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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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—Hola, KyungSoo-hyung. Tenía que hablar contigo.

El mencionado pegó su cuerpo a la puerta abierta. El gato se pegó a sus pies, mirando atento al invitado. KyungSoo deseó ser un niño y salir huyendo para usar como justificación de su cobardía la edad. Pero las cosas no jugaban a su favor y él ya no tenía siete años ni cabía bajo la cama de sus padres. ¿Quién se esconde de un chico en su propia casa?

—¿Por qué estás aquí?

Quiso sonar confiado, fuerte y como un hombre pero en un error de ansiedad la voz de le torció y más de lo que logró parecerse a una adolescente con cambios en las cuerdas vocales que otra cosa.

—Iba, —se aclaró la garganta, retomando una postura erguida— iba a preguntar algo.

Con las piernas flaqueando, KyungSoo despegó el cuerpo de la puerta a la que se aferraba. Estaba pasando vergüenza por voluntad propia y eso no le gustaba. Miró a su gato, que ya desinteresado con la escena abandonó la habitación con un elegante movimiento de cola. ¡Hasta su mascota lo traicionaba! Vaya vida. Dio un pequeño paso al frente, buscando los ojos fijos sobre él. Le tembló el delgado cuerpo, Jongin sonreía de lado a lado con una alegría casi inhumana, al menos eso percibía KyungSoo que no había notado que sus dientes eran tan derechos.

Jongin estaba igual o más nervioso. Jugueteó con sus dedos y rebuscó sus propias manos que se asfixiaban entre las mangas de la camisa.

—KyungSoo-Hyung, —inició con la voz leve y tranquila, pausado para poder mantenerse en el ritmo con el que había planeado debían salir sus palabras. La práctica frente al espejo había sido extraña. Y es que nunca había estado tan propenso a fracasar, que su reflejo fue la ayuda más eficaz que pudo obtener. Buscó en internet, pero las citas del libro que había usado la vez pasada estaban agitadas, al menos no calzaban con la situación. Ya no recordaba otro título que revisar a fondo, esta vez se valía de su propio ingenio para salir airoso de ese cuarto que a cada minuto se ponía más caluroso.

—KyungSoo-Hyung, —repitió— ¿quieres salir conmigo?

—No. —soltó rápido el contrario— Es decir, no, pero sí. Me refiero, no ahora, pero luego no sé, quizás pensarlo. Soy muy bueno en eso, no estoy aceptando, no quiero aceptar, solo diré que sí, no, espera, hablo de un no convertido en quizás. Oh, eso suena raro, mejor;

—Respira un poco para poder hablar, Hyung. —interrumpió Jongin con una sonrisa un poco chueca.

Estaba un poco decepcionado la verdad. Había pasado un buen rato frente a su armario, probando camisas de todo tipo. Su padre ayudó en el proceso de seleccionar colonia, incluso al salir limpió la punta de sus zapatillas con una camiseta sucia que encontró tirada. Estaba ahora más decepcionado de sí mismo que nunca en la vida. Pero claro, ante todo Kim Jongin era genial. Aguantó las ganas de tirarse en la cama a empapar penas en café y galletas saladas. Se sentó en el borde del colchón ajeno con mucha dignidad, sonriendo de lado al mayor.

KyungSoo seguía temblando, su cuerpo iba de un lado a otro, como si estuviera mareado pero sin las ganas de vomitar. No quería salir con Jongin, pero la muda sensación de que era un gran error dejarlo ir le pasó por la cabeza una o dos veces mientras la palabras salían atropelladas de su boca. No estaba listo para algo como eso, en definitiva hubiera preferido cualquier cosa antes de la presión total de tener a Jongin, uno de los chicos más guapos de la preparatoria, en su habitación y pidiéndole un cita.

Hyung... —susurró Jongin suavemente al notar la mirada perdida y vacía de KyungSoo que se extraviaba en la punta de sus zapatos.

—¿Mhn?

—Déjame ofrecer algo, tal vez me estoy saltando el proceso de... ya sabes, enamorarte. Pero, lo digo sinceramente, quiero salir contigo. —anunció sin escrúpulo, levantándose de la cama y acercándose al contrario— Me encargaré de molestarte hasta en sueños, cuando lo consideres, el que quieres salir conmigo... —Jongin se acercó con pasos pequeños a cada palabra que salía de su boca con discreción. — Me avisas, ¿va?

