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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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KyungSoo agitó su mirada entre la puntas de sus zapatos. Estaba solo en la esquina del patio de comidas del gran centro comercial, sus emociones revoloteaban dentro de su estómago y como resultado sus manos sudadas estaban siendo frotadas por milésima vez contra sus jeans. Había llegado veinte minutos antes, había visto suficientes películas y se sentía más conforme siendo la parte de la cita que respondía un suave acabo de llegar al alterado y apurado uh, ojalá que no hayas esperado mucho.

Se volvió a arreglar el cabello, tirando su ligero flequillo hacia atrás. Su madre le había dicho que cortarse el pelo lo dejaría viéndose totalmente ridículo, así que en su lugar estaba en medio de toda esa gente sintiéndose un espantapájaros puesto que no había logrado arreglar por completo los rizos que ni sabía que tenía.

 —Cinco minutos más.  —suspiró volviendo a bloquear la pantalla de su celular.

Había sellado cualquier tipo de acceso a internet, no quería recibir mensajes. Únicamente emergencias eran las que quería que lo interrumpiera, si es que las había y eran realmente urgentes. Soo se había propuesto disfrutar su cita, alejándose por un momento de todos los que le decían que estaba mal.

Aunque eso incluyera mentirle a Tao, otra vez.

Respiró profundo — Unos, dos, tres, inhala y exhala, uno, dos, tres.

 —¡KyungSoo Hyung!  —escuchó que le llamaban.

El aludido volteó la cabeza, buscando a Jongin entre la gente, hallándolo casi al instante. Era el único entre todos los presentes que agitaba los brazos por encima de su cabeza con el fin de atraer la atención.

 —Hola,  —inició llegando a su lado —no has esperado mucho rato, ¿no?

 —No te preocupes, apenas y acabo de llegar.  —mintió.

 —Te… tú te ves muy bien hoy.

Apretó los labios, Soo se limitó a parpadear mientras se mordía las mejillas e intentaba soltar un torpe gracias a su menor. Vamos, era la cosa más simple del mundo, lo más rutinario dentro del cuadro de una cita común y corriente, pero KyungSoo a las justas y pudo decirle a su madre que iba a salir con un amigo del instituto sin antes atragantarse con su saliva y ponerse totalmente rojo.

 —Ehm, ¿quieres comer algo? Hay un lugar de hamburguesas en la siguiente plaza de comida, ¿se te apetece?

¿Dónde se había quedado ese Hyung pronunciado de forma infantil y empalagosa? Soo se alegró un poco por la confianza expresada en la última frase. Asintió con la cabeza, como si se hubiera quedado mudo. Jongin captó su nerviosismo de inmediato.

 —Yo te guío.  —le tomó el meñique con su dedo índice, guardando un poco de respeto a su mayor, sin mirarle directo al rostro ni una vez más.

Se dedicó a caminar, buscando con la mirada la siguiente entrada de puertas batientes y de cristal.

 —Sabes, estoy emocionado. Aunque creo que lo disimulo muy bien, ¿no crees?

Soo se aclaró la garganta con timidez — Esto es muy nuevo para mí.

 —Lo imagino.  —bisbiseó por lo bajo, echándole una mirada de reojo al contrario — Hyung… ¿es tu primera cita?

Sí, a KyungSoo el rostro se le había puesto de todos los colores. Probablemente sus citas imaginarias con Fred Weasley, Fitzwilliam Darcy, Forentino Ariza o en su defecto  —muy defectuoso — Johnny Storm, no contaban en lo absoluto si hablaban de una experiencia humana, contando carne y hueso.

 —Eso parece.

Jongin tragó duro, contrayendo sus nervios contra el pecho, el peso de la primera vez que le recayó sobre los hombros asesinó una porción de su confianza.

 —Me alegra ser yo.

No dijeron nada más antes de llegar frente al puesto de comida rápida. La fila era corta, un poco, o por lo menos las cuatro personas que iban frente a ellos no parecían tener muchas ganas o energías para demorar más de lo necesario. Soo se paró junto a su menor, clavó los pies al piso e intentó reunir un poco de fuerza para poder mirarle directo al rostro.

