicados de avellana quería alcanzar sus labios. Chen rio por la impudencia y decidió torturar un poco a su compañero.

Siwon tomando el puesto del adulto responsable no ha bebido ni una sola gota de licor, ni pensaba hacer, solo vigilaba la ubicación de cada uno. Después le tocaba conducir el auto y con más razón decidió negarse a la botella que Kai le estaba ofreciendo.

Pasó una hora entera y las parejas que los chicos tenían habían rotado, ahora diferentes chicas y chicos estaban de su lado. Kai no quería ir a bailar con nadie, se negaba a las peticiones al igual que Sehun, quien aburrido de las chicas se aferra al brazo de Siwon para que lo dejaran en paz.

—¡Denme algo de beber! —gritó Suho para poder ser escuchado aunque sea un poco.

Junmyeon llegó sudado, ya sus pies le dolían lo suficiente. Estaba con ligero malhumor pero no le interesaba. Esa chica se había negado a besarlo y seguir el juego. ¿Acaso los clubes no eran para ligar? Vaya vergüenza.

—¡¿Qué te pasó?! —Sehun preguntó sonriente por encima del ruido al notar la inexpresión en el rostro del mayor.

—¡Nada que importe! ¡Problemas de pubertos! —rio.

Sehun había observado lo que le pasó desde su lugar junto a Siwon. Recordaba con claridad lo que había pasado en su fiesta de despedida de secundaria y se divertía porque él sabía de la falta de primer beso que tenía su amigo, o que tuvo. Le parecía patético, pero no dijo nada, todavía no.

—¡Ya va a ser hora! —dijo Siwon interrumpiendo en la conversación— ¡Busquen a sus amigos y vamos, la segunda y última parada espera!

Y así lo hicieron. Kai fue a por Chanyeol mientras Suho buscó a Jongdae y YiFan. Sehun y Siwon reían en su interior. Estaban algo mareados los tres que llegaron, no ebrios, pero seguro una que otra copa les había afectado el sentido del espacio porque al caminar YiFan casi tropezó. Salieron riendo a calle. El auto estaba en perfectas condiciones y los hermanos Kim lo agradecían.

Subieron al auto sentados igual que antes de entrar al club. Eran las once en punto cuando hubieron arrancado y el aire refrescó sus mentes adormecidas.

—¿Por qué vamos ahí? —interrogó Siwon mirando por el espejo retrovisor.

—Es lindo. Nadie está ahí en año nuevo, por lo que sabemos.

No pasó mucho para que el mayor asienta con la cabeza y siguiera con el camino. Se les había ido media hora en llegar, la gente que colapsaba las intercepciones desapareció cuando el puente Banpo los recibió con el agua haciendo espectáculo y los colores pintándolas de arcoíris antes de caer sobre el Río Han.

—Es hermoso.

La carretera estaba libre, no había ni una sola alma alrededor y Siwon estacionó en medio del puente, sin temor a ser visto o interrumpir el paso. De los autos no había ninguno, mucho menos personas. Solo el reloj que decía que en quince minutos el año acababa.

—¿Hay algo que quieran hacer antes de que el 2015 termine?

—Lanzar a Chanyeol. ¿Se puede? —preguntó Chen divertido, señalando el agua.

—¡No! Demente. —chilló el aludido.

—No discutan, falta poco.

El cielo era oscuro, los fuegos artificiales comenzaban minutos antes de que la magia diera inicio. Los chicos se abrazaban y le pedían deseos a la primera estrella que sus ojos lograban ver. Solo el sonido del agua resbalando se percibía. Ninguno quería llorar, aguantaban los sentimientos porque eran muy hombres como para empezar a sollozar.

—Hey, Suho. —Sehun se acercó a su amigo, le susurró al oído.

—Dime.

—La chica no te quiso besar, eh.

—Ella se lo pierde. Un besador experimentado como yo, o sea. —se abalabó a si mismo mirando la hora en su celular, solo son dos minutos antes del Año Nuevo.

—¿Experimentado, dices?

—Sí. ¿Recuerdas la fiesta de fin de curso?

—Ese día estabas ebrio, besaste los cuadros de mi casa, ¿recuerdas? Y por lo que yo sé de ahí solo fuiste tocado por Yixing. —Sehun había cumplido con su último trauma del 2015. La cuenta regresiva había empezado. Del diez al uno lo números iban decreciendo, segundos eran los que quedaban.

Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno y— ¡Feliz Año Nuevo! —el grito fue unísono en el puente vacío.

Feliz 2016.

Notas finales:

-Feliz 2016.


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