El más alto se acercó por completo al rostro enrojecido de su mayor. El plan inicial de Jongin había sufrido un par de modificaciones, algunos baches y giros que no hubo previsto, pero si era por KyungSoo, tal vez valdría la pena. Así que ahí estaba, a centímetros de la boca de KyungSoo que se veía más rosada de lo normal. Pero no lo besó, eso sería saltarse los pasos de la larga jornada del cortejo. Solo balanceó sus labios sobre el oxígeno que KyungSoo aspiraba deseoso. Vamos, él no era de piedra, y la imagen de Jongin tan cerca y con la boca tan cerca no pudo evitar que el pensamiento de darle un pequeño e insignificante rose a las finas comisuras. Cuando sus narices se tocaron y colindaron los límites KyungSoo había dejado toda convicción mental de lado. Estaba a punto de caer, pero no, Jongin se retiró de inmediato al ver como su mayor avanzó unos milímetros inconscientemente. Besó su frente con cariño antes de salir de la habitación. No era un delito, Jongin tampoco un delincuente, solo eran un par de chicos que sin querer estaban deseando lo que nunca antes habían considerado posibilidad, ganarle a los libros de ensueño y tener su propia historia de amor.

Y los días hubieron pasado rápido, dos semanas, casi tres. No sé, las cosas habían sido raras y un poco calladas. Nadie se hubo molestado en preguntar qué pasaba con ese silencio tan extraño que se había implantado en más de uno. KyungSoo no dijo nada, aunque notó como Jongin lo observaba durante clases.

¡Y no eran los únicos! Yixing no había podido articular muchas oraciones en los recesos, menos terminarlas. Quizás habían pasado catorce días y cinco horas desde el incidente, no sé, Yixing no se había dado cuenta del tiempo que caminaba con apuro frente a él. Ni Yixing ni Junmyeon, menos el último. Él no los había contado, pero seguro que el tiempo se le estaba escapando de forma imprevista. La cabeza le estaba dando vueltas y el fin de un mes tras el inicio de otro no era precisamente lo necesario para su dolor de cabeza.

—Y... ¿Cuándo parte Siwon?

Jongdae le tocó el hombro con delicadeza, últimamente estaba saltando de casa en casa buscando comida. Junmyeon no le impidió pasar a su casa cuando lo siguió por el camino, gritando y saltando al exclamar lo bello que había amanecido su cabello. No mencionó que tenía sueño o que su sala había sido pintada el día anterior, no. Solo lo dejó caminar mientras él sonreía en silencio a sus tonterías. ¿Cuándo Junmyeon había dejado de hablar tanto? Bueno, más de lo usual.

—Parte el fin de semana, Chen. —respondió el mayor poniéndose las pantuflas.

No lo pudo evitar, tampoco es como si se hubiera preocupado por encubrirlo, pero al atravesar el pasillo del segundo piso las maletas acumuladas en la puerta de una de las habitaciones saltó a la vista. Jongdae miró con tristeza el equipaje al notar que Junmyeon volvería a estar solo en esa casa, porque si hablamos de cálida compañía, sus padres no contaban. No importaba que Junmyeon negara querer a Siwon, seguro lo extrañaría.

—¿Y tú estás bien?

—No habría por qué no estarlo, —señaló Junmyeon saliendo al pasillo con Jongdae por su tras— al fin no habrá alguien con quien me comparen o meta intrusos a la casa.

—¿Por ejemplo? —preguntó curioso Jongdae ante la última referencia.

—No sé, creo que es mi culpa esta vez. Yo te dejé entrar, ¿no?

El menor hizo una mueca ofendida, llevándose la mano al pecho y abriendo la boca exagerado a cada escalón que sus pies tocaban para llegar al primer piso de la casa. Pero bueno, antes de que este pudiera empezar con sus argumentos sobre persona razonable y centrada que creía ser, la voz gruesa de un recién llegado se coló por las escaleras junto a la entrada, la que ellos estaban atravesando.

Siwon, soy yo, cerré la puerta por accidente. —era Chang Min detrás de la puerta hablando con cierta fuerza para ser escuchado del otro lado. El mencionado apareció por una de las puertas que la entrada que la casa presentaba, Siwon con medio pan colgando de su boca.

Miró al par con la boca llena, saludó con la diestra y continuó con su labor de abrir la puerta. Ni bien lo hizo, su amigo ya estaba con un pie dentro de la casa. Las miradas entre todos chocaron. Todos, excepto Siwon que lo hacía de verdad, mostraron su sonrisa forzada. Junmyeon haló del brazo a Jongdae hacia la cocina. Este se dejó llevar sin despegar su atención de Chang Min, quien también lo observaba con recelo.