 —¿Qué tal ha estado la mañana?  —preguntó el mayor con un hilo de voz.

 —Muy bien, mi padre compró cereal, desayuné mucho mientras perdía un poco el tiempo hablando con Chen y, uhm, Chanyeol.  —oh, rayos.

Para esa mañana, y tal vez lo últimos días, KyungSoo apenas y recordaba las palabras de Jongin.

«Sé que te gusta Chanyeol».

 —Jongin, sobre eso…  —mierda, rayos y centellas. El mayor desvió la mirada, le pesaban las palabras que sabía que tenía que dirigirle a Jongin. No tenía idea de cómo se había enterado de la conversación con Tao que se suponía era privada, menos cuanto tiempo llevaba creyéndolo verdad.

 —Lo siento, yo lo traje a la conversación.

La sonrisa usual de Jongin se vio forzada, dando el paso al frente que la fila que se iba liberando le indicaba.

 —Sobre Chanyeol, él  —respiró profundo, mirándole directo a los ojos al menor, sosteniéndole la mirada con vergüenza — no me gusta desde hace mucho.

Jongin no lo miró, se relamió los labios y soltó un poco de aire junto a lo que parecía una sonrisa pequeña, muy ligera — Intento creerlo, pero me siento un poco intranquilo.

 —No hubiera aceptado salir contigo, con nadie, si me interesara otra persona.  —KyungSoo colocó el cuerpo paralelo al de Jongin, con la atención puesta en la cajera — Superé lo de Chanyeol hace un tiempo.

Diosito santísimo redentor, por favor llévate a KyungSoo contigo.

 —¿Entonces sí te gustó?

Ah, pero claro, el muchacho sabía exactamente qué responder. Jesusito santo patrón, Soo podría quedarse unos minutos más.

 —Resumiendo, mientras que Chanyeol se acercaba a Baekhyun, yo estúpidamente me fijé en quién, según mis teorías, estaba interesado en uno de mis mejores amigos.  —encogió los hombros con decisión — Tal vez la peor de mis tonterías.

Ambos dieron otro paso al frente cuando otro de los clientes se retiró. No dijeron nada por unos segundos, empujaban sus miradas entre los carteles promocionales, como si los precios y rebajas fueran impresionantes.

 —Hemos empezado la cita con un tema pesado.

 —Al menos… al menos puedo dejar de sentirme extraño. Sabes, llegué aquí, considerando por un segundo que yo era la segunda opción.  —atinó a decir el menor agachando la cabeza.

 —No soy tan mala persona.

 —¿Te consideras una mala persona?  —dieron otro paso al frente.

 —No, la verdad no, pero la frase se escuchó cool, ¿no lo crees?

Antes de poder continuar, la señorita que atendía les interrumpió con un chillón ¿qué les puedo ofrecer? al acomodar su gorra amarillo patito sobre su cabello perfectamente peinado.

 —Dos hamburguesas de carne, evite el pepino y no olvide la mostaza. Vamos a comer aquí, no lo ponga en cajas, bandeja,  —dictó de memoria, había ido muchas veces a ese lugar junto a Chen y Suho — por favor.

 —¿Su nombre?  —interrogó la muchacha enarcando las cejas y recibiendo un corto Jongin a su pregunta — En seguida, joven. ¡Siguiente!  —chilló al entregarle la nota de pago al muchacho.

Soo quiso reírse un poco, pero lo evitó, poniéndose unos pasos a la derecha para esperar en la siguiente barra a que su pedido terminara de prepararse.

 —¿Vienes seguido?

 —Un poco, a los chicos les encanta.  —soltó con un poco más de fluidez.

 —Ya veo.

Unos minutos pasaron ante de que un muchacho alto y con el rostro de expresión plana se presentó. Llamó al menor por su nombre, pidiendo la factura y a la vez entregándole el pedido al menor. Este giró sobre sus talones de forma graciosa cuando tuvo la bandeja en mano. La plaza de comida era grande, pero tan abarrotada de gente que las mesas se llenaban rápido. Soo intentó ayudar a ubicar un lugar libre rápidamente, sin conseguir nada.

