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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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Baekhyun es insoportable la mayoría del tiempo, sus propios amigos lo aceptan. Muchas veces podía llegar a hartar la paciencia de alguien y la única persona que lo mantenía quieto era Minseok, puesto que su cercanía era profunda, pero dentro de sus excepciones hubo un tarde en la que ni Minseok pudo evitar que Baekhyun le lanzara una de sus botellas de desinfectantes medio vacías a un niño que pasó sus dedos llenos de dulce por el ventanal.

Oh, eso no le cayó nada bien a Chang min. El jefe iba de salida para a verse con un amigo cuando vio aquel acto de salvajismo que presentó su menor. Pudo despedirlo en el acto, pero como una buena alma que se compadece de los errores humanos le eligió el simple castigo de llevar los ocho kilos de plástico, entre botellas y envases, a vender.

—Hay un hombre a cinco cuadras de aquí que vende plástico. Llévalo. —le explicó colocándose la usual bufanda roja sobre el cuello.

Baekhyun hizo todas las muecas que había en su repertorio, incluso se disculpó hasta que Chang Min cruzó la puerta, pero no, nada lo hizo cambiar de opinión y Baekhyun tuvo que cargar por cinco largas cuadras una enorme bolsa de tela sobre su espalda. Esa cosa podía pesar más que él y ahí estaba, arrastrándola. Y si es que lo podemos considerar karma, cuando por fin llegó a aquel lugar abarrotado de plásticos, papel y cartón tuvo que esperar a que las otras tres personas frente a él terminaran de entregar su reciclaje, para pesarlo y luego poder retirarse. Y no, no terminó ahí. Cuando por fin llegó su turno, el señor no parecía tener compasión.

—Lo siento, niño, es hora del almuerzo. Regreso en media hora. —dijo para luego retirarse.

Se sentó junto al gastado escritorio y ¡oh, sorpresa! Un cartel junto a la entrada rezaba «Se aceptan las botellas sin tapas» como indicación en letras pequeñas.

Y una por una se encargó de sacarlas. Con esto último tuvo menos problemas que con el resto de su viaje. De hecho hace unos días en internet había encontrado un modelo del traje de Iron Man a base de esas cositas.

Baekhyun volvió a aparecer por la cafetería en un momento preciso. Justo cuando estaba en la recta del local, a unos diez metros de llegar y volver a su usual trabajo de barrer pisos y limpiar ventanales los vio salir. Chanyeol, Junmyeon y Sehun desfilando fuera de la cafetería, cruzando la pista hacia el frente y en cuanto los vio en la acera opuesta se apuró en correr, entrar rápido. No importaba que tanto sonara la campanilla con el azote de la puerta.

—¡¿De qué me perdí?!

Y sí que debió perderse de algo bueno, porque no todos los días encuentras a Yixing y Luhan halándose de las patillas y a Minseok metido como mercancía bajo el mostrador.

—En realidad no de mucho. Todo usual aquí. —le respondió el mayor como si todo eso fuera tan cotidiano.

Ese no era el día de Baekhyun.

—Ah, cierto, aun tienes que limpiar al ventanal. —le anunció Yixing dejando el cabello de Luhan, al igual que este con él.

No, no lo era.

El muchacho avanzó hasta su estate dentro de la cocina, uno donde estaban todos sus utensilios de limpieza, tomando el rociador y un trapo limpio. Ese estúpido ventanal estaba sucio, todo por un estúpido niño, lo que le atrajo un estúpido viaje del que solo pudo sacar provecho unas útiles tapitas de botellas.

Vaya lógica, Baekhyun.

La única mesa vacía estaba junto a la ventana, el conserje agradeció eso y colocando las cosas que necesitaba sobre la mesa se preparó para empezar con su labor.

—Hey, ¿y tú qué? —dijo Baekhyun refiriéndose al avioncito de servilleta que reposaba en el centro de la mesa. Estaba doblado torpemente, pero la forma era la adecuada.

Bueno, limpieza, limpieza, y limpieza. ¿Ya por qué seguir hablando de Baekhyun? El resto de su día fue insípido. Incluso podría decir que Luhan conversando con esa mujer embarazada fue más ameno. Por qué una cafetería no es tan divertida como promete después de ir semanas trabajando. Pero seguro que alguno de estos cuatro lo extrañaría, ya empezarán las clases pronto y en alguna medida uno de ellos seguro iba a echar de menos las jornadas de trabajo. Aunque sus madres habían insistido en que continuaran con el empleo de una forma milagrosa aceptaron la idea de que sus estudios iban primero.