—Lo siento, no sabía que Siwon traía visita hoy. —explicó sacando una caja de cereal de una de las gavetas— ¿Quién busca gente cuándo está a días de irse del país?

—¿Tú no me buscarías si te fueras del país?

—Es diferente, yo soy yo, él es él.

«Vaya explicación» bisbiseó el menor metiendo la mano en la caja ahora abierta para embutir todo lo que pudiera tomar en la boca.

—Suho, ¿tu madre no se molestará si nos ve aquí?

—Es probable, sigue odiando que su hijo entre a la cocina porque no es lugar para un Kim. —imitó con voz chillona los mandados de la mujer. Ambos rieron.

Eran esos lo momentos en los que de forma silenciosa recordaban que eran los mejores amigos. Al resbalar el cuerpo hasta el suelo y dejar descansar todo ahí sentados. Jongdae y Junmyeon buscaron entre sus memorias la ocasión exacta en la que empezaron a retar a la madre del mayor y escondiéndose entre las mujeres de limpieza se recostaban en el piso de la cocina a ingerir alimentos congelados hasta que el estómago les doliera o la dueña de casa llegara a gritarles.

—¡Kim Junmyeon! —y esta vez era la señora Kim entrando a la cocina.

«Oh, mierda»

La mujer volteó rápidamente a ver a Jongdae mientras los dos se levantaban del suelo, la sangre se le heló al tener ojos tan crudos fijos en los suyos. No pasaron más de tres segundos antes de que la señora devolviera la atención a su hijo que intentando tragar todo el cereal a tiempo se mantenía estático. Si fuera otra ocasión, sin Jongdae ahí y sin media caja de cereal de colores en la boca, seguro hubiera devuelto el grito con su tono sarcástico.

—Hola, madre.

—Jongdae, ve a la habitación de Junmyeon, espera ahí. Él te verá en un rato.

—¡Madre! —reclamó el mayor de los muchachos agitando sus brazos contra su propio cuerpo.

—Nada que madre, anda y ayuda a tu hermano a guardar su ropa; haz algo productivo por esta familia. —con eso dicho dio la media vuelta y atravesando la puerta batiente movió la cadera tal y como una sirvienta del diablo lo haría.

Un «Tu madre me asusta, te espero arriba» bastó para que Chen saliera corriendo dándole los mejores deseos a su amigo y se aventurara en las escaleras. Correr no era su actividad favorita, no era algo que practicara diario, pero si era su vida la que estaba en juego podía hacer un esfuerzo.

Se le fue acabando el aire para la última escalera antes de llegar a la planta correcta, su paso se había debilitado. Entró a la habitación con el pecho comprimido y los pulmones que amenazaban con salirse.

Pero lo que vio no era precisamente lo que quería. Chang Min estaba ahí dejando una caja de cartón frente a la cama de Suho. Este percibió de inmediato la segunda presencia en el cuarto, volteando a ver al intruso. Su ceño se frunció ante Jongdae.

—Jongdae, hola. —dijo volteando de verle, calmado y falta de emoción.

—Hola, Chang Min-Hyung. —respondió aguantando las ganas de vomitar sangre y haciéndose ver más lindo y feliz.

Dejó de mirarle, para terminar su trabajo al cerrar la caja. Subió el contenedor sobre la cama ajena, desordenando el edredón en el proceso. Soltó un aire resignado, «Dile a Junmyeon-ssi que Siwon-ah le encarga esto» explicó dándose una vuelta sobre los talones para caminar a la puerta. Jongdae aún estaba ahí, mirándolo apoyado en el marco de esta. Le dedicó una pequeña sonrisa al tiempo que ponía sus pies fuera de la habitación.

—Oye... —aclaró su garganta haciéndola sonar más madura e imponente— ¿Has visto a Minseok desde la cena en su casa?

Chang Min estaba de espaldas a Jongdae, pero este estaba seguro de que sus ojos de reojo lo miraban, ardían de celos. Era experto en encender el rencor en la gente y Chang Min, por muy maduro y educado que fuera, no se salvaba de revelar con sutileza que su interés por Minseok causaba estragos en su personalidad. Y eso le encantaba.

—¡Pero por supuesto! Estudiamos juntos así que no hay mucha dificultad en pasar los días juntos. —respondió con efusividad. La euforia en la frase provocó que el mayor le dirigiera toda su atención y a la vez volteara a verle.

—Pensaba invitarlo a salir, —inició retador— ¿podría ser que me des su número de celular?

—¿Por qué no se lo pides a él? —gruñó Jongdae.

—Quiero que sea una sorpresa.