 —Creo que no hay sitio.  —murmuró el mayor.

 —Eso parece…  —Jongin interrumpió lo que iba diciendo — Oh, no, mierda, mierda.

 —¿Ocurre algo?  —interrogó Soo tomando las bebidas entre sus manos para hacerle la carga más ligera.

KyungSoo miró a Jongin de inmediato, un poco intrigado por su repentina reacción. Le miró el rostro, siguiente luego el camino que sus ojos dibujaba en línea recta. Allá, al otro lado de la sección de comidas, entre los muchos puestos de la rotonda, Chanyeol y Sehun estaban llegando a la entrada.

 —Maldición.  —los ojos del mayor temblaron junto con sus piernas.

 —Tal vez debamos irnos.

 —Tal vez.

Sí, probablemente las bandejas de comida no deban salir de su respectiva sección, pero en ese tipo de casos que implican vivir o morir  —más para KyungSoo — era necesario. El menor tomó la muñeca del más bajito, echando a correr y agradeciendo a los cielos que este hubiera cogido las sodas. Hubiera sido difícil correr con ellas en la bandeja.

Encogieron el cuerpo lo suficiente como para confundirse entre la gente de pie. Se buscaron la mirada, en algún momento, no sabría precisar cual, las miradas asustadas se transformaron en una sonrisa irónica. La situación casi sarcástica que se presentaba contra ellos dos les sacó una pequeña carcajada cuando por sin salieron del lugar.

 —Eso fue divertido.  —dijo el más bajito cuando sus pasos se fueron deteniendo.

 —Un poco.

Habían salido del centro comercial, en la parte trasera del lugar se había instalado una nueva sección que incluía jardinería y apenas y si los stands recién instalados tenían uno o dos clientes.

 —Disfruta de tu comida, ellos nunca se acercarían a este lugar, lo prometo.  —celebró Jongin tomando asiento en el suelo, apoyando la espalda contra la pared y palmeando el lugar a su costado para que Soo lo acompañara.

 —Gracias. —Jongin acomodaba la bandeja ente sus piernas mientras el contrario le entregaba las bebidas y acataba la orden al sentarse.

Acomodó su cuerpo igual que el menor, aún no había tomado entre sus manos la hamburguesa que le correspondía cuando sus ojos rebotaron en el ambiente recientemente instalado ahí, en la parte trasera del centro comercial. Su memoria le dolió un poco, las imágenes saltaron en un segundo y se quedó inmóvil sin expresión alguna.

 —KyungSoo.  —llamó el menor — ¿Pasa algo?

Jongin no lo percibió de inmediato, fue cuando en la boca de Soo se formó una línea recta cuando supo que algo no estaba bien. Lo analizó por un minuto largo y silencioso.

Uy, no, sabía dónde estaban.

 —Oh…  —Jongin tragó saliva, escondiendo la mirada del rostro inmóvil de KyungSoo — Fue aquí, ¿no?

Ese centro comercial era el único en la zona, al menos dentro de un rango de cuarenta minutos en bus. Y sí, era ese lugar el que había sido testigo de sucesos tan agresivos.

 —Sí, exacto.  —suspiró el mayor con un temblor en la columna — ¿qué tan mal cliché somos?

 —KyungSoo Hyung.  —le interrumpió — No somos animales, somos un tira de disfuncionales.  —sostuvo sus palabras con vergüenza — Pero al final de todo ese horrible camino que conlleva el conocernos, solo estamos pidiendo un poco ayuda.  —sus labios estaban entreabiertos cuando Jongin terminó de hablar, la voz le temblaba, como si hubiera revelado secretos que lo condenaban. Quizás los arrastraba consigo.