—Baekhyun, ¿ya terminas ahí? Nuestro turno acabó.

Minseok ya tenía su chaqueta puesta y su uniforme guardado en los casilleros del fondo. Solo estaba esperando a que Yixing y Luhan salieran. Baekhyun asintió recogiendo la escoba que había dejado apoyada sobre la pared para luego avanzar a también cambiarse.

Minseok se sentó en una de las bancas de la barra. Hoy iba irse con Yixing y Luhan.

Se sentó sobre una de las bancas altas de la barra. Todas las sillas de la cafetería estaban sobre las mesas, hoy el horario había terminado antes, una hora antes más o menos. Minseok jugaba con sus pies que no alcanzan el suelo, midiendo con su mente los centímetros que le faltaban para llegar a tocar el piso. Le hubiera gustado ser un poco más alto, a su padre igual, recordaba que de pequeño le bromeaban diciendo que con tal de que alcanzara la altura de su madre estaría bien, pero por desgracia de genética Minseok era el pequeño hijo único que dejó de crecer cuando terminó la secundaria. Solo unos cuatro centímetros más y era de la misma altura que su madre.

—¿Y ese complejo de niño pequeño?

Minseok de inmediato levantó la cabeza, sabía que no era ninguno de sus amigos, la voz es más gruesa y de hecho esta parecía la de un hombre a comparación de la de Luhan o Baekhyun. Y para colmo, ese hombre que si parecía hombre lo había visto siendo un niño pequeño.

—Chang Min Hyung. —dio un salto desde la silla cayendo al suelo.

—Te ves bien jugando con tus pies.

El menor sintió un poco de vergüenza ante su jefe y su comentario sonriendo tímido, desviando la mirada hacia el pasillo por el cual sus amigos ya deberían aparecer.

—¿Tienes algo que hacer, Minseok? Tomar un café no creo, llevas todo el día sirviéndolos. —sonrió— Pero, si me permitieras acompañarte a casa...

Balbuceó un par de cosas aun mirando a Chang Min a los ojos. Sus mejillas se habían colorado un poco pero el mayor no lo hubo notado, no quería aceptar de inmediato, más se sentía en la obligación de acceder.

—¡Min! Ya estamos listos.

Desde dentro del local las voces divertidas y escandalosas se colaban y hacían que Minseok volviera a sus sentidos, de inmediato tragó saliva. Los tres chicos se habían colocado detrás de Chang Min, miraban curiosos y ya sin hacer ruido como ambos estaban ahí de pie uno frente al otro.

Minseok miró disimulado a sus amigos— De hecho, esta noche ya tenía planes, me iré con los chicos por ahí.

—Entonces, ¿mañana podrás?

—Mañana es martes...

—Tienes razón, entonces el viernes, después de eso ya no vendrás más a trabajar. ¿Podemos salir?

Y Baekhyun tenía ganas de entrometerse en la vida ajena y decirle a Chang Min que Minseok aceptaba ir con él, que se iban a casar y adoptarían un bello niño que él mismo se encargaría de cuidar cuando ellos salieran a cenar, pero prefirió morderse la lengua y admirar como el rostro de Minseok se ponía rojo hasta la orejas.

—Claro, entonces el viernes será.

Hubiera sido lindo que la semana terminara así, con una pequeña y torpe invitación a salir y un Baekhyun que no chillara porque le daba la gana, pero apenas era lunes y seis días largos les quedaban por afrontar.

Martes e incluso jueves todo normal, las cosas tomaron un camino rutinario, una que otra cosa fuera de lugar, pero nada que requiriera gritos o reciclaje de emergencia.

La vida era bella de nuevo. El trabajo terminaba el viernes, ya era jueves y Baekhyun al final del día solo podía calificar todo como «usual» siguiendo la moda de Minseok de minimizar el daño que los recientes hechos le habían causados a la capa de ozono. Claro, porque la definición de «usual» es que Baekhyun limpiara el doble porque a un trio de anormales de nombres Chanyeol, Junmyeon y Sehun les ocurrió derramar jugo por toda la entrada y tenía como principal sinónimo que Minseok estuviera pasando más tiempo escondido en su gabinete para servilletas o siendo rosado por la cintura por las manos de su jefe más que trabajando como propiamente debería hacer, ya que, para eso estaba ahí.

Pero no hay que adelantarse, primero lo primero.

«Esto es una mierda.» Gruñó Baekhyun en su cabeza cuando con su trapeador fregaba el piso una y otra vez, sintiendo con claridad la mirada despectiva de Sehun hacia su uniforme y de verdad tenía unas ganas espantosas de agarrar la cabeza de Chanyeol y estrellarla contra el balde lleno de agua que ahora ya no era transparente como debería, sino de un tono negruzco y consistencia brumosa.