Chang Min quiso voltearse y bajar las escaleras, sintiéndose el dueño de la situación y ganador de la discusión. Teniendo sus años de experiencia tampoco podía ignorar la actitud que el menor estaba tomando, podía ver en su mirada maliciosa que sus ganas de molestar estaban muy marcadas y además de que sus intenciones con Minseok tal vez habían sido descubiertas desde el inicio.

—Chang Min-Hyung, no creo que Minseok te lo diga, él es muy amable como para negarse, pero ya se está viendo con alguien. Es muy educado como para decirte que no interesas.

—¿Y con quién se supone sale?

Se había cruzado de brazos para ese momento, con la mandíbula tiesa y el semblante rígido. Le estaba molestando demasiado lo que le decían y quién se lo decía. Había estado empezando a odiar a Jongdae desde la cena en la casa de Minseok, con su carisma y buenos modales que seguro había notado embelesaban al pequeño.

—Conmigo, obviamente. —y por supuesto, Jongdae no midió lo que decía. No pensaba que hacía, solo quería ganar.

—Claro. —contestó irónico el mayor— Lo siento, Jongdae, pero de muchas cosas que puedo creerte esa no cabe en la lista.

—No me creas entonces. Pero te diré que nuestras citas van muy bien. Minseok se sonroja mucho, ¿no crees?

El menor avanzó un poco, haciendo más natural la confesión al soltar su cuerpo, relajado. El otro no hacía más que rechinar los dientes, enojado. Buscaba la mentira en los ojos ajenos, mas no vio nada. Creyó haber perdido, pero como buen jugador, quería la revancha.

—Estoy dudando de lo que dices y lamento hacerlo, pareces sincero. —anunció más calmado— Jongdae, si me permites, para curar mi impertinencia quisiera invitarles a ambos una comida en la cafetería. A Minseok le encantaría y no se negaría, ¿no crees?

—¡Por supuesto!

{*}

—Hasta pronto.

—Si te atreves a hacerme llorar te golpearé tan fuerte en los testículos que te partiré la descendencia.

—Me encanta tu sutileza... —dijo sonriendo de lado y los ojos aguados— La voy a extrañar.

—Idiota. —rió Victoria soltándose del abrazo y cogiendo su maleta. Arrastró las ruedas con su amigo detrás. Anduvo hasta estar frente a la puerta de embarque, se detuvo en seco y se lanzó a abrazar a un Tao que aguantaba las lágrimas.

—¿Volverás? —le preguntó bajito.

Él no contestó de inmediato, por lo que Victoria dio por sentada la idea cuando él no dijo nada al terminar de escuchar su pregunta. Se sintió mal por un segundo, para luego sentirse un poco mejor al considerar que tal vez si era feliz ahí. Aún lejos de casa. Tao había crecido mucho, más que ella, eso era lo único que necesitaba para estar bien. ¿Qué más da? Estrujó el cuerpo del contrario entre sus brazos mientras que el otro apretaba el rostro contra su hombro. Se estaba inclinando mucho y ella tenía el cuerpo sostenido por la punta de sus pies. Hacía ya tanto que no estaban así, no desde que Tao aceptó la idea de sus padres sobre mudarse a Corea del Sur con YiFan.

—Ven a visitarme alguna vez, estúpido, no te atrevas a abandonarme.

Tao asintió—Te vas a perder el vuelo, apúrate, pequeña.

Y antes de abordar su vuelo de vuelta a China, Tao le dedicó una sonrisa animosa sin lágrimas para que su última expresión ante la chica fuera fuerte. La vio desaparecer entre las puertas que el aeropuerto usaba para dividir a los que se quedaban y los que volaban muy lejos. Esperó a perderle de vista para dejar caer las lágrimas acumuladas.

El camino de regreso fue silencioso, anduvo con las manos en los bolsillos hasta dar con un autobús que lo llevara por el camino correcto. Su departamento estaba tan frío como lo había dejado. Después de que las maletas estuvieron hechas y Victoria hubo atravesado la puerta principal, Tao sintió como las razones para quedarse fueron arrastradas con ella hasta China.

—Disculpe, soy Huang ZiTao, hablamos hace un días. Quisiera saber el proceso para rentar el departamento que me mostró. —habló a través de la bocina de su celular.

El silencio le hizo un nudo en la garganta, provocando un hincón en el pecho que acentuó un toque de nostalgia al saber lo que estaba haciendo. Que una vez confirmado el trámite, no volvería temprano para hacer la cena.

—Lo más rápido posible. —finalizó.


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