Probablemente Jongin tenía delirios de familia incompleta, Sehun sensación elitista por cuestiones maternas, Junmyeon rezagos de rechazo parental, Jongdae y YiFan aislamiento por ausencia y Chanyeol insuficiencias pues nunca tuvo un verdadero padre. ¡Probablemente muchas cosas! Pero quizás, había algo de verdad en todo eso que se estrelló contra la mente de Jongin, a pesar de que no salieron de su boca.  

KyungSoo se dio cuenta de algo muy importante en ese momento, no conocía en lo absoluto a Jongin pero aun así estaba ahí fingiendo que una cita entre ellos dos, esos dos lados opuestos de una cadena social, era más que normal.

 —No sé cómo responder a eso.

 —Inténtalo.

El mayor relajó los hombros, dejando caer sus codos sobre sus rodillas, sin mirar más al vacío por esta vez.

 —Podría empezar con que nosotros no somos las víctimas todo el tiempo. Parecemos muy débiles, y sí, lo somos un poco, pero sospecho que hemos abusado del título. Hemos buscado problemas y nos hemos quejado cuando nos han alcanzado. Yixing habló de eso una vez, porque se trata de ustedes es que armamos guerra. Es cuestión de…

 —Perdonar.  —completó — Suho logró hacer eso con Yixing, se han disculpado el pasado y aunque de una forma arrebatada, se lo han logrado hacer saber a todos.

KyungSoo pensó en Luhan al instante, pero antes de eso notó por primera vez en la última hora que Jongin tenía gel en cabello y su habitual flequillo no le caía sobre la frente — Aquí tenemos buenas armas.  —sonrió un poco. Tal vez tenían la oportunidad de reparar más de una cosa en el camino.

Y sí, Jongin se veía muy atractivo con la camiseta blanca y los jeans negros, lograba desvían por completo los pensamientos de Soo.

 —Jongin-ssi.  —le canturreó con las mejillas encendidas —Te ves realmente bien hoy.

 —Tú también, Hyung.

 —Ya lo dijiste antes.

 —Es que, antes de convertirse en un plan conspiratorio para ayudar a nuestros torpes amigos, esto era una cita.  —le sonrió de lado el menor tomando su soda del suelo y dándole un sorbo.

***

YiFan estaba de rodillas frente a esa vieja caja. Estaba sellada y algo dentro de sí, algo parecido a su conciencia, le advertía a gritos que si la abría estaría admitiendo la derrota. Admitiría para sí mismo, en voz alta, que tenía ganas de recordar esos años añejos y malgastados.

 —A la mierda.

Tomó con más fuerza el bolígrafo que tenía en la diestra y lo colocó con cuidado entre la cinta que unía las solapas y apretó al arrastrarlo de extremo a extremo. El ruido se extendió por unos segundos. El departamento estaba por completo vacío y no había más ruido que ese.

YiFan evitaba pensar, estaba convencido de que actuaba por aburrimiento.

Bueno, casi convencido.

 —A ver, a ver.  —susurró para sí mismo.

La caja no pesaba mucho, pero estaba abarrotada de pequeñeces. YiFan sacó primero un par de tazas bien forradas. Las descubrió con delicadeza, el garabateo apenas y era nítido para ese entonces. Tao y él las habían pintado cuando fueron niños, muy niños.

Las inscripciones rezaban Taozi y YiFan gege.

«Guau, esto debe tener milenios de existencia» pensó, dejando las tazas a su derecha, pasando a rebuscar entre el resto de objetos. Varias libretas salieron, muchos dibujos de Tao cuando tuvo su época de artista y le provocaba intentar numerosas veces tomar a su amigo de modelo.

Fue vaciando la caja. Libretas, un recetario de la familia Huang, lápices, recuadros vacíos hechos a mano por ambos y algunos peluches muy pequeños, casi funcionaban de llaveros. Todo lo que sacaba de esa caja tenía su par para hacer juego. La mayoría de cosas de Tao se presentaban azules y las de YiFan rojas.

 —Dios.  —había llegado al fondo de la caja, se veía rodeado de recuerdos ahí cruzado de piernas a mitad de su habitación — Las fotos.