—Ya está limpio, señor. Y le pido encarecidamente que tenga más cuidado para la próxima.

—La mesa está inclinada, deberías revisarlo luego. Eres el de mantenimiento, ¿no?

Y la sangre hirviente y subía de manera brusca hasta su cabeza. Baekhyun no era consciente de la vena que se hacía notar en su frente y con un rechinido de los dientes contestó un amable «Sí, señor» para luego hacer una reverencia ligera dejando constancia de su educado retiro, aunque en su cabeza le estuviera deseando a esos tres que los atropellara un camión.

—¿No crees que ya hemos venido a mucho joder? —interrogó Sehun jugueteando con una servilleta entre sus dedos.

—No es nada, unos días no hacen mal a nadie. —respondió Chanyeol intentando limpiar las gotas de jugo que se cayeron sobre sus jeans.

—Así lo empeoras. –dijo Suho mirando por el ventanal— Eso te pasa por hacer caer ese vaso a propósito.

—¿Y ahora te la das de santo?

—Solo ve al baño, limpia esa mancha y vuelves a terminar de joder.

Con una mueca en sus labios se levantó del asiento. Seguía sobando con sus mangas las manchas que pronto se hacían más notable sobre sus muslos.

Luhan y Yixing hablaban entre ellos, mirando de reojo al chico alto que atravesó el pasillo hace escasos segundos. No había mucha clientela por ser apenas las once de la mañana, las personas se asentaban en el local pasado el mediodía más que nada. Se les ocurrió incluir entre un par de sus comentarios la torpeza de Chanyeol, rieron un poco y continuaron con el debate sobre quién sería el mejor adversario para Iron Man en un escenario alterno en el que este apareciera en Ciudad Gótica.

—En lo que discuten voy por más servilletas, me avisan quien gana.

Minseok salió de su cajón. Ya iba habitando ese espacio varios días y no parecía tener intenciones de dejarlo. El viernes era su último día y quería terminar su tiempo de empleado sintiéndose cómodo. Y todo eso apuntaba al cajón de las servilletas.

El mayor dio un empujón con su brazo y salió de su espacio, poniéndose de pie en dirección a la cocina.

Las personas encargadas de preparar lo que se mostraba en el menú eran pocas, solo un hombre y dos mujeres con delantales que se movían con habilidad sin chocar el uno con el otro.

—Hola, Minseok. —palabras resoplaron en su cuello.

Un pequeño escalofrío le recorrió la columna, dándose vuelta sobre sus talones con una sonrisa torcida.

—Chang Min Hyung.

Este sonrió, pasó por el costado de Minseok, paseando una de sus manos por su cintura. Sus mejillas no tardaron en adquirir un tono rojizo. Aunque no quisiera decirlo en voz alta, o por lo menos aceptarlo, las cosas iban en que mientras coordinaba quien sabe que con su empleado principal para con la cocina le echaba miradas coquetas a Minseok por el rabillo del ojo. Sonrió por cada vez que sus ojos lograban atrapar los de su menor al menos por una milésima de segundo.

—Con permiso. —se refirió Minseok a su jefe cuando por fin pudo tomar el nuevo paquete de servilletas que antes estaba colocado hasta el fondo de la gaveta inferior del lavabo.

Dio un paso fuera de la cocina, ahí escupiendo maldiciones mudas al agua sucia que hacía que el balde fuera más pesado estaba Baekhyun, con su característico uniforme rosado.

—El pobre balde no tiene la culpa de tu desgracia. —dijo.

—Cierto, él no fue. Maldito Chanyeol.

—¿Chanyeol fue quien te compró el uniforme? —se burló Minseok antes de salir disparado, volviendo junto a Luhan y Yixing.

Baekhyun continuó con su labor de alar la cubeta hasta el baño. Tenía que eliminar con urgencia ese líquido que pronto le saltaría en la cara solo para tragárselo entero. En unos pasos más estuvo frente a la puerta del baño. Tirar eso al inodoro debía solucionar todo.

Colocó su mano sobre el pestillo, intentó dar la vuelta respectiva, más no pudo. La perilla se trababa a pocos milímetros de rotarla.

Y sí, Baekhyun era tan estúpido que creía que durante las horas de trabajo, el tiempo de clientela y el momento en el que uno de tres chicos que siempre jodían la vida faltaba en la mesa de la entrada, el baño se había trabado solo, que se había cerrado por dentro o cualquier otra teoría con falta de lógica.