Hizo una mueca con la boca, contrayendo los labios. Tomó el sobre negro entre sus manos, abriéndolo con rapidez y sacando el abultado contenido. Había muchas fotografías. Sus madres eran fanáticas de registrar infancias, imprimirlas y colocarlas en grandes álbumes de recuerdos que luego acumulaban en la sala de estar.

YiFan no sabía que su madre se había encargado de seleccionar gran parte de esas fotos para dárselas en aquella caja que llevaba por lo menos medio año escondida en su armario. Seguro en su momento le pareció de los peores regalos de Navidad, no había dejado de hacer mala cara en contra de su madre cuando recibió la caja sellada junto con una tarjeta escrita a mano con tinta morada un para que no olvides tus raíces.

Obviamente no quería recordarlas, por lo que escondió su regalo al fondo del armario sin mencionarle nada a Tao.

La primera foto tenía a un YiFan bebé, apenas y si abría los ojos ante la cámara que lo apuntaba. Igualmente, para la siguiente foto, Tao riendo y buscando con sus manos alcanzar el lente de la cámara, era un bebé alegre.

YiFan suspiró sintiendo algo extraño en su estómago.

Imágenes atacaron su mente. La migraña se presentó en dos minutos desde que empezó a rotar cada una de las fotos frente a sus ojos.

Él y Tao de pijamada, él y Tao desayunando, él y Tao durmiendo a media tarde en el sofá, él y Tao cuando combinaban ropa para salir a jugar, él y Tao haciendo juntos las tareas. Él y Tao en un recuerdo infinito que encontraba una abrupta interrupción cuando ambos cumplieron los once años.

 —Suficiente por hoy.  —escupió levantándose del suelo, sacudiendo sus pantalones y dirigiendo sus pasos a la sala, probablemente, si se esforzaba, podía conseguir dormir un poco.

Consideró, por un segundo o dos, que probablemente ese regalo no era solo para él. Tal vez había escondido sin darse cuenta un regalo de ambas madres hacia sus hijos.

***

 —Siento no contestar antes, estaba a mitad de algo, ¿hay algún problema?

KyungSoo tenía el celular pegado a la oreja y caminaba con bastante paciencia rumbo a casa. Había rechazado a Jongin cuando este se ofreció a acompañarlo a casa, prefería ordenar sus pensamientos en el trayecto y el menor a su lado no iba a ser de mucha ayuda.

Cuando estuvo seguro de estar solo, después de unas tres cuadras de caminar solo, tomó su celular en mano. No tenía ni idea de cuando había dejado su celular en silencio, no había notado las dos llamadas perdidas de Tao.

Se apresuró a devolver la llamada, apenas dos timbradas y todo listo, ya estaba hablando con su amigo.

 —No es nada, me sentía un poco solo y quería saber si querías venir a pasar la tarde conmigo. No me acostumbro al silencio, es tenebroso.

Soo estaba por cruzar la pista cuando respondió con un simple ouh y esperó a que Tao continuara hablando.

 —Sabes, es raro extrañar el bullicio.

 —YiFan era tu bullicio favorito.  —soltó sin querer — Oh, dios, lo siento, lo dije sin pensar.

Se había detenido en seco al otro lado de la pista, con los pies pegados a la acera y queriendo no haber soltado algo tan estúpido.

 —Soo, no te preocupes, solo eres sincero.

 —¿Y…no lo extrañas?  —quiso retomar un tono natural en su voz mientras divisaba a lo lejos las rejas que dividían su calle de las avenidas — A pesar de todo, ¿no eran los mejores amigos?

 —Cuando era niño estaba tan enamorado de YiFan que prácticamente vivía de él.

Una vez más se detuvo, sin querer implantó un silencio extraño.

 —Estoy en camino a tu casa, no te muevas de donde estás ni un poco.

 —¿KyungSoo?  —interrogó divertido Tao al otro lado de la línea — ¿Es en serio?

 —¡A callar, a callar!  —chilló contra la bocina del celular y redireccionó su andar — ¡tiempo de historias!


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