Y sí, también Baekhyun es tan estúpido como para estar sacando la llave del baño que tenía como encargado de limpieza, así también como se le había confiado una de la cocina y armario. Vaya error y pobre de ellos dos, Chanyeol y Baekhyun, cuando salieran de esa.

—¡¿Qué demonios?!

Chanyeol de inmediato detuvo su labor con el orinal. Ocultó todo con un movimiento torpe dentro de su ropa interior, a decir verdad, su rostro había adquirido todos los colores del arcoíris.

—Lo siento. No sabía que había alguien. –balbuceó Baekhyun, apresurado.

—¡Pero maldición, cierra la puerta!

El más alto se lanzó contra la entrada, cerrando de inmediato, arrojando sin querer a Baekhyun a un lado, casi junto al lavabo. Aún tenía los pantalones a medio muslo y la intención no era que todo cliente que quisiera usar el baño lo viera en una situación tan comprometedora como era esa.

—¡¿Cómo se te ocurre entrar así como así?!

—¡Hey, no me grites, fue un accidente!

Baekhyun era temperamental, eso es un hecho, y por sus emociones efusivas le dio un empujón a Chanyeol, y este tampoco se quedaba atrás.

—¡¿Con quién crees que te metes?!

Y con una gran mano en la cabeza de su mayor, lo echó para atrás.

¿Y qué acaso nadie pensaba bien las cosas? Baekhyun tenía un uniforme nada masculino que le cubría hasta el cuello y debajo no traía nada más que una camiseta sin mangas por el calor. Y Chanyeol, bueno, con decir que su ropa interior estaba la vista es suficiente.

Fue un forcejeo extraño, entre empujones en un espacio cuadrado de tan solo metro y medio por lado era difícil mantener una pelea que se llevara en todo el sentido de la palabra.

Fue la torpeza de Baekhyun combinada con los deformes y de tamaño anormal pies de Chanyeol que los hicieron resbalar. El menor debió tener más cuidado cuando entró a limpiarse el pantalón, el agua regada por gran parte del piso les había jugado una mala broma.

Ahora Baekhyun estaba encima de Chanyeol y para su desgraciada dignidad, su trasero ha llegado a parar justo sobre la zona más sensible del más alto.

—Ah. —gimió bajo con un poco de dolor sintió la presión.

Y ahí sí, el rostro de ambos estaba rojo.

Y debe ser que el odio, resentimiento y todo eso que entre ellos se acumulaba se transformó en una masa amorfa —casi tanto como Chanyeol— que Junmyeon podía explicar cómo tensión sexual, pero lo que no sabía Chanyeol era que justo él se había ido del café por motivos personales, y era solo Sehun el que lo estaba esperando afuera.

Fue algo extraño cuando los disque golpes se vuelven algo más allá de lo que alguno se pudo haber imaginado. El mayor tenía las mejillas coloradas y su contrario no se quedaba atrás.

Y todo chocó, literalmente.

Chanyeol había tirado de las solapas del enterizo que Baekhyun traía puesto y entre sudor y agua sucia en el suelo había estrellado su boca salvaje contra la de su mayor. El otro no demoró en corresponder y los dedos se mezclaron con sus cabellos.

—Dios. —jadeó el pequeño cuando el castaño estaba levantándose del suelo junto con él.

Sus manos en su trasero se sienten extrañas y no quiere explicar el por qué se siente tan extasiado con la situación. Lo colocó sobre el lavabo mientras que el trabajo con las manos no terminaba. Viajaban por la espalda, terminaban en la nuca y se daban un paseo por las clavículas.

Y Chanyeol cuando no quiso perder más el tiempo coló sus dedos en los botones del enterizo, desde arriba para que durara más, pero la suerte no iba a su favor ese día.

Alguien tocó la puerta.

—¿Baekhyun, estás adentro? El balde está en la entrada, sin vaciar. —Luhan llegó.

Y se detuvieron porque la realidad los había venido a llamar.

{*}

El cuerpo de Yixing no dejaba de agitarse una y otra vez. Él cerraba los ojos con fuerza y aferraba sus manos a las sábanas. Hundió su cabeza en la almohada soltando un quejido al movimiento. Los dedos le hincaban, las uñas que le lastimaban por encima de la ropa y él solo se limitaba a quejarse.

—¡Yah, madre! ¡Deja de clavarme tus uñas postizas en la costilla! ¡Ya me voy a levantar!

—¡No me grites, muchacho, que llevo media hora levantándote porque tienes clases hoy!

Cierto, las clases iniciaban ese día.

«Oh, Dios mío.